Es un lugar común decir que te quieres ir de este país. Yo soy el primero que últimamente me recreo en el lloriqueo y termino echando pestes de nuestro país. Antipatriota me podrían llamar algunos y también se lo podrían decir a los que se marchan de verdad porque no les queda más remedio o cojones que buscarse las habichuelas más allá de los Pirineos. Nunca antes había tenido esta sensación, pero ahora, sinceramente, hay mucho de lo que avergonzarse y poca sensación de que los ciudadanos de a pie podamos hacer algo porque cada vez contamos menos.
Sin embargo, esta noche han venido a cenar unos amigos de San Francisco, una curiosa familia multicultural con padre indio, madre alemana, hijos americanos y residentes en Estocolmo. Hablan cuatro idiomas y conocen el mundo como la palma de la mano, ya que su destino laboral les ha ido posando en diferentes continentes y antagónicas capitales. La cena ha sido divertida porque entre ellos hablan a veces en indio, a veces en alemán, mientras que los niños mayores hablan en inglés y los pequeños en sueco...Muchiglotas. Pues bien, los pobres estaban encantados de estar en España de ver calor en el ambiente (y mira que han pillado la puta ciclogénesis explosiva) y sobre todo en la gente. Nos comentan que están asqueados en Suecia, que la gente es fría y cerrada, que no existe vida social, que el nivel de vida será alto y lo que quieran, pero que eso no es lo que debe considerarse calidad de vida.
Claro que ellos vienen de San Francisco, que es la más latina y abierta de las ciudades americanas, pero saben de qué hablan y no pueden entender que la sociedad llegue a cerrarse hasta tal punto; la única explicación, y no es poca, es el clima. Con toda esa conversación recorriendo el mundo, he recordado mis sensaciones cuando viajaba semanalmente por todo el mundo en mi profesión de periodista deportivo; visitaba lugares maravillosos, conocía capitales espectaculares, pero siempre terminaba diciendo lo mismo: como en España no se vive en ningún sitio. Tenemos, por latitud, el mejor clima de la tierra, sin excesivos fenómenos naturales agresivos; contamos con una variedad geográfica y paisajística brutal; hemos forjado un estilo de vida y de comportamiento de mente abierta y cercanía social hacia el prójimo; nuestra gastronomía es de primerísima división y realmente variada... Coño, que lo tenemos casi todo para poder ser uno de los lugares más envidiables del planeta, con la mejor calidad de vida.
Y sin embargo estamos sumidos en esta densa, espesa y putrefacta niebla creada por una serie de corruptos anquilosados que se han creído que el país es suyo y pueden hacer y disponer a su gusto, enriquecerse, saltarse las leyes, reinterpretarlas, rehacerlas a su gusto, menospreciar al pueblo, insultarlo cada día y esparcir por todo el país está asquerosa sensación de desazón y escepticismo que no nos merecemos. Por eso tras escuchar a nuestros amigos hablar de Suecia, de Alemania, de India, o de Estados Unidos, hemos llegado a la conclusión de que España es un gran país y quien sobra son esos apoltronados que nos dirigen y que además se llenan la boca de falso patriotismo cuando defienden la marca España, su marca España, que no la nuestra. Hay que echarles a gorrazos.
Hachetetepebarrabarra y después lo que quieras poner. Es un título demasiado ambíguo para un blog, demasiado abierto. Pero así es este espacio. Unos días abierto para la alegría, otros para la pena; para la esperanza o el escepticismo; la reflexión o la ironía... Lo que salga de los huevos ¿no?
domingo, 29 de diciembre de 2013
jueves, 26 de diciembre de 2013
COSAS DE LA VIDA
Cuando tengo hipo siempre canto la misma canción; no recuerdo el reputado autor o compositor, pero me sé de memoria el estribillo: "En la granja de Pepito ia-ia-o, en la granja de Pepito ia-ia-o..." y así hasta el infinito y más allá o hasta que se me quite el hipo. Parece una sonora gilipollez. Lo es. Eso sí, divertido es mucho, porque cada vez el hipo cae en una letra distinta y yo lo exagero dando un saltito. Como podéis imaginar mis hijos se despifostian viendo a su padre cantando: "en la grAAAAnja de PepIIIIto ia-ia-OOO". Incluso el otro día me pareció entender entre las risas un "Papá, tú sí que molas". Abro paréntesis, babeo, cierro paréntesis.
No es difícil hacer feliz a un hijo. Lo que nunca falla son las bromas de pedos y cacas. Así es, al canijo Lucio le despierto a diario con bromas sobre sus pedos-sopla, sus cuescos-trompeta o la pedorreta-metralleta y ya pueden ser las cinco de la madrugada, que el niño suelta una carcajada y salta de la cama en un plis.
Esta semana, además de estar contento por las vacaciones, estaba animado porque le iban a entrevistar para un programa de radio de esos en los que los enanos dicen verdades como puños aderezadas con disparatados disparates. Ese día le llevé al cole y se ve que iba entrenando porque en el camino me soltó una de las buenas: "Papá cuando tú eras pequeño y el mundo era todo en blanco y negro, no podías distinguir ese abrigo naranja de ese azul, ¿verdad?"
No me quedo más remedio que desinflarle el globo y explicarle que sólo eran en b/n las fotos, pero la vida era en color. Se quedó chafado. Después le di una charla metafísica con la consabida moraleja de "en cada momento de la vida estás aprendiendo algo nuevo", a lo que me contestó: "Sí papá, incluso cuando estoy giñando unos zurullos deslizantes ¿verdad?".
Obviamente simulé un gran enfado entre sonrisas y le avisé de que le iban a castigar si decía eso en clase. Y como tenía el día contestón, reconoció que no era la primera vez que le castigaban, que ya lo habían hecho otra vez. A punto de soltar la carcajada, volví a fingir el cabreo y grité: "¿por qué?"
Su respuesta terminó tajantemente con la conversación: "Papá.. ¡cosas de la vida!"
PD Ayer en otra conversación me preguntó "¿para qué sirve la misa?", pero aún no he sabido contestarle...
No es difícil hacer feliz a un hijo. Lo que nunca falla son las bromas de pedos y cacas. Así es, al canijo Lucio le despierto a diario con bromas sobre sus pedos-sopla, sus cuescos-trompeta o la pedorreta-metralleta y ya pueden ser las cinco de la madrugada, que el niño suelta una carcajada y salta de la cama en un plis.
Esta semana, además de estar contento por las vacaciones, estaba animado porque le iban a entrevistar para un programa de radio de esos en los que los enanos dicen verdades como puños aderezadas con disparatados disparates. Ese día le llevé al cole y se ve que iba entrenando porque en el camino me soltó una de las buenas: "Papá cuando tú eras pequeño y el mundo era todo en blanco y negro, no podías distinguir ese abrigo naranja de ese azul, ¿verdad?"
No me quedo más remedio que desinflarle el globo y explicarle que sólo eran en b/n las fotos, pero la vida era en color. Se quedó chafado. Después le di una charla metafísica con la consabida moraleja de "en cada momento de la vida estás aprendiendo algo nuevo", a lo que me contestó: "Sí papá, incluso cuando estoy giñando unos zurullos deslizantes ¿verdad?".
Obviamente simulé un gran enfado entre sonrisas y le avisé de que le iban a castigar si decía eso en clase. Y como tenía el día contestón, reconoció que no era la primera vez que le castigaban, que ya lo habían hecho otra vez. A punto de soltar la carcajada, volví a fingir el cabreo y grité: "¿por qué?"
Su respuesta terminó tajantemente con la conversación: "Papá.. ¡cosas de la vida!"
PD Ayer en otra conversación me preguntó "¿para qué sirve la misa?", pero aún no he sabido contestarle...
lunes, 23 de diciembre de 2013
HASTA SIEMPRE MAESTRO (A Javier Herrero)
Hace unos meses escribía una entrada en homenaje a Javier Herrero, periodista de motor y director de la revista Motociclismo durante un par de décadas. Esta mañana bajo una espesa y gélida niebla le hemos despedido en su querida Saldaña.
La semana pasada hablé con su hijo Antonio porque me apetecía charlar con el Cheli y preguntarle alguna duda sobre unas fotos de Sito y Garriga, pero me dijo que estaba hospitalizado y que cuando se encontrase bien me llamaría. Pero no me llamó. Tres días después me escribió de nuevo Antonio para decirme que la cosa pintaba mal y que los médicos habían dicho que era cuestión de días. Me quedé helado frente al ordenador y mi hijo, que me sorprendió llorando, preguntó angustiado el motivo: "se está muriendo un amigo, mi maestro".-Contesté.
Un maestro es alguien que te enseña, te corrige, te empuja, te regaña y confía en ti. Y eso fue Javier para mí y creo que para otros muchos. Me enseñó a leer las carreras, a dar importancia a lo importante, a hacer noticia de la anécdota, a no dejarme influir por los poderosos y sobre todo a saber lo que el aficionado esperaba de nosotros. Me corrigió para que publicase siempre la clasificación completa, para que no gastase tantos carretes, para que hiciera más fotos de grupos, para que no aceptase presiones... Me empujó para recorrer el mundo con la cámara y la máquina de escribir haciendo lo que más me gustaba, incluso quitándole a él mismo el billete en más de una ocasión. Me regañó, porque el Cheli era un tipo con personalidad, exigente y estricto y cuando algo no le gustaba lo decía de inmediato y si se lo discutías te retaba a un duro campeonato de cabezones que solía ganar. Claro que sí, los que se mueren también tienen cosas malas y más de una vez volví a casa jodido por una bronca con Javier. Pero confió en mí, no sé por qué, pero desde el primer momento tuvimos buena sintonía, él vio que yo tenía ganas de trabajar y aprender y apostó por mí, me mandó al Mundial durante varios años y me daba rienda suelta para hacer cosas nuevas y diferentes, entrevistas en casa de los pilotos, viajes con ellos, la otra cara del motociclismo.
Siempre que me lo encontraba reconocía que yo le había descubierto que en los entrenamientos también se pueden hacer buenas fotos. Otra vez me recriminaba que era muy blando porque un piloto me había pedido que le pusiera una foto lateral para que se vieran sus patrocinadores; tiró la diapo a la basura y dijo: "¿cómo dices que ha quedado?, ¿cuarto?... Que hubiese corrido más". Y desde que dejé aquellas páginas, cada vez que nos cruzábamos repetía: "¿Te has arruinado ya?, a ver si te arruinas de una vez y vienes a trabajar conmigo de nuevo".
En octubre le vi por última vez en el Red Bull Give Me Five, estaba desmejorado, pero alegre y feliz de estar en unos boxes, su casa. Lo era todo en el mundo de la moto y era el líder de una generación de periodistas y como tal ejercía cada año, frente a la tumba de César Agüí, con sus palabras de recuerdo salpicadas de humor y culminadas con un "y ahora los que creéis en dios y los que no también, rezamos un padre nuestro por César". Como lo era todo en su Saldaña natal, de ahí que decenas de compañeros hayan viajado más de seiscientos kilómetros para despedirle y que no hubiera ni un hueco en la iglesia entre los centenares de vecinos y que las coronas de flores se amontonasen por encima de la niebla. Y los que creen y los que no, le han rezado su padre nuestro.
Al despedirme, Antonio ha sollozado que ayer mismo comentó que tenía que llamarme. Tranquilo Cheli, ya tendremos tiempo...
PD. He dudado si publicar esta entrada en un día como hoy, pero después he pensado que precisamente es el mejor día para recordar a Javier y a todos los que no están. Creas o no.
La semana pasada hablé con su hijo Antonio porque me apetecía charlar con el Cheli y preguntarle alguna duda sobre unas fotos de Sito y Garriga, pero me dijo que estaba hospitalizado y que cuando se encontrase bien me llamaría. Pero no me llamó. Tres días después me escribió de nuevo Antonio para decirme que la cosa pintaba mal y que los médicos habían dicho que era cuestión de días. Me quedé helado frente al ordenador y mi hijo, que me sorprendió llorando, preguntó angustiado el motivo: "se está muriendo un amigo, mi maestro".-Contesté.
Un maestro es alguien que te enseña, te corrige, te empuja, te regaña y confía en ti. Y eso fue Javier para mí y creo que para otros muchos. Me enseñó a leer las carreras, a dar importancia a lo importante, a hacer noticia de la anécdota, a no dejarme influir por los poderosos y sobre todo a saber lo que el aficionado esperaba de nosotros. Me corrigió para que publicase siempre la clasificación completa, para que no gastase tantos carretes, para que hiciera más fotos de grupos, para que no aceptase presiones... Me empujó para recorrer el mundo con la cámara y la máquina de escribir haciendo lo que más me gustaba, incluso quitándole a él mismo el billete en más de una ocasión. Me regañó, porque el Cheli era un tipo con personalidad, exigente y estricto y cuando algo no le gustaba lo decía de inmediato y si se lo discutías te retaba a un duro campeonato de cabezones que solía ganar. Claro que sí, los que se mueren también tienen cosas malas y más de una vez volví a casa jodido por una bronca con Javier. Pero confió en mí, no sé por qué, pero desde el primer momento tuvimos buena sintonía, él vio que yo tenía ganas de trabajar y aprender y apostó por mí, me mandó al Mundial durante varios años y me daba rienda suelta para hacer cosas nuevas y diferentes, entrevistas en casa de los pilotos, viajes con ellos, la otra cara del motociclismo.
Siempre que me lo encontraba reconocía que yo le había descubierto que en los entrenamientos también se pueden hacer buenas fotos. Otra vez me recriminaba que era muy blando porque un piloto me había pedido que le pusiera una foto lateral para que se vieran sus patrocinadores; tiró la diapo a la basura y dijo: "¿cómo dices que ha quedado?, ¿cuarto?... Que hubiese corrido más". Y desde que dejé aquellas páginas, cada vez que nos cruzábamos repetía: "¿Te has arruinado ya?, a ver si te arruinas de una vez y vienes a trabajar conmigo de nuevo".
En octubre le vi por última vez en el Red Bull Give Me Five, estaba desmejorado, pero alegre y feliz de estar en unos boxes, su casa. Lo era todo en el mundo de la moto y era el líder de una generación de periodistas y como tal ejercía cada año, frente a la tumba de César Agüí, con sus palabras de recuerdo salpicadas de humor y culminadas con un "y ahora los que creéis en dios y los que no también, rezamos un padre nuestro por César". Como lo era todo en su Saldaña natal, de ahí que decenas de compañeros hayan viajado más de seiscientos kilómetros para despedirle y que no hubiera ni un hueco en la iglesia entre los centenares de vecinos y que las coronas de flores se amontonasen por encima de la niebla. Y los que creen y los que no, le han rezado su padre nuestro.
Al despedirme, Antonio ha sollozado que ayer mismo comentó que tenía que llamarme. Tranquilo Cheli, ya tendremos tiempo...
PD. He dudado si publicar esta entrada en un día como hoy, pero después he pensado que precisamente es el mejor día para recordar a Javier y a todos los que no están. Creas o no.
viernes, 20 de diciembre de 2013
HAZTE EXTRANJERO
Sube la luz. Aznar prevarica en Cajamadrid. A Ignacio González le pillan su trapicheo del ático. Espe no conoce a López Viejo. Rescatamos Novacaixa Galicia y se lo vendemos baratito a unos venezolanos. La reforma del aborto nos devuelve a los tiempos londinenses. La Guardia civil registra la sede de UGT. La Unión Europea sospecha de los tejemanejes de Florentino. Del Nido a la cárcel (te está bien empleado por la UEFA que le ganó el Sevilla al Espanyol). Matas en el banquillo. A Fabra no le tocará la lotería este año. Cristina e Iñaki están a punto de caramelo. Chavez y Griñán, imputados. Lo de Agag con las armas, da miedito. Messi no era tan tonto como parecía. Rajoy sigue preso de Bárcenas y viceversa. Al juez que diga algo, nos lo cargamos. Prohibido hacer deporte en lugares públicos. Venga niños, a estudiar religión. Las preferentes eran un engaño con nocturnidad y alevosía. Las teles autonómicas al garete. La sanidad en venta. Gibraltar, español. Catalunya, también. Montoro limpia Hacienda de socialistas. Mrs. Bottle is Mrs. Bottle. Si te quejas muy alto te detendrá un poli y te caerá un multón. Si el poli no lo hace, te detendrá un vigilante jurado... Y encima llega una empresa de capital mejicano y chino y te dice que no te hagas extranjero y que seas un orgulloso español... Pues yo estoy buscando la fórmula para apostatar de nacionalidad y pasar a ser eso que los antinacionalistas llaman ciudadano del mundo. Seré extranjero en todas partes, hasta que los titulares de la prensa reflejen otra realidad.
O lo que es lo mismo, hasta que a alguien se le hinchen las pelotas...
PD. Eso sí, sube la bolsa.
O lo que es lo mismo, hasta que a alguien se le hinchen las pelotas...
PD. Eso sí, sube la bolsa.
martes, 17 de diciembre de 2013
¿EDUCAR PERSONAS O FORMAR TRABAJADORES?
La educación de nuestros hijos es el tema preferente de conversación de aquellos que vinimos al mundo antes de que se muriese el cabronazo. Qué forma más rebuscada de llamar a los cuarentones y cincuentones y de paso darle un viajecito al caudillo, ¿verdad?...
En nuestro caso el tema empieza a ser redundante porque llevamos meses dando vueltas a los mismos argumentos y terminamos siempre indignados, por no decir desesperados, ante el sistema educativo español. Cuando vivimos en San Francisco tuvimos la oportunidad de comprobar que hay vida más allá de las leyes españolas y de los sistemas anacrónicos de enseñar que se siguen en este país. Recientemente he hablado con españoles que estudian en Bélgica e Irlanda, respectivamente, y comentan exactamente lo mismo, que su sistema es mucho más amable, razonable y actual. Cada dos por tres se emite algún reportaje sobre la educación en Finlandia o en Corea o se publica alguna entrevista con personalidades del mundo de la educación que se desgañitan para decir que vamos por mal camino.
Pero nada, no sirve de nada, nuestro sistema no sólo mantiene sus grandes deficiencias sino que las aumenta con la nueva ley Wert que ahonda en la herida. Mientras, en otros países se adaptan a la llamada sociedad de la información en la que los chavales pueden obtener cualquier tipo de dato con un sólo clic, y pasan a potenciar la educación en valores, la creatividad, el debate, la exposición en público y las humanidades. Nosotros insistimos en sistemas antidiluvianos de aprendizaje a martillo y cincel, seguimos memorizando datos y más datos, aprendiendo fechas, fórmulas, listas; somos exigentes e intransigentes con los alumnos, les freímos a deberes y seguimos pensando que nuestro nivel en las pruebas Pisa y otros rankings internacionales es malo por falta de exigencia.
En todos esos países que he mencionado, que me cuentan y que he vivido, la educación en la escuela potencia cultura, ética, ciudadanía, solidaridad, humanismo y es intensiva con los alumnos durante el tiempo de clase, para que en casa puedan descansar, jugar y vivir. El principal objetivo es enseñar a los niños los conceptos básicos, formarles como personas, enseñarles a pensar y a defender sus argumentos lógicos.
Aquí descartamos y ridiculizamos la que debería ser la médula espinal de la formación, que es la educación para la ciudadanía, nos cargamos la filosofía, enterramos la historia del arte y eliminamos cualquier posibilidad de brillo creativo por parte de los niños. Por dios, que ninguno se salga del redil, que nos rompe la media y nos retrasa el temario. Pero si hasta la asignatura de música, que debería fomentar la creatividad y el arte, la han convertido en pura teoría y memorización de conceptos, definiciones y fechas.
Los profesores le echan la culpa a los colegios, los colegios al Ministerio y el Ministerio a ZP, pero el caso tiene mala solución por su politización y porque buena parte de nuestros compatriotas no comparten este criterio y siguen defendiendo otros objetivos bien distintos: que los chicos estudien más y más, que el nivel sea más alto y que se les prepare para carreras con salidas laborales. Qué se puede esperar de un país donde la palabra "intelectual" llega a usarse en tono despectivo y la de "ejecutivo" es sinónimo de brillantez...
En nuestro caso el tema empieza a ser redundante porque llevamos meses dando vueltas a los mismos argumentos y terminamos siempre indignados, por no decir desesperados, ante el sistema educativo español. Cuando vivimos en San Francisco tuvimos la oportunidad de comprobar que hay vida más allá de las leyes españolas y de los sistemas anacrónicos de enseñar que se siguen en este país. Recientemente he hablado con españoles que estudian en Bélgica e Irlanda, respectivamente, y comentan exactamente lo mismo, que su sistema es mucho más amable, razonable y actual. Cada dos por tres se emite algún reportaje sobre la educación en Finlandia o en Corea o se publica alguna entrevista con personalidades del mundo de la educación que se desgañitan para decir que vamos por mal camino.
Pero nada, no sirve de nada, nuestro sistema no sólo mantiene sus grandes deficiencias sino que las aumenta con la nueva ley Wert que ahonda en la herida. Mientras, en otros países se adaptan a la llamada sociedad de la información en la que los chavales pueden obtener cualquier tipo de dato con un sólo clic, y pasan a potenciar la educación en valores, la creatividad, el debate, la exposición en público y las humanidades. Nosotros insistimos en sistemas antidiluvianos de aprendizaje a martillo y cincel, seguimos memorizando datos y más datos, aprendiendo fechas, fórmulas, listas; somos exigentes e intransigentes con los alumnos, les freímos a deberes y seguimos pensando que nuestro nivel en las pruebas Pisa y otros rankings internacionales es malo por falta de exigencia.
En todos esos países que he mencionado, que me cuentan y que he vivido, la educación en la escuela potencia cultura, ética, ciudadanía, solidaridad, humanismo y es intensiva con los alumnos durante el tiempo de clase, para que en casa puedan descansar, jugar y vivir. El principal objetivo es enseñar a los niños los conceptos básicos, formarles como personas, enseñarles a pensar y a defender sus argumentos lógicos.
Aquí descartamos y ridiculizamos la que debería ser la médula espinal de la formación, que es la educación para la ciudadanía, nos cargamos la filosofía, enterramos la historia del arte y eliminamos cualquier posibilidad de brillo creativo por parte de los niños. Por dios, que ninguno se salga del redil, que nos rompe la media y nos retrasa el temario. Pero si hasta la asignatura de música, que debería fomentar la creatividad y el arte, la han convertido en pura teoría y memorización de conceptos, definiciones y fechas.
Los profesores le echan la culpa a los colegios, los colegios al Ministerio y el Ministerio a ZP, pero el caso tiene mala solución por su politización y porque buena parte de nuestros compatriotas no comparten este criterio y siguen defendiendo otros objetivos bien distintos: que los chicos estudien más y más, que el nivel sea más alto y que se les prepare para carreras con salidas laborales. Qué se puede esperar de un país donde la palabra "intelectual" llega a usarse en tono despectivo y la de "ejecutivo" es sinónimo de brillantez...
domingo, 15 de diciembre de 2013
MI PRIMER TRABAJO
Ahora que uno ya sólo sirve para dar consejitos y recordar batallas, siempre que tengo oportunidad de asesorar a jóvenes estudiantes e incluso a mis hijos, recomiendo apostar profesionalmente por lo que a uno le guste y conozca bien. Obviamente mi propio ejemplo me permite explicarlo bien y la foto que he encontrado revolviendo archivo, ilustra lo que cuento.
Todavía no era mayor de edad, pero llevaba años subido a la furgoneta de mi amigo y piloto de motocross, Carlos Tertre, de carrera en carrera. De mi padre había heredado su afición a la fotografía y había tomado prestada sin que se diera cuenta su Canon AE1. Tenía claro cuales eran mis pasiones, la moto y la fotografía, y aposté por ellas. Leyendo revistas y más revistas, comprobé que una de ellas, Solo Moto, no sacaba casi nada de las carreras que había en la zona centro, así que les mandé una cartita ofreciéndome de colaborador y a la semana siguiente me llamaron confirmando su interés. Así empecé este camino en el que de alguna forma sigo, iba a las carreras en mi Vespa 200, hacía fotos, las revelaba yo mismo, escribía la crónica y me iba al aeropuerto a pedirle a un pasajero o piloto de avión, que me lo llevase a Barcelona. De vez en cuando también me encargaban colocar alguna pancarta de la revista e incluso repartir octavillas o merchandising. Al final de mes me mandaban una liquidación de mis colaboraciones, por la que me sacaba unos 50 ó 60 euros al mes, lo cual, evidentemente, no me daba ni para pagar la gasolina y los carretes de fotos. Era mi culpa, porque el día que me llamaron ejercí de novato a la perfección con ese típico: "Para mí, el dinero es lo de menos, lo que quiero es aprender"; me lo tomaron al pie de la letra. Eso sí, yo era feliz y aprendía a pasos agigantados. En ese sentido y aunque duré poco tiempo en esa publicación, hoy sigo recordando con un enorme agradecimiento a Joan García Luque que fue quién me dio esa oportunidad; como a Jose Egido, que me abrió la puerta de Marca o Claudio Boet, que me fichó para Motociclismo.
No voy a negar que todos los comienzos son difíciles, pero sí saco una lectura a posteriori muy obvia: si tienes la suerte de poder trabajar en lo que te apasiona, es mucho más fácil ser buen profesional y disfrutar del trabajo como si no fuese una obligación. Ya sé que no todo el mundo tiene la suerte que yo tuve para poder hacerlo. Por eso cada día le rezo un par de padre-nuestros a San Columbano, el patrón del motociclismo.
Lo curioso del tema es que treinta y dos años después, la cosa ha cambiado muy poco, la Vespa sigue igual, yo he mejorado sin las gafas, la Montse sigue imponente y sigo dedicándome al maravilloso mundo de la pancarta.
PD. Siento mucho que el fondo de la foto sea tan indigno estadio, pero no sé usar Photoshop para recortarlo.
Todavía no era mayor de edad, pero llevaba años subido a la furgoneta de mi amigo y piloto de motocross, Carlos Tertre, de carrera en carrera. De mi padre había heredado su afición a la fotografía y había tomado prestada sin que se diera cuenta su Canon AE1. Tenía claro cuales eran mis pasiones, la moto y la fotografía, y aposté por ellas. Leyendo revistas y más revistas, comprobé que una de ellas, Solo Moto, no sacaba casi nada de las carreras que había en la zona centro, así que les mandé una cartita ofreciéndome de colaborador y a la semana siguiente me llamaron confirmando su interés. Así empecé este camino en el que de alguna forma sigo, iba a las carreras en mi Vespa 200, hacía fotos, las revelaba yo mismo, escribía la crónica y me iba al aeropuerto a pedirle a un pasajero o piloto de avión, que me lo llevase a Barcelona. De vez en cuando también me encargaban colocar alguna pancarta de la revista e incluso repartir octavillas o merchandising. Al final de mes me mandaban una liquidación de mis colaboraciones, por la que me sacaba unos 50 ó 60 euros al mes, lo cual, evidentemente, no me daba ni para pagar la gasolina y los carretes de fotos. Era mi culpa, porque el día que me llamaron ejercí de novato a la perfección con ese típico: "Para mí, el dinero es lo de menos, lo que quiero es aprender"; me lo tomaron al pie de la letra. Eso sí, yo era feliz y aprendía a pasos agigantados. En ese sentido y aunque duré poco tiempo en esa publicación, hoy sigo recordando con un enorme agradecimiento a Joan García Luque que fue quién me dio esa oportunidad; como a Jose Egido, que me abrió la puerta de Marca o Claudio Boet, que me fichó para Motociclismo.
No voy a negar que todos los comienzos son difíciles, pero sí saco una lectura a posteriori muy obvia: si tienes la suerte de poder trabajar en lo que te apasiona, es mucho más fácil ser buen profesional y disfrutar del trabajo como si no fuese una obligación. Ya sé que no todo el mundo tiene la suerte que yo tuve para poder hacerlo. Por eso cada día le rezo un par de padre-nuestros a San Columbano, el patrón del motociclismo.
Lo curioso del tema es que treinta y dos años después, la cosa ha cambiado muy poco, la Vespa sigue igual, yo he mejorado sin las gafas, la Montse sigue imponente y sigo dedicándome al maravilloso mundo de la pancarta.
PD. Siento mucho que el fondo de la foto sea tan indigno estadio, pero no sé usar Photoshop para recortarlo.
martes, 10 de diciembre de 2013
COCHE AMARILLO
Esta mañana, llevándole al colegio, me ha metido un contundente 23-11y eso que he usado algunas artimañas que él no puede hacer y que por supuesto no he confesado; como voy conduciendo utilizo los retrovisores para detectar los tonos amarillos en la lejanía, antes de que se acerquen. También intento taparle toda la visión que puedo subiendo mi cabezón y echándome a la izquierda para que él no pueda ver los coches que vienen de frente antes que yo. Pero aun así, el capullín es muy rápido de reflejos y no tiene que estar pendiente del tira y afloja matutino de la M-30. El caso es que le he dejado en el cole y me he ido con las orejas gachas, totalmente humillado.
Eso sí, por la tarde me he vengado. He cogido mi moto nueva para ir al centro y el karma me ha jugado una mala pasada: me he quedado tirado en la M-30. Una hora he estado esperando a una grúa, una hora en la que he visto pasar a 47 coches amarillos, 34 Minis (4 de ellos amarillos), 3 camiones amarillos y un autobús. Chúpate esa mocoso, que no remontas esto ni en un mes.
domingo, 8 de diciembre de 2013
SERVENTESIO
Diego se asoma a mi móvil y escupe: “¿Quién es el friki que
busca un poema por Internet?” Avergonzado y temeroso le contesto: “He sido yo
porque estaba leyendo un artículo en el periódico y hablaban de ese poema”. A
juzgar por su cara condescendiente, creo que ha entendido mis argumentos y me
ha perdonado.
Llevamos unos días duros con la poesía. Martín tiene examen
de literatura y tiene que aprenderse todos los tipos de estrofa, su rima, su
métrica y no sé cuántos recursos más, así que hemos optado por las viejas
normas mnemotécnicas de esta casa y al final hemos sacado varios trucos para que el
chavalillo vaya medianamente preparado al control. Hay muchas fáciles de
aprender y distinguir y él mismo ha puesto bastante de su parte, pero con las
de cuatro versos hemos chocado; son un montón y muy parecidas, con lo cual
necesitábamos alguna triquiñuela para memorizarlas. Ha sido fácil, el cuarteto
y el serventesio son dos chicos grandullones (endecasílabos) que salen respectivamente
con dos jovencitas (octosílabas) que son la redondilla y la cuarteta. De esa
forma sabe las medidas de cada estrofa y sabe que cuarteto y redondilla riman
igual (abba) y los otros también (abab).
Antes de que lo penséis, reconozco que el sistema es algo
sexista, machista e incluso homófobo, porque estoy dando por hecho que cuarteto
y serventesio no van a enrollarse entre sí (ni por supuesto las féminas) y que
los chicos son más grandes y fuertes que las chicas. Vale, es una técnica
políticamente incorrecta, pero literariamente muy válida y si no os importa lo
de las peras y las manzanas se lo explicaré cuando repasemos educación para la
ciudadanía, si Wert quiere. Vamos a ir como Simeone, partido a partido.
Lo malo de todo este capítulo poético es que al pequeño
Lucio le ha hecho mucha gracia el nombre y lleva todo el día llamando Serventesio
a todo el que se cruza con él. Lo que no sabe es que ya tiene mote para toda la
vida: Serven.
PD. Yo me aprendí lo del cuarteto y su rima (ABBA) con la foto de este cuarteto, pero si se lo llego a sugerir a Martín, también me habría llamado friki... y con razón.
miércoles, 4 de diciembre de 2013
LIBERTAD DE EXPRISIÓN
Hay noticias que impactan más que otras. Depende de la capacidad o ganas que uno tenga de ponerse en la carne del otro. Eso, siempre y cuando no se funda ese fusible que tenemos en la conciencia que controla el nivel de drama que estamos dispuestos a tolerar en cada momento. Por eso pasan por alto los grandes atentados y masacres de Afghanistan, Irak o Siria, pero ponemos todos nuestros sentidos en noticias que deberían ser irrelevantes. Dentro de esos límites, mi fusible me permitió el otro día leer la noticia que se escondía tras una angustiosa imagen de una jovencitas, casi niñas, uniformadas con túnicas blancas y encarceladas por haber participado en una manifestación en defensa del presidente, que democráticamente había elegido el pueblo. Eran niñas, eran egipcias y las acababan de condenar a once años de prisión por algo tan humano como expresar su opinión. Como suele ser habitual en estos casos pensé para mis adentros eso de "qué animalitos" y me consolé pensando que Egipto estaba muy lejos.
Al día siguiente, en el mismo diario y con el mismo asombro y desconcierto leí la información sobre la llamada ley Fernández que el gobierno prepara para reforzar la seguridad nacional. Un montón de medidas represivas para acabar con cualquier tipo de protesta popular, con multas desmesuradas por conceptos tan abstractos como las ofensas a España, sus himnos, símbolos o emblemas. Pero lo peor de todo es que este gobierno tan liberal y liberalizador vuelve a saltarse a la torera la distinción de poderes y después de ningunear al legislativo, ahora vapulea al jurídico, quitándole las competencias sobre estos asuntos y dándoselas directamente a la policía. Vamos, que si un madero te ve tarareando "chunda chunda" mientras suena el himno nacional, te pueden caer 30.000 euros de multa. Tiemblo, porque si rastrean este blog voy a tener que hipotecar hasta las cenizas de mi abuela.
Es curioso porque el repertorio de sandeces está hecho muy ad hoc del partido en el gobierno y pasa a prohibir punto por punto todos los actos que le han puesto en entredicho en los últimos años. Sin embargo, luego he seguido leyendo y me he quedado más tranquilo porque veo que se prohibe en buena medida la prostitución, que se perseguirá al Obispo de Granada por justificar la violencia contra la mujer; que se multará a todas esa nuevas generaciones que posan con símbolos de la patria no autorizados; que se atacará a quién haga apología del delito, como este; que se irá contra quienes no colaboren con la policía en la averiguación y prevención del delito (incluso borrando ordenadores de sus corruptos extesoreros) y finalmente se multará con 30.000 euros el maltrato animal... Ahora hay que cuantificar la cuota a pagar por banderilla, puya, rejón, espada o descabello. Y que viva la libertad de expresión promovida por este impulsivo liberalismo liberalizador.
Al día siguiente, en el mismo diario y con el mismo asombro y desconcierto leí la información sobre la llamada ley Fernández que el gobierno prepara para reforzar la seguridad nacional. Un montón de medidas represivas para acabar con cualquier tipo de protesta popular, con multas desmesuradas por conceptos tan abstractos como las ofensas a España, sus himnos, símbolos o emblemas. Pero lo peor de todo es que este gobierno tan liberal y liberalizador vuelve a saltarse a la torera la distinción de poderes y después de ningunear al legislativo, ahora vapulea al jurídico, quitándole las competencias sobre estos asuntos y dándoselas directamente a la policía. Vamos, que si un madero te ve tarareando "chunda chunda" mientras suena el himno nacional, te pueden caer 30.000 euros de multa. Tiemblo, porque si rastrean este blog voy a tener que hipotecar hasta las cenizas de mi abuela.
Es curioso porque el repertorio de sandeces está hecho muy ad hoc del partido en el gobierno y pasa a prohibir punto por punto todos los actos que le han puesto en entredicho en los últimos años. Sin embargo, luego he seguido leyendo y me he quedado más tranquilo porque veo que se prohibe en buena medida la prostitución, que se perseguirá al Obispo de Granada por justificar la violencia contra la mujer; que se multará a todas esa nuevas generaciones que posan con símbolos de la patria no autorizados; que se atacará a quién haga apología del delito, como este; que se irá contra quienes no colaboren con la policía en la averiguación y prevención del delito (incluso borrando ordenadores de sus corruptos extesoreros) y finalmente se multará con 30.000 euros el maltrato animal... Ahora hay que cuantificar la cuota a pagar por banderilla, puya, rejón, espada o descabello. Y que viva la libertad de expresión promovida por este impulsivo liberalismo liberalizador.
domingo, 1 de diciembre de 2013
BACK TO THE PAST
Mick Jagger tiene 70 años y va a ser bisabuelo a principios de año. La noticia me ha hecho gracia y me disponía a leerla o por lo menos a profundizar en las arrugas del Stone en una espeluznante foto, cuando ha sonado el teléfono. Es raro, porque a casa sólo llaman empresas que nos quieren estafar, pero siendo domingo nos parecía excesivo. El caso es que Montse ha descolgado el teléfono dispuesta a dar un berrido a la amable teleoperadora, cuando se ha percatado de que la llamada podía ser interesante. Y lo era. Mucho.
De repente, como si me hubiera metido entre las arrugas del tío Jagger, he viajado al pasado y me he detenido en los años sesenta, hace ahora medio siglo, cuando tuve el honor de nacer en el barrio de Chamberí. Mi padre acababa de terminar el mural de Arántzazu y mi madre arrancaba su carrera artística mientras criaba a a tres de sus hijos. Lo primero que hice fue darles un sustito, con un soplo de corazón que supongo que fue el que me provocó las secuelas en el cerebro que ahora padezco. También me he enterado de que fui bautizado el día en que mataron a Kennedy, algo que, como es lógico, me ha predispuesto a tener una cierta desconfianza hacia Dios. Es curioso porque ahora todos sabemos y comentamos de vez en cuando dónde estábamos el 11 de septiembre de 2001, pero nuestros padres hacían lo mismo con el asesinato de Kennedy y claro, los míos lo tenían fácil: empapándome la coronilla (de ahí deben venir las canas). Lo siguiente que he sabido es que mi primer viaje en solitario fue a Santibáñez el Alto, en las Hurdes extremeñas, donde me marché con la persona que en aquellos años más me quería (después de mis padres, claro).
Ella era la que estaba al otro lado del teléfono, Chon, la niñera que nos crió y nos cuidó en esos difíciles años sesenta, de quien mantengo un gratísimo recuerdo a pesar de que se marchó a vivir al pueblo hace ahora 45 años. Su llamada ha llenado un enorme vació, porque yo no tengo la suerte de mi hermano Lucio, que tiene más memoria que el ordenador de la CIA, y ella me ha refrescado y dado a conocer un montón de pasajes olvidados. Cuando la memoria está sólo hecha de fotografías y a falta de narradores (básicamente los padres) que te cuenten lo que pasó, el pasado empieza a ser un muro infranqueable y lleno de concertinas, más difícil de superar que el propio futuro.
Hoy Chon y su marido Bibiano me han ayudado a saltarlo y he prometido ir a verles para que me refresquen más detalles. Tranquilos que no os los contaré.
PD. De los cuatro hermanos de la foto, ya podéis imaginar que yo soy el cafre que está metido en el agua.
De repente, como si me hubiera metido entre las arrugas del tío Jagger, he viajado al pasado y me he detenido en los años sesenta, hace ahora medio siglo, cuando tuve el honor de nacer en el barrio de Chamberí. Mi padre acababa de terminar el mural de Arántzazu y mi madre arrancaba su carrera artística mientras criaba a a tres de sus hijos. Lo primero que hice fue darles un sustito, con un soplo de corazón que supongo que fue el que me provocó las secuelas en el cerebro que ahora padezco. También me he enterado de que fui bautizado el día en que mataron a Kennedy, algo que, como es lógico, me ha predispuesto a tener una cierta desconfianza hacia Dios. Es curioso porque ahora todos sabemos y comentamos de vez en cuando dónde estábamos el 11 de septiembre de 2001, pero nuestros padres hacían lo mismo con el asesinato de Kennedy y claro, los míos lo tenían fácil: empapándome la coronilla (de ahí deben venir las canas). Lo siguiente que he sabido es que mi primer viaje en solitario fue a Santibáñez el Alto, en las Hurdes extremeñas, donde me marché con la persona que en aquellos años más me quería (después de mis padres, claro).
Ella era la que estaba al otro lado del teléfono, Chon, la niñera que nos crió y nos cuidó en esos difíciles años sesenta, de quien mantengo un gratísimo recuerdo a pesar de que se marchó a vivir al pueblo hace ahora 45 años. Su llamada ha llenado un enorme vació, porque yo no tengo la suerte de mi hermano Lucio, que tiene más memoria que el ordenador de la CIA, y ella me ha refrescado y dado a conocer un montón de pasajes olvidados. Cuando la memoria está sólo hecha de fotografías y a falta de narradores (básicamente los padres) que te cuenten lo que pasó, el pasado empieza a ser un muro infranqueable y lleno de concertinas, más difícil de superar que el propio futuro.
Hoy Chon y su marido Bibiano me han ayudado a saltarlo y he prometido ir a verles para que me refresquen más detalles. Tranquilos que no os los contaré.
PD. De los cuatro hermanos de la foto, ya podéis imaginar que yo soy el cafre que está metido en el agua.
jueves, 28 de noviembre de 2013
¿DÓNDE ME SIENTO YO?
Mi pobre madre no entendía demasiado bien a qué me dedicaba yo y mucho menos lo comprendería si me viese en algunos momentos puntuales, aquellos, muchos, en los que la labor de un "eventero" es más parecida a la de un acomodador. Sí, así es, durante la semana pasada, mi vida y la de muchos compañeros de trabajo, pasó a ser la de un vulgar, aunque respetable, acomodador.
Creeréis que es mentira, pero el ser humano en general y el español en particular, tiene como principal inquietud vital saber dónde se va a sentar. Lo de comer, trabajar, estudiar o follar queda siempre en un segundo plano ante la angustiosa sensación de llegar a un acto, una gala, una cena, sin saber dónde te vas a sentar y si tus rivales de trabajo o tus enemigos políticos o algún ser inferior ocupa una silla mejor que la tuya.
No os podéis siquiera imaginar hasta dónde llega la estupidez del homo sapiens. Sirva como ejemplo el último de los grandes eventos que hemos organizado, un complejo acto lleno de personalidades y con unos requerimientos técnicos difíciles y un espacio escaso para la magnitud del acto. Resumiendo, se trataba de un tinglado bastante complicado, pero todas las dificultades quedaron en nada comparadas con los quebraderos de cabeza provocados por el deporte más competitivo que existe: el sitting.
Los importantes se rodean de sus estúpidos y presuntuosos gabinetes de protocolo que tienen que justificar su sueldo poniendo pegas: "mi presidente no puede sentarse detrás de nadie... mi presidente no puede estar al lado de Mengano... mi presidente no, mi presidente no, mi presidente no..." Y claro, los intereses de ese cretino chocan con los del mequetrefe que llega después a sentar a su "Vicealgo": "Mi vicealgo no puede sentarse aquí... mi vicealgo es más importante que su presidente... mi vicealgo no se sienta delante de Zutano...".
Pero peor que eso son los del siguiente escalón, los que no son importantes, pero se lo creen. Son los que llevan coderas porque desgastan todas las chaquetas en sus fratricidas guerras, esos para quienes nada importa el resultado del acto y sí se cumplen o no los objetivos marcados por la empresa o la institución; aquellos que no ven más allá de su propio ego, su jodida envidia y su deseo de que el rival profesional se caiga de bruces y se rompa la crisma y el esternón. Con esos, yo simplemente me río y con mi linterna de acomodador apagada escucho sus sabios argumentos: "Como es posible que el jefe de marketing esté en segunda fila y yo que soy gerente de operaciones, esté en cuarta, al mismo nivel que el supervisor de cuentas, el jefe de compras y el controler financiero. Esto no se va a quedar así". O los que acabado el evento se te acercan y en lugar de felicitarte, te dicen: "Muy mal, porque todavía no entiendo por qué me habéis sentado tan atrás".
Semos asín, un país de egos, de putos egos, de gente que no ve más allá de su ombligo, donde todos nos creemos el centro del mundo y a cada uno sólo le importa hablar de su libro. Que bien nos representaba Umbral con su frase.
Creeréis que es mentira, pero el ser humano en general y el español en particular, tiene como principal inquietud vital saber dónde se va a sentar. Lo de comer, trabajar, estudiar o follar queda siempre en un segundo plano ante la angustiosa sensación de llegar a un acto, una gala, una cena, sin saber dónde te vas a sentar y si tus rivales de trabajo o tus enemigos políticos o algún ser inferior ocupa una silla mejor que la tuya.
No os podéis siquiera imaginar hasta dónde llega la estupidez del homo sapiens. Sirva como ejemplo el último de los grandes eventos que hemos organizado, un complejo acto lleno de personalidades y con unos requerimientos técnicos difíciles y un espacio escaso para la magnitud del acto. Resumiendo, se trataba de un tinglado bastante complicado, pero todas las dificultades quedaron en nada comparadas con los quebraderos de cabeza provocados por el deporte más competitivo que existe: el sitting.
Los importantes se rodean de sus estúpidos y presuntuosos gabinetes de protocolo que tienen que justificar su sueldo poniendo pegas: "mi presidente no puede sentarse detrás de nadie... mi presidente no puede estar al lado de Mengano... mi presidente no, mi presidente no, mi presidente no..." Y claro, los intereses de ese cretino chocan con los del mequetrefe que llega después a sentar a su "Vicealgo": "Mi vicealgo no puede sentarse aquí... mi vicealgo es más importante que su presidente... mi vicealgo no se sienta delante de Zutano...".
Pero peor que eso son los del siguiente escalón, los que no son importantes, pero se lo creen. Son los que llevan coderas porque desgastan todas las chaquetas en sus fratricidas guerras, esos para quienes nada importa el resultado del acto y sí se cumplen o no los objetivos marcados por la empresa o la institución; aquellos que no ven más allá de su propio ego, su jodida envidia y su deseo de que el rival profesional se caiga de bruces y se rompa la crisma y el esternón. Con esos, yo simplemente me río y con mi linterna de acomodador apagada escucho sus sabios argumentos: "Como es posible que el jefe de marketing esté en segunda fila y yo que soy gerente de operaciones, esté en cuarta, al mismo nivel que el supervisor de cuentas, el jefe de compras y el controler financiero. Esto no se va a quedar así". O los que acabado el evento se te acercan y en lugar de felicitarte, te dicen: "Muy mal, porque todavía no entiendo por qué me habéis sentado tan atrás".
Semos asín, un país de egos, de putos egos, de gente que no ve más allá de su ombligo, donde todos nos creemos el centro del mundo y a cada uno sólo le importa hablar de su libro. Que bien nos representaba Umbral con su frase.
domingo, 24 de noviembre de 2013
DIEZ PLAYAS PARA ALUCINAR
Leí este espectacular titular en un periódico al comenzar el verano, y de cabeza me tiré a leerlo. Son interesantes reportajes en serie, que van haciendo sobre distintos temas y que con esos títulos enganchan mucho a los lectores. Ahora, además, lo pueden comprobar a través de sus páginas de internet y los medidores que indican cuáles son las noticias o reportajes más leídos o por lo menos, pinchados. Este artículo en cuestión se refería, como bien anunciaba, a algunas de las playas más flipantes de nuestra geografía, a calas pequeñitas, de difícil acceso, que nadie conoce y tienen un encanto especial. Así se supone que eran, hasta que llegó este brillante periodista, escribió su bonito reportaje y a cambio de su minuto de gloria convirtió esos paradisiacos parajes en algo similar a la estación de Metro de Sol. Perdón, de Vodafone Sol. El periódico ofrece un buen contenido a sus lectores, el periodista, que se ha marcado un viajecito de envidia, se cuelga su medallita y la pobre playa pierde de un plumazo la gran mayoría de esos encantos que se describían en el reportaje.
En el pueblo al que vamos los fines de semana (que en esta entrada no voy a mencionar), situado en un espectacular valle y con una atmósfera que transmite calma y bienestar, nos ocurre exactamente lo mismo. De repente hay un fin de semana que no paran de llegar coches, que entran, gritan debajo de las buitreras, tiran una bolsa de patatas al suelo y se marchan. Cuando nos preguntamos entre los vecinos el por qué de tanto trasiego, siempre hay alguno que nos saca de dudas: Es que ha salido el pueblo en El viajero de El País o en el especial de El Mundo o en no sé que programa de televisión. Entre los vecinos hay un locutor de radio y muchas veces le he escuchado hablar del pueblo en la radio, pero sin decir nunca el nombre ni dónde está.
No quiero con esto decir que la gente no tenga derecho a ir a nuestro pueblo o a las calas más recónditas, los rincones más especiales de las ciudades o los burdeles más limpios de la periferia, pero que venga el que de verdad tiene interés, no el que se acoge de manera indiscriminada al efecto llamada.
Ahora ha vuelto a crecer el tráfico de acceso al valle y no sabíamos muy bien el motivo, hasta que hemos descubierto una nueva señal en la carretera general. La clásica señal de vistas panorámicas con la imagen de una cámara de fotos antigua. De este mes no pasa... Parecerá un accidente.
En el pueblo al que vamos los fines de semana (que en esta entrada no voy a mencionar), situado en un espectacular valle y con una atmósfera que transmite calma y bienestar, nos ocurre exactamente lo mismo. De repente hay un fin de semana que no paran de llegar coches, que entran, gritan debajo de las buitreras, tiran una bolsa de patatas al suelo y se marchan. Cuando nos preguntamos entre los vecinos el por qué de tanto trasiego, siempre hay alguno que nos saca de dudas: Es que ha salido el pueblo en El viajero de El País o en el especial de El Mundo o en no sé que programa de televisión. Entre los vecinos hay un locutor de radio y muchas veces le he escuchado hablar del pueblo en la radio, pero sin decir nunca el nombre ni dónde está.
No quiero con esto decir que la gente no tenga derecho a ir a nuestro pueblo o a las calas más recónditas, los rincones más especiales de las ciudades o los burdeles más limpios de la periferia, pero que venga el que de verdad tiene interés, no el que se acoge de manera indiscriminada al efecto llamada.
Ahora ha vuelto a crecer el tráfico de acceso al valle y no sabíamos muy bien el motivo, hasta que hemos descubierto una nueva señal en la carretera general. La clásica señal de vistas panorámicas con la imagen de una cámara de fotos antigua. De este mes no pasa... Parecerá un accidente.
miércoles, 20 de noviembre de 2013
EL MENDIGO
Ayer viajé en Metro. Anoche dormí mal. Lo uno no es consecuencia de lo otro o sí. Reconozco que no soy fiel usuario del transporte público, porque vivo en las afueras, trabajo en Alcobendas y soy bastante vaguete. Pero ayer iba a un concierto al centro y no podía llegar tarde, así que aseguré con el Metro. Debería cogerlo más, es rápido, eficaz y una muy buena terapia para esa radiografía social que tanto me gusta hacer. Sin embargo, ayer me provocó un estado de inquietud y ansiedad que me impidió disfrutar del concierto y conciliar el sueño luego en casa; de hecho todavía estoy algo alterado.
Cuando iba charlando con mi hermano, entró en el vagón un hombre de mediana edad con un cartel de cartón pidiendo limosna y con la voz quebrada mendigó: "Por favor ayúdenme, no tengo trabajo y necesito algo para dar de comer a mi hija". Como en todos estos casos, por muchos que haya y por mucho que nuestra mente se anestesie contra el dolor ajeno, el mensaje te encoje todas las vísceras. En este caso es todavía más estremecedor el silencio posterior, la enorme tensión que se expande por el vagón, la huida de las miradas refugiándose en móviles, libros o tablets. Nadie se atreve a abrir el bolsillo, ni siquiera a cruzar sus ojos con los del "sin techo", hay miedo a saltarse el guión, a hacer algo distinto a los demás y la colectividad, la masa, siempre ha sido un buen refugio, una genial excusa. Además hay quien dice que no es buena la caridad, que no arregla nada y que provoca que surjan más y más casos; no es mal argumento para quedarte tranquilo mientras el desafortunado elemento se va perdiendo por el pasillo hacia la cola del tren.
Sin embargo, aquel hombre al que no miré y no ayudé, amparado en la voluntad mayoritaria, se me incrustó en la retina y subió hasta la mismísima raíz de la conciencia. Ya he dicho que no le miré de frente, pero noté que él sí lo hacía y cuando pasó ante mí, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo: "¡Coño!, a este tío le conozco, creo que es un periodista que venía a las carreras y que hace tiempo que no veo", le dije a mi hermano. Cuando quise reaccionar, con una angustia enorme, intenté buscarle en los vagones siguientes, pero ya no estaba en el tren. Una vez en casa llamé a otros periodistas, indagué en internet e inicié un plan para ayudar a este chico, un tipo normal al que por algún motivo la vida se le había torcido. No podemos permitirlo. Por suerte, al rato llegué a la conclusión de que todo era producto de mi imaginación y que mi amigo mantenía su trabajo y su "posición social". A pesar de ello no dormí bien porque aunque pronto volveré a encontrarle en alguna rueda de prensa, la experiencia de la tarde-noche de ayer me permitió sentir de cerca el dolor y la incomprensión que un ser humano puede sentir y que los demás sólo apreciamos cuando esa cara sin afeitar, esos ojos hundidos por la depresión y esas manos rudas de frío pueden ser las de alguien cercano. Ahora me gustaría abrazar a mi amigo y también, con más fuerza, a su pobre doble. Su doble pobre.
PD. La foto no tiene nada que ver con la historia, pero refleja angustia ¿a qué sí?
Cuando iba charlando con mi hermano, entró en el vagón un hombre de mediana edad con un cartel de cartón pidiendo limosna y con la voz quebrada mendigó: "Por favor ayúdenme, no tengo trabajo y necesito algo para dar de comer a mi hija". Como en todos estos casos, por muchos que haya y por mucho que nuestra mente se anestesie contra el dolor ajeno, el mensaje te encoje todas las vísceras. En este caso es todavía más estremecedor el silencio posterior, la enorme tensión que se expande por el vagón, la huida de las miradas refugiándose en móviles, libros o tablets. Nadie se atreve a abrir el bolsillo, ni siquiera a cruzar sus ojos con los del "sin techo", hay miedo a saltarse el guión, a hacer algo distinto a los demás y la colectividad, la masa, siempre ha sido un buen refugio, una genial excusa. Además hay quien dice que no es buena la caridad, que no arregla nada y que provoca que surjan más y más casos; no es mal argumento para quedarte tranquilo mientras el desafortunado elemento se va perdiendo por el pasillo hacia la cola del tren.
Sin embargo, aquel hombre al que no miré y no ayudé, amparado en la voluntad mayoritaria, se me incrustó en la retina y subió hasta la mismísima raíz de la conciencia. Ya he dicho que no le miré de frente, pero noté que él sí lo hacía y cuando pasó ante mí, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo: "¡Coño!, a este tío le conozco, creo que es un periodista que venía a las carreras y que hace tiempo que no veo", le dije a mi hermano. Cuando quise reaccionar, con una angustia enorme, intenté buscarle en los vagones siguientes, pero ya no estaba en el tren. Una vez en casa llamé a otros periodistas, indagué en internet e inicié un plan para ayudar a este chico, un tipo normal al que por algún motivo la vida se le había torcido. No podemos permitirlo. Por suerte, al rato llegué a la conclusión de que todo era producto de mi imaginación y que mi amigo mantenía su trabajo y su "posición social". A pesar de ello no dormí bien porque aunque pronto volveré a encontrarle en alguna rueda de prensa, la experiencia de la tarde-noche de ayer me permitió sentir de cerca el dolor y la incomprensión que un ser humano puede sentir y que los demás sólo apreciamos cuando esa cara sin afeitar, esos ojos hundidos por la depresión y esas manos rudas de frío pueden ser las de alguien cercano. Ahora me gustaría abrazar a mi amigo y también, con más fuerza, a su pobre doble. Su doble pobre.
PD. La foto no tiene nada que ver con la historia, pero refleja angustia ¿a qué sí?
domingo, 17 de noviembre de 2013
DIBUJOS ANIMADOS
Me pasó en verano, pero todavía me río cuando lo recuerdo. Mis hijos mayores jugaban a cosas de hijos mayores, vamos a lo mismo que hacen todos los chavales de su edad, es decir tiraban el móvil al aire y luego lo golpeaban con un bate de béisbol y se desternillaban al comprobar que el móvil salía ileso del golpe una y otra vez. Ni yo ni su madre nos dimos cuenta del estúpido juego hasta que empezaron a insultarse y amenazarse tras comprobar que en uno de los vuelos, el aparatito había volado demasiado alto y había caído en el canalón del tejado. La primera reacción, obvia, fue castigarles, regañarles, sermonearles, recordar a los niños de África y llamarles niños bobos, mimados y mal educados. Eso sí que fue como hacen todos los padres. Pero a continuación tuve que ponerme manos a la obra para recuperar el maldito cacharro antes que ver el angustioso espectáculo de los chicos gateando por el tejado.
Escalera de tres metros para asomarme a una claraboya, lanza telescópica de pintor con escobilla atada con cinta americana en el extremo para intentar barrer el canalón, frontal con linterna sobre la cabeza para intentar iluminar en la oscuridad, arnés casero para atarme a la ventana y evitar una defunción ridícula. Mi experiencia en el servicio militar por fin estaba sirviendo de algo y hasta creo que mis hijos empezaban a sentir cierta admiración por la destreza y valentía de su padre. La delicada operación se alargaba más de la cuenta porque el cacharro parecía engancharse en algún codo del canalillo y el bombero torero empezaba a ponerse nervioso. A ello también contribuía el pequeño Lucio que cada dos o tres minutos golpeaba la escalera desde abajo y decía: "Papá, puedes bajar un momento que te quiero enseñar una cosa..." Yo, sudando y cabreado, le gritaba una y otra vez: "Déjame en paz ahora, no ves que estoy liado y que me puedo caer..."
Los chicos desde abajo intentaban iluminar con otras linternas y orientarme para indicar dónde podía estar el puto móvil. Mi cabreo se multiplicaba por cada minuto que sumábamos al rescate y las posibilidades de encontrar al Samsung con vida eran casi nulas; pero lo peor de todo era la inoportunidad del peque pidiendo a cada momento que bajase: "Papá, que tengo una cosa para ti..." o "Papi, ven a mi cuarto que te vas a morir de risa" y luego "Papá deja ya de hacer el tonto en el tejado" Mi respuesta era cada vez más seca y amenazante porque no podía entender como un chavalín tan minúsculo pudiera ser tan sumamente pesado.
Agotado de pescar sin resultado, tiré la lanza, cerré la velux, recogí la escalera y me bajé dispuesto a montar un pollo explosivo, a no dejar títere con cabeza. Pero al bajar el último escalón y girarme, mi entrecejo fruncido se chocó con la carcajada de Lucio que me entregaba el móvil con una convincente explicación: "Papá, qué pesado eres, llevo dos horas diciéndote que bajes que tenía algo que enseñarte, es el móvil, que había caído en la terraza de mi cuarto." Quise matarle o besarle, pero sobre todo quería evaporarme, desaparecer de esa escena de dibujos animados tantas veces vista y nunca comprendida. No me molaba nada ser Homer Simpson.
Escalera de tres metros para asomarme a una claraboya, lanza telescópica de pintor con escobilla atada con cinta americana en el extremo para intentar barrer el canalón, frontal con linterna sobre la cabeza para intentar iluminar en la oscuridad, arnés casero para atarme a la ventana y evitar una defunción ridícula. Mi experiencia en el servicio militar por fin estaba sirviendo de algo y hasta creo que mis hijos empezaban a sentir cierta admiración por la destreza y valentía de su padre. La delicada operación se alargaba más de la cuenta porque el cacharro parecía engancharse en algún codo del canalillo y el bombero torero empezaba a ponerse nervioso. A ello también contribuía el pequeño Lucio que cada dos o tres minutos golpeaba la escalera desde abajo y decía: "Papá, puedes bajar un momento que te quiero enseñar una cosa..." Yo, sudando y cabreado, le gritaba una y otra vez: "Déjame en paz ahora, no ves que estoy liado y que me puedo caer..."
Los chicos desde abajo intentaban iluminar con otras linternas y orientarme para indicar dónde podía estar el puto móvil. Mi cabreo se multiplicaba por cada minuto que sumábamos al rescate y las posibilidades de encontrar al Samsung con vida eran casi nulas; pero lo peor de todo era la inoportunidad del peque pidiendo a cada momento que bajase: "Papá, que tengo una cosa para ti..." o "Papi, ven a mi cuarto que te vas a morir de risa" y luego "Papá deja ya de hacer el tonto en el tejado" Mi respuesta era cada vez más seca y amenazante porque no podía entender como un chavalín tan minúsculo pudiera ser tan sumamente pesado.
Agotado de pescar sin resultado, tiré la lanza, cerré la velux, recogí la escalera y me bajé dispuesto a montar un pollo explosivo, a no dejar títere con cabeza. Pero al bajar el último escalón y girarme, mi entrecejo fruncido se chocó con la carcajada de Lucio que me entregaba el móvil con una convincente explicación: "Papá, qué pesado eres, llevo dos horas diciéndote que bajes que tenía algo que enseñarte, es el móvil, que había caído en la terraza de mi cuarto." Quise matarle o besarle, pero sobre todo quería evaporarme, desaparecer de esa escena de dibujos animados tantas veces vista y nunca comprendida. No me molaba nada ser Homer Simpson.
jueves, 14 de noviembre de 2013
BASURA PRIVADA
Sacyr obtuvo un beneficio en la primera parte de este año de 103,9 millones de euros; OHL en el primer semestre ganó 148,3 millones; Ferrovial es el campeón de ganancias con 485 millones y los pobres de FCC que llevaban un tiempo sin beneficios, han pegado un pelotazo al vender el 8% a Bill Gates. Vaya, no parece que estén muy tocadas las que debían ser principales víctimas de la famosa burbuja, que ellos mismos y la administración habían hinchado.
No sé si os habéis fijado, pero esas son las cuatro empresas que tienen contrato con el ayuntamiento de Madrid como concesionarios de los servicios de recogida de basuras y limpieza de nuestra podrida capital. Esas son las cuatro empresas que amenazan con despedir, bajar los sueldos y recortar a diestro y siniestro los derechos de unos trabajadores que ya de por sí tienen uno de los trabajos peor pagados y más denigrantes de nuestra sociedad. De esa forma conseguirán rentabilizar el contrato, a pesar de las duras condiciones que ha impuesto el ayuntamiento en el último pliego. El resultado será que las cuentas del consistorio mejorarán porque seguirá cobrando el impuesto a los ciudadanos y cada vez pagará menos a las empresas y estas mejorarán cada año su beneficio, reduciendo costes de personal. Los dos ganan y que pierdan los trabajadores y los ciudadanos, de eso se trata. Es lo que se lleva.
La imagen es lamentable, el perjuicio a la ciudad mucho mayor de lo que cuantifican, el insulto a los vecinos no tiene nombre y la criminalización de los huelguistas es la vieja excusa para eludir responsabilidades (eso no quita que condene a los violentos y a los piquetes que impiden el cumplimiento de los servicios mínimos). Pero esto es lo que hemos comprado, esto es lo que la gran mayoría de los españoles defiende, el fruto del neoliberalismo privatizador. Lo público es malo, es comunista, lleva al deficit y la corrupción; lo privado es eficaz, es eficiente, es moderno y transparente. Síiiiiiiiiiiiii, ¡unos cataplines!
Lo ocurrido con la basura de Madrid es sólo un anticipo de lo que va a pasar con tanto servicio social privatizado, no os quepa ninguna duda. Las autopistas privadas no son rentables: ya está trabajando el gobierno para buscar fórmulas que les den dinero; las eléctricas no tienen bastantes ingresos: ya se crea una tasa para penalizar la energía solar; que el hospital de Soria no es rentable, pues se cierra o que venga el gobierno de turno a rescatarlo. Eso es la privatización, beneficio para las empresas y perdidas para el Estado, que ya se encarga de trasladar a los ciudadanos.
Esta es la basura de sistema que nos proponen y nos imponen. Pero no diremos nada, ni llevaremos nuestra bolsa de mierda delante del ayuntamiento, ni dejaremos de pagar nuestra tasa de recogida de residuos. Nos tratan como basura... Quizás lo seamos.
No sé si os habéis fijado, pero esas son las cuatro empresas que tienen contrato con el ayuntamiento de Madrid como concesionarios de los servicios de recogida de basuras y limpieza de nuestra podrida capital. Esas son las cuatro empresas que amenazan con despedir, bajar los sueldos y recortar a diestro y siniestro los derechos de unos trabajadores que ya de por sí tienen uno de los trabajos peor pagados y más denigrantes de nuestra sociedad. De esa forma conseguirán rentabilizar el contrato, a pesar de las duras condiciones que ha impuesto el ayuntamiento en el último pliego. El resultado será que las cuentas del consistorio mejorarán porque seguirá cobrando el impuesto a los ciudadanos y cada vez pagará menos a las empresas y estas mejorarán cada año su beneficio, reduciendo costes de personal. Los dos ganan y que pierdan los trabajadores y los ciudadanos, de eso se trata. Es lo que se lleva.
La imagen es lamentable, el perjuicio a la ciudad mucho mayor de lo que cuantifican, el insulto a los vecinos no tiene nombre y la criminalización de los huelguistas es la vieja excusa para eludir responsabilidades (eso no quita que condene a los violentos y a los piquetes que impiden el cumplimiento de los servicios mínimos). Pero esto es lo que hemos comprado, esto es lo que la gran mayoría de los españoles defiende, el fruto del neoliberalismo privatizador. Lo público es malo, es comunista, lleva al deficit y la corrupción; lo privado es eficaz, es eficiente, es moderno y transparente. Síiiiiiiiiiiiii, ¡unos cataplines!
Lo ocurrido con la basura de Madrid es sólo un anticipo de lo que va a pasar con tanto servicio social privatizado, no os quepa ninguna duda. Las autopistas privadas no son rentables: ya está trabajando el gobierno para buscar fórmulas que les den dinero; las eléctricas no tienen bastantes ingresos: ya se crea una tasa para penalizar la energía solar; que el hospital de Soria no es rentable, pues se cierra o que venga el gobierno de turno a rescatarlo. Eso es la privatización, beneficio para las empresas y perdidas para el Estado, que ya se encarga de trasladar a los ciudadanos.
Esta es la basura de sistema que nos proponen y nos imponen. Pero no diremos nada, ni llevaremos nuestra bolsa de mierda delante del ayuntamiento, ni dejaremos de pagar nuestra tasa de recogida de residuos. Nos tratan como basura... Quizás lo seamos.
martes, 12 de noviembre de 2013
CINCUENTA TACOS
Coño, puta, cabrón, gilipollas, mendrugo, lerdo, capullo,
zorra, bastardo, memo, mierda, ostia, leches, diantres, joder, cojones, huevos,
chumi, caca, chocho, imbécil, idiota, tontolaba, forraboinas, mequetrefe,
apollardao, jodio, recórcholis, pardiez, payaso, bobo, tontaina, pichafloja,
malaje, cantamañanas, baboso, bobo, calzonazos, cipote, mentecato, zopenco, pajote, bujarrón, cornudo, pedo, cagada, mear, lefa, baboso, cenutrio, mastuerzo... ¡Cincuenta tacos!
PD. Ya sé que esperabais una entrada más profunda, pero yo hoy
necesitaba rejuvenecer mi mente, volver a mi infancia... Soy así de tontopolla.
domingo, 10 de noviembre de 2013
El OKUPA
Uno se levanta un domingo después de haber dormido por encima de sus posibilidades, baja a desayunar y se encuentra en el salón a un tipo muy alto, espigado, desdentado, con perilla, descalzo y maloliente, hablando en inglés con tus hijos. El extraño elemento, educado, eso sí, se levanta y se presenta: "Hola, tú debes ser Diego, encantado, ¿no tendrás una guitarra?". Por supuesto que sí, le dejo la guitarra y me siento a mojar galletas, mientras mi desconocido invitado canta canciones de Dylan a mis hijos y sobrinos.
Hasta ahí me hacía gracia la situación, incluso cuando me contó su vida y me confesó que vivía en una cueva y que le gustaba estar solo para meditar y limpiarse. Cuando se me cruzaron ya los cables y decidí dar portazo a la estrambótica situación fue cuando mi hijo pequeño me miró con desprecio y me dijo "Papá, me lo paso mucho mejor con él que contigo". Obviamente me ofendió y me hirió, así que decidí dar carpetazo al tema, invitar al okupa dominical a cambiar de aires y dedicar mi tiempo a entretener al enano; claro está que antes le expliqué todo aquello de no ir con desconocidos, no aceptar caramelos de tipos raros...
Como Diego se ha vuelto a accidentar y tiene un hombro maltrecho; Martín va por el segundo de los diecinueve problemas de matemáticas y Montse se ha subido a caminar por el monte, sólo quedo yo o el menda este para acompañar a Lucito a su circuitillo de bicis. Hecho, allá voy, vas a ver con quién te lo pasas mejor.
Hasta ahí me hacía gracia la situación, incluso cuando me contó su vida y me confesó que vivía en una cueva y que le gustaba estar solo para meditar y limpiarse. Cuando se me cruzaron ya los cables y decidí dar portazo a la estrambótica situación fue cuando mi hijo pequeño me miró con desprecio y me dijo "Papá, me lo paso mucho mejor con él que contigo". Obviamente me ofendió y me hirió, así que decidí dar carpetazo al tema, invitar al okupa dominical a cambiar de aires y dedicar mi tiempo a entretener al enano; claro está que antes le expliqué todo aquello de no ir con desconocidos, no aceptar caramelos de tipos raros...
Como Diego se ha vuelto a accidentar y tiene un hombro maltrecho; Martín va por el segundo de los diecinueve problemas de matemáticas y Montse se ha subido a caminar por el monte, sólo quedo yo o el menda este para acompañar a Lucito a su circuitillo de bicis. Hecho, allá voy, vas a ver con quién te lo pasas mejor.
El Okupa inglés se quedó en medio del pueblo haciendo una fogata y yo, salto para aquí, salto para allá en un disputado pique con el mocoso de 7 años que ya mete unos vuelos considerables. Cuando ya estaba a punto de romperme la crisma, el canijo volvió a desencajarme el rostro con otra provocación: "Papi, tú no saltas casi porque pesas mucho más que yo,
cuando adelgaces saltarás más".
Y aquí estoy preparándome una ensaladita para bajar unos kilitos. ¡Me cago en su padre!... Y en el del Okupa.
Y aquí estoy preparándome una ensaladita para bajar unos kilitos. ¡Me cago en su padre!... Y en el del Okupa.
miércoles, 6 de noviembre de 2013
EL CHULAPO
Nunca había ido a la zarzuela ni tenía la más mínima intención de hacerlo. Aunque me gusta la ópera, la zarzuela siempre me ha provocado un cierto rechazo, como la mayoría de las costumbres y sellos folclóricos de esta ciudad que tanto me gusta y quiero, llamada Madrid. Sí, soy madrileño de los que presumen de ello, me encuentro más a gusto paseando por la calle Espoz y Mina que por los senderos del Yosemite, soy urbanita y Madrid tiene una magia especial de la que muy pocas ciudades pueden presumir. Sin embargo, no puedo con el rollito chulapo chulesco madrileño, ni con el chotis, ni con los entresijos y gallinejas, ni con la verbena, ni con San Isidro, ni con Florentino, ni con Mrs. Bottle... Vale que son parte de nuestra cultura, pero creo que el valor añadido que aportan a la identidad madrileña crea más rechazo que simpatía y nos confieren un toque de ciudad casposa del que poco a poco hay que liberarse.
Eso son prejuicios o lo eran, porque la semana pasada tuve ocasión de acudir al Teatro de la Zarzuela a ver la Verbena de la Paloma y quedé absolutamente maravillado con el espectáculo, por su calidad musical, su divertido argumento y el constante ajetreo de actores en el escenario. Reconozco que me costó mucho no tararear en voz alta y que desde entonces canto todos los días en la ducha lo del mantón de la China-na-na, Chi-na-na... Claro está que tenía alguna otra excusa de peso para estar entusiasmado con el show: la escenografía de la zarzuela estaba realizada tomando como base cuadros de mi madre y lo que podía haber sido anecdótico, he de reconocer que llegó a emocionarme. No he conocido a nadie más madrileño que a ella y sin duda supo transmitir esa pasión, pero tampoco la recuerdo nunca escuchando zarzuela e imagino su cara de sorpresa si hubiese llegado a ver esta representación. Dijo Camilo José Cela que Amalia Avia era la pintora de las ausencias, porque sus cuadros mostraban lugares con mucha vida vivida, pero sin ella, y esto fue lo que me resultó más chocante y conmovedor en la zarzuela: ver abrirse las puertas de los balcones y asomarse jovencitas cantando; novios apoyados en las destartaladas farolas o señales de prohibido aparcar; tabernas repletas de clientes... De repente las obras de Amalia Avia recuperaron sus presencias, regresaron a la vida, la misma que tenía su autora, la persona más vital del mundo.
Todo este homenaje a Amalia Avia se lo debemos y agradecemos al director de escena, José Carlos Plaza, y podéis verlo hasta el domingo en el Teatro de la Zarzuela. Yo le agradezco también mi reconciliación con la zarzuela y los chulapos madrileños. Ya me siento uno de ellos.
Eso son prejuicios o lo eran, porque la semana pasada tuve ocasión de acudir al Teatro de la Zarzuela a ver la Verbena de la Paloma y quedé absolutamente maravillado con el espectáculo, por su calidad musical, su divertido argumento y el constante ajetreo de actores en el escenario. Reconozco que me costó mucho no tararear en voz alta y que desde entonces canto todos los días en la ducha lo del mantón de la China-na-na, Chi-na-na... Claro está que tenía alguna otra excusa de peso para estar entusiasmado con el show: la escenografía de la zarzuela estaba realizada tomando como base cuadros de mi madre y lo que podía haber sido anecdótico, he de reconocer que llegó a emocionarme. No he conocido a nadie más madrileño que a ella y sin duda supo transmitir esa pasión, pero tampoco la recuerdo nunca escuchando zarzuela e imagino su cara de sorpresa si hubiese llegado a ver esta representación. Dijo Camilo José Cela que Amalia Avia era la pintora de las ausencias, porque sus cuadros mostraban lugares con mucha vida vivida, pero sin ella, y esto fue lo que me resultó más chocante y conmovedor en la zarzuela: ver abrirse las puertas de los balcones y asomarse jovencitas cantando; novios apoyados en las destartaladas farolas o señales de prohibido aparcar; tabernas repletas de clientes... De repente las obras de Amalia Avia recuperaron sus presencias, regresaron a la vida, la misma que tenía su autora, la persona más vital del mundo.
Todo este homenaje a Amalia Avia se lo debemos y agradecemos al director de escena, José Carlos Plaza, y podéis verlo hasta el domingo en el Teatro de la Zarzuela. Yo le agradezco también mi reconciliación con la zarzuela y los chulapos madrileños. Ya me siento uno de ellos.
domingo, 3 de noviembre de 2013
RELAXING CUP
Cada cual tiene su propia definición de relax, su rincón
favorito, su momento inviolable. Para un servidor es la “mientrasiesta” sentado
en una butaca, elevado sobre las copas de los nogales y los chopos del valle
del río Salado, con un vaso de vino en una mano, un cigarro en la otra y un
buen libro sobre las rodillas; en este caso “Los hijos de los días”, de Eduardo
Galeano, consigue removerme la conciencia con su disparatado e irónico
repertorio de injusticias históricas. Las nubes, de evolución diurna, dan paso,
cada dos o tres minutos, a un solecito otoñal que me adormece y me recalca que
estoy en la gloria. Un paraíso sólo perturbado por la propia naturaleza, por
las avispas asesinas que vuelan a mi alrededor, por el viento que sacude las
hojas y me despierta, por los pájaros o el gallo de la molinera o incluso por
los perros de algún vecino que ladran. Vale, también son animales, pero no los
identifico con el entorno natural, para mí, los perros son un invento humano, algo
artificial.
El caso es que ese momento de relax no se cambia por nada y
uno lo alarga todo lo que puede intentando limpiar la mente de los agobios
semanales, del estrés laboral o la penitencia de los deberes. Las neuronas y
los pulmones se limpian de ese aire urbano que mata poco a poco (un amigo
vigoréxico o naturópata o macrobiótico me enseñó una vez que en estas
situaciones hay que hacer un esfuerzo por expulsar todo el aire que tienes en
los pulmones para sacar pequeñas bolsas que se quedan permanentemente dentro y
así renovar el depósito con aire puro y conseguir el relax total, así que
cuando nadie me ve, procedo); los oídos se desprenden del soniquete de la radio
o la televisión emitiendo malrrollismo diario; ni siquiera hay wifi que te
recuerde los greatest hits de Montoro o los veredictos de algún juez superstar.
Nada, sólo el campo, con su flora, su fauna y los amigos, que en breve
aparecerán para romper todos tus sanos propósitos de adelgazar.
Esto es vida, pienso, mientras escucho a un grupo de niñas
que se acerca por el camino cantando un rap, cierro el libro y escucho atónito:
“Re-re-re, relaxing cup of café con leche, in Plaza Mayor, in Plaza Mayor, in
Plaza Mayor, re-re-re-relaxing cup...”
Suelto una carcajada y regreso a la triste realidad.
martes, 29 de octubre de 2013
MIL CUATRO, DÍGAME
Buenos días, soy Tania, le hablo desde el centro MoviStar de
Toledo y voy a hacer todo lo posible por ayudarle, le importaría decirme su
nombre y DNI para dirigirme a usted?. Hola Tania, soy Diego, mi DNI es el
10041004 y te hablo desde el móvil porque no tengo teléfono en casa y llevo dos
meses y medio intentando que me lo pongáis. Llamo todos los días a este número
y conozco a todas y cada una de tus compañeras en los centros de Toledo, León y
Santander: Vanessa, Evelín, Marta, Olga, Genoveva y Camino. Cada una tiene un
nombre distinto y cada una me ha contado una historia distinta para explicarme
por qué no me hacían algo tan sencillo como un traslado de línea. Me habéis
dicho primero que en cuatro o cinco días estaría todo resuelto, luego que se
retrasaría porque era agosto, después que no era posible mantener el mismo
número, luego que sí, más tarde que no se puede hacer traslado y que tengo que
hacer una baja y luego un alta, después que devuelva el router, al día
siguiente que ¿por qué he devuelto el router?, al cumplir un mes de la petición
que borrabais el expediente y empezabais de nuevo, incluso me habéis llegado a
asegurar que hace tiempo que los técnicos estuvieron en casa y me hicieron la
instalación y yo sigo aquí sin línea, desesperado, aguantando el chaparrón de
mis hijos que tienen un agudo síndrome de abstinencia de YouTube. He intentando
poner una reclamación en Internet, pero el sistema está muy bien desarrollado
para que a los que somos un poco cortitos nos sea imposible quejarnos; también
he ido a la cojotienda que tenéis en Gran vía y me han dicho que no pueden
hacer nada, que los traslados los lleváis las amables máquinas y desinformadas
chicas del 1004. He pedido hablar con un superior, con alguien que sepa cómo
funciona esto, con ese con el que habláis cada vez que me dejáis ocho minutos escuchando
una insoportable sintonía, pero no me lo permitís. Sólo quiero ser vuestro cliente,
que me cobréis una pasta por mis llamadas y mis mails, que me llaméis todos los
días a la hora de la cena para ofrecerme Imagenio... pero no lo consigo. Porfa,
le puedes decir a César Alierta que se ponga, a ver si me echa una mano o por
lo menos si me puedo desahogar explicándole cuan caótico es el servicio de
atención al cliente de su compañía, lo complejo que es hacer algo sencillísimo,
la inutilidad de su entramado informático y sus sistemas de gestión…
(tu-tu-tu-tu-tu-tu…) Tania, Tania, ¡Taaaaania!
En Movistar trabajamos para hacerle la vida más fácil, por
favor marque del 0 al 9 el nivel de satisfacción con el servicio recibido…
PD. Mañana os pondré una entrada identica a esta pero cambiando lo de Movistar por Gas Natural... Bueno, os perdono.
PD. Mañana os pondré una entrada identica a esta pero cambiando lo de Movistar por Gas Natural... Bueno, os perdono.
domingo, 27 de octubre de 2013
¡VIVA EL PAPA!
Acabo de romper los esquemas a más de uno. A conciencia lo
hago. ¿Por provocar?, no, por ser justo. Nunca antes, en el transcurso de las
cinco últimas décadas, me había sentido tan cerca de la Iglesia Católica, lo
cual tampoco es para tirar cohetes porque aún sigo bastante, pero que bastante,
lejos. Todo lo lejos que un ateo puede estar de una iglesia, mucho.
Sin embargo he de reconocer que el nuevo Papa me ha
sorprendido positivamente con casi todas sus declaraciones. Mira que venía
precedido de ciertas dudas o nebulosas por su pasividad frente a la dictadura
argentina, pero todos los pasos que ha dado, desde que la plaza de San Pedro se
llenó de humo blanco, han sido, cuando menos, esperanzadores. Vale que para mi el
pope no es mi líder de opinión, pero para mucha gente sí lo es y sus
comentarios, críticas o consejos pueden marcar positiva o negativamente el
devenir de este mundo, cruel, por cierto.
Veníamos de un túnel. Los últimos pontífices se dedicaban a
leer la cartilla a los políticos y a regañar a los infieles por asuntos
intrascendentes, dando la espalda a los grandes problemas de la sociedad. Era
más importante la evangelización que la erradicación de la pobreza; la
castidad, que el sida; el matrimonio hetero, que la pederastia… Sus problemas y
pecados quedaban siempre escondidos bajo una rancia y sospechosa sotana.
Y en esas llegó Francisco dando una lección de lo que su
cargo significa y sacando a relucir ese papel "buenista" que se espera de una religión. Su viaje a Lampedusa, sus palabras de indignación y acusación
ante el drama de los inmigrantes, su reconocimiento de culpas y malas prácticas
en la iglesia, su recomendación para centrar el tiro en lo realmente relevante
y ser más permisivo con las nimiedades, su incisiva crítica a la sociedad
capitalista, su rápida intervención para quitar de en medio al obispo opulento… Han sido una serie de gestos muy por encima de lo esperado en ese
estamento, pero, en mi opinión, de gran inteligencia, porque para evangelizar y
evitar la estampida de católicos, hay que lanzar mensajes más tolerantes y
constructivos que las amenazantes reprimendas anacrónicas a las que nos tenían
acostumbrados los Caminos y Roucos de turno.
Muchos creen que no durará mucho, que la curia le hará la
vida imposible o se le atragantará un café de forma accidental, pero mientras
siga en esta línea, ¡Viva el Papa!, aunque me cueste.
PD.El retablo de la foto es original de la iglesia de Santamera (Guadalajara), pero el obispado se lo llevó a Trillo, donde hay más fieles.
PD.El retablo de la foto es original de la iglesia de Santamera (Guadalajara), pero el obispado se lo llevó a Trillo, donde hay más fieles.
jueves, 24 de octubre de 2013
HACHETETEPEBARRABARRA HA VUELTO
Nos hemos mudado. De ahí el apagón. Acabar la reforma,
después de nueve meses de obras y de sobredosis de fontaneros, electricistas,
carpinteros, cerrajeros, arquitectos, aparejadores o taxidermistas... ha
sido un parto sangriento. No entro en detalles, los imagináis, sólo os transmito la
satisfacción de haber concluido la que espero sea última obra de mi vida y
haber contribuido a reflotar el maltrecho sector de la construcción. Montoro, nos debes unas.
En teoría era una mudanza sencilla, de una casa a la de al
lado. Del presente al pasado para convertirlo en futuro. Qué cursilada, pero
cierta, pues tras veinte años fuera de la choza de mis padres, he regresado
para quedarme. Una sensación curiosa y cálida: una casa nueva sobre la base de
la de toda la vida; pues eso el futuro construido sobre el pasado.
Se mezclan emociones, la alegría de los niños ante la
novedad y descubriendo cada rincón de la nueva vivienda, contrasta con la
desesperación de los hermanos Karamazov al regresar al mismo estante de la
librería en el que habían estado durante 40 años. El estudio cambia de cuadros,
de estilo, de ruido… Donde estaba la ducha está la cama, lo que era puerta
ahora es ventana, la nevera está donde el horno y el pasillo ha sido
privatizado. Todo es distinto, pero la casa es la misma, con todo lo bueno y
creo que nada de lo malo. Bueno, sí, las ausencias.
Por eso hoy, con el taladro aún caliente, los riñones
doloridos de mover cajas y las manos resecas de limpiar tanta mierda, podemos
dar por concluida la mudanza (por cierto, os recomiendo a los Hermanos
Moraleda, qué manera de subir y bajar pianos, cuadros, muebles y cajas repletas
de pasado).
Así que ahora, que estamos mudaditos y que los amables
señores de Telefónica han conseguido realizar el traslado de la línea, setenta y
seis días y ochocientas llamadas después de mi solicitud, procedo a reinaugurar
este insigne e insignificante blog con el mismo espíritu con que fue creado: lo
que salga de los huevos, cuando salga de los huevos.
jueves, 22 de agosto de 2013
EL OTOÑO ÁRABE
Egipto se desangra. En Siria ya ni siquiera les queda una gota. La primavera árabe se prometía feliz. La enorme fuerza de la globalización, la digitalización y las redes sociales iban a conseguir cambiar la parte más conflictiva del mundo en apenas unas semanas. Un tuit, otro tuit, una protesta, una mani y los dictadores caen en cascada, después se convocan elecciones para que las urnas se llenen de votos de esperanza y la democracia florezca por todas partes, la gente sea feliz y salga a la calle a comprar en H&M y a tomar helados Hagen Dasz. Qué bonito era todo y que bien sonaba: "La Primavera Árabe".
Como campaña de márketing no tenía precio, todo el mundo enloquecía con el lanzamiento y expansión de nuestro falso concepto de democracia, sin tener en cuenta el escenario, ni las circunstancias, ni el tempo... Aaaay, el tempo.
El malo estaba detectado, era el dictador de turno, ese que nos había servido durante tantos años como aliado y había mantenido controlado tan insensato y peligroso barrio, en una prórroga del imperialismo colonial. Ahora ya sobraba, era el malo, el enemigo público, el torturador y asesino; mucho habíamos tardado en darnos cuenta. A partir de entonces es sencillo, se envían contenedores y contenedores de armas y se deja que se maten entre ellos y acaben con el tirano; un medieval sistema que nunca falla. Se publica la foto del malo ahorcado, tiroteado o enchironado y se envían cargamentos de urnas y unos cuantos observadores. Yo, de mayor, quiero ser observador. Y ya lo hemos conseguido, hemos logrado que ellos, los otros, voten libremente como nosotros, pero ¡ay mamma mía!, qué ocurre cuando votan lo que no nos gusta... ya no mola la democracia.
Ocurrió en Argelia en 1992, ya estaban listos y maduros para la democracia, votaron y salió lo que no nos gustaba, los islamistas, golpe de estado, conflicto, guerra, terrorismo y a tomar por saco la democracia. La lección sirvió de poco y el error se ha vuelto a cometer por doquier, hasta el punto de que si analizamos uno a uno todos los países envueltos en la maldita primavera, todos están peor de lo que estaban. No tienen dictador, pero lo han cambiado por sangre, guerras, armas y ausencia de derechos y además han espantado uno de sus principales recursos económicos que era el turismo.
La jugada ha salido mal y la encruciada es complejísima lo mires por donde lo mires. Si apoyas a los rebeldes y defiendes la democracia se imponen los temidos islamistas, pero si intentas combatirlos, lo hacen los tiranos, los ejercitos, el miedo y la represión. Occidente tiene pánico a los Hermanos Musulmanes (a mí me suena igual de desquiciado lo de los Legionarios de Cristo) y teme alimentar el integrismo, darle fuerza a Al Qaeda en toda la zona y acorralar a Israel en un polvorín. Por eso está dando marcha atrás en su impulso de la primavera y la está convirtiendo en otoño, aunque Mubarak salga de la cárcel o El Asad siga a sus anchas.
Si lo que queremos es seguir con esta colonizadora globalización y que todo el mundo sea igual, que los países sean iguales y piensen igual y tengan las mismas tiendas y voten a sus Marianos de turno, habrá que cambiar de estrategia. El norte de África y Oriente Medio requieren de una política muy distinta, con otro tempo, con el soporte de la economía y la educación, para evitar que la religión lo sea todo, como suele serlo en todos los lugares donde manda la miseria. La primavera llegará, pero no sin pasar por un invierno de transición y proceso constituyente y no este sistema ancestral de regalar armas y urnas.
Como campaña de márketing no tenía precio, todo el mundo enloquecía con el lanzamiento y expansión de nuestro falso concepto de democracia, sin tener en cuenta el escenario, ni las circunstancias, ni el tempo... Aaaay, el tempo.
El malo estaba detectado, era el dictador de turno, ese que nos había servido durante tantos años como aliado y había mantenido controlado tan insensato y peligroso barrio, en una prórroga del imperialismo colonial. Ahora ya sobraba, era el malo, el enemigo público, el torturador y asesino; mucho habíamos tardado en darnos cuenta. A partir de entonces es sencillo, se envían contenedores y contenedores de armas y se deja que se maten entre ellos y acaben con el tirano; un medieval sistema que nunca falla. Se publica la foto del malo ahorcado, tiroteado o enchironado y se envían cargamentos de urnas y unos cuantos observadores. Yo, de mayor, quiero ser observador. Y ya lo hemos conseguido, hemos logrado que ellos, los otros, voten libremente como nosotros, pero ¡ay mamma mía!, qué ocurre cuando votan lo que no nos gusta... ya no mola la democracia.
Ocurrió en Argelia en 1992, ya estaban listos y maduros para la democracia, votaron y salió lo que no nos gustaba, los islamistas, golpe de estado, conflicto, guerra, terrorismo y a tomar por saco la democracia. La lección sirvió de poco y el error se ha vuelto a cometer por doquier, hasta el punto de que si analizamos uno a uno todos los países envueltos en la maldita primavera, todos están peor de lo que estaban. No tienen dictador, pero lo han cambiado por sangre, guerras, armas y ausencia de derechos y además han espantado uno de sus principales recursos económicos que era el turismo.
La jugada ha salido mal y la encruciada es complejísima lo mires por donde lo mires. Si apoyas a los rebeldes y defiendes la democracia se imponen los temidos islamistas, pero si intentas combatirlos, lo hacen los tiranos, los ejercitos, el miedo y la represión. Occidente tiene pánico a los Hermanos Musulmanes (a mí me suena igual de desquiciado lo de los Legionarios de Cristo) y teme alimentar el integrismo, darle fuerza a Al Qaeda en toda la zona y acorralar a Israel en un polvorín. Por eso está dando marcha atrás en su impulso de la primavera y la está convirtiendo en otoño, aunque Mubarak salga de la cárcel o El Asad siga a sus anchas.
Si lo que queremos es seguir con esta colonizadora globalización y que todo el mundo sea igual, que los países sean iguales y piensen igual y tengan las mismas tiendas y voten a sus Marianos de turno, habrá que cambiar de estrategia. El norte de África y Oriente Medio requieren de una política muy distinta, con otro tempo, con el soporte de la economía y la educación, para evitar que la religión lo sea todo, como suele serlo en todos los lugares donde manda la miseria. La primavera llegará, pero no sin pasar por un invierno de transición y proceso constituyente y no este sistema ancestral de regalar armas y urnas.
lunes, 12 de agosto de 2013
ROBO EN EL CAJERO
Los domingos por la tarde, aunque sea en agosto, uno tiene por costumbre llevar las botellas al contenedor de vidrio, el papel al del cartón y la ropa vieja al de ropa vieja (que no tiene nada que ver con el cocido). Parece muy obvia la distinción, pero es que entre mis vecinos sigue habiendo muchos que confunden cristal, con papel, con plástico, con látex o con mondas de melón.
Después de tan entretenido plan, al que no consigo sumar ni un solo ayudante, acudo al cajero para rellenar la cartera para la semana. En este caso el cajero es de BBVA, que no es mi banco ni lo será nunca. Me saluda muy táctil él, le introduzco mi plástico hasta el fondo, me ofrece opciones, le pido pasta y le susurro mis números secretos, me intenta vender un producto financiero, le mando al garete... Espero con mi mano extendida para coger los billetes, pero no salen: "Su operación se está procesando" y espero y sigue procesando y espero y pasan diez minutos y desespero y llamo al "nuevecerodos" y sin pedir perdón me dan instrucciones. Espero veinte minutos a que el informático de guardia del domingo de agosto por la noche (todo un lince) reinicie el cajero. Sudo. Cajero reiniciado, tarjeta no sale, se la ha apropiado; pasta, por supuesto, tampoco.
Llamo de nuevo a "nuevecerodos", le atiende Cristina, ni perdón ni leches: "tiene usted que llamar a su banco para que le anulen la tarjeta y nosotros mañana por la mañana la destruiremos"... Así de facilito: tu ordenador se cuelga, me birla la tarjeta, me la haces añicos y yo me encargo de anular la vieja, pedir y pagar una nueva y cambiar todas las domiciliaciones que pagaba con ella.
Cómo mola, estas deben ser las famosas leyes del mercado, ellos tienen tu dinero y tu eres tonto. Así que llamo a mi banco, anulo mi tarjeta y el operario me pregunta amablemente por la causa de la anulación: "¿Robo o extravío?"... Y yo dejo la respuesta en el aire: "Yo no he extraviado nada..."
Me despido del cajero con una "barcenesca" peineta mirando a cámara y sudoroso salgo a la calle. Una señora paseando al perro se me acerca a preguntar si funciona la puta máquina expendedora de billetes, le digo que NO, mientras su perro salchicha me lame la pantorrilla. Y todavía no entendéis por qué odio a los perros...
Después de tan entretenido plan, al que no consigo sumar ni un solo ayudante, acudo al cajero para rellenar la cartera para la semana. En este caso el cajero es de BBVA, que no es mi banco ni lo será nunca. Me saluda muy táctil él, le introduzco mi plástico hasta el fondo, me ofrece opciones, le pido pasta y le susurro mis números secretos, me intenta vender un producto financiero, le mando al garete... Espero con mi mano extendida para coger los billetes, pero no salen: "Su operación se está procesando" y espero y sigue procesando y espero y pasan diez minutos y desespero y llamo al "nuevecerodos" y sin pedir perdón me dan instrucciones. Espero veinte minutos a que el informático de guardia del domingo de agosto por la noche (todo un lince) reinicie el cajero. Sudo. Cajero reiniciado, tarjeta no sale, se la ha apropiado; pasta, por supuesto, tampoco.
Llamo de nuevo a "nuevecerodos", le atiende Cristina, ni perdón ni leches: "tiene usted que llamar a su banco para que le anulen la tarjeta y nosotros mañana por la mañana la destruiremos"... Así de facilito: tu ordenador se cuelga, me birla la tarjeta, me la haces añicos y yo me encargo de anular la vieja, pedir y pagar una nueva y cambiar todas las domiciliaciones que pagaba con ella.
Cómo mola, estas deben ser las famosas leyes del mercado, ellos tienen tu dinero y tu eres tonto. Así que llamo a mi banco, anulo mi tarjeta y el operario me pregunta amablemente por la causa de la anulación: "¿Robo o extravío?"... Y yo dejo la respuesta en el aire: "Yo no he extraviado nada..."
Me despido del cajero con una "barcenesca" peineta mirando a cámara y sudoroso salgo a la calle. Una señora paseando al perro se me acerca a preguntar si funciona la puta máquina expendedora de billetes, le digo que NO, mientras su perro salchicha me lame la pantorrilla. Y todavía no entendéis por qué odio a los perros...
jueves, 8 de agosto de 2013
EL PEDERASTA
Vale, cedo, tiro la toalla, este tío es más cabezón que yo y si sigo con el pulso terminaré "enferetrao" mucho antes de que él asuma sus maldades. Que te den, Mariano. Además no me parece justo dejar pasar tan jugosa actualidad sin hincarle el diente. Sobre todo cuando los culebrones veraniegos vienen teñidos de patriotismo de chirigota al más puro estilo "Viva Honduras". Qué bueno es el patriotismo barato para usarlo de cortina de humo, no falla. Se usa en cualquier país del mundo cuando hay que tapar zurraspillas internas... Todos unidos contra el enemigo exterior. Para eso siempre es bueno contar con algún Perejil, algún Gibraltar, alguna Ceuta o incluso un Condado de Treviño que reivindicar para unir a propios y extraños contra el de fuera.
Tiene que molar eso de ser político, estar en el gobierno y dedicarte a crear problemas donde no los hay, como si no tuviéramos bastante con los que crecen bajo nuestros pies. Si no fuera por la gravedad del asunto y por el enorme sufrimiento que hay detrás de toda esta historia, hay que decir que el asunto del pederasta liberado por Marruecos es digno de guión para cualquier comic del mismísimo Ibáñez. En un par de días las administraciones del país más al sur de Europa y el reino más al norte de África han dado toda una exhibición de "chirigotismo ilustrado".
El rey cojo le pide al rey malo que libere a un puñao de presos españoles y que a otros cuantos los mande a nuestro país para que cumplan aquí sus penas. La lista la ha preparado nuestro gobierno y es tramitada por su gobierno y claro, como hablamos distintos idiomas, no se han entendido y el bueno de Mohamed ha liberado a todos, incluido el maldito pederasta que había sido espía y militar iraquí. Sin ningún tipo de rigor ni rubor, el representante de Alá se erige una vez más en justiciero y maneja los Derechos Humanos al más puro estilo medieval: "Como me lo ha pedido mi amigo el rey vecino..."
El resto lo conocéis porque lo han escrito los periódicos, protestas, manifestaciones, reconocimiento del error, detención del pederasta y baño de multitudes de Mohamed compadeciéndose de las víctimas del pederasta español (el mencionado enemigo exterior). Lo que nadie nos ha contado es quién ha sido el responsable de este monumental desaguisado, ni qué ha pasado con los otros presos liberados por error, ni nos han hablado de las familias de los niños maltratados, ni han preguntado a alguno de los repatriados por su infierno en las cárceles de ese país que presume de democrático.
Y sobre todo, lo que nadie nos ha contado es que hay centenares de saharauis detenidos y torturados en esas cárceles y que incluso en los últimos días han muerto varios por huelga de hambre. Por ellos nuestro gobierno y nuestro rey no se mojaron, valen menos que un pederasta.
Tiene que molar eso de ser político, estar en el gobierno y dedicarte a crear problemas donde no los hay, como si no tuviéramos bastante con los que crecen bajo nuestros pies. Si no fuera por la gravedad del asunto y por el enorme sufrimiento que hay detrás de toda esta historia, hay que decir que el asunto del pederasta liberado por Marruecos es digno de guión para cualquier comic del mismísimo Ibáñez. En un par de días las administraciones del país más al sur de Europa y el reino más al norte de África han dado toda una exhibición de "chirigotismo ilustrado".
El rey cojo le pide al rey malo que libere a un puñao de presos españoles y que a otros cuantos los mande a nuestro país para que cumplan aquí sus penas. La lista la ha preparado nuestro gobierno y es tramitada por su gobierno y claro, como hablamos distintos idiomas, no se han entendido y el bueno de Mohamed ha liberado a todos, incluido el maldito pederasta que había sido espía y militar iraquí. Sin ningún tipo de rigor ni rubor, el representante de Alá se erige una vez más en justiciero y maneja los Derechos Humanos al más puro estilo medieval: "Como me lo ha pedido mi amigo el rey vecino..."
El resto lo conocéis porque lo han escrito los periódicos, protestas, manifestaciones, reconocimiento del error, detención del pederasta y baño de multitudes de Mohamed compadeciéndose de las víctimas del pederasta español (el mencionado enemigo exterior). Lo que nadie nos ha contado es quién ha sido el responsable de este monumental desaguisado, ni qué ha pasado con los otros presos liberados por error, ni nos han hablado de las familias de los niños maltratados, ni han preguntado a alguno de los repatriados por su infierno en las cárceles de ese país que presume de democrático.
Y sobre todo, lo que nadie nos ha contado es que hay centenares de saharauis detenidos y torturados en esas cárceles y que incluso en los últimos días han muerto varios por huelga de hambre. Por ellos nuestro gobierno y nuestro rey no se mojaron, valen menos que un pederasta.
domingo, 23 de junio de 2013
AQUÍ, EN EL FUTURO
Un día intenté explicaros lo que era el Bosón de Higgs, pero me parece que no os enterásteis de nada. Era una especie de túnel hermético donde los electrones echaban carreras a gran velocidad, no sé con qué objetivo. Lo que sí entendimos todos es que se trataba de un descubrimiento muy importante para la humanidad porque todos los periódicos hablaban de ello con absoluta devoción y sorpresa.
Recientemente hemos dado otros pasos de gigante para entrar en el futuro y uno empieza a sentirse Luc Skywalker o Marty McFly viendo como cada día nos presentan un nuevo y sorprendente invento de los que ya nos predijeron las pelis de ciencia ficción. Te imaginas un mundo en el que se puede hacer fotocopias de cualquier cosa e incluso de los hombres y que incluso puedas ser transparente... Pues sí, ahora mismo ya se puede imaginar.
La impresora 3D ya está a la venta y puedes reproducir con exactitud cosas tan dispares como una pistola para que dispares o una válvula para el corazón. No sé qué prefiero. Y si lo que quieres fotocopiar es una persona, resulta que ya han encontrado los mapas perdidos del ADN y podemos llegar a hacer experimentos como el de la oveja Dolly con humanos e incluso con seres supranaturales como el mismísimo José Mari. Os imagináis un mundo repleto de Aznares... Estaríamos todos salvados y el coeficiente intelectual de la humanidad se multiplicaría geométricamente.
Pero ni el bosón, ni la impresora, ni la clonadora me hacen tanta ilusión como el invento que han hecho un papá y su hijo el otro día. Un cristal que te hace invisible, que te permite esconderte y escuchar las conversaciones sin que te oigan e incluso mirar a tu vecina en la ducha sin que ella se entere. Es obvio que el futuro ya está aquí, mucho antes de lo que esperábamos. Disfrutad de ello antes de que lleguen Montoro y Wert y lo jodan.
Recientemente hemos dado otros pasos de gigante para entrar en el futuro y uno empieza a sentirse Luc Skywalker o Marty McFly viendo como cada día nos presentan un nuevo y sorprendente invento de los que ya nos predijeron las pelis de ciencia ficción. Te imaginas un mundo en el que se puede hacer fotocopias de cualquier cosa e incluso de los hombres y que incluso puedas ser transparente... Pues sí, ahora mismo ya se puede imaginar.
La impresora 3D ya está a la venta y puedes reproducir con exactitud cosas tan dispares como una pistola para que dispares o una válvula para el corazón. No sé qué prefiero. Y si lo que quieres fotocopiar es una persona, resulta que ya han encontrado los mapas perdidos del ADN y podemos llegar a hacer experimentos como el de la oveja Dolly con humanos e incluso con seres supranaturales como el mismísimo José Mari. Os imagináis un mundo repleto de Aznares... Estaríamos todos salvados y el coeficiente intelectual de la humanidad se multiplicaría geométricamente.
Pero ni el bosón, ni la impresora, ni la clonadora me hacen tanta ilusión como el invento que han hecho un papá y su hijo el otro día. Un cristal que te hace invisible, que te permite esconderte y escuchar las conversaciones sin que te oigan e incluso mirar a tu vecina en la ducha sin que ella se entere. Es obvio que el futuro ya está aquí, mucho antes de lo que esperábamos. Disfrutad de ello antes de que lleguen Montoro y Wert y lo jodan.
jueves, 20 de junio de 2013
EL MENTIROSO
Quien afirma que nunca miente, tiene la misma credibilidad que quien dice que nunca se ha tirado un pedo. Lo cierto es que quien dice que no miente es un mentiroso. Paradoja. Y conozco a varios de estos "paradojos", que afirman rotundamente que siempre dicen la verdad porque sufren una patología bastante común: se creen sus propias mentiras.
No miento, tengo conocidos, compañeros e incluso amigos, que basan muchos de sus argumentos en mentiras. En algún caso lo hacen con buena intención, con mentiras piadosas; en otros, se trata de mentirosos compulsivos que disfrutan faltando a la verdad; pero el peor y más peligroso es el mentiroso concienzudo, que defiende sus mentiras con tal fogosidad, que llega a creer que sus afirmaciones son totalmente reales y que convence a todo el mundo de ello... incluido a sí mismo. Lo más desagradable es cuando te cuentan una película que has protagonizado tú y la cambian y pretenden convencerte de que las cosas no fueron como las viste y viviste tú. Llega un momento en que te hacen dudar sobre la propiedad de tus ojos y de tus oídos.
Hace unos días recorrí setecientos kilómetros en coche para reunirme con un político y que me mintiera; me hizo ir a verle para mentirme a conciencia y sin ningún pudor. Fue en el camino de vuelta cuando urdí todo este tratado sobre el comportamiento de los humanos, sean o no políticos, ante la verdad.
Recuerdo que mi madre dejó de ver a una de sus mejores amigas porque decía que no sabía hablar sin mentir, que en cada afirmación incluía una mentira, por exageraciones, por medias verdades y por enfermedad.
Nosotros, como todos los padres de buen ver, tratamos de inculcar en los niños valores de honestidad y sinceridad, invitándoles a decir siempre la verdad, pero la picardía les puede desde muy pequeños. Ayer, sin embargo, obligué a Lucio a mentir, pero no lo conseguí. Se había quedado dormido y le llevé tarde al colegio, con la excusa de que habíamos ido a sacar su pasaporte o que habíamos ido al médico o que su padre tenía el coche roto o que su hermano estaba malo... pero el muy capullo fue desmontando cada una de las excusas, demostrándome que eran mentira y negándose a decirle una mentira a la profesora. Así que llegó y dijo "me he quedado dormido", mientras su padre se escondía tras la puerta.
Después me enteré de que está ensayando para la obra de fin de curso, en la que le ha tocado hacer de Pinocho. Ya veis, de momento he encontrado a uno que no miente, aunque pedos sí que se tira. Doy fe.
No miento, tengo conocidos, compañeros e incluso amigos, que basan muchos de sus argumentos en mentiras. En algún caso lo hacen con buena intención, con mentiras piadosas; en otros, se trata de mentirosos compulsivos que disfrutan faltando a la verdad; pero el peor y más peligroso es el mentiroso concienzudo, que defiende sus mentiras con tal fogosidad, que llega a creer que sus afirmaciones son totalmente reales y que convence a todo el mundo de ello... incluido a sí mismo. Lo más desagradable es cuando te cuentan una película que has protagonizado tú y la cambian y pretenden convencerte de que las cosas no fueron como las viste y viviste tú. Llega un momento en que te hacen dudar sobre la propiedad de tus ojos y de tus oídos.
Hace unos días recorrí setecientos kilómetros en coche para reunirme con un político y que me mintiera; me hizo ir a verle para mentirme a conciencia y sin ningún pudor. Fue en el camino de vuelta cuando urdí todo este tratado sobre el comportamiento de los humanos, sean o no políticos, ante la verdad.
Recuerdo que mi madre dejó de ver a una de sus mejores amigas porque decía que no sabía hablar sin mentir, que en cada afirmación incluía una mentira, por exageraciones, por medias verdades y por enfermedad.
Nosotros, como todos los padres de buen ver, tratamos de inculcar en los niños valores de honestidad y sinceridad, invitándoles a decir siempre la verdad, pero la picardía les puede desde muy pequeños. Ayer, sin embargo, obligué a Lucio a mentir, pero no lo conseguí. Se había quedado dormido y le llevé tarde al colegio, con la excusa de que habíamos ido a sacar su pasaporte o que habíamos ido al médico o que su padre tenía el coche roto o que su hermano estaba malo... pero el muy capullo fue desmontando cada una de las excusas, demostrándome que eran mentira y negándose a decirle una mentira a la profesora. Así que llegó y dijo "me he quedado dormido", mientras su padre se escondía tras la puerta.
Después me enteré de que está ensayando para la obra de fin de curso, en la que le ha tocado hacer de Pinocho. Ya veis, de momento he encontrado a uno que no miente, aunque pedos sí que se tira. Doy fe.
domingo, 16 de junio de 2013
LOS MALHECHORES
Desde muy pequeñito me corroe una duda existencial: nunca he
llegado a saber si lo apropiado es delatar a los malhechores o si eso significa
ser un chivato acusica que en el infierno te verás, comiendo patatas en un
orinal. De hecho, ahora que soy un poco más mayorcito, me he sorprendido en más
de una ocasión reprendiendo a mis hijos por chivarse de algo malo que hacían
sus hermanos o compañeros… ¡Niño, está muy feo eso de ser chivato!
También, a lo largo de mi extensa vida, he sufrido numerosos
robos y siempre he recibido el mismo consejo oficial: hay que denunciarlo
porque así algún día conseguirán cogerles. Y así hice, denuncié todos y cada
uno de los casos, aún bajo el riesgo de parecer chivato, y como resultado he
conseguido que ninguno de los tropecientos hurtos se haya resuelto.
Lo que sí me parecía claro es que los bien nacidos debemos
denunciar a los mal nacidos. Que la práctica del chivato es una acción loable,
injustamente tratada a lo largo de la historia… Y no digamos de la reciente historia.
Os voy a hablar de cuatro nombres que a lo mejor os suenan: Bradley Manning,
Julian Assange, Hervé Falciani y Edward Snowden. No no son los últimos premios Nóbel de
física, pero podrían o, mejor dicho, deberían ser idolatrados como héroes de
esta sociedad, como personas comprometidas con la justicia que arriesgan su
pellejo por salvaguardar las más básicas normas de los derechos de los
ciudadanos.
Lo qué han hecho estos cuatro jóvenes es lo que deberíamos
hacer cualquier persona de bien que ve como delante de sus narices se están
cometiendo tropelías, delitos e injusticias…DENUNCIARLO. Desde dentro o desde
fuera, Manning y Assange desnudaron la hermética seguridad informática
americana y dieron a conocer al mundo muchos de los atropellos al derecho
internacional cometidos por el gobierno de Washington. Falciani ha sido también
valiente porque ha desafiado a las grandes fortunas del mundo, a los
muchimillonarios que controlan nuestro mundo y nos imponen rectas actitudes
mientras esconden sus dineros en Suiza para no pagar impuestos. Y Snowden ha
desvelado un secreto a voces; ya sabíamos todos que cuando ponemos “Me Gusta”
en la página de David Bisbal, inmediatamente se enciende una lucecita en el
cuartel general de la CIA, pero este romántico chiflado ha pensado que eso no
está bien y lo ha denunciado.Todos ellos han sido chivatos y han sido duramente castigados por sus profes
Ahora los cuatro están declarados personas nos gratas están
perseguidos por la justicia, algunos pueden ser condenados a cadena perpetua, sólo
por haber denunciado las ilegalidades que pasaban ante sus ojos. Moraleja: si
algún día veis un crimen, guardad silencio o seréis asesinos…
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