La semana pasada aprendimos las diferencias entre el tonto y el idiota. Hoy pasamos al siguiente tema: El imbécil. Se trata también de un ser, humano por lo general, que no llega a ser tan memo e inocente como el tonto, ni tan maligno y pernicioso como el idiota. Vamos, que está en medio, que es una mezcla entre los dos.
En casa siempre le hemos tenido cariño al imbécil. Primero porque era el apodo que Manolito Gafotas le puso a su hermano y, por influencia de Elvira Lindo, en su día nos dio por llamar así a uno de nuestros hijos. Nos divertía mucho, pero dejamos de hacerlo cuando la gente ponía caras raras porque le llamábamos de esa forma en sitios públicos.
También es cierto que mientras que con el tonto y el idiota no me siento muy identificado, el papel de imbécil lo hago a la perfección. Sin ir más lejos el pasado jueves, cuando me invitó un conocido a comer. Eligió restaurante en urbanización de lujo, pidió la comida, impuso el tema de conversación (tías y "facheces") y ya en los postres entró en materia: me invitaba porque quería ofrecerme los servicios de su empresa, pedirme que le presentara a nuestros clientes y que contratara a alguno de sus hijos... Como podéis imaginar disfruté de lo lindo, me mordí la lengua para ser, una vez más, políticamente correcto y sonreí como un imbécil cuando al terminar el café me dijo: "Siento mucho que no voy a poder invitarte porque me he dejado la cartera en el coche".
Lo más correcto en este caso hubiera sido decirle "No te preocupes, te espero aquí, acércate a por ella" y a continuación explicarle que los clientes no se comparten, que los hijos se busquen la vida en otro lado y que sus servicios no pienso utilizarlos ni aunque tenga un apretón. Pero no, lo dicho, sonreí como un imbécil, pagué la cuenta y encima le invité a vernos la próxima semana. Eso si no lee esta entrada y se da por aludido. Quizás también él sea un poco idiota, no lo sé, pero lo que está claro es que yo soy, con todas las letras, un i-m-b-é-c-i-l.
Hachetetepebarrabarra y después lo que quieras poner. Es un título demasiado ambíguo para un blog, demasiado abierto. Pero así es este espacio. Unos días abierto para la alegría, otros para la pena; para la esperanza o el escepticismo; la reflexión o la ironía... Lo que salga de los huevos ¿no?
domingo, 30 de septiembre de 2012
viernes, 28 de septiembre de 2012
LAS CALLES DE MADRID
No
tengo ninguna constancia de que Don Federico Chueca fuera homosexual,
pero hoy en día es difícil mencionar su nombre sin caer en tan obvia
asociación de ideas. Tampoco sabía de la afición del Doctor Fleming por
la prostitución, pero durante muchos años su nombre ha sido sinónimo de
mujeres en las esquinas. La escritora cántabra Concha Espina nunca
escribió del Real Madrid, ni llegó a conocer a Don Santiago Bernabeu.
Doy fe de que Ferraz no era socialista, ni los genoveses tan fachillas.
María de Molina se casó con Sancho IV hace más de siete siglos y desde
entonces lleva atascada y no consiguen sincronizarle los semáforos. Ríos
Rosas, aunque no lo creáis, fue Presidente del Congreso y ahora sólo se
le conoce por ese estúpido y malévolo semáforo fotógrafo para pillar
conductores despistados. El Padre Soler era músico y supongo que una
buena persona, incapaz de poner esos radares con tan mala uva. Quevedo
era un escritor y no una glorieta. Goya y Velázquez nunca jamás se
cruzaron... Para la mayoría de los incultos ciudadanos, entre los que me
incluyo, gran parte de las personalidades y eminencias de nuestra
historia y cultura, son simplemente una calle. Y la importancia o
relevancia de ese nombre no depende de sus actos o legado, sino de la
calle que le fue otorgada por el consistorio de turno; de ahí que José
Abascal sea alguien más relevante que Cervantes o Cea Bermúdez sea mucho
más famoso que Góngora.
Hago esta reflexión porque hace varios meses que, tras morir mi madre, solicitamos al Ayuntamiento que pusiera el nombre de Amalia Avia a una calle, en reconocimiento de su pintura basada en Madrid, ciudad donde siempre residió, que amó, y de quien recibió la medalla a las Bellas Artes. En su día ya le otorgaron una calle al Pintor Lucio Muñoz en el barrio de Sanchinarro (que por cierto no era ningún santo) y hubiera sido bonito que las tuviesen cerca, pero eso es mucho pedir. El caso es que ayer escuché en la radio que el pleno del Ayuntamiento había puesto el nombre de Gregorio Peces Barba a una calle, algo que me parece incuestionablemente justo, pero me sorprendió la agilidad que habían tenido para hacer el trámite en pocas semanas, mientras que el nuestro es algo más lento. Primero pensé que como ellos se lo guisan, ellos se lo comen y Peces Barba era también político, pero luego me consolé pensando que igual le daban a mi madre una calle fea, llena de mala gente, con humo, con ruido, perros meando en las esquinas o incluso una avenida en Eurovegas... Y dije: Virgencita, Virgencita...
Hago esta reflexión porque hace varios meses que, tras morir mi madre, solicitamos al Ayuntamiento que pusiera el nombre de Amalia Avia a una calle, en reconocimiento de su pintura basada en Madrid, ciudad donde siempre residió, que amó, y de quien recibió la medalla a las Bellas Artes. En su día ya le otorgaron una calle al Pintor Lucio Muñoz en el barrio de Sanchinarro (que por cierto no era ningún santo) y hubiera sido bonito que las tuviesen cerca, pero eso es mucho pedir. El caso es que ayer escuché en la radio que el pleno del Ayuntamiento había puesto el nombre de Gregorio Peces Barba a una calle, algo que me parece incuestionablemente justo, pero me sorprendió la agilidad que habían tenido para hacer el trámite en pocas semanas, mientras que el nuestro es algo más lento. Primero pensé que como ellos se lo guisan, ellos se lo comen y Peces Barba era también político, pero luego me consolé pensando que igual le daban a mi madre una calle fea, llena de mala gente, con humo, con ruido, perros meando en las esquinas o incluso una avenida en Eurovegas... Y dije: Virgencita, Virgencita...
jueves, 27 de septiembre de 2012
EL PAPEL DEL HERMANO
La educación es cosa de los padres y la formación de los profesores. Puede ser. Aunque de vez en cuando uno le agradece a los profes que también se metan un poco en la educación, para que además de ser buenos cerebritos, sean mejores personas.
Para ello hay muchas y diferentes tácticas, aunque algunos piensen (¿pensemos?) que gritando es como se consiguen las cosas. Esta semana, nuestros hijos nos han sorprendido con importantes avances educativos que nos han dejado boquiabiertos. El peque ha impuesto, él solo, que se tiene que ir a dormir a las nueve o antes, algo que no habíamos conseguido nunca porque Phineas y Ferb se amotinaban en el salón y no nos dejaban pasar. Resulta que la profe le ha visto bostezar en clase un par de veces y delante de los otros niños le ha sacado los colores por acostarse demasiado tarde.
Martín ha descubierto otra terapia algo más creativa: su profesora de inglés dice tantas palabrotas en clase, qué él, que tiene todos los récords habidos y por haber de "tacos por metro cuadrado", llega a casa escandalizado porque no acepta que alguien mayor pueda hablar tan mal.
Pero, cuando la educación paternal y escolar no son suficientes, aun queda el papel de los hermanos. Todos los que no somos hijos únicos sabemos que en nuestro crecimiento y aprendizaje han influido mucho los hermanos. A veces a collejas por celos, otras cruzándote el semáforo arrastras y otras incitándote a hacer el canalla. Esta última es la opción elegida por nuestro hijo mayor, que ha decidido que va a hacer del pequeño Lucio un campeón de algún deporte extremo; su argumento es que "no nos perdona" que no le metiéramos a él, mucho antes, de pequeñito, en el mundo de la moto, el snow o los descensos en bici. Así que no sabemos si llegará a campeón de la Alcarria o de qué, pero el caso es que el mocoso controla ya el skate, la bici y todo lo que tenga ruedas, que no es normal.
Y ya está nervioso esperando a que vuelva su "profe" y seguir con el cursillo acelerado... Miedo me dais.
PD. Como podéis ver, el exquisito cuidado y cariño hacia los hermanos, lo han heredado de su padre, que es el "menuda pieza" de la foto.
Para ello hay muchas y diferentes tácticas, aunque algunos piensen (¿pensemos?) que gritando es como se consiguen las cosas. Esta semana, nuestros hijos nos han sorprendido con importantes avances educativos que nos han dejado boquiabiertos. El peque ha impuesto, él solo, que se tiene que ir a dormir a las nueve o antes, algo que no habíamos conseguido nunca porque Phineas y Ferb se amotinaban en el salón y no nos dejaban pasar. Resulta que la profe le ha visto bostezar en clase un par de veces y delante de los otros niños le ha sacado los colores por acostarse demasiado tarde.
Martín ha descubierto otra terapia algo más creativa: su profesora de inglés dice tantas palabrotas en clase, qué él, que tiene todos los récords habidos y por haber de "tacos por metro cuadrado", llega a casa escandalizado porque no acepta que alguien mayor pueda hablar tan mal.
Pero, cuando la educación paternal y escolar no son suficientes, aun queda el papel de los hermanos. Todos los que no somos hijos únicos sabemos que en nuestro crecimiento y aprendizaje han influido mucho los hermanos. A veces a collejas por celos, otras cruzándote el semáforo arrastras y otras incitándote a hacer el canalla. Esta última es la opción elegida por nuestro hijo mayor, que ha decidido que va a hacer del pequeño Lucio un campeón de algún deporte extremo; su argumento es que "no nos perdona" que no le metiéramos a él, mucho antes, de pequeñito, en el mundo de la moto, el snow o los descensos en bici. Así que no sabemos si llegará a campeón de la Alcarria o de qué, pero el caso es que el mocoso controla ya el skate, la bici y todo lo que tenga ruedas, que no es normal.
Y ya está nervioso esperando a que vuelva su "profe" y seguir con el cursillo acelerado... Miedo me dais.
PD. Como podéis ver, el exquisito cuidado y cariño hacia los hermanos, lo han heredado de su padre, que es el "menuda pieza" de la foto.
miércoles, 26 de septiembre de 2012
LA NIÑEZ
Los recuerdos de la niñez son difusos y escasos. Realmente son pequeños fragmentos, desconectados unos de otros, que se han salvado de la quema del olvido por contener alguna sustancia especial en forma de emoción, trauma o sensación gratificante. Te acuerdas de muchas anécdotas y de momentos especiales en los que tus pulsaciones estuvieron más altas de lo normal y, en la mayoría de los casos, olvidas otras situaciones que se supone que tendrías que tener bien grabadas.
El otro día, viendo a mis hijos pequeños jugando con otros niños a hacerse una cabaña en un bosque, me quedé mirando con qué energía y entusiasmo transportaban inmensos troncos y ramas de árboles más grandes que ellos. Estábamos en la boda-picnic de unos amigos y pensé que, mientras todos los adultos recordaremos la boda, hasta que el Alzheimer nos la borre, a los pequeñajos sólo les quedarán unos flashazos desenfocados de una jornada feliz en el campo, construyendo una inmensa cabaña en los árboles.
Hago el ejercicio e intento recomponer memorias de mi niñez, en la casa de Hoyo de Manzanares, cuando tenía menos de seis años, la edad que tiene ahora Lucito... ¡Que poquito recuerdo! La borrosa sensación de equilibrio en las primeras pedaladas en bici sin ruedines; las larguísimas excursiones a un lago que parecía estar mucho más lejos de lo que estaba; el olor a jara y las manos pringadas; el vecino que se rompió un brazo al caer de su terraza y... poco más. Probad a refrescar la memoria, no valen fotos, sólo recuerdos, y veréis como os llegan momentos, lugares u olores puntuales, pero no una crónica documentada y fechada.
Quizás me ponga ñoño y cursi, porque a cierta edad te das cuenta de que los recuerdos forman parte importante de tu vida y cada vez más, a medida que compruebas que es más lo que llevas que lo que te falta. Yo pienso superar a Carrillo en longevidad, pero para los demás... Hacedles muchas fotos a los niños, que lo agradecerán cuando la memoria les sirva para algo más que aprender la tabla periódica.
El otro día, viendo a mis hijos pequeños jugando con otros niños a hacerse una cabaña en un bosque, me quedé mirando con qué energía y entusiasmo transportaban inmensos troncos y ramas de árboles más grandes que ellos. Estábamos en la boda-picnic de unos amigos y pensé que, mientras todos los adultos recordaremos la boda, hasta que el Alzheimer nos la borre, a los pequeñajos sólo les quedarán unos flashazos desenfocados de una jornada feliz en el campo, construyendo una inmensa cabaña en los árboles.
Hago el ejercicio e intento recomponer memorias de mi niñez, en la casa de Hoyo de Manzanares, cuando tenía menos de seis años, la edad que tiene ahora Lucito... ¡Que poquito recuerdo! La borrosa sensación de equilibrio en las primeras pedaladas en bici sin ruedines; las larguísimas excursiones a un lago que parecía estar mucho más lejos de lo que estaba; el olor a jara y las manos pringadas; el vecino que se rompió un brazo al caer de su terraza y... poco más. Probad a refrescar la memoria, no valen fotos, sólo recuerdos, y veréis como os llegan momentos, lugares u olores puntuales, pero no una crónica documentada y fechada.
Quizás me ponga ñoño y cursi, porque a cierta edad te das cuenta de que los recuerdos forman parte importante de tu vida y cada vez más, a medida que compruebas que es más lo que llevas que lo que te falta. Yo pienso superar a Carrillo en longevidad, pero para los demás... Hacedles muchas fotos a los niños, que lo agradecerán cuando la memoria les sirva para algo más que aprender la tabla periódica.
lunes, 24 de septiembre de 2012
EL IDIOTA
El idiota. Tranqui Gallardón, que no va por ti. Tranqui Espe, que no te voy a meter más caña.
El idiota. No es lo mismo ser tonto que ser idiota. El tonto tiene algo entrañable, el idiota provoca rechazo. La cena de los idiotas, aquella divertida, pero cruel película, no era realmente una cena de idiotas sino de tontos. Daban pena. El tonto da pena, por incapacidad; al idiota dan ganas de darle una colleja.
En la vida profesional uno puede cruzarse de mucho en mucho con algún tonto y cuando te das cuenta, intentas ser condescendiente y compasivo. Pero con una frecuencia mucho más alta, lo que se te cruza en el camino es un idiota y tienes que apretar los dientes para no decir lo que piensas y sujetar los puños para no golpear la mesa. La idiotez es gris o, mejor dicho, el portador de la idiotez es grisáceo. No suele ser muy inteligente, por algo es idiota, pero no lo sabe. De hecho se piensa que es más listo que los demás, por eso es idiota. Le gusta dar lecciones, sentar cátedra sin el más mínimo sentido de la humildad o la modestia. Suele ser envidioso, celoso, ambicioso y trepa. Le gusta el protagonismo y cuando habla moldea la voz y se escucha. No puedo con la gente que se escucha a sí misma. En ocasiones se rodea de seres más grises para evitar que le hagan sombra. En presencia de jefes es camaleónico y pelota. Vamos, que es un idiota.
Y cuánto tiempo dedica uno en la vida a desactivar idiotas... Tratando de explicarles, sin llamarles idiotas, que lo que están diciendo es una idiotez. Preocupado porque sus idioteces no sean percibidas como cosas sensatas. Agobiado por si alguien te mete en el mismo saco y te identifica con un idiotilla de estos.
Nada más lejos de querer parecer cruel o prepotente o simplemente listillo, pero es que en las últimas semanas ha subido el IPC (idiota per cápita) en mi vida y ya sabéis que escribiendo me desahogo. Supongo que ninguno de ellos estará leyendo esto y si lo hace no se dará por aludido, porque ya os he explicado que el idiota no reconoce nunca que lo es. Otra cosa son los tontos, los tontos sí nos solemos dar cuenta.
El idiota. No es lo mismo ser tonto que ser idiota. El tonto tiene algo entrañable, el idiota provoca rechazo. La cena de los idiotas, aquella divertida, pero cruel película, no era realmente una cena de idiotas sino de tontos. Daban pena. El tonto da pena, por incapacidad; al idiota dan ganas de darle una colleja.
En la vida profesional uno puede cruzarse de mucho en mucho con algún tonto y cuando te das cuenta, intentas ser condescendiente y compasivo. Pero con una frecuencia mucho más alta, lo que se te cruza en el camino es un idiota y tienes que apretar los dientes para no decir lo que piensas y sujetar los puños para no golpear la mesa. La idiotez es gris o, mejor dicho, el portador de la idiotez es grisáceo. No suele ser muy inteligente, por algo es idiota, pero no lo sabe. De hecho se piensa que es más listo que los demás, por eso es idiota. Le gusta dar lecciones, sentar cátedra sin el más mínimo sentido de la humildad o la modestia. Suele ser envidioso, celoso, ambicioso y trepa. Le gusta el protagonismo y cuando habla moldea la voz y se escucha. No puedo con la gente que se escucha a sí misma. En ocasiones se rodea de seres más grises para evitar que le hagan sombra. En presencia de jefes es camaleónico y pelota. Vamos, que es un idiota.
Y cuánto tiempo dedica uno en la vida a desactivar idiotas... Tratando de explicarles, sin llamarles idiotas, que lo que están diciendo es una idiotez. Preocupado porque sus idioteces no sean percibidas como cosas sensatas. Agobiado por si alguien te mete en el mismo saco y te identifica con un idiotilla de estos.
Nada más lejos de querer parecer cruel o prepotente o simplemente listillo, pero es que en las últimas semanas ha subido el IPC (idiota per cápita) en mi vida y ya sabéis que escribiendo me desahogo. Supongo que ninguno de ellos estará leyendo esto y si lo hace no se dará por aludido, porque ya os he explicado que el idiota no reconoce nunca que lo es. Otra cosa son los tontos, los tontos sí nos solemos dar cuenta.
domingo, 23 de septiembre de 2012
RANKING DE AMIGOS
El otro día un amigo me confesó que empezaba a cansarse de sus amigos. A bote pronto me dieron ganas de levantarme e irme, pero luego entendí que se refería a amigos más íntimos que yo y detalló un poco más las razones de su agotamiento: "Siempre quedamos en los mismos sitios, siempre nos sentamos igual, siempre tomamos lo mismo, siempre hablamos de los mismos temas y siempre es previsible lo que van a decir." Sin duda, mi colega tiene un avanzado brote de "siemprismo" y de antisociabilidad.
Tengo otro amigo que directamente se confiesa antisociable; no le gusta juntarse mucho con la gente y está permanentemente reclamando su derecho a estar solo, su espacio y su independencia, algo que no es muy bien recibido por quienes intentan acercarse a él sin éxito. Los dos son algo mayores que yo, con lo cual han ido aumentando la dosis de "me la sopla" y la perdida de diplomacia que se adquiere con el tiempo. Vamos que están de vuelta y nada les impide hacer lo que realmente quieren, ni siquiera sus amigos.
Por suerte yo no he llegado todavía a esa fase y en mi orden vital de prioridades los amigos siguen siendo lo segundo. Pero eso no significa que no entienda a quien, en cierto momento, prefiere su autonomía, independencia o autodeterminación. Huy, esto puede ser malinterpretado y no quisiera que nadie me leyera la cartilla o la Constitución.
El caso es que las reflexiones de estos dos amigos y la iniciativa de mi hijo Lucio, que ha decidido apuntar cada semana en un cuaderno cuál es su orden o ranking de amigos, porque se ha dado cuenta de que cambia a menudo (1.Alex, 2-Pedro, 3.Javier... 1-Pedro, 2-Alex, 3-Miguel... 1-Alex...), me han recordado que tengo buenos amigos y que en general no estoy nada cansado de ellos, aunque con cada grupo prefiera hablar de un tema distinto o incluso mantener una actitud distinta.
Ya sé que estáis pensando que estoy borracho, porque sino de qué iba a hacer esta exaltación de la amistad ¿verdad? También alguno os habréis pensado que voy a publicar un ranking de amigos...Vais dados, todavía tenéis que hacer muchos más méritos.
Tengo otro amigo que directamente se confiesa antisociable; no le gusta juntarse mucho con la gente y está permanentemente reclamando su derecho a estar solo, su espacio y su independencia, algo que no es muy bien recibido por quienes intentan acercarse a él sin éxito. Los dos son algo mayores que yo, con lo cual han ido aumentando la dosis de "me la sopla" y la perdida de diplomacia que se adquiere con el tiempo. Vamos que están de vuelta y nada les impide hacer lo que realmente quieren, ni siquiera sus amigos.
Por suerte yo no he llegado todavía a esa fase y en mi orden vital de prioridades los amigos siguen siendo lo segundo. Pero eso no significa que no entienda a quien, en cierto momento, prefiere su autonomía, independencia o autodeterminación. Huy, esto puede ser malinterpretado y no quisiera que nadie me leyera la cartilla o la Constitución.
El caso es que las reflexiones de estos dos amigos y la iniciativa de mi hijo Lucio, que ha decidido apuntar cada semana en un cuaderno cuál es su orden o ranking de amigos, porque se ha dado cuenta de que cambia a menudo (1.Alex, 2-Pedro, 3.Javier... 1-Pedro, 2-Alex, 3-Miguel... 1-Alex...), me han recordado que tengo buenos amigos y que en general no estoy nada cansado de ellos, aunque con cada grupo prefiera hablar de un tema distinto o incluso mantener una actitud distinta.
Ya sé que estáis pensando que estoy borracho, porque sino de qué iba a hacer esta exaltación de la amistad ¿verdad? También alguno os habréis pensado que voy a publicar un ranking de amigos...Vais dados, todavía tenéis que hacer muchos más méritos.
viernes, 21 de septiembre de 2012
EL DOCE MÁS UNO
El otro día, hablando de inventos o descubrimientos pendientes, mi hijo Martín se apresuró a reivindicar las semanas de tres días, los fines de semana de cuatro, los juegos de Play sin limitación de edad y los ordenadores por doquier y sin limitación de horario. También reclamaba un garaje repleto de motos y un carnet de motos para niños. Para justificarlo me hablaba de la corta edad a la que empezaban todos los pilotos buenos.
Y por casualidad, al día siguiente, tomando una cerveza con el más laureado de esos pilotos, surgió la misma conversación. Y yo conteniendo la risa escuchaba atento las inquietudes del doce más uno y cuáles eran los inventos que echaba en falta en nuestra sociedad; no tenían desperdicio, desde una almohada ergonómica que te permitiese dormir de lado sin que las rodillas se golpeen entre sí, a los calzoncillos sin goma, pasando por un sistema de cinturón de seguridad que no apriete tanto o un doble o clon que pueda llegar a casa un poco antes que tú y se lleve la bronca para que cuando entres tú esté todo más calmado. Tengo que reconocer que este tipo es muy divertido y que cada vez que me cruzo con él vuelvo a casa contando mil y una anécdotas, de sus carreras, sus peripecias y sus mil y una vivencias. De hecho, hace unos años, cuando todavía yo ejercía de periodista, estuvimos preparando juntos el guión para una serie sobre su vida que luego no llegó a hacerse, pero me sirvió para aprender un montón y conocer infinitas anécdotas de una vida llena de éxitos y miserias, de risas y picaresca.
Recogemos sus motos en el museo, que va a cerrar en breve porque el Ayuntamiento no le ayuda, no encuentra las llaves, casi hacemos un butrón. Coge una moto y le surgen cientos de recuerdos y empieza a disparar, pero sin quitarte ojo para que no le arañes el carenado, la subimos al camión y mira preocupado, como si despidiera a su hijo que se va a vivir lejos. En el fondo sigue siendo como un niño, se ilusiona con los proyectos, se entusiasma, te llama veinte veces, se pone nervioso, se enfada si te oye mencionar el número maldito y ni se te ocurra hablarle de enfermedades o mucho menos mencionarle la curiosa esquela que hace poco venía en el periódico, porque no hay nadie más superticioso en este planeta. Por mucho que le explicara que quien había muerto eran sus dolores, estas cosas le dan "yuyu".
Estos días me he reencontrado con el maestro preparando el Jarama Vintage Festival de este fin de semana y he vuelto a disfrutar escuchándole y respirando de nuevo el imborrable y evocador humillo de las carreras. Un placer.
Y por casualidad, al día siguiente, tomando una cerveza con el más laureado de esos pilotos, surgió la misma conversación. Y yo conteniendo la risa escuchaba atento las inquietudes del doce más uno y cuáles eran los inventos que echaba en falta en nuestra sociedad; no tenían desperdicio, desde una almohada ergonómica que te permitiese dormir de lado sin que las rodillas se golpeen entre sí, a los calzoncillos sin goma, pasando por un sistema de cinturón de seguridad que no apriete tanto o un doble o clon que pueda llegar a casa un poco antes que tú y se lleve la bronca para que cuando entres tú esté todo más calmado. Tengo que reconocer que este tipo es muy divertido y que cada vez que me cruzo con él vuelvo a casa contando mil y una anécdotas, de sus carreras, sus peripecias y sus mil y una vivencias. De hecho, hace unos años, cuando todavía yo ejercía de periodista, estuvimos preparando juntos el guión para una serie sobre su vida que luego no llegó a hacerse, pero me sirvió para aprender un montón y conocer infinitas anécdotas de una vida llena de éxitos y miserias, de risas y picaresca.
Recogemos sus motos en el museo, que va a cerrar en breve porque el Ayuntamiento no le ayuda, no encuentra las llaves, casi hacemos un butrón. Coge una moto y le surgen cientos de recuerdos y empieza a disparar, pero sin quitarte ojo para que no le arañes el carenado, la subimos al camión y mira preocupado, como si despidiera a su hijo que se va a vivir lejos. En el fondo sigue siendo como un niño, se ilusiona con los proyectos, se entusiasma, te llama veinte veces, se pone nervioso, se enfada si te oye mencionar el número maldito y ni se te ocurra hablarle de enfermedades o mucho menos mencionarle la curiosa esquela que hace poco venía en el periódico, porque no hay nadie más superticioso en este planeta. Por mucho que le explicara que quien había muerto eran sus dolores, estas cosas le dan "yuyu".
Estos días me he reencontrado con el maestro preparando el Jarama Vintage Festival de este fin de semana y he vuelto a disfrutar escuchándole y respirando de nuevo el imborrable y evocador humillo de las carreras. Un placer.
miércoles, 19 de septiembre de 2012
AUTOCENSURA
Libertad de expresión. Era uno de los más reclamados derechos en la transición. Hacía falta. Ahora, en cambio, muchos invocan su nombre en vano. Queda bien lo de defender la libertad; libertad de mercado, libertad de expresión, libertad sin ira... Cuánto liberal hay por el mundo. Cuánto me gustaba la palabra liberal y que poquita gracia me hace ahora.
Sé que muchos me acusarían de retrógrado por poner en duda uno de los derechos más obvios y justos, pero no lo pongo en duda sino que reclamo cierta sensatez para ejercerlo. Un poquito de autocensura, de sentido común, de sensibilidad y de respeto.
En esta agridulce semana, he celebrado la condena a Jiménez Losantos, porque es un castigo a ese libertinaje de expresión que unos cuantos periodistillas han esgrimido para insultar, difamar y mentir a diario, sin ningún pudor y sin correcciones posteriores. Difama que algo queda y caiga quien caiga, ese es el estilo que más se lleva.
Pero no sólo en nuestra política. Abres el periódico y te encuentras las tetas de la nuera de la Reina inglesa: escándalo, cotilleos, denuncias, negocio y la libertad de expresión como excusa. Pones la tele y ves las embajadas occidentales arder en el mundo musulmán porque el peor de los fanatismos religiosos se ha despertado por culpa de algún idiota provocador que, buscando su protagonismo personal, ha encendido una innecesaria mecha, eso sí, amparado por la libertad de expresión.
Censura, viva la censura, la autocensura, el autocontrol. Las religiones siempre han censurado: el Islam prohibe la representación gráfica de su profeta y sus fanáticos destruyen imágenes escultóricas con miles de años de historia; el catolicismo capó, textualmente, a la gran mayoría de las estatuas y esculturas de la antigüedad y llevó a la hoguera a quien simplemente pensaba distinto. No estoy haciendo un comparativo, ni pretendo justificar acciones violentas, pero con un poquito de sensatez por todas partes este complicado mundo sería más sencillito. Y en este caso concreto, creo que debo exigirle más coherencia al director de una revista francesa, que vive en un cómodo París, en una posición económica comfortable y con un alto nivel de educación y civismo, que a esos desquiciados que saltan verjas enfurecidos, que en su mayoría no tienen formación, ni ingresos, ni un Estado de derecho, ni dónde caerse muertos.
Personalmente no tengo ninguna curiosidad por ver un dibujo de Mahoma, ni tengo necesidad de molestar al prójimo. Si al templo no se puede entrar con escote, no entres al templo con escote, por muy libre que seas.
Con gasolina no se apagan los fuegos.
Sé que muchos me acusarían de retrógrado por poner en duda uno de los derechos más obvios y justos, pero no lo pongo en duda sino que reclamo cierta sensatez para ejercerlo. Un poquito de autocensura, de sentido común, de sensibilidad y de respeto.
En esta agridulce semana, he celebrado la condena a Jiménez Losantos, porque es un castigo a ese libertinaje de expresión que unos cuantos periodistillas han esgrimido para insultar, difamar y mentir a diario, sin ningún pudor y sin correcciones posteriores. Difama que algo queda y caiga quien caiga, ese es el estilo que más se lleva.
Pero no sólo en nuestra política. Abres el periódico y te encuentras las tetas de la nuera de la Reina inglesa: escándalo, cotilleos, denuncias, negocio y la libertad de expresión como excusa. Pones la tele y ves las embajadas occidentales arder en el mundo musulmán porque el peor de los fanatismos religiosos se ha despertado por culpa de algún idiota provocador que, buscando su protagonismo personal, ha encendido una innecesaria mecha, eso sí, amparado por la libertad de expresión.
Censura, viva la censura, la autocensura, el autocontrol. Las religiones siempre han censurado: el Islam prohibe la representación gráfica de su profeta y sus fanáticos destruyen imágenes escultóricas con miles de años de historia; el catolicismo capó, textualmente, a la gran mayoría de las estatuas y esculturas de la antigüedad y llevó a la hoguera a quien simplemente pensaba distinto. No estoy haciendo un comparativo, ni pretendo justificar acciones violentas, pero con un poquito de sensatez por todas partes este complicado mundo sería más sencillito. Y en este caso concreto, creo que debo exigirle más coherencia al director de una revista francesa, que vive en un cómodo París, en una posición económica comfortable y con un alto nivel de educación y civismo, que a esos desquiciados que saltan verjas enfurecidos, que en su mayoría no tienen formación, ni ingresos, ni un Estado de derecho, ni dónde caerse muertos.
Personalmente no tengo ninguna curiosidad por ver un dibujo de Mahoma, ni tengo necesidad de molestar al prójimo. Si al templo no se puede entrar con escote, no entres al templo con escote, por muy libre que seas.
Con gasolina no se apagan los fuegos.
martes, 18 de septiembre de 2012
QUE VIENE "FAST FREDDY"
Yo me llevé un susto de muerte, porque era el único fotógrafo en aquella curva y en aquel momento estaba disparando con un objetivo corto y creo que llegué a meterme casi en la pista. De hecho, cuando vi que la moto derrapaba y le lanzaba por el aire, pensé que era por mi culpa, que le había asustado. Luego se agarró al manillar y arrastrando las rodillas peleó con la moto hasta salirse a la hierba y dar varias volteretas. Se rompió la clavícula y aquello supuso prácticamente el final de su carrera. En la rueda de prensa no dijo nada del fotógrafillo molesto, pero sí tuvo el morro de decir que tenía la situación totalmente controlada. Yo, por mi parte, vendí la foto a bastantes revistas y periódicos de todo el mundo y saqué un dinerillo, por lo que siempre le estaré agradecido.
La mayoría no tenéis ni idea de quién es, pero para otros es toda una leyenda y para algunos es el mejor piloto de todos los tiempos: Freddie Spencer. Ya sé que este no es un blog de motos, aunque a su autor se le vea el plumero, pero esta vez no he sabido reprimirme. Lo que pasa es que estoy nervioso desde hace unos días y ya he descubierto por qué es... El fin de semana viene Freddy. Sí, el mismísimo "Fast", el 19, el de la Honda Rothmans que ganaba las carreras de 250, se bajaba de la moto y se subía a la 500 para ganar también.
El mismo al que "entrevisté" a las cuatro de la mañana en la habitación de mi hotel en Estados Unidos porque el director de Marca me exigió con urgencia una exclusiva imposible. Evidentemente y ante la diferencia horaria, fusilé una revista americana.
El sábado y el domingo estará en el Jarama Vintage Festival, junto a Agostini, Nieto, Phil Read y muchos más y aprovecharé para entrevistarle, ahora que es menos famoso, y le pediré que me firme esta foto, que supuso un éxito para mí y un fracaso para él. Si me suelta un puñetazo será que sí que tuve algo que ver en la caída. Ya os contaré.
La mayoría no tenéis ni idea de quién es, pero para otros es toda una leyenda y para algunos es el mejor piloto de todos los tiempos: Freddie Spencer. Ya sé que este no es un blog de motos, aunque a su autor se le vea el plumero, pero esta vez no he sabido reprimirme. Lo que pasa es que estoy nervioso desde hace unos días y ya he descubierto por qué es... El fin de semana viene Freddy. Sí, el mismísimo "Fast", el 19, el de la Honda Rothmans que ganaba las carreras de 250, se bajaba de la moto y se subía a la 500 para ganar también.
El mismo al que "entrevisté" a las cuatro de la mañana en la habitación de mi hotel en Estados Unidos porque el director de Marca me exigió con urgencia una exclusiva imposible. Evidentemente y ante la diferencia horaria, fusilé una revista americana.
El sábado y el domingo estará en el Jarama Vintage Festival, junto a Agostini, Nieto, Phil Read y muchos más y aprovecharé para entrevistarle, ahora que es menos famoso, y le pediré que me firme esta foto, que supuso un éxito para mí y un fracaso para él. Si me suelta un puñetazo será que sí que tuve algo que ver en la caída. Ya os contaré.
lunes, 17 de septiembre de 2012
LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE...
No le deseo el mal ni a ella ni a nadie, ni siquiera a los arquitectos. Eso no quiere decir que ayer no fuese uno de los miles o millones de "malas personas" a quienes se nos escapó una leve sonrisa por la comisura de los labios. Si lo negase no me creeríais porque a lo largo del año y pico que llevamos con este blog la he mencionado "cariñosamente" en numerosas ocasiones. Coincido con ella en que no me gustaban sus meteduras de pata, pero tampoco me gustaba su estilo irónico e hipócrita para sortear asuntos peleagudos, ni su forma de hacer política, ni su insaciable ambición, ni mucho menos lo cerca que andaban ella y sus escuderos de asuntos más que turbios, desde el Tamayo y Saez, al Gürtel, pasando por las bolsas, los espías, los áticos, o los favores a su familia. El último de ellos, el pasado viernes, inaugurando a bombo y platillo la mini feria de bicis de su hermana, mientras al mismo tiempo abría sus puertas en la misma Comunidad de Madrid, Festibike, con doce años de experiencia y con el respaldo del ochenta por ciento del sector.
No sería justo acabar esta glosa sin mencionar que nos entregó un premio profesional, que tuve la suerte de recoger, pero la pobrecilla se equivocó, una vez más, en el discurso y nos dio el premio por organizar la Copa Davis, algo, que nunca hemos hecho. Una de dos, o el premio no era para nosotros o el discurso se traspapeló.
Por eso ayer se me escapó una sonrisa, primero porque confesó que en principio está curada de su enfermedad, después porque dijo que iba a cuidar de su familia, pero sin aprovecharse de su cargo público (esto lo digo yo), y tercero porque creo que este país es un poco mejor sin políticos como ella, por mucho que tenga mayoría absoluta. Tampoco penséis que tengo muchas esperanzas puestas en los que vendrán después (no es un chiste), ni creo que la oposición tenga líder para ganar en muchos años.
La verdad es que no pensaba escribir sobre este tema porque ya están todos los periódicos repletos de opiniones más respetables, algunas, y porque sé que este tipo de entradas molestan a algunos de los fieles seguidores del blog, pero luego he pensado que sería cínico no decir nada. Además, era una buena forma de seguir hablando de mi padre: Os habéis fijado qué chulo el Lucio Muñoz que hay detrás de Tomy.
No sería justo acabar esta glosa sin mencionar que nos entregó un premio profesional, que tuve la suerte de recoger, pero la pobrecilla se equivocó, una vez más, en el discurso y nos dio el premio por organizar la Copa Davis, algo, que nunca hemos hecho. Una de dos, o el premio no era para nosotros o el discurso se traspapeló.
Por eso ayer se me escapó una sonrisa, primero porque confesó que en principio está curada de su enfermedad, después porque dijo que iba a cuidar de su familia, pero sin aprovecharse de su cargo público (esto lo digo yo), y tercero porque creo que este país es un poco mejor sin políticos como ella, por mucho que tenga mayoría absoluta. Tampoco penséis que tengo muchas esperanzas puestas en los que vendrán después (no es un chiste), ni creo que la oposición tenga líder para ganar en muchos años.
La verdad es que no pensaba escribir sobre este tema porque ya están todos los periódicos repletos de opiniones más respetables, algunas, y porque sé que este tipo de entradas molestan a algunos de los fieles seguidores del blog, pero luego he pensado que sería cínico no decir nada. Además, era una buena forma de seguir hablando de mi padre: Os habéis fijado qué chulo el Lucio Muñoz que hay detrás de Tomy.
domingo, 16 de septiembre de 2012
ARANTZAZUKO
Lucio Muñoz no era creyente, pero creía en la Virgen de Arántzazu. La frase siempre me llamó la atención y cuando mi hermano Rodrigo la mencionó en una entrevista, pensé que era una exageración. Y rumbo a Arántzazu nos pusimos para asistir al 50 aniversario del mural de mi padre y a recibir el calor de cientos de personas en un emotivo homenaje.
Llegaba allí con la cabeza poco preparada, mi mente conectada en un evento del trabajo del que me escapaba, mi hijo Martín examinándome sobre los molinos de viento y cómo la energía se genera y se transforma y después sometiéndome a su dictadura musical: Rise against a todo volumen y ya empezando a subir desde Oñati hacia el Santuario, nada mejor que "Californication". Sí, entre curvas, donde suele empezar la niebla y uno espera ver la silueta del monasterio entre cánticos gregorianos, los gritos de los Red Hot Chili Peppers no impidieron que un gran hormigueo me recorriera el pecho al encontrarme con tan conocida imagen.
Un hormigueo que casi se transforma en lágrimas de emoción cuando entras en la basílica y te enfrentas a tan imponente y magistral obra, aunque dicho por un hijo suene presuntuoso. Después las sabias palabras de Antonio López y Julio López Hernández y el afecto y cariño de familiares, amigos y mucha, mucha gente desconocida que le admiraba. Empiezas a darte cuenta de la verdadera fuerza de su obra, de ese apabullante mural que, como dijo Antonio, sacraliza la naturaleza, y es objeto de devoción de miles de peregrinos.
Voy entendiendo algunas cosas, como que cualquiera de mis hermanos nos habríamos llamado Arantxa si no hubiéramos sido tan machotes o que los Muñoz Avia seamos tan bien recibidos en aquella tierra. Nos sentamos a comer con los frailes franciscanos, que tan cariñosamente nos acogen, y entre vino y vino, sidra y sidra, desmenuzan sus recuerdos; casi vemos a nuestro padre en el andamio, trabajando mientras debajo se celebraban misas... El vinito sigue corriendo y tras repasar los cincuenta años, nos explican su organización, su división en ocho provincias, su organigrama, su ajetreada jornada y hasta nos confiesan sus inquietudes en el día de hoy y como han pasado de ser casi trescientos monjes a sólo veintiséis y todos ellos de edades muy avanzadas. El futuro es inquietante, hay poca devoción y como dice el Prior, "la vida de monje con coche es llevadera, pero sin coche... El invierno de Arantzazu es mucho invierno."
La conversación es amena e interesante aunque apenas puedo ya vocalizar. Empiezo a entender a mi padre, empiezo a creer en la Virgen de Arantzazu. El mayor de nuestros anfitriones, Fray "Noséqué", no quita el ojo de mi copa y vuelve a llenarla de Rioja y a su vez escancia otro "culín" de sidra... No descarto que en breve haya 27 monjes en esta congregación.
Llegaba allí con la cabeza poco preparada, mi mente conectada en un evento del trabajo del que me escapaba, mi hijo Martín examinándome sobre los molinos de viento y cómo la energía se genera y se transforma y después sometiéndome a su dictadura musical: Rise against a todo volumen y ya empezando a subir desde Oñati hacia el Santuario, nada mejor que "Californication". Sí, entre curvas, donde suele empezar la niebla y uno espera ver la silueta del monasterio entre cánticos gregorianos, los gritos de los Red Hot Chili Peppers no impidieron que un gran hormigueo me recorriera el pecho al encontrarme con tan conocida imagen.
Un hormigueo que casi se transforma en lágrimas de emoción cuando entras en la basílica y te enfrentas a tan imponente y magistral obra, aunque dicho por un hijo suene presuntuoso. Después las sabias palabras de Antonio López y Julio López Hernández y el afecto y cariño de familiares, amigos y mucha, mucha gente desconocida que le admiraba. Empiezas a darte cuenta de la verdadera fuerza de su obra, de ese apabullante mural que, como dijo Antonio, sacraliza la naturaleza, y es objeto de devoción de miles de peregrinos.
Voy entendiendo algunas cosas, como que cualquiera de mis hermanos nos habríamos llamado Arantxa si no hubiéramos sido tan machotes o que los Muñoz Avia seamos tan bien recibidos en aquella tierra. Nos sentamos a comer con los frailes franciscanos, que tan cariñosamente nos acogen, y entre vino y vino, sidra y sidra, desmenuzan sus recuerdos; casi vemos a nuestro padre en el andamio, trabajando mientras debajo se celebraban misas... El vinito sigue corriendo y tras repasar los cincuenta años, nos explican su organización, su división en ocho provincias, su organigrama, su ajetreada jornada y hasta nos confiesan sus inquietudes en el día de hoy y como han pasado de ser casi trescientos monjes a sólo veintiséis y todos ellos de edades muy avanzadas. El futuro es inquietante, hay poca devoción y como dice el Prior, "la vida de monje con coche es llevadera, pero sin coche... El invierno de Arantzazu es mucho invierno."
La conversación es amena e interesante aunque apenas puedo ya vocalizar. Empiezo a entender a mi padre, empiezo a creer en la Virgen de Arantzazu. El mayor de nuestros anfitriones, Fray "Noséqué", no quita el ojo de mi copa y vuelve a llenarla de Rioja y a su vez escancia otro "culín" de sidra... No descarto que en breve haya 27 monjes en esta congregación.
jueves, 13 de septiembre de 2012
EL MORBO
Ahora que la sociedad de la información domina nuestras vidas, que seguimos la actualidad de forma interactiva y cada noticia suele ir siempre acompañada por un vídeo, uno tiene que estar luchando en cada momento contra el morbo. El morbo es un deseo prohibido. Estás deseando ver lo que no quieres ver. Lees la noticia, se te revuelve el estómago y contienes a duras penas el dedo para no hacer click y poner en marcha una imagen que te va a hacer daño. Si lo consigues te quedas con la duda de qué te estás perdiendo, pero duermes bien; si muerdes la manzana, chungo, estás perfectamente informado, pero rasgas tu conciencia.
No es otra cosa más que morbo, querer oír la conversación de los pilotos antes del accidente de Spanair, o ver el vídeo del linchamiento en la embajada americana en Libia, o el trailer de la película incendiaria, o los gemidos de algún concejal. Pero el morbo vende y si miras día tras día cuáles son las noticias más seguidas en internet, siempre destacan las que llevan consigo imágenes sangrientas, violentas o disparatadas.
Mis hijos, como todos, también son morbosos y cada vez que en mi archivo encuentran fotos de las torres gemelas, las miran con detenimiento, las miden y con enorme desasosiego preguntan: ¿De verdad que vosotros subisteis allí arriba? Noto que les devora una angustia similar a la que sientes cuando ves la foto de alguien que ya no está. Lo ves tan claro en la foto, que cuesta creer que ya no exista.
No es otra cosa más que morbo, querer oír la conversación de los pilotos antes del accidente de Spanair, o ver el vídeo del linchamiento en la embajada americana en Libia, o el trailer de la película incendiaria, o los gemidos de algún concejal. Pero el morbo vende y si miras día tras día cuáles son las noticias más seguidas en internet, siempre destacan las que llevan consigo imágenes sangrientas, violentas o disparatadas.
Mis hijos, como todos, también son morbosos y cada vez que en mi archivo encuentran fotos de las torres gemelas, las miran con detenimiento, las miden y con enorme desasosiego preguntan: ¿De verdad que vosotros subisteis allí arriba? Noto que les devora una angustia similar a la que sientes cuando ves la foto de alguien que ya no está. Lo ves tan claro en la foto, que cuesta creer que ya no exista.
martes, 11 de septiembre de 2012
SÍ, HAY OTRO REMEDIO
Qué pereza me dio tragarme la entrevista para oír lo que ya sabía que me iba a decir. No hay más remedio que tomar estas medidas, la situación es
tan crítica que no cabe otra posibilidad. Y con ese argumento callan la boca de
casi todos sus votantes y de mucho desorientado asustado. Pero no es verdad,
hay otras muchísimas opciones y acciones posibles para salir de este
agujero. Acciones no tan traumáticas como las que está adoptando este gobierno
desde su llegada y de un carácter menos restrictivo y más positivas.
No soy político, ni periodista, ni nada. Por eso voy a decir
algunas, porque no soy nadie. Propongo usar un poco más la lógica más básica,
la casi infantil. Algunos ejemplos:
-BENEFICIO=EMPLEO: En lugar de combatir el desempleo facilitando
el despido, hacerlo facilitando la contratación. Legislando una normativa más
exigente con la empresas que obligue a la contratación de un determinado número
de empleados en función de sus resultados. Ejemplo práctico, no es de recibo
que Cepsa o Repsol se estén forrando con sus gasolineras y cada vez que uno va a pagar,
tiene que esperar un montón porque no hay personal suficiente para atender. La
lógica empresarial dice que cuantos menos empleados tengas para hacer lo mismo,
más beneficios… La lógica gubernativa debe impedir eso exigiendo la
contratación obligatoria en función de los beneficios.
-DESEMPLEO ACTIVO: Tampoco es lógico pagar a alguien por no
trabajar. Qué mejor forma de reducir automáticamente el paro que un acuerdo
entre patronal, sindicatos y
Gobierno para que los desempleados cobren el subsidio de desempleo sin salir
del mercado laboral. Una persona se queda en paro y pasa a trabajar en otra
PYME de su sector sin coste para esta porque su sueldo es pagado por el
subsidio. La PYME recibe una ayuda excepcional para crecer, el trabajador sigue
cobrando lo mismo pero aumenta sus posibilidades de reinserción y formación y
el Gobierno impulsa la economía y reduce el paro.
-FINANCIACIÓN: En lugar de quitarle la paga a los
funcionarios o de subirle el IVA a los museos se me ocurren otras muchas
medidas creativas y más justas para generar los ingresos que se van a conseguir
por esa vía. Aunque suene a demagógico, tendría más sentido gravar con más
impuestos a las grandes fortunas, obligar al pago del Impuesto del Patrimonio
que algunas comunidades tienen “indultado”, poner toda la maquinaria del Estado
a perseguir el fraude fiscal, trabajar con los otros gobiernos “civilizados”
para acabar con los paraísos fiscales, revisar el impuesto de sociedades para marcar
una franja alta que pague “de verdad”, aprovechar la ola internacional a favor
de la Tasa Tobin, reforzar los impuestos medioambientales, reducir los gastos de defensa... vamos, lo contrario que hace "mi primo"... Por cierto, he desvelado parte de mi programa político.
lunes, 10 de septiembre de 2012
EL BODORRIO
Una de mis películas favoritas es "Regreso al futuro", además de entretenida y divertida, siempre me pareció inquietante el juego con el pasado y la posibilidad de cambiar la historia. Recuerdo la angustiosa imagen de la foto de boda de los padres borrándose porque el chico trastocó su pasado... Pues eso me está ocurriendo a mí y entenderéis que esté acojonado, aunque no se lo haya confesado a mi santa esposa.
Las fotos de nuestra boda habían desaparecido hace tiempo. No sé por qué, pero nunca supimos su paradero porque aunque yo soy muy ordenado y tengo todo mi archivo numerado y fechado (toses), esos carretes, como es obvio, eran de otro fotógrafo y siguieron otro rumbo. El caso es que en el último cajón de debajo del último mueble, de detrás del último trasto de casa de mis padres ha aparecido el dichoso álbum, polvoriento, arrugado, maloliente y como si hubiera sobrevivido a una inundación (quiero pensar que no es de pis de gato), pues todas las fotos están descoloridas, pegadas entre sí y destrozadas. Rápidamente he digitalizado todo lo que he podido, sobre todo para evitar que ocurra como en la película y mi matrimonio se vaya al garete (mirad como avanza esa peligrosa mancha de la izquierda).
Ahora estoy mucho más tranquilo porque lo que JPEG ha unido no lo separará Kodak y porque gracias a este hallazgo sabemos a ciencia cierta la fecha de nuestra boda, dato que ignorábamos. No ha hecho falta tirar de Carbono 14, porque en aquella época las cámaras marcaban la fecha en la propia foto y en algunas de ellas aun se puede ver: 24-10-93. Fue un gran día, lo recuerdo, lo pasamos muy bien y, por suerte, aun no nos hemos arrepentido. Lo chungo es que ahora no habrá excusa y tendré que acordarme de felicitar a mi santa el día de autos.
Las fotos de nuestra boda habían desaparecido hace tiempo. No sé por qué, pero nunca supimos su paradero porque aunque yo soy muy ordenado y tengo todo mi archivo numerado y fechado (toses), esos carretes, como es obvio, eran de otro fotógrafo y siguieron otro rumbo. El caso es que en el último cajón de debajo del último mueble, de detrás del último trasto de casa de mis padres ha aparecido el dichoso álbum, polvoriento, arrugado, maloliente y como si hubiera sobrevivido a una inundación (quiero pensar que no es de pis de gato), pues todas las fotos están descoloridas, pegadas entre sí y destrozadas. Rápidamente he digitalizado todo lo que he podido, sobre todo para evitar que ocurra como en la película y mi matrimonio se vaya al garete (mirad como avanza esa peligrosa mancha de la izquierda).
Ahora estoy mucho más tranquilo porque lo que JPEG ha unido no lo separará Kodak y porque gracias a este hallazgo sabemos a ciencia cierta la fecha de nuestra boda, dato que ignorábamos. No ha hecho falta tirar de Carbono 14, porque en aquella época las cámaras marcaban la fecha en la propia foto y en algunas de ellas aun se puede ver: 24-10-93. Fue un gran día, lo recuerdo, lo pasamos muy bien y, por suerte, aun no nos hemos arrepentido. Lo chungo es que ahora no habrá excusa y tendré que acordarme de felicitar a mi santa el día de autos.
domingo, 9 de septiembre de 2012
BACK TO SCHOOL
Primer día de cole para Lucio. Ya es mayor, eso cree, está en primero de primaria. Sus reflexiones sí son de adulto "Papá, el cole es un rollo porque además este año ya no voy a jugar tanto y tendré que estudiar y hacer deberes y cada año más..." ¡Cómo lo sabe el capullín! Si me pongo a pensar los años que le quedan de cole, me entra una depresión.
La profe les recibe con cariño pero marcando el territorio: "hola chicos, me llamo Isa, pero cuando me enfado soy Isabel". Una buena táctica, el niño viene encantado con Isa, pero con temor por si algún día conoce a Isabel. Le pregunto por la profe de inglés, no recuerda el nombre, pero ya le ha medido el nivel: "habla inglés bien, pero algo peor que yo..." ¡Un poquito de modestia, canijo!
Este año, en contra del criterio de sus padres, le han ampliado el horario de cole para que aprenda chino, algo que está muy bien visto entre la mayoría de los modernísimos papás porque le servirá al niño para el mundo de los negocios, pero en nuestro caso hubiéramos preferido que le dejasen esa hora para jugar en casa. Él, de momento, está encantado porque le hace mucha gracia tener una profesora china y porque ya ha aprendido a decir hola y adiós (algo así como ñi-jao y chai-chien). Temblando esperamos el momento en que necesite ayuda con los deberes; me veo pidiendo rollitos de cena para que se lo explique el chino del restaurante de la esquina.
Bueno, siguiendo algún proverbio chino que dirá algo así como "si te agobias al principio, te hundirás al final", hemos decidido tomárnoslo con calma y el propio Lucio también, porque al segundo día ya ha decidido ponerse malo y saltarse el primer lunes. Entenderéis que los síntomas lo justifican: "Tengo atascada la garganta y cuando soplo el aire para fuera y para adentro, me salen plataformas..."
La profe les recibe con cariño pero marcando el territorio: "hola chicos, me llamo Isa, pero cuando me enfado soy Isabel". Una buena táctica, el niño viene encantado con Isa, pero con temor por si algún día conoce a Isabel. Le pregunto por la profe de inglés, no recuerda el nombre, pero ya le ha medido el nivel: "habla inglés bien, pero algo peor que yo..." ¡Un poquito de modestia, canijo!
Este año, en contra del criterio de sus padres, le han ampliado el horario de cole para que aprenda chino, algo que está muy bien visto entre la mayoría de los modernísimos papás porque le servirá al niño para el mundo de los negocios, pero en nuestro caso hubiéramos preferido que le dejasen esa hora para jugar en casa. Él, de momento, está encantado porque le hace mucha gracia tener una profesora china y porque ya ha aprendido a decir hola y adiós (algo así como ñi-jao y chai-chien). Temblando esperamos el momento en que necesite ayuda con los deberes; me veo pidiendo rollitos de cena para que se lo explique el chino del restaurante de la esquina.
Bueno, siguiendo algún proverbio chino que dirá algo así como "si te agobias al principio, te hundirás al final", hemos decidido tomárnoslo con calma y el propio Lucio también, porque al segundo día ya ha decidido ponerse malo y saltarse el primer lunes. Entenderéis que los síntomas lo justifican: "Tengo atascada la garganta y cuando soplo el aire para fuera y para adentro, me salen plataformas..."
jueves, 6 de septiembre de 2012
LA MARCA ESPAÑA
A la vez que la Merkel aterrizaba en Madrid y se oía por todas las calles la sintonía de "Bienvenido Mr. Marshall", mi hijo Diego despegaba rumbo a Pitsburgh, en los USA, para un nuevo intercambio. Según le daba un abrazo de despedida, he pensado que no me gustaba este intercambio, que le prefiero a él que a la Merkel. Después, he buscado a Angela por todos los rincones del aeropuerto pero no la he encontrado, supongo que llevaría gafas de sol para disimular, como hacen todos los famosos, o que estaba en el baño de chicas, al que no he entrado porque no suelo hacerlo y porque me aterra la idea de oír y/o/u oler un pedo de esa cosa.
Después he hecho uno de esos análisis psicóticos que tanto me gustan, mirando alrededor para ver qué imagen se va a llevar esta mujer de nuestro país. Por suerte no cogerá Taxi, con lo cual se evita un más que posible gruñido; la llevarán en coche oficial muy deprisa por la M-40 y supongo que su acompañante habrá estudiado bien el recorrido a seguir y donde despistarla para que no vea alguna de las chabolas que todavía se ven desde nuestras carreteras, o las grúas de Valdebebas reconstruyendo la burbuja o el gigantesco anuncio de Bankia "todo un futuro juntos" o el bajísimo nivel de nuestros graffiteros... También es importante que no vea la tele, ni oiga la radio, no sea que se encuentre a alguno de nuestros políticos en situaciones comprometidas; en la cuadriculada mente germana no caben imágenes como las de Olvido, ni los exabruptos diarios de nuestra queridísima Espe (a quien los arquitectos y yo deseamos larga vida).
Pero lo peor de todo viene cuando ya de vuelta al aeropuerto, después de una jornada no demasiado amena, la verdad, rebusca en las tiendas de souvenirs para llevarle algo a su marido y se encuentra con la más triste, decimonónica, trasnochada, cutre, espantosa y patética imagen de España. ¡Dios creador!, hasta cuando vamos a seguir con la maldita imagen de los toros, los toreros, las sevillanas...a cada cual más fea. ¿Dónde está el director de marketing de España?, que lo echen ya (no hace falta matarlo, Espe), no podemos seguir vendiendo en el mundo que somos una nación próspera y de futuro y dejar que todos los turistas regresen a sus países con esas copias baratas de bailarinas y toros de Lladró. Pero si en este país tenemos a Picasso, Goya, Velázquez, Chillida, Tapies, Gómez-Osuna, Cervántes, Quevedo, Machado, Muñoz Avia, Lorca, Llongueras, Almodovar, Amenabar, Banderas, Rouco Varela, Penélope, Bardem, Julio Iglesias, Calatrava, Mariscal, Moneo, Los del Río, Adriá, Arzak, Nadal, Contador, Losantos, Gasol, Iniesta, Tamudo, Alonso, Lorenzo, la tortilla, el Románico, El Prado, Eurovegas, el Gótico, Altamira, Atapuerca, el sol, El Fari, la playa, la gracia, la peseta, los Borbones, el Guernica, las gambas, el acueducto, los castillos, el vino, la paella, Paquirrín, la Cibeles, el brazo incorrupto de Sta. Teresa, el Valle de los Caídos, el Guggenheim, la Mezquita, la Alhambra y la madre que te parió. Os parecen pocos temas sobre los que inspirarse para hacer un merchandising un poco más bonito, más original y más moderno y dejar de ser los del "chunda chunda y olé"...
Después he hecho uno de esos análisis psicóticos que tanto me gustan, mirando alrededor para ver qué imagen se va a llevar esta mujer de nuestro país. Por suerte no cogerá Taxi, con lo cual se evita un más que posible gruñido; la llevarán en coche oficial muy deprisa por la M-40 y supongo que su acompañante habrá estudiado bien el recorrido a seguir y donde despistarla para que no vea alguna de las chabolas que todavía se ven desde nuestras carreteras, o las grúas de Valdebebas reconstruyendo la burbuja o el gigantesco anuncio de Bankia "todo un futuro juntos" o el bajísimo nivel de nuestros graffiteros... También es importante que no vea la tele, ni oiga la radio, no sea que se encuentre a alguno de nuestros políticos en situaciones comprometidas; en la cuadriculada mente germana no caben imágenes como las de Olvido, ni los exabruptos diarios de nuestra queridísima Espe (a quien los arquitectos y yo deseamos larga vida).
Pero lo peor de todo viene cuando ya de vuelta al aeropuerto, después de una jornada no demasiado amena, la verdad, rebusca en las tiendas de souvenirs para llevarle algo a su marido y se encuentra con la más triste, decimonónica, trasnochada, cutre, espantosa y patética imagen de España. ¡Dios creador!, hasta cuando vamos a seguir con la maldita imagen de los toros, los toreros, las sevillanas...a cada cual más fea. ¿Dónde está el director de marketing de España?, que lo echen ya (no hace falta matarlo, Espe), no podemos seguir vendiendo en el mundo que somos una nación próspera y de futuro y dejar que todos los turistas regresen a sus países con esas copias baratas de bailarinas y toros de Lladró. Pero si en este país tenemos a Picasso, Goya, Velázquez, Chillida, Tapies, Gómez-Osuna, Cervántes, Quevedo, Machado, Muñoz Avia, Lorca, Llongueras, Almodovar, Amenabar, Banderas, Rouco Varela, Penélope, Bardem, Julio Iglesias, Calatrava, Mariscal, Moneo, Los del Río, Adriá, Arzak, Nadal, Contador, Losantos, Gasol, Iniesta, Tamudo, Alonso, Lorenzo, la tortilla, el Románico, El Prado, Eurovegas, el Gótico, Altamira, Atapuerca, el sol, El Fari, la playa, la gracia, la peseta, los Borbones, el Guernica, las gambas, el acueducto, los castillos, el vino, la paella, Paquirrín, la Cibeles, el brazo incorrupto de Sta. Teresa, el Valle de los Caídos, el Guggenheim, la Mezquita, la Alhambra y la madre que te parió. Os parecen pocos temas sobre los que inspirarse para hacer un merchandising un poco más bonito, más original y más moderno y dejar de ser los del "chunda chunda y olé"...
miércoles, 5 de septiembre de 2012
POLLO HELADO
De pequeño recuerdo ver camiones frigoríficos con el rótulo "Pollos y helados". Nunca lo entendí porque no veía ninguna relación entre un helado y una gallina, ni podía imaginar que un pollo se podía congelar, así que opté por lo más fácil, pensar que era una errata o que realmente polo se escribía con elle. A partir de entonces siempre pensé que en el camión frigorífico viajaban polos y helados, que es lo lógico. Pobres pollos.
Más tarde descubrí que en el congelador puedes encontrar de todo, desde el polo de sandía que tu hijo está haciendo con el jugo sobrante del postre, a la cerveza explotada de tu mujer, a un montón de huesos de no sé qué mamifero, a tres salmonetes reveníos pero con una infinita capacidad para perfumar a todos sus compañeros de habitación... hasta al mismísimo Walt Disney.
Lo sé porque este verano hemos pasado varios días con el "Federico" roto, que diría Eugenio. La puerta del congelador no cerraba y se quedaba abierta día y noche, con el enorme trastorno que supone; se empieza a crear una gran capa de hielo en las paredes, los alimentos cercanos a la puerta se empiezan a descongelar y por momentos crece la angustia familiar. En esos momentos es cuando sale lo mejor de un padre de familia, que se arma de alicates y destornillador y empieza a despegar tiras de hielo de las paredes, nivela las cuatro patas del cacharro, enciende y apaga veinticinco veces el artefacto y ya, al final, con el orgullo herido, tira de instrucciones y busca en la página 27 "problemas frecuentes", hasta encontrar "la puerta no cierra" donde te remiten a la página 41 "posibles soluciones", donde te consideran un inútil con consejos apropiados para mi hijo pequeño. Me siento insultado y como no encuentro solución trato de leerlo en inglés, francés y Esloveno, pero además de seguir sin arreglarlo, compruebo que domino mejor el castellano.
Estoy a punto de claudicar y pasar por la peor de las humillaciones: llamar al servicio técnico; el problema es más complejo de lo que parece, se trata de una despresurización por el exceso de hielo o algo así. De hoy no pasa, tengo que llamar a la casa. Suena el timbre, es nuestro amigo Billy que viene a revisar el aire acondicionado y aprovecho para lanzar una indirecta: "Tú que sabes de frío, por qué no le echas un ojo al congelador, que no cierra y nos está volviendo locos..."
-"Claro que sí, ¿por qué no?... A ver... Síiiiiii, es esta bandeja de pechugas de pollo, que choca con la puerta y no la deja cerrar... Señora, son 100 euros... Ja, ja, ja."
Ay, si hubiesemos hecho caso a las instrucciones, lo ponía clarísimo.
Más tarde descubrí que en el congelador puedes encontrar de todo, desde el polo de sandía que tu hijo está haciendo con el jugo sobrante del postre, a la cerveza explotada de tu mujer, a un montón de huesos de no sé qué mamifero, a tres salmonetes reveníos pero con una infinita capacidad para perfumar a todos sus compañeros de habitación... hasta al mismísimo Walt Disney.
Lo sé porque este verano hemos pasado varios días con el "Federico" roto, que diría Eugenio. La puerta del congelador no cerraba y se quedaba abierta día y noche, con el enorme trastorno que supone; se empieza a crear una gran capa de hielo en las paredes, los alimentos cercanos a la puerta se empiezan a descongelar y por momentos crece la angustia familiar. En esos momentos es cuando sale lo mejor de un padre de familia, que se arma de alicates y destornillador y empieza a despegar tiras de hielo de las paredes, nivela las cuatro patas del cacharro, enciende y apaga veinticinco veces el artefacto y ya, al final, con el orgullo herido, tira de instrucciones y busca en la página 27 "problemas frecuentes", hasta encontrar "la puerta no cierra" donde te remiten a la página 41 "posibles soluciones", donde te consideran un inútil con consejos apropiados para mi hijo pequeño. Me siento insultado y como no encuentro solución trato de leerlo en inglés, francés y Esloveno, pero además de seguir sin arreglarlo, compruebo que domino mejor el castellano.
Estoy a punto de claudicar y pasar por la peor de las humillaciones: llamar al servicio técnico; el problema es más complejo de lo que parece, se trata de una despresurización por el exceso de hielo o algo así. De hoy no pasa, tengo que llamar a la casa. Suena el timbre, es nuestro amigo Billy que viene a revisar el aire acondicionado y aprovecho para lanzar una indirecta: "Tú que sabes de frío, por qué no le echas un ojo al congelador, que no cierra y nos está volviendo locos..."
-"Claro que sí, ¿por qué no?... A ver... Síiiiiii, es esta bandeja de pechugas de pollo, que choca con la puerta y no la deja cerrar... Señora, son 100 euros... Ja, ja, ja."
Ay, si hubiesemos hecho caso a las instrucciones, lo ponía clarísimo.
martes, 4 de septiembre de 2012
PERSONAS BASURA
Nunca pensé que iba a reproducir una portada del ABC en este digno blog, pero la de hoy me ha hecho mucha gracia porque resume muy bien los temores de los españoles: ¡Que viene la Merkel y se bebe nuestra cerveza!
Ha sido volver de las vacaciones y empezar los malos rollitos. Qué viene la jefa, suponemos que con su prima, que sube el paro, que huele a rescate por todas partes, que Botín se mete a político, que sube el IVA, que Ronaldo está triste... Muchos motivos para la depresión.
Pero por encima de todas, hay uno en las noticias de esta semana que consigue volver a ponerme en ese estado emocional tan recurrente en estos tiempos: INDIGNADO. Dos días después de poner en marcha la injusta, indigna y medieval medida que rechaza a los inmigrantes sin papeles de la sanidad pública, damos un paso más en el rechazo de estas hordas de indocumentados que vienen a beberse nuestra cerveza y a arreglarse las caries a costa del erario público (suma de dinero aportada por los impuestos de los que pagan y no con los de quienes están sacando sus fondos de España y están en paraísos fiscales, aunque sean ellos los que más presumen de españolidad).
Pues bien, resulta que nos han tomado la Isla de Tierra, otra de esas paradisiacas y estratégicas posesiones que tenemos en Marruecos. Se han atrevido a cruzar en patera y adentrarse en nuestro territorio pensando que así les vamos a dejar entrar en este nuestro triste y naufragado país. ¿De dónde vendrán esos pobres para soñar con malvivir en la esquina más oscura y mugrienta de Occidente?
Pero no, como decía Aznar, "teníamos un problema y lo hemos resuelto", sin respetar la Ley, ni los Derechos Humanos, siendo cómplices del peor de los justicieros, el obsoleto Rey de Marruecos y su maquinaria de represión y tortura, hemos evitado que otros setenta negritos nos pongan en la incómoda situación de tener que negarles auxilio en el hospital. Así es más fácil. Lo que les pase ahora, poco importa: les darán una paliza en una comisaría marroquí, les partirán un brazo o una pierna, les humillarán, les expulsarán a Argelia por la aduana cerrada para que Argelia les rechaze y se queden en medio, pintando la línea de la frontera, con su sangre, su miedo y su angustia. Y con la vergüenza que deberíamos sentir todos de pertenecer a una raza humana que distingue tan abiertamente y sin pudor entre personas de primera y personas-basura.
Ha sido volver de las vacaciones y empezar los malos rollitos. Qué viene la jefa, suponemos que con su prima, que sube el paro, que huele a rescate por todas partes, que Botín se mete a político, que sube el IVA, que Ronaldo está triste... Muchos motivos para la depresión.
Pero por encima de todas, hay uno en las noticias de esta semana que consigue volver a ponerme en ese estado emocional tan recurrente en estos tiempos: INDIGNADO. Dos días después de poner en marcha la injusta, indigna y medieval medida que rechaza a los inmigrantes sin papeles de la sanidad pública, damos un paso más en el rechazo de estas hordas de indocumentados que vienen a beberse nuestra cerveza y a arreglarse las caries a costa del erario público (suma de dinero aportada por los impuestos de los que pagan y no con los de quienes están sacando sus fondos de España y están en paraísos fiscales, aunque sean ellos los que más presumen de españolidad).
Pues bien, resulta que nos han tomado la Isla de Tierra, otra de esas paradisiacas y estratégicas posesiones que tenemos en Marruecos. Se han atrevido a cruzar en patera y adentrarse en nuestro territorio pensando que así les vamos a dejar entrar en este nuestro triste y naufragado país. ¿De dónde vendrán esos pobres para soñar con malvivir en la esquina más oscura y mugrienta de Occidente?
Pero no, como decía Aznar, "teníamos un problema y lo hemos resuelto", sin respetar la Ley, ni los Derechos Humanos, siendo cómplices del peor de los justicieros, el obsoleto Rey de Marruecos y su maquinaria de represión y tortura, hemos evitado que otros setenta negritos nos pongan en la incómoda situación de tener que negarles auxilio en el hospital. Así es más fácil. Lo que les pase ahora, poco importa: les darán una paliza en una comisaría marroquí, les partirán un brazo o una pierna, les humillarán, les expulsarán a Argelia por la aduana cerrada para que Argelia les rechaze y se queden en medio, pintando la línea de la frontera, con su sangre, su miedo y su angustia. Y con la vergüenza que deberíamos sentir todos de pertenecer a una raza humana que distingue tan abiertamente y sin pudor entre personas de primera y personas-basura.
lunes, 3 de septiembre de 2012
SEÑAS DE IDENTIDAD
Los tipos de Apple me están haciendo una auditoría o una Due Dilligence o quizás están interesados en publicar mis memorias. De otra forma no puedo entender el cuestionario que me han obligado a contestar esta mañana si quería descargar, previo pago de 0,79 euros, una estúpida aplicación para que mi hijo pequeño disfrute dando saltos con un muñequito en una bicicleta. Por los hijos uno hace lo que sea y basta con que te haga un par de pucheros el enano para que exprimas la Visa o te sometas al más humillante de los test.
Eran preguntas para proteger mi seguridad y verificar mi identidad. Mire oiga, mi seguridad la protejo yo hasta donde quiero y de vez en cuando me "pone" que me roben. En cuanto a mi identidad... ¡ay!, mi identidad, se piensa usted que a estas alturas va a conseguir verificar lo que llevo yo toda una vida intentando... Cinco décadas, diez lustros, medio siglo, para saber quién soy y tiene que ser el espíritu de Steve Jobs quien llegue a identificarme con seis estúpidas preguntas.
Lo he pasado mal, porque realmente no tenía respuesta para ninguna de ellas. Creéis que os vacilo, pero es verdad. No sé quién era mi mejor amigo en el instituto, no sé cómo se llamaba mi primera mascota, no sé a dónde fui en avión por primera vez, ni si cociné primero un huevo frito o una salchicha de Frankfurt, ni recuerdo tener un profesor favorito, ni mucho menos cuál fue mi primera película... oígame, señor ingeniero de telecomunicaciones o aprendiz de márketing que está tan orgulloso de currar en la empresa más cool del mundo: ¿A qué cojones estamos jugando?, esto parece más bien un estudio sobre el alzheimer y ya habrán comprobado que están ante un potencial cliente, pero si pretenden ayudarme, no me hagan este tipo de preguntas.
Lo chungo es que cuando vaya a comprar el siguiente juego para uno de los chicos, es decir la semana próxima, me volverán a hacer el cuestionario y seré incapaz de acertar ni una sola de las preguntas, con lo cual puedo irme despidiendo del jueguecito, de mi cuenta de Mac, de mi Visa y de mi identidad. No soy nadie.
Eran preguntas para proteger mi seguridad y verificar mi identidad. Mire oiga, mi seguridad la protejo yo hasta donde quiero y de vez en cuando me "pone" que me roben. En cuanto a mi identidad... ¡ay!, mi identidad, se piensa usted que a estas alturas va a conseguir verificar lo que llevo yo toda una vida intentando... Cinco décadas, diez lustros, medio siglo, para saber quién soy y tiene que ser el espíritu de Steve Jobs quien llegue a identificarme con seis estúpidas preguntas.
Lo he pasado mal, porque realmente no tenía respuesta para ninguna de ellas. Creéis que os vacilo, pero es verdad. No sé quién era mi mejor amigo en el instituto, no sé cómo se llamaba mi primera mascota, no sé a dónde fui en avión por primera vez, ni si cociné primero un huevo frito o una salchicha de Frankfurt, ni recuerdo tener un profesor favorito, ni mucho menos cuál fue mi primera película... oígame, señor ingeniero de telecomunicaciones o aprendiz de márketing que está tan orgulloso de currar en la empresa más cool del mundo: ¿A qué cojones estamos jugando?, esto parece más bien un estudio sobre el alzheimer y ya habrán comprobado que están ante un potencial cliente, pero si pretenden ayudarme, no me hagan este tipo de preguntas.
Lo chungo es que cuando vaya a comprar el siguiente juego para uno de los chicos, es decir la semana próxima, me volverán a hacer el cuestionario y seré incapaz de acertar ni una sola de las preguntas, con lo cual puedo irme despidiendo del jueguecito, de mi cuenta de Mac, de mi Visa y de mi identidad. No soy nadie.
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