Ya os he hablado varias veces de mi obsesión por no ser uno
de los invitados a “La cena de los idiotas”. Ya sé que me repito, pero cómo
queréis que no me repita si llevo dos años encerrado en este puto blog. Pos
eso, que si alguien me invita a una cena con gente desconocida no pienso ir, y
mucho menos después de la habilidad que he desarrollado para construir
artículos artesanos con corchos de botellas.
Un día me di cuenta de que los corchos surgían en nuestra
vivienda con cierta facilidad y me decidí a a guardarlos por aquello de
reciclar, de ahorrar en leña o de presumir de experto enólogo o patético mamao,
que es lo que más bien soy. El caso es que he amontonado tantos corchos que me
llaman alcornoque y que mi santa está a punto de echarme de casa: o los corchos
o ella.
Y ya sabéis que de las crisis salen las mejores ideas. Qué
estupidez de frase, pero cuánto se utiliza y qué bien quedas con ella ¿eh? Por
eso yo puse en marcha toda mi capacidad neuronal, que no es mucha, y desarrollé
varios proyectos corchísticos. El primero fue una cortina de corchos unidos por
nylon, de esas que se ponen en los pueblos para las moscas, pero los corchos se
caían, el nylon se hacía nudos y las moscas se partían la polla. A partir del
primer fracaso pasé al segundo plan, mucho más seguro: un salvamanteles; es
sencillo, corchos cortados por la mitad con un cutter y pegados con cola de
carpintero sobre una tabla, el resultado es muy aparente y queda muy mono si en
medio, como es mi caso, uno de los corchos lo sustituyes por un trozo de
pulgar… Es lo que tiene el maldito invento del cutter.
Una vez salvados todos los manteles de la familia, dirigí
mis habilidades hacia un bien común, un gran panel con el nombre del pueblo
escrito con corchos. Lo colgaremos en el centro social del pueblo, donde hay
tal resonancia que es imposible oír lo que habla el de en frente (algo que a
veces es de agradecer); ahora con el nombre de nuestro querido pueblo escrito
en corcho, las conversaciones son más llevaderas.
Y
después de tanto cortar y pegar, he llegado a varias conclusiones: no entiendo
la estupidez de “Embotellado en la propiedad”; no sé por qué leches se hacen
tapones de plástico tan duros; el Carmelo Rodero, el Matarromera y el
ValleIglesias han dado para muchas y buenas noches en esta casa; y por último:
Estoy preocupado por mi hígado.
Pero lo de alcornoque es ¿ como sutantivo o como adjetivo?.....
ResponderEliminarTu lo que tienes es es estrés del ocio. Claro que te podías haber callado y habernos colocado uno de tus salvamanteles a l@s cuñados estas Navidades, pero ahora ya no va a colar... SE SIENTEEEE.
ResponderEliminarEmbotellado en la propiedad quiere decir que la bodega es "chupi" que incluso tiene hasta embotelladora.
ResponderEliminarHay bodegas que no tienen posibilidad de hacerlo y llevan sus vinos a otras para que lo hagan. De hecho legalmente debes tener, ENTRE OTROS MUCHOS, un número de registro de embotellador, NRE.
Incluso hay camiones cisterna preparados para hacerlo que se desplazan hasta tu bodega. En ese caso no se cual será la denominación del proceso; Embotellado en camión... Me da a mí que eso no lo pondrá nadie.