Los recuerdos de la niñez son difusos y escasos. Realmente son pequeños fragmentos, desconectados unos de otros, que se han salvado de la quema del olvido por contener alguna sustancia especial en forma de emoción, trauma o sensación gratificante. Te acuerdas de muchas anécdotas y de momentos especiales en los que tus pulsaciones estuvieron más altas de lo normal y, en la mayoría de los casos, olvidas otras situaciones que se supone que tendrías que tener bien grabadas.
El otro día, viendo a mis hijos pequeños jugando con otros niños a hacerse una cabaña en un bosque, me quedé mirando con qué energía y entusiasmo transportaban inmensos troncos y ramas de árboles más grandes que ellos. Estábamos en la boda-picnic de unos amigos y pensé que, mientras todos los adultos recordaremos la boda, hasta que el Alzheimer nos la borre, a los pequeñajos sólo les quedarán unos flashazos desenfocados de una jornada feliz en el campo, construyendo una inmensa cabaña en los árboles.
Hago el ejercicio e intento recomponer memorias de mi niñez, en la casa de Hoyo de Manzanares, cuando tenía menos de seis años, la edad que tiene ahora Lucito... ¡Que poquito recuerdo! La borrosa sensación de equilibrio en las primeras pedaladas en bici sin ruedines; las larguísimas excursiones a un lago que parecía estar mucho más lejos de lo que estaba; el olor a jara y las manos pringadas; el vecino que se rompió un brazo al caer de su terraza y... poco más. Probad a refrescar la memoria, no valen fotos, sólo recuerdos, y veréis como os llegan momentos, lugares u olores puntuales, pero no una crónica documentada y fechada.
Quizás me ponga ñoño y cursi, porque a cierta edad te das cuenta de que los recuerdos forman parte importante de tu vida y cada vez más, a medida que compruebas que es más lo que llevas que lo que te falta. Yo pienso superar a Carrillo en longevidad, pero para los demás... Hacedles muchas fotos a los niños, que lo agradecerán cuando la memoria les sirva para algo más que aprender la tabla periódica.
Y mañana nos hablaras de lo bonito que es el paisaje en otoño........... que moñas estas ultimamente, abuelo cebolleta.
ResponderEliminarLA TABLA QUÉ? Tu no es que eches de menos tener más recuerdos de la niñez, lo que pasa es que no te dejaron jugar a hacer cabañas el otro día y estas cabreado...
ResponderEliminarEs muy raro lo de los recuerdos. Yo tengo en la memoria las escaleras de todas las casas donde viví hasta los ocho años, que fueron unas cuantas. No me pregunteis porque. La memoria va por libre, es lo bueno y lo malo que tiene.
ResponderEliminarAbuelo cebolleta pero madre mia.... Marta has dado en el clavo! y seguro que encima echo alguna lagrimilla. Definitivamente esta acabado.
ResponderEliminarjuasjuasjauuasjuaasss
ernesto
ps. abuelo sigue escribiendo que nos gusta!
Pues yo estoy con el abuelo cebolleta!! Me pasa lo mismo que a él cuando recuerdo las horas y horas que pasabamos en el garaje de la casa de Manzanares desmontado vespinos, escuchando Barón Rojo, Leño, ACDC y Obus. Ahora nos hemos convertido todos en unos pijos (unos más que otros, je je). Hay que hacer fotos de esos momentos porque en unos años será precioso compartir esos ratos con la familia.
ResponderEliminarRAFA-GASSS