Creo que lo que siento yo lo siente mucha gente. Siento una enorme necesidad de protestar, de decir lo que pienso y de hacer algo ante tanta injusticia y tanto atropello. Cada día que paso sin hacer algo más, me entra cierto remordimiento por ser uno de los afortunados que viven bien en unos tiempos en los que hay tanta gente pasándolo mal. Quizás por eso me hierve el ansia de actuar, aunque en la mayoría de los casos el calentón ante alguna noticia que me incita a buscar ideas brillantes que llevar a cabo, queda rápidamente sofocado por el exceso de sentido común (lo podéis llamar miedo) o por la jodida rutina.
Podría escribir un libro con las ideas, la mayoría estúpidas, que he tenido y no he llevado a cabo. Que sale Jordi Évole hablando del timo de las eléctricas: desarrollo un complejo plan para poner en marcha una huelga periódica de consumo. Qué Israel bombardea Gaza "quirúrgicamente" y se carga decenas de niños: pienso en ir a comprar decenas de muñecos y tirarlos en la puerta de la embajada. Que el Gobierno ofrece ciudadanía española a quien compre una vivienda: le doy mis vueltas a alguna fórmula de créditos para conseguirle papeles a buena parte de mis amigos saharauis. Incluso en alguna ocasión, cuando voy por la calle y veo algún mendigo, siento ganas de invitarle a desayunar para conocer su historia y tratar de ayudarle, pero no lo hago porque me acojono en el último momento y porque pienso que voy a ser como la típica marquesa que calma su conciencia abriendo el monedero a la salida de misa. Siempre me ha preocupado la distinción entre solidaridad y caridad, entre ayuda y limosna.
El caso es que pienso mucho, pero hago poco y me entra el agobio porque no quiero caer en el mismo "pasotismo" de la mayoría de la ciudadanía y, como casi todos, me refugio en el ordenador y el supuesto poder de las redes sociales. Ahí sí que tengo que reconocer que estoy más activo que el portero del Espanyol sacando balones de su portería. Ya sé que no es gran cosa, pero tuiteando, feisbucando o firmando peticiones para impedir injusticias todos podemos poner también nuestro granito de arena. Se acaba de demostrar con la acción de Change.org que hemos firmado miles de personas para conseguir que Telecinco retire su querella contra el bloguero que empezó la campaña anti publicidad en La Noria y se volverá a conseguir si a los directivos de La Sexta y A3 se les ocurre tocarle un pelo a Évole. Son acciones puntuales pero muy efectivas que poco a poco van surtiendo efecto. Fijaos como han proliferado en la red los vídeos como los de Gay de Liebana y como hasta el propio gobierno, antes de emprender nuevas medidas, lanza primero el bulo para ver cómo responde la gente y luego actúa en consecuencia... Haciendo lo que le sale del nardo...
Y uno, que es un tanto inocente, la semana pasada le envió un Tweet a Obama y otro al ejercito israelí... No sé si tuvo algo que ver con la tregua...
Seguiremos intentándolo todo.
Hombre, algo ayudó.
ResponderEliminarShema