Vale que estemos en crisis. Vale que haya que buscar clientes debajo de las piedras. Vale que los pobres trabajadores no tienen la culpa. Pero ¡vale ya! de aguantar la continua intromisión en nuestras vidas que hacen las compañías con sus malditas llamadas de telemárketing. El asunto empieza a ser insoportable y necesita una urgente regulación.
Uno ya no puede estar tranquilo en casa, leyendo, viendo la tele, durmiendo o tocándote las narices sin que suene el teléfono y una amable señorita sudamericana irrumpa en tu vida para ponerte de mal genio vendiéndote el Imagenio o pidiéndote encarecidamente que cambies de compañía de teléfono, de electricidad, de gas o de condones. Ahora además, para ahorrar costes te llama una máquina y cuando tú ya estás ahí preparado con el teléfono en la mano, te transfiere a un operador y así ellos no pierden tiempo, que para eso ya estás tú.
No estoy de coña, creo que deberíamos reaccionar todos juntos y plantar cara a esta peligrosa dinámica que sino nos llevará a apagar el teléfono en casa. Creo que realmente no es legal lo que hacen porque tus datos deben estar teóricamente protegidos y ellos los compran y te invaden. Lo primero que habría que hacer sería que nadie les hiciera caso porque cuando siguen llamando es porque de alguna forma alguien les escucha y consiguen liar a unos cuantos, sino suprimirían este servicio. Otra opción es crear una plataforma en Facebook o en otras redes sociales para denunciar y criticar a las compañías que utilizan esta técnica invasiva. Otra opción, la que aplicábamos en casa hasta hace unos días, es contestar educada pero drásticamente que hagan el favor de no volverte a llamar y que te borren de sus bases de datos. Pero no sirve de nada, vuelven a llamar, porque son muchos y cobardes... La siguiente posibilidad, en la que estamos ahora, es el vacile, contestar como si fueses un contestador o pedirle al operador su número personal para devolverle la llamada más tarde.
Pero como me temo que este sistema tampoco va a funcionar, todavía tengo varios planes en la recámara: uno sería hacerte el maño hasta desesperar al contrario; otro poner a todo nuestro equipo comercial a llamar a los directivos de esas compañías cada noche a su casa para ofrecerles nuestros servicios; otro, intentar ligar y de inmediato colgarán y si no lo hacen por lo menos has pillado ¿no?... Y ya a la desesperada, pondría el tema en manos de mis... hijos, que llevan tiempo pidiéndome permiso para aplicar una serie de contestaciones un tanto burdas que aprendieron en un vídeo de bromas en Estados Unidos y sino utilizaré una idea que me dió hace unos días una simpática señorita que llamó y dijo: "Buenas noches, me gustaría hablar con su padre..." a lo que yo le contesté: "Anda!, y a mi también..." Después le di más detalles y se despidió muy cortada. Así que a partir de ahora descolgaré y cuando pregunten "¿El señor Muñoz?"... SE HA MUERTO.
Hay dos técnicas más que no conoces y que pueden ser de utilidad, la primera utilizada por Antoñito contra su hermano, ante la llamada para vender unos cursos de inglés le dijo a la tipa que su hermano estaría seguro muy interesado y que llamara al día siguiente a una hora determinada. Por supuesto hizo que su hermano cogiera el teléfono, y se partía de risa mientras que el otro pobre aguantaba estoicamente el chaparrón, y flipaba de la cantidad de datos suyos que tenía la susodicha comercial, por supuesto aportados por el cabrito de su hermano. La segunda consiste en devolverles la jugada, es divertida pero tienes que tener un cierto morro. Yo les digo que antes de que me traten de vender su producto deben ellos conocer el mío y trato de venderles todo tipo de cremas faciales, aspiradoras mágicas, tratamientos de adelgazamiento o lo que se me ocurra en ese momento. Nunca vuelven a llamar. Te animo a que pruebes los dos, eso sí en el caso del primero ármate de cámara de vídeo y luego lo cuelgas en tu blog porfa.
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