Alguna vez alguien me ha mandado a tomar por saco y siempre contesto lo mismo: "no te digo que sea imposible, todo tiene un precio, aunque lo veo difícil, muy difícil." Mi madre opinaba igual con los ajos. Era incapaz de comerse un solo diente de ajo y aseguraba que no había dinero en el mundo para pagar semejante mal trago; sin embargo, sería capaz de eso y más si fuese por evitar algo malo para los suyos. Hasta ahí todos estamos de acuerdo y creo que todos lo haríamos... Aunque prefiero el ajo que lo otro...
Todo tiene su precio y así nos va. La economización de la política ha llegado a tal punto que todo se cuantifica y cualquier medida o propuesta que se haga depende siempre de su coste o impacto económico. Siempre he pensado que los problemas medioambientales y el calentamiento global se afrontarían con mucha más eficacia si la naturaleza y su disfrute tuvieran precio. Si los bosques se clasificaran en millones de euros, habría menos incendios; si el caudal de los ríos se midiese en dólares, no se contaminarían; si tuviéramos que pagar por ver el paisaje, no lo mancharíamos... A eso nos ha enseñado esta podrida sociedad en la que el principal argumento para pedir la abolición de la pena de muerte en California ha sido que el coste de la inyección letal es mayor que el de la cadena perpetua.
En casita también contamos con creativos dirigentes neoliberales que saben poner precio a todo, incluso a su tan queridísima patria. ¡Manda huevos! estará pensando Trillo... Están planteando dar la residencia a los extranjeros que compren una vivienda de más de 160.000 euros en nuestro país y abiertamente afirman que es una llamada a los mercados ruso y chino. ¡Manda huevos!, insisto. Con lo preocupados que hemos estado en España con el exceso de inmigrantes, ahora vamos a ponerle la alfombra roja a los rusos y a los chinos. Eso sí, que sean ricos, para que hayan renegado bien de su origen comunista y traigan dinerito fresco para gastar en Eurovegas.
Habrá que cambiar la nomenclatura y dejar lo de inmigrantes para subsaharianos y sudacas. A estos, que no necesitan visa porque tienen Visa, les llamaremos inversores. Un nuevo y humillante paso para distinguir más entre ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda, sólo por el bolsillo. A los primeros les humillaremos y ni siquiera les daremos sanidad, a los adinerados les haremos residentes y si pagan en "B", mejor, amnistía fiscal. El colmo del mercantilismo y neoliberalismo, todo se compra, todo tiene precio, hasta el país que con tanto patriotismo defendemos... Algunos.
Todo vale para luchar contra la crisis. Propongo que se le ponga un precio a Catalunya por su independencia, y a la Constitución por vulnerarla, e incluso a la República, igual aparece un jeque con mucha pasta y nos quita de en medio a esta panda. Incluso la vida tiene precio y ese sí que es distinto en algunas partes del mundo.
Eh, que esta entrada se te puede ir de las manos....¿no estaras pensando en privatizar los paseos por Santamera?, los vinos, las siestas, las sobremesas.....
ResponderEliminarMarta, te gané....
Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el quinientos seis y en el dos mil también ... !qué falta de respeto, qué atropello a la razón! ... Se os adelantó Discépolo, pibe.
ResponderEliminarLuisolgajuancarlos, eso os ha pasado porque Marta ha cambiado, ahora es ... Otra
A.Divino
No hay suficiente dinero para pagar lo que vale un paséo por Santamera, una siesta o un buen vino.....
ResponderEliminarEstoy un tanto confusa. Con tanto cambio de nombre y tanto cachondéo.... Volved a ser los de antes, que no me aclaro!!!