El pequeñajo tiene todavía esa inocente creencia de que su padre es un ser todopoderoso capaz de resolver cualquier problema o enfrentarse a las más chunga de las dificultades terrenales. ¡Ángelito!
Los mayores, en cambio, dejaron ya atrás esa ingenua fase y ya han entrado de lleno en la corriente denominada escepticismo paterno. Vamos, que no creen demasiado en la infalibilidad del santo padre, que en esta casa es un servidor.
Su decepción está basada en hechos reales, ya que han ido comprobando poco a poco como su padre no era el mejor jugador del mundo, jugase el deporte que jugase, o como su sabiduría pasa de vasta a basta cuando el hijo en cuestión pasa de primaria a secundaria.
Os dejo que voy a repasar con Martín el Románico y el Gótico, que para eso todavía valgo; y aunque le pongan mala nota, no pienso explicarle qué es un arbotante, eso me lo guardo para mí, un poquito de ventaja durante un poco más de tiempo ¿no?
Arbotante es uno del PP, alguien que vota a la voz de Ar!! ;)
ResponderEliminarQue no quieras explicarle lo que son los arbotantes me parece bien, preserva algo de tu sabiduría para más adelante, perfecto. Pero por favor, explícale muy bien lo que son las pechinas, no vaya a ser que si se lo preguntan en el examen acabe contestando que son las mini tetillas de sus compañeras de clase... Y claro que saltan más alto, pero sólo por una cuestión física básica, ellos pesan menos.
ResponderEliminarPues a mi me toca ponerme al dia segùn Martín avanza. Voy por productos notables y polinomios u oye! se me da mejor ahora que cuando era estudiante! Espero que por lo menos me sirva para prevenir el alzheimer
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