La vida es el espacio de tiempo del que eres dueño desde que vacías un lavaplatos hasta que lo vuelves a llenar. En ese escaso periodo, que medimos en minutos, ratos o pispases, ocurren cosas, como diría Mariano. Lo malo es que esas cosas ocurren demasiado rápidas, las disfrutas o las sufres, pero cuando quieres volver a saborearlas ya se han ido. Tranquilos, que aunque el tiempo lluvioso otoñal inspire a ello, no voy a iniciar ninguna reflexión filosófica sobre el paso del tiempo (lluvioso y otoñal). Me suena que algún que otro escritor, filósofo, logopeda o cantamañanas ya ha escrito algunas cosillas al respecto, con lo cual me voy a abstener de contaros eso de que nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir.
Sin embargo sí que me obsesiona la práctica utilización del tiempo y la forma de exprimirlo, economizando hasta el último segundo de tu vida, no sea que el Miele vuelva a pitar. Esta obsesión obsesiva, como todas las obsesiones obsesivas, empeora con la edad y cuando uno ha pasado ya del medio maratón empieza a oír pisadas detrás suyo y corre a aprovechar cada segundo del futuro. Realmente lo que consumes es siempre presente, pero hace un rato era futuro y cuando lo sueltas de la mano ya es pasado. No, si al final le hago la competencia al Schopenhauer ese.
Y en esa obsesiva obsesión a mí me da por desarrollar la teoría del camionero, que dicho en términos técnicos sería la optimización del tiempo y de los trayectos. Me explico. Un camión viene de Suecia cargado de galletas de Ikea y no puede regresar de vacío porque el precio se duplicaría, además de haber desperdiciado tiempo, espacio y neumáticos, con lo cual vuelve cargado de preservativos de sabores (creo que ya han sacado uno con sabor a pene) y los reparte en Francia, donde le cargan centenares de cajas de vino Beaujolais que se beberán los infelices suecos hasta caerse redondos (todos menos al que le toca hoy conducir).
Pues eso hago yo, de camionero sueco. Recojo un plato de la mesa, lo llevo al lavaplatos y regreso con los cacharros limpios a colocarlos en el armario, encuentro unas migas que llevo a la basura, donde compruebo que está lleno el cubo y saco la bolsa a la calle, pero para no volver de vacío, cojo las cartas del buzón, las abro mientras ando y tiro los sobres y la publicidad de Media Markt al cubo del papel, que está también lleno, así que vuelvo a salir a la calle, lo vacío en el contenedor y recojo los cartones que el cerdo de mi vecino pijo de en frente ha tirado (qué cerdos y que pijos son siempre los vecinos, y cuanto más pijos más cerdos). Regreso hacia dentro pero cogiendo un par de troncos de leña para la estufa, los meto en el fuego pero se apaga, así que voy por el mechero que está junto al lavaplatos, con lo cual puedo coger un par de vasos y tres tenedores y dejarlos en la maquinita, regreso con el encendedor y prendo la fogata. Las peonzas del enano están por el suelo y alguien se va a matar, las recojo no sea que ese alguien sea yo, las dejo en la mesa del comedor donde quedan más vasos, que llevo al... Así hasta que dos horas después he recogido el lavaplatos y media casa.
Este sistema lo aplico en muchas facetas, incluso en el trabajo y a veces llega a ser agobiante porque tienes demasiados frentes abiertos y tardas mucho en cerrar asuntos, pero pocas veces tienes la sensación de perder el tiempo, salvo cuando lo pierdes porque te da la gana, es decir porque te sale de los huevos llevar el camión vacío.
Hachetetepebarrabarra y después lo que quieras poner. Es un título demasiado ambíguo para un blog, demasiado abierto. Pero así es este espacio. Unos días abierto para la alegría, otros para la pena; para la esperanza o el escepticismo; la reflexión o la ironía... Lo que salga de los huevos ¿no?
domingo, 30 de noviembre de 2014
sábado, 22 de noviembre de 2014
LA CARA "B" DEL ANUNCIO

Sin embargo, desde que lo vi la primera vez, llevo dándole vueltas a la situación hasta tal punto que apenas puedo dormir. Hay una variable que me inquieta y oprime el alma. Alguien se ha parado a pensar en la situación tan tensa que se hubiera creado en el bar si no hubiese tocado el gordo, cuando el pobrecillo menda, tan desarrapado y tan guapetón hubiese llegado al bar a tomarse su cafecito:
-Manolo, dime que te debo.
-Veintiún euros.
-¿Veintiun euros por un café?
-No hombre, un euro del café y 20 de esto.
-Manolo... Te dije que este año no quería lotería.
-Ya, pero yo por si las moscas te la cogí.
-Pues no pienso pagártela.
-Qué listo, porque no ha tocado ¿verdad? y si hubiese tocado, ¿a que sí lo pagarías?
-Ni de coña. Manolo, coge el billete y métetelo por donde te quepa, que yo no lo pago.
-Una picha, o me pagas ahora mismo o no vuelves a entrar a mi bar.
-Ni ganas que tengo de volver a que me times en esta mierda de bar. Toma tu euro, tu billete y tu café repugnante lleno de posos.
-Y tú ve saliendo por la puerta antes de que te parta los morros, mamaracho.
-Eso lo serás tú y tu puta madre.
-Con mi puta madre y la tuya te vas a ir ahora mismo de la hostia que te voy a meter, cabronazo ¡Fuera!
Evidentemente esta situación es ficticia, pero la primera también lo era y tirando de eso que se llama sentido común y que está sabiamente respaldado por la estadística, he llegado a la inteligente conclusión de que esta escena es mucho más posible que la primera, con lo cual no pienso comprar ni un puñetero décimo. Me conformaré con la salud y con no encender la tele ese día. Eso sí, el anuncio mola.
lunes, 17 de noviembre de 2014
EL ASESOR
De mayor quiero ser asesor o consultor. Como mola, llegas a la panadería de en frente y le dices al panadero lo que tiene que hacer para mejorar su negocio. Es muy fácil, vas y le preguntas que cuáles son los días que más vende; los sábados y los domingos, te contesta. También consultas cuál es el tipo de barra más consumido; la baguette, te dirá. A partir de hay preparas una detallada presentación en Power Point repleta de anglicismos para explicarle al señor panadero que el feed back del market research que le has hecho concluye que debe diversificar el target de su negocio, modificando la periodicidad e impulsando el desarrollo de new projects. Vamos, que tiene que vender más los demás días de la semana y que a ser posible hay que intentar vender la barra de leña y el pan artesano. En un mundo real, el panadero debería coger la barra más dura que tenga y correrte a gorrazos de su tienda.
Este es el maravilloso mundo de la consultoría, señor panadero, un boyante negocio por el cual unos cuantos muchos listos cobran un pastizal por decirnos obviedades a los tontos. Suelen ser un par de colegas que le ponen el nombre a la empresa, véase Ernesto y Joven o Precio y Casa del Agua y a partir de ahí van convenciendo a sus amiguetes en las grandes empresas para que se gasten millonadas en concienzudos informes que apenas consiguen el objetivo de salvar el culo del directivo que se lo ha encargado. Resulta curioso que es un sector con bastante puerta giratoria en el que el consultor a veces termina contratado en la empresa asesorada y viceversa.
Os parecerá que el ejemplo del panadero es exagerado, pero en todos los estudios de este tipo que he vivido en este mogollón de años que llevo haciendo que trabajo, me he sentido como él. De hecho ahora mismo estoy inmerso en dos procesos similares con singing-mornings de este tipo que hablan mucho, divagan más y no consiguen bajar a la tierra ni uno solo de sus filosóficos conceptos. Ellos defienden sus argumentos con cierta agresividad para evitar que les manden a la mierda por ir dando lecciones de lo que no saben; se escudan en el "a nadie le gusta que le digan lo que hace mal", pero el problema es cuando te lo dice alguno que no tiene ni puta idea y sólo sabe de técnicas de selling donkeys.
Los últimos consejos que he oído para mejorar algunas áreas de negocio os pueden resultar bastante útiles y por eso los comparto. Uno de ellos nos ha hecho una presentación de 90 diapositivas para decir que si ampliamos la facturación ampliaremos beneficios y el otro me ha tenido cuatro horas de reunión para concluir que si tratas bien al cliente este te seguirá comprando. Pues eso, a conseguir que la gente compre dos barras en lugar de una y seguir viviendo en este mundo de mentira.
Este es el maravilloso mundo de la consultoría, señor panadero, un boyante negocio por el cual unos cuantos muchos listos cobran un pastizal por decirnos obviedades a los tontos. Suelen ser un par de colegas que le ponen el nombre a la empresa, véase Ernesto y Joven o Precio y Casa del Agua y a partir de ahí van convenciendo a sus amiguetes en las grandes empresas para que se gasten millonadas en concienzudos informes que apenas consiguen el objetivo de salvar el culo del directivo que se lo ha encargado. Resulta curioso que es un sector con bastante puerta giratoria en el que el consultor a veces termina contratado en la empresa asesorada y viceversa.
Os parecerá que el ejemplo del panadero es exagerado, pero en todos los estudios de este tipo que he vivido en este mogollón de años que llevo haciendo que trabajo, me he sentido como él. De hecho ahora mismo estoy inmerso en dos procesos similares con singing-mornings de este tipo que hablan mucho, divagan más y no consiguen bajar a la tierra ni uno solo de sus filosóficos conceptos. Ellos defienden sus argumentos con cierta agresividad para evitar que les manden a la mierda por ir dando lecciones de lo que no saben; se escudan en el "a nadie le gusta que le digan lo que hace mal", pero el problema es cuando te lo dice alguno que no tiene ni puta idea y sólo sabe de técnicas de selling donkeys.
Los últimos consejos que he oído para mejorar algunas áreas de negocio os pueden resultar bastante útiles y por eso los comparto. Uno de ellos nos ha hecho una presentación de 90 diapositivas para decir que si ampliamos la facturación ampliaremos beneficios y el otro me ha tenido cuatro horas de reunión para concluir que si tratas bien al cliente este te seguirá comprando. Pues eso, a conseguir que la gente compre dos barras en lugar de una y seguir viviendo en este mundo de mentira.
lunes, 10 de noviembre de 2014
EL GUIRIGAY

Me gusta el periodismo y me gusta la política, así que es fácil que me enganche a cualquier debate, tertulia o programa relacionado con la actualidad. Sin embargo, el show del prime time de los sábados es digno de estudio por su mal gusto y su indigna explotación comercial de la polémica.
Los jerifantes de las cadenas televisivas saben bien que las broncas, las discusiones y la sangre les dan audiencia y por subir eso que ellos llaman el share, son capaces de las más atroces indignidades. Esas tertulias enfrentan en la pantalla a los más beligerantes representantes de izquierda y derecha, con un moderador que lejos de apaciguar ánimos o conciliar posiciones, alimenta la polémica y va introduciendo temas escabrosos para que el programa tenga un ritmo trepidante, para que no falte ni un segundo de discusión, si puede ser con gritos, con insultos e improperios, cuanto peor, mejor. Lo tienen comprobado, el sistema funciona porque el que lo ve un segundo se queda enganchado y cuesta mucho escuchar a uno de esos "distinguidos" personajes sin esperar la contestación del de en frente. Por eso la audiencia sube y estos programas, teóricamente de política, tienen unas inusitadas audiencias y están dando grandes beneficios a las compañías que los emiten. Buena muestra de que esto funciona es que los propios partidos políticos no dejan pasar la oportunidad de tener su cuota de pantalla en esas emisiones, convencidos de que el que no está ahí, no existe.
A mí me genera taquicardia, me pongo súper nervioso, me muerdo las uñas y me subo por las paredes; quiero contestar por ellos, estoy a punto de escupir sobre la pantalla y me pongo frenético. Pensaba que eran sensaciones personales, pero hablando con muchos amigos me han dicho que les ocurre exactamente lo mismo. Buscando esa reacción que crea dependencia, las teles buscan la máxima polémica invitando a personalidades del calibre de Miguel Ángel Rodríguez, Pilar Rahola o Jorge Verstrynge y llevando a periodistas tan ecuánimes e imparciales como Inda o Marhuenda.
Pero si escribo esto es porque me preocupa enormemente que el periodismo se haya pervertido hasta tal punto y juegue en su propio interés con cosas tan importantes y cruciales como la estabilidad de un país o la convivencia de sus ciudadanos. Estoy seguro de que los directivos alientan la confrontación y disfrutan con las peleas. Serían felices con el estallido de una guerra civil si esa noche tienen más audiencia que el resto de teclas del mando.
Pie de foto: Esto es lo más parecido que he encontrado a un guiri-gay... Perdón.
miércoles, 5 de noviembre de 2014
EL APAGÓN
Imaginé la velada de mi vecina hablando de lo largo que
había sido este verano, que todavía estaban brotando tomates en las tomateras a
pesar de estar metidos en plena temporada de setas, mientras su marido le
recriminaba alguno de los últimos incidentes protagonizados por el cafre de su
cuñado, que, por cierto, sí que es bastante cafre, y decidí actuar de
inmediato. Con esa agilidad tecnológica que me caracteriza y ayudado por un
bote del inefable Loctite, conseguí poner en orden el aparato en cuestión e
incluso llegué, yo solito, a resintonizar todas las cadenas y colocarlas en
orden en el menú del televisor. No es difícil porque pones la primera en el
canal 1, la segunda en el canal 2, Antena 3 en el 3, la Cuatro en el 4 y así
hasta que llegas a la 7 y pones lo que te sale de la punta del miembro viril,
como hace todo el mundo ¿no?
Una vez resuelto tan dramático episodio, me quedé pensativo
tras comprobar la enorme dependencia que mis vecinos tenían de la caja tonta,
muy similar a la que mis hijos y yo mismo, tenemos de la caja imbécil. Me di
cuenta de cuales eran sus prioridades vitales y de que no tenían ni la menor
idea de quién era Granados, ni Blesa, ni Ruz, ni sabían donde está Siria, ni
Burkina Faso, ni Ukrania… Igualito que mis hijos, tan distintos y tan iguales.
Y me acordé de esa frase tan manida en el franquismo y en la transición que
resumía ese bienestar social generalizado: “Pan y fútbol”. Ahora hemos
evolucionado con la revolución digital, ahora al pueblo le basta con “tele y
wifi”.
domingo, 2 de noviembre de 2014
SAVALL Y EL PORNO

Justo en el mismo día del desplante del premiado, una
compañía teatral presentaba un curioso proyecto en Madrid: en su próxima
función en la capital no cobrarán entradas como tales, sino que venderán
revistas pornográficas al precio de 16 euros y a los compradores de ese
distinguido artículo literario les regalarán unos folios con versos de Góngora
y una representación de su última obra, en el escenario. No es que estos chicos
sean partidarios de la masturbación colectiva en el patio de butacas, que por
otro lado sería bastante divertido y original, sino que han encontrado un
curioso recoveco para escapar del IVA cultural del 21%. Ante los desmanes de un
gobierno supuestamente tecnócrata y economicista, la cultura saca toda su
creatividad, que es mucha, para gritar contra quienes quieren apagar su voz.
En ninguna mente bien amueblada, aunque sea en el Ikea, se
puede entender que las autoridades elegidas democráticamente ataquen a
conciencia a los verdaderos pilares del futuro de una sociedad, la educación,
la ciencia y la cultura. Por mucho que basen sus argumentos en el PIB, la
deuda, la prima de riesgo y la rentabilidad económica, nuestro país ha
demostrado a través de la historia que si hay un campo en el que podemos
destacar e incluso rentabilizar económicamente es el de la cultura. Claro que
esto no interesa demasiado porque educación y cultura enseñan a pensar y en épocas
como estas vale más la pena que la gente esté distraída con otras cosas.
No he revisado bien el
listado, pero no me suena que entre los artículos consumidos por los “tarjeteros”
de Cajamadrid hubiera muchos abonos para la ópera o el auditorio de Madrid, entradas
del Teatro Español o visitas al Reina Sofía o al Thyssen… ellos son más de
puticlub y en su defecto de revista porno. Tiene su lógica pues que esos artículos
de primera necesidad para el bienestar social y de la tan protegida familia
española sólo tengan un 4% de IVA. Iré al teatro a consumir mi dosis de porno y
aplaudiré a Savall cuando tenga ocasión.
jueves, 30 de octubre de 2014
PÉGAME MÁS FUERTE

El asunto, que es muy serio, tiene su guasa, porque todo lo que le ocurre de bueno a la nueva formación política viene derivado de los desmanes y batacazos de los partidos tradicionales, más que de sus propios méritos. Por un lado porque cada día que pasa, el PP se va hundiendo más en el lodo de su podrida estructura, contaminada por la marabunta de corruptos que hay en sus filas y porque el PSOE, que debía tirarle de las orejas con el discurso de la honradez, tampoco está limpio como para poder dar lecciones. Como dice Wyoming, todo el mérito del aumento de las audiencias de programas como el suyo hay que dárselo a los gobernantes y en concreto a toda esta panda de chorizuelos.
Pero al margen de todas estas operaciones y del desfile de politicuchos por los juzgados, la fuerza de Podemos se alimenta con su propio linchamiento. Desde que irrumpieron en el escenario con su sorprendente resultado en las Europeas, todo el aparato mediático y todos los líderes de lo que ellos llaman "casta" cometieron al unísono uno de los más garrafales errores estratégicos que se puedan imaginar, salir en masa a desprestigiarles, ridiculizarles, vapulearles, insultarles y, lo que es peor, menospreciar a todos sus votantes.
El discurso siempre es el mismo, que si son populistas, bolivarianos, chavistas, proetarras, utópicos, antisistema y según van alimentando a su fantasma este va creciendo más y más hasta devorarles. Y uno puede llegar a entender que ese mensaje lo manden desde el PP, pero que el PSOE o IU, que han visto como se les escapaba una millonada de votos por la izquierda, hayan arremetido contra ellos en lugar de buscar cierta complicidad, no ha hecho más que separarles más de sus exvotantes e incitar a otros muchos de sus seguidores a irse con Pablo Iglesias que realmente hace más honor a su nombre que los propios dirigentes del partido que su homónimo fundó.
Según están las cosas no es difícil que la gente comulgue con la coherencia y sencillez de la mayoría de argumentos de Podemos. Bien es cierto que a muchos les da miedo que puedan llegar a gobernar. También es verdad que algunas cosas a mí no terminan de convencerme, como su maquillada democracia interna o algunos mensajes demasiado radicales o esa pamplina de que no son de izquierdas sino transversales, pero es evidente que ante tanto escepticismo y la escasa capacidad de reacción y de autocrítica del resto de partidos, que no han querido escuchar lo que decía la calle, ahora mismo son la principal fuerza política del país.
El próximo sondeo del CIS dice que es el partido con mayor intención de voto y eso que la encuesta está hecha antes de estas cosillas de Granados y sus amigos. Ahora los demás partidos deberán decidir si son un poco inteligentes o si le siguen alimentando y pegando. Ellos, desternillados de risa, pensarán: "Pégame fuerte, más fuerte..."
domingo, 26 de octubre de 2014
CORRUPCIÓN DESENFOCADA
España entera ríe la gracia de su pícaro del momento. Apenas
he oído adjetivos recriminatorios o inculpatorios dedicados a este mequetrefe.
Incluso los medios aprovechan lo anecdótico del caso para hacer crónicas de sus
excesos como si estuvieran hablando de las fechorías de cualquier vividor de
prensa amarilla.
Sí, ya que no
lo oigo, seré yo el que lo diga, el pequeño Nicolás es un ser repugnante, de
aspecto, de valores, de principios y de hecho…R-E-P-U-G-N-A-N-T-E. Aunque sea
sólo un chaval y posiblemente una víctima de un entorno o una educación mal
llevada, no puedo más que menospreciar y despreciar lo que ese personaje
artificial supone y significa. No nos dejemos manipular por la parte graciosa y
esperpéntica de la información, impidamos que una vez más los episodios de
corrupción queden desenfocados para que veamos a un sujeto y no captemos el
fondo.
En los sobres que Bárcenas daba a Rajoy y compañía, lo de
menos es saber si estos los declaraban o no en su IRPF; en los millonazos no
declarados por los Pujol preocupa más la procedencia que el pago a Hacienda; en
el pastizal que el PP pago por la reforma de su oficina, poco importa que sea
dinero B escapado del fisco; y en el caso de niñato FAES igual me da si se
hacía selfies con los políticos o se colaba en las galas. Lo realmente grave de
toda la corruptela en la que estamos inmersos no es su aspecto formal sino su
fondo, el verdadero porqué de todas esas operaciones, la procedencia del
dinero B y para qué se pagaba.
El dinero de los sobres o el de Oleguer, Jordi y compañía,
el de la sede de Génova o el del chalet del Viso viene siempre de oscuras
aportaciones de empresas, constructoras en su mayoría, que compran políticos a
cambio de concesiones. Ahí es donde los jueces deben tirar del hilo, no en si
pagaron o no impuestos (que también), y empezar a desenterrar contratos,
concursos amañados, comisiones multimillonarias, amiguismos bien pagados.
Porque el global de los mortales tiene muy clarito que los sobres, las cuentas
de Andorra y las oficinas de los corruptos son el pago de favores
inconfesables.
Por eso todo el fenómeno del niñato Nicolás no sólo no me
hace gracia sino que me provoca asco y nauseas porque resume ese estilo de país
podrido que tenemos en el que unos cuantos se hacen de oro a costa de esa
virtud no estudiada en ninguna universidad de rodearse de politicuchos con
bolsillos grandes. Enfoquemos la realidad.
lunes, 20 de octubre de 2014
VALIENTES
La semana pasada recibí un mail que me dejó impactado y que todavía me provoca cierto escozor de conciencia. Venía de Avaaz, la organización internacional que muchos conocéis y que desde hace tiempo sigo. En su última campaña de sensibilización y movilización a través de la red, lejos de reivindicar derechos o exigir acciones de los gobernantes, llamaban a sus seguidores, en un dramático mail, a parar el ébola de forma activa, apuntándose de voluntarios para viajar a Liberia o Sierra Leona y combatir directamente la pandemia.
En su llamamiento, encabezado por varios de los responsables de Avaaz, con nombres y apellidos, pedían, en primer lugar, médicos o asistentes sanitarios voluntarios, pero también cualquier persona con un mínimo de voluntad y fortaleza psíquica para ayudar a cualquier labor logística. También pedían saber inglés. Doy los detalles para tranquilizar las conciencias de los que no son médicos, no son fuertes o no saben inglés.
Con los conocimientos básicos de un consumidor de ébola a través de los medios informativos, me acojoné, en primer lugar, y después me rendí ante la valentía de esa gente, ellos sí que son solidarios. ¡Vaya huevos!, yo soy incapaz y, aunque quisiera, sería una irresponsabilidad frente a los míos (esa es una buena excusa ¿verdad?). Después hice un seguimiento del tema con cierto escepticismo y volví a creer en la raza humana cuando me enteré de que ya se habían apuntado casi 4.000 personas, con más de 200 médicos entre ellos e incluso supe de un conocido que ya estaba rumbo a África para ayudar.
Cuando aquí estamos a punto de pasar página de este episodio para seguir hablando ya de otras noticias más frescas, porque la enferma se nos ha curado, no hay nuevos contagios, el perro ya es historia y no ha habido la más mínima dimisión, en el mundo sigue habiendo gente con lo que hay que tener y, sobre todo, con verdadero aprecio a sus congéneres hasta el punto de poner en riesgo su vida por salvar la de los demás, porque no creo que la mayoría de ellos lo haga por el egoísmo de evitar que esto nos alcance.
A raíz de ese shock pensé que había llegado el momento de hacer algo, aunque sólo fuera idear algún tipo de acción para recaudar fondos o tratar de ayudar, pero en ese momento me llamaron para una reunión de trabajo y después me fui a recoger a los niños y a cenar con unos amigos, lo normal. Y con esto ni me fustigo por no ir, ni acuso a nadie por no atreverse, simplemente hago un reconocimiento, sombrero en mano y en genuflexión, en agradecimiento a esos valientes altruistas.
Después recordé la frase que tanto me gusta y que siempre olvidamos: "Solidaridad es compartir lo que tienes, no lo que te sobra". Aunque sea la vida misma...
En su llamamiento, encabezado por varios de los responsables de Avaaz, con nombres y apellidos, pedían, en primer lugar, médicos o asistentes sanitarios voluntarios, pero también cualquier persona con un mínimo de voluntad y fortaleza psíquica para ayudar a cualquier labor logística. También pedían saber inglés. Doy los detalles para tranquilizar las conciencias de los que no son médicos, no son fuertes o no saben inglés.
Con los conocimientos básicos de un consumidor de ébola a través de los medios informativos, me acojoné, en primer lugar, y después me rendí ante la valentía de esa gente, ellos sí que son solidarios. ¡Vaya huevos!, yo soy incapaz y, aunque quisiera, sería una irresponsabilidad frente a los míos (esa es una buena excusa ¿verdad?). Después hice un seguimiento del tema con cierto escepticismo y volví a creer en la raza humana cuando me enteré de que ya se habían apuntado casi 4.000 personas, con más de 200 médicos entre ellos e incluso supe de un conocido que ya estaba rumbo a África para ayudar.
Cuando aquí estamos a punto de pasar página de este episodio para seguir hablando ya de otras noticias más frescas, porque la enferma se nos ha curado, no hay nuevos contagios, el perro ya es historia y no ha habido la más mínima dimisión, en el mundo sigue habiendo gente con lo que hay que tener y, sobre todo, con verdadero aprecio a sus congéneres hasta el punto de poner en riesgo su vida por salvar la de los demás, porque no creo que la mayoría de ellos lo haga por el egoísmo de evitar que esto nos alcance.
A raíz de ese shock pensé que había llegado el momento de hacer algo, aunque sólo fuera idear algún tipo de acción para recaudar fondos o tratar de ayudar, pero en ese momento me llamaron para una reunión de trabajo y después me fui a recoger a los niños y a cenar con unos amigos, lo normal. Y con esto ni me fustigo por no ir, ni acuso a nadie por no atreverse, simplemente hago un reconocimiento, sombrero en mano y en genuflexión, en agradecimiento a esos valientes altruistas.
Después recordé la frase que tanto me gusta y que siempre olvidamos: "Solidaridad es compartir lo que tienes, no lo que te sobra". Aunque sea la vida misma...
miércoles, 15 de octubre de 2014
EVALUACIÓN PRECOZ

El conocimiento no es buen amigo del cronómetro, por mucho que los colegios, los profesores y los sistemas académicos se empeñen en medir las capacidades de los alumnos en agobiantes exámenes contra reloj; apruebas si consigues contestar más de la mitad de las ochocientas preguntas del examen en el tiempo récord de 45 minutos.
Y si no eres de esos, no vales, no sabes, no sirves... Aunque muy posiblemente estés mucho más preparado, conozcas la materia mejor que los más veloces y tengas la cabeza mucho mejor amueblada que la media. No existe examen o prueba de acceso que valore la serenidad, el sentido común, la comprensión, la creatividad o la empatía. Tanto en la empresa como en la escuela buscamos el mismo prototipo, tipos disciplinados, rápidos y silenciosos, con capacidad para aprender de memoria, que no cuestionen las órdenes ni los sistemas...
En semana de evaluación, cada vez que llega el niño a casa, la primera pregunta es: "¿te ha dado tiempo a acabar el examen?" y la respuesta es siempre la misma: "no, me he dejado dos o tres preguntas". Ante tan incoherente situación siempre nos impregna la indignación, acabamos protestando en el colegio y también allí encontramos una respuesta recurrente: "Es que en la selectividad el tiempo es muy importante y les tenemos que preparar para esos exámenes".
Pues mire, señor colegio, yo llevo a mi hijo a aprender, a educarse, a desarrollar sus aptitudes, a minimizar sus errores, a formarse, a socializarse, a adquirir conocimiento y a ser mejor persona, y ese debe ser el objetivo de todas y cada una de las muchas horas que el niño pasa en el centro (no cuento las más de diez horas semanales de deberes) y la selectividad, la revalida o las pruebas de acceso a la Universidad deben ser una mera consecuencia de ese trabajo bien hecho, pero nunca un objetivo único.
Si un niño estudia inglés es para saber inglés, para desenvolverse en los viajes, hablar con amigos, relacionarse profesionalmente y ser más libre en un mundo global. Mi hijo tiene la suerte de tener todo eso ya adquirido, pero eso no significa que esté preparado para superar el examen contra reloj que algún insensato insensible impuso hace mucho como sistema de medición y evaluación.
Lo malo del tema es que la mayoría de la gente no comparte mi opinión y los papás piden en el cole que les pongan más deberes, que les exijan más, que suban el nivel para que cuando lleguen al mundo laboral sean los más rápidos de los tiburones.
Qué pena de mundo veloz y fugaz, pronto la eyaculación precoz será un valor en alza.
lunes, 13 de octubre de 2014
EL LAPO
Tengo un amigo que era camarero y un día me reconoció lo que siempre me había temido, que cuando un cliente protesta más de la cuenta, mete prisas o simplemente toca las pelotas, con frecuencia se zampa un escupitajo en la comida. Es lógico, si arremetes contra alguien hay que tener muy claras cuáles pueden ser las consecuencias o las armas que este puede usar contra ti. Quizás por eso siempre que pido sandwich mixto con huevo, pido el huevo muy pasado.
Durante la última semana, leyendo el periódico y escuchando la radio he llegado a la conclusión de que entramos en una nueva fase en nuestra política. Después de pasar por la fase de la indignación, nuestra sociedad entró en la fase de la anestesia, en la que todo nos daba igual y creo que ahora, con el ébola y las tarjetas black hemos pasado a la fase más delicada de todas, la del escupitajo o el vulgar lapo.
La experiencia del escrache, provocada por la masiva inflamación genital de los españoles, golpeados por la crisis y por los desmanes de buena parte de sus políticos, ha mutado y pronto volverá a dejarse ver de alguna forma sorprendente. A falta de justicia rápida y eficiente que haga pagar a los chorizos, en lugar de a los jueces que les intentan investigar, las urnas deberían ser el camino corrector que ponga a cada uno en su lugar, pero mientras eso ocurre hay que entender que muchos camareros, cocineros o incluso aparcacoches opten por el modelo lapo. Vamos que si yo fuese Miguel Blesa, Rodrigo Rato, Arturo Fernández, Jordi Pujol, el sindicalista asturiano o ese simpático consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid me quedaría a comer en casa o pediría huevos duros con cáscara o fruta sin pelar o yogurt sin abrir.
Que nadie me malinterprete, no estoy llamando a la violencia ni al "linchamiento" escatológico de esta panda de indeseables, pero comprendería que el hartazgo social llevase a un moving alimentario a estos personajes que tanto se han reído de nosotros y que además nos recochinean que van a seguir estando siempre en la élite, con sus chóferes, sus puestos en consejos de administración y su soberbia.
Hemos llegado a la fase de la repugnancia, del repudio, del asco, y quizás sea justo que ellos lo sepan.
Durante la última semana, leyendo el periódico y escuchando la radio he llegado a la conclusión de que entramos en una nueva fase en nuestra política. Después de pasar por la fase de la indignación, nuestra sociedad entró en la fase de la anestesia, en la que todo nos daba igual y creo que ahora, con el ébola y las tarjetas black hemos pasado a la fase más delicada de todas, la del escupitajo o el vulgar lapo.
La experiencia del escrache, provocada por la masiva inflamación genital de los españoles, golpeados por la crisis y por los desmanes de buena parte de sus políticos, ha mutado y pronto volverá a dejarse ver de alguna forma sorprendente. A falta de justicia rápida y eficiente que haga pagar a los chorizos, en lugar de a los jueces que les intentan investigar, las urnas deberían ser el camino corrector que ponga a cada uno en su lugar, pero mientras eso ocurre hay que entender que muchos camareros, cocineros o incluso aparcacoches opten por el modelo lapo. Vamos que si yo fuese Miguel Blesa, Rodrigo Rato, Arturo Fernández, Jordi Pujol, el sindicalista asturiano o ese simpático consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid me quedaría a comer en casa o pediría huevos duros con cáscara o fruta sin pelar o yogurt sin abrir.
Que nadie me malinterprete, no estoy llamando a la violencia ni al "linchamiento" escatológico de esta panda de indeseables, pero comprendería que el hartazgo social llevase a un moving alimentario a estos personajes que tanto se han reído de nosotros y que además nos recochinean que van a seguir estando siempre en la élite, con sus chóferes, sus puestos en consejos de administración y su soberbia.
Hemos llegado a la fase de la repugnancia, del repudio, del asco, y quizás sea justo que ellos lo sepan.
jueves, 9 de octubre de 2014
QUÉ NO CANDA EL PÚNICO
Con la duda existencial de si será el ébola o el Estado Islámico quien acabe con mi existencia, sigo, como todos los españolitos, con inquietud y cierta ironía las noticias que hierven y se derraman a cada minuto. La verdad es que ya estaba algo agobiado antes del verano, cuando las informaciones que llegaban de África eran poco alentadoras. Leyendo varios informes de expertos y noticias sobre la expansión de la pandemia llegué rápido a la conclusión de que aquello iba en serio y que no era tan sólo una operación de marketing y ventas de las grandes farmaceúticas, como lo habían sido la gripe aviar y las vacas locas. También, y a pesar de que el contagio no es tan fácil como parece, entendí lo que significa un efecto viral y como el gusanito se va multiplicando y expandiendo con más velocidad que un selfie de Jesulín de Ubrique duchándose en Facebook.
Y como ocurre en todas estas cosas cuando los afectados son de piel oscura y viven en esos países pobres que están siempre en guerra, deduje que el problema no se iba a tomar en serio y a atajar hasta que las víctimas no fueran blanquitos con nombre y apellidos, familia, casa en el pueblo e incluso mascota. Por eso suspiré cuando escuché en el Telediario que había algún infectado americano, al igual que cuando me enteré de que los de EI estaban decapitando a periodistas anglosajones. No me malinterpretéis, no me alegro por eso, lo veo lamentable, condenable y tristísimo, pero pensé que a partir de ese momento se tomarían medidas para atajar ambos problemas, tan distintos y tan similares, tan complejos y tan acuciantes.
Y así fue y así será. La OTAN, la OMS, el Pentágono, la Casa Blanca y hasta La Moncloa, se han puesto de una vez por todas manos a la obra para acabar con el enemigo exterminador que viene del sur y de oriente. No hace falta que os cuente que la vida no vale lo mismo en Liberia que en Cambridge, en Siria que en Phoenix, en Lagos que en Alcorcón. Y que la lesión de un surfista en el Estrecho siempre será más relevante que el hundimiento de la enésima patera en el mismo sitio. Vergonya. Así que esto no deja de ser una buena noticia para la humanidad porque mientras los periodistas exprimen el morbo y las redes sociales afilan su irónico sadismo, Ana Mato, el consejero Rodríguez y el mismísimo Obama nos salvarán
Había pensado limitarme a escribir el listado de nombres de fallecidos en Sierra Leona o Guinea o Liberia, que son ya más de 3.500 y aunque suene a demagógico, cada uno es un ser humano, con sus ilusiones, sus preocupaciones, sus amigos, sus amores... aunque pobre y negro. Sólo el sábado pasado murieron en Sierra Leona 121 personas; pero eso fue el sábado, cuando todavía estaba todo controlado y habíamos conseguido que el mal no saliera de África. Qué tranquilidad.
También os iba a dar los nombres de los infectados y fallecidos por legionella en Sabadell, pero esto tampoco vende, son viejos, que les den... Eso sí al perro ni tocarlo, pobre animal, salgamos todos en manifestación, seamos solidarios, cambiemos este mundo insensible y cruel. ¡La que tenemos liada, qué no punda el cánico!
Y como ocurre en todas estas cosas cuando los afectados son de piel oscura y viven en esos países pobres que están siempre en guerra, deduje que el problema no se iba a tomar en serio y a atajar hasta que las víctimas no fueran blanquitos con nombre y apellidos, familia, casa en el pueblo e incluso mascota. Por eso suspiré cuando escuché en el Telediario que había algún infectado americano, al igual que cuando me enteré de que los de EI estaban decapitando a periodistas anglosajones. No me malinterpretéis, no me alegro por eso, lo veo lamentable, condenable y tristísimo, pero pensé que a partir de ese momento se tomarían medidas para atajar ambos problemas, tan distintos y tan similares, tan complejos y tan acuciantes.
Y así fue y así será. La OTAN, la OMS, el Pentágono, la Casa Blanca y hasta La Moncloa, se han puesto de una vez por todas manos a la obra para acabar con el enemigo exterminador que viene del sur y de oriente. No hace falta que os cuente que la vida no vale lo mismo en Liberia que en Cambridge, en Siria que en Phoenix, en Lagos que en Alcorcón. Y que la lesión de un surfista en el Estrecho siempre será más relevante que el hundimiento de la enésima patera en el mismo sitio. Vergonya. Así que esto no deja de ser una buena noticia para la humanidad porque mientras los periodistas exprimen el morbo y las redes sociales afilan su irónico sadismo, Ana Mato, el consejero Rodríguez y el mismísimo Obama nos salvarán
Había pensado limitarme a escribir el listado de nombres de fallecidos en Sierra Leona o Guinea o Liberia, que son ya más de 3.500 y aunque suene a demagógico, cada uno es un ser humano, con sus ilusiones, sus preocupaciones, sus amigos, sus amores... aunque pobre y negro. Sólo el sábado pasado murieron en Sierra Leona 121 personas; pero eso fue el sábado, cuando todavía estaba todo controlado y habíamos conseguido que el mal no saliera de África. Qué tranquilidad.
También os iba a dar los nombres de los infectados y fallecidos por legionella en Sabadell, pero esto tampoco vende, son viejos, que les den... Eso sí al perro ni tocarlo, pobre animal, salgamos todos en manifestación, seamos solidarios, cambiemos este mundo insensible y cruel. ¡La que tenemos liada, qué no punda el cánico!
lunes, 6 de octubre de 2014
TARJETA ROJA
Ya sabéis que a veces me gusta leer la actualidad desde un punto de vista algo sui generis o toca pelotas, más que nada por no escribir lo mismo que todo el mundo. En el asunto de las tarjetas de crédito de Cajamadrid que tanto revuelo está causando, tengo que reconocer un alto grado de irritación e indignación, pero por otro motivo. Quizás porque de antemano desconfiaba plenamente de Blesa y todo su séquito, no me ha sorprendido esa práctica chorizezca que, como el valor, se les supone. Es más, me parece pecata minuta comparado con los desmanes y auténticos atropellos financieros (qué diplomático soy) que esta panda tiene en su currículum antes de llevar a Bankia al pozo sin fondo. Después de tener que recibir de la arcas públicas 22.500 millones, las migajas de las tarjetas son sólo falta menor.
La actitud de estos consejeros puede adjetivarse de distintas formas. Los que diseñaron el sistema con nocturnidad y alevosía son presuntos putos chorizos dignos de estar en la celda con Bárcenas. Los que se gastaron una salvajada sabiendo a conciencia que eso no era legal son unos presuntos ladronzuelos. Los que se pagaron algunos gastos pensando que era legal no creo que tengan responsabilidad ninguna y los cuatro que no gastaron nada son simple y llanamente buena gente, aunque muchos de los que critican toda esta operación piensen que son unos pringaos.
Pero como he dicho, lo que más me ha fastidiado de este asunto ha sido una reacción, la del siempre provocador Ministro de Hacienda que para sembrar dudas y extender cortinas de humo ha anunciado como salvador de la patria que va a investigar a las empresas del IBEX para comprobar si hay casos similares. Mira "amigo" Montoro, no creo que seas tan tonto como pareces, pero lo que te aseguro es que los ciudadanos de este país no somos tan memos como para tragarnos esas batallitas. La gravedad del asunto de las tarjetas de Cajamadrid no radica en la fiscalidad, en si han declarado o no ese dinero a Hacienda y si han defraudado una pequeña cantidad por haberlo escondido. Lo realmente escandaloso es que ese dinero ha sido robado de una caja pública por los enchufados
nombrados a dedo para ejercer de consejeros. Ahora entiendo porque Gallardón y la Aguirre se peleaban tanto y se insultaban cuando se disputaban nombramientos de consejeros de Blesa. Lo que es obsceno es que políticos del segundo y tercer nivel de PP, PSOE, IU, UGT... de los que dicen representar al pueblo acepten que además de su sueldo van a tener barra libre en el cajero, la joyería o el puticlub. Pero no por la fiscalidad sino porque es dinero público y ellos son políticos.
Las empresas del IBEX, de las que no soy un férreo defensor, no tienen ni un gramo de culpa en este asunto, tienen todo el derecho del mundo a cuidar a sus empleados o dirigentes porque son empresas privadas, con dinero privado y con profesionales que están en el mercado laboral. Nada tiene que ver. Desviar la atención es sólo una triquiñuela digna de alguien que diseñó la amnistía fiscal que los Barcenas, Pujol y compañía aprovecharon. Es la política de "si todos lo hacen" y "mal de muchos". Y además, todo un señor ministro debería respetar ese principio del que tanto echan mano cuando quieren, la presunción de inocencia... Incluso para las empresas del IBEX. Y por cierto: ¿por qué no las del mercado continuo?
Pie de foto: No tenía nnguna foto de los enchufados corruptos...
La actitud de estos consejeros puede adjetivarse de distintas formas. Los que diseñaron el sistema con nocturnidad y alevosía son presuntos putos chorizos dignos de estar en la celda con Bárcenas. Los que se gastaron una salvajada sabiendo a conciencia que eso no era legal son unos presuntos ladronzuelos. Los que se pagaron algunos gastos pensando que era legal no creo que tengan responsabilidad ninguna y los cuatro que no gastaron nada son simple y llanamente buena gente, aunque muchos de los que critican toda esta operación piensen que son unos pringaos.
Pero como he dicho, lo que más me ha fastidiado de este asunto ha sido una reacción, la del siempre provocador Ministro de Hacienda que para sembrar dudas y extender cortinas de humo ha anunciado como salvador de la patria que va a investigar a las empresas del IBEX para comprobar si hay casos similares. Mira "amigo" Montoro, no creo que seas tan tonto como pareces, pero lo que te aseguro es que los ciudadanos de este país no somos tan memos como para tragarnos esas batallitas. La gravedad del asunto de las tarjetas de Cajamadrid no radica en la fiscalidad, en si han declarado o no ese dinero a Hacienda y si han defraudado una pequeña cantidad por haberlo escondido. Lo realmente escandaloso es que ese dinero ha sido robado de una caja pública por los enchufados
nombrados a dedo para ejercer de consejeros. Ahora entiendo porque Gallardón y la Aguirre se peleaban tanto y se insultaban cuando se disputaban nombramientos de consejeros de Blesa. Lo que es obsceno es que políticos del segundo y tercer nivel de PP, PSOE, IU, UGT... de los que dicen representar al pueblo acepten que además de su sueldo van a tener barra libre en el cajero, la joyería o el puticlub. Pero no por la fiscalidad sino porque es dinero público y ellos son políticos.
Las empresas del IBEX, de las que no soy un férreo defensor, no tienen ni un gramo de culpa en este asunto, tienen todo el derecho del mundo a cuidar a sus empleados o dirigentes porque son empresas privadas, con dinero privado y con profesionales que están en el mercado laboral. Nada tiene que ver. Desviar la atención es sólo una triquiñuela digna de alguien que diseñó la amnistía fiscal que los Barcenas, Pujol y compañía aprovecharon. Es la política de "si todos lo hacen" y "mal de muchos". Y además, todo un señor ministro debería respetar ese principio del que tanto echan mano cuando quieren, la presunción de inocencia... Incluso para las empresas del IBEX. Y por cierto: ¿por qué no las del mercado continuo?
Pie de foto: No tenía nnguna foto de los enchufados corruptos...
jueves, 2 de octubre de 2014
LA VIDA ES FÁCIL
Vivimos en un mundo excesivamente reglamentado, legalizado, judicializado y lo que es peor, burocratizado. Los ciudadanos a título personal, como sujetos pasivos que nos llaman, tiramos a la basura muchísimas horas de nuestro tiempo porque grises funcionarios y politicuchos tecnócratas nos hacen la vida imposible con infinidad de trámites en su mayoría innecesarios. Cuando no tienes que contestar un requerimiento de Hacienda de embargo de alguien que ni conoces, estás identificando a un conductor para Tráfico, pagando telemáticamente el impuesto de basuras, reclamando a la compañía de la luz que te ha cobrado más de la cuenta, pidiendo al banco un certificado, haciendo una autorización para el colegio, renovando el carnet, pidiendo una cita, esperando una línea atendida por un estúpido robot...
Y cuando esos mismos ciudadanos pasamos a ser profesionales, es decir sujetos activos, entonces chocamos con los sistemas, con los procesos, con las guerras de codos, con el departamento de riesgos, con el de jurídico, con el de administración, con el de seguridad, con el auditor, con el comité, con el control de gestión, con el de internacional y entre todos consiguen hacer de la más sencilla gestión un interminable e insufrible trámite. Las grandes empresas tienen contratada a mucha gente y consultores dedicados simplemente a eso, a diseñar organigramas y procesos que atentan contra la eficiencia como palo entre los radios de la rueda.
Siempre me gustó la frase que distingue entre eficacia, una solución para cada problema, y burocracia, un problema para cada solución. Y ahora mismo estoy convencido de que cada día nos estamos complicando más las cosas en todos los ámbitos. La vida es mucho más fácil que eso, incluso en nuestro tiempo, con crisis y enormes dificultades para muchos, somos unos afortunados por el tiempo y el lugar que nos ha tocado habitar. El mejor de todos. La vida es difícil en África, en Oriente Medio, en algunos sitios de Asia... La vida era difícil para quienes tuvieron que soportar y perder todo en la guerra y después en la posguerra, en nuestro país o en cualquiera de Europa. La vida era difícil en cualquier siglo anterior al nuestro. Incluso ahora y en nuestra zona del globo terráqueo, también hay quien las pasa muy canutas, pero no suele ser quien, a todo momento y en cualquier circunstancia, se lamenta y complica más y más la más insignificante nimiedad.
No sé cómo tendremos que hacer para escapar de esta dictadura de los grises que nos han sometido a un sistema estúpido y sin sentido. Ellos y cada uno de nosotros deberíamos reflexionar para tratar de hacer la vida más fácil a los que nos rodean. De verdad, las cosas no son tan difíciles.
P.D. Otro día os cuento cuál ha sido la gota que me ha colmado el cerebro para escribir esto.
domingo, 28 de septiembre de 2014
EL ESPEJO
Los mayores somos espejo para los niños. Siempre se ha dicho
eso. Por eso mi cuñado no fuma delante de sus hijos, por eso mis amigos no
beben delante de los niños, por eso mi padre ponía música clásica a todas horas
para contagiarnos, por eso cuando te sientas a leer te gusta que los chicos te
vean y se reflejen. Sin embargo muchos de esos movimientos son artificiales y
ellos lo detectan al instante y seleccionan a conciencia el espejo en el que
verse reflejados.
Nunca me subí a un árbol delante de los niños, pero me
encantaba; nunca me vieron, ni siquiera presumí de haber participado en alguna
carrera de descenso, pero ellos, con ese sexto sentido que les da la edad,
saben detectar de entre los reflejos del espejo solamente aquellos que les
convienen o, mejor dicho, que les molan.
Esta reflexión la hacía el sábado pasado, mientras fumaba un
puro a escondidas, bebiendo un vinito a escondidas, leyendo con la máxima
visibilidad y casi en voz alta un libro. Miré a mi alrededor y comprobé que
Lucio estaba subido a lo más alto de la rama de un árbol lanzando piedras
contra el huerto del vecino con un aparatoso tirachinas que se había construido
con cámaras pinchadas de la bicicleta. A su vez, los mayores se vestían de
motocross para salir con las motos y las bicis a probar una nueva pista de
descenso que se han construido en el pueblo.
Como padre sentí la irrefrenable necesidad de imponer mi
autoridad y exigirles que dejaran de jugarse la vida y se sentaran con un libro
a leer o que pusieran en el tocadiscos “La Flauta Mágica”, pero ni siquiera
hice la intentona. Me di cuenta de que la educación es un proceso a largo plazo
y que cada cosa tiene su tiempo y su lugar. Realmente son menos tontos de lo que parece y saben elegir
esas cosas que tú les tratas de esconder y rehuyen de las que claramente tratas
de imponer.
Les pedí a unos que fueran despacio y al otro que afinara la
puntería para no manchar sus piedras con la masa encefálica de su padre y seguí
leyendo mi libro donde lo había dejado: “…el hastío y la melancolía son las
principales características del ser humano…” ¡Plash!, cerré el libro, bajé al
enano del árbol, nos pusimos los cascos y salimos en moto a buscar a los
hermanos. El espejo había funcionado, pero en sentido erróneo.
lunes, 22 de septiembre de 2014
EL SELFIE
Como fotógrafo que fui y pseudofotógrafo que soy, no puedo con lo del selfie, es superior a mis fuerzas. Siendo un ferviente defensor de las redes sociales como herramienta de comunicación con todos sus peros y sin embargos, no acepto que se nos imponga como el summum de la modernidad esta estúpida manía de autorretratarse haciendo, generalmente, el mentecato.
La fotografía digital ha conseguido subir el nivel medio de los fotógrafos de a pie y la democratización de este arte con la llegada de los móviles con cámaras de supermuchos megapíxeles ha cambiado el ojo y el dedo de los ciudadanos. Recuerdo cuando iba al laboratorio a recoger mis carretes y siempre me asomaba a las fotos de la señora o el caballero que tenía delante en el mostrador; qué penita me daban, todas desenfocadas, movidas, oscuras, desencuadradas y espantosas.
Eso sí, aunque las cámaras siempre han tenido la opción del disparador automático para no dejar a nadie fuera de las fotos de grupo, los que somos fotógrafos o pseudos ya estamos acostumbrados a no salir en nuestros reportajes. He de reconocer que en alguna ocasión he dado la vuelta a la cámara y con el pulgar me he tomado alguna fotillo montando en bici o en moto, pero después siempre me he arrepentido al verlas.
De hecho el autorretrato es algo un poco más antiguo que Steve Jobs y si tiras de memoria te acordarás de Goya, de Leonardo o incluso de algún escultor egipcio que ya tiró de vanidosa coquetería.
Sin embargo, esta epidemia llamada selfie avanza con mucho más peligro que el mismísimo ébola. Hay millones de adictos, muchos de ellos totalmente enganchados y ya son varias las muertes provocadas por accidentes de tráfico o caídas desde acantilados por culpa de los malditos selfies. Y no es que tema que se extinga la raza humana por esta práctica, pero de lo que sí que estoy seguro es de que se está idiotizando a pasos agigantados. Cada vez que sonríes mirando hacia arriba con tu brazo extendido para alejar el móvil, se te mueren neuronas; cada vez que compartes esa imagen de tu sonriente careto en Instagram o cualesquiera de tus comunidades de amigos virtuales, se daña tu intelecto, tu sentido común y sobre todo el del ridículo. Sí, el sentido del ridículo, el más preciado de los sentidos que distingue a los seres humanos de los animales y que poco a poco vamos eliminando de nuestro carácter (véase la foto).
El selfie no es más que un burdo heredero del fotomatón, aunque un poco más ligerito y al igual que el vídeo no consiguió matar a la radio star, tampoco el móvil acabará con el fotomatón. No me extraña, con ese nombre, cualquiera se mete con él. Supongo y espero que sea una moda pasajera contagiosa como la del agua, el hielo o el baile del momento y después aparquemos todos ese egocentrismo narcisista y vanidoso y hagamos fotos de cosas más interesantes y atractivas que nosotros mismos con nuestros logaritmos.
Y es que el selfie es a la fotografía lo que la masturbación al sexo. Así que, dejaos ya de pajas...
La fotografía digital ha conseguido subir el nivel medio de los fotógrafos de a pie y la democratización de este arte con la llegada de los móviles con cámaras de supermuchos megapíxeles ha cambiado el ojo y el dedo de los ciudadanos. Recuerdo cuando iba al laboratorio a recoger mis carretes y siempre me asomaba a las fotos de la señora o el caballero que tenía delante en el mostrador; qué penita me daban, todas desenfocadas, movidas, oscuras, desencuadradas y espantosas.
Eso sí, aunque las cámaras siempre han tenido la opción del disparador automático para no dejar a nadie fuera de las fotos de grupo, los que somos fotógrafos o pseudos ya estamos acostumbrados a no salir en nuestros reportajes. He de reconocer que en alguna ocasión he dado la vuelta a la cámara y con el pulgar me he tomado alguna fotillo montando en bici o en moto, pero después siempre me he arrepentido al verlas.
De hecho el autorretrato es algo un poco más antiguo que Steve Jobs y si tiras de memoria te acordarás de Goya, de Leonardo o incluso de algún escultor egipcio que ya tiró de vanidosa coquetería.
Sin embargo, esta epidemia llamada selfie avanza con mucho más peligro que el mismísimo ébola. Hay millones de adictos, muchos de ellos totalmente enganchados y ya son varias las muertes provocadas por accidentes de tráfico o caídas desde acantilados por culpa de los malditos selfies. Y no es que tema que se extinga la raza humana por esta práctica, pero de lo que sí que estoy seguro es de que se está idiotizando a pasos agigantados. Cada vez que sonríes mirando hacia arriba con tu brazo extendido para alejar el móvil, se te mueren neuronas; cada vez que compartes esa imagen de tu sonriente careto en Instagram o cualesquiera de tus comunidades de amigos virtuales, se daña tu intelecto, tu sentido común y sobre todo el del ridículo. Sí, el sentido del ridículo, el más preciado de los sentidos que distingue a los seres humanos de los animales y que poco a poco vamos eliminando de nuestro carácter (véase la foto).
El selfie no es más que un burdo heredero del fotomatón, aunque un poco más ligerito y al igual que el vídeo no consiguió matar a la radio star, tampoco el móvil acabará con el fotomatón. No me extraña, con ese nombre, cualquiera se mete con él. Supongo y espero que sea una moda pasajera contagiosa como la del agua, el hielo o el baile del momento y después aparquemos todos ese egocentrismo narcisista y vanidoso y hagamos fotos de cosas más interesantes y atractivas que nosotros mismos con nuestros logaritmos.
Y es que el selfie es a la fotografía lo que la masturbación al sexo. Así que, dejaos ya de pajas...
lunes, 15 de septiembre de 2014
THOMAS BERNHARD

viernes, 12 de septiembre de 2014
CHOQUE DE BURROS
Es una cuestión básica, casi infantil, igual que cuando le dices mil veces a tu hijo que baje la música, apague el ordenador o que lea un libro: cuanto más lo dices y más amenazas, más se enroca él en no querer hacerlo. Los frentismos siempre son muy malos.
Evidentemente, una actitud dialogante o conciliadora bajaría la tensión, tranquilizaría a las partes, abriría otras posibles vías de acuerdo y hasta saciaría a muchos independentistas indecisos que se han sumado en el último momento al carro como respuesta a la afrenta de lo que ellos llaman Madrid. Pero eso sería para los peperos un gesto de debilidad en la defensa del espíritu nacional y les llevaría a perder algún voto en sus feudos feudales.
En el otro lado pasa lo mismo, el amic Artur Mas es quien es y tiene posibilidad de seguir siéndolo en función de su consistencia en la defensa de la postura independentista, si flaquea pierde votos, si pavonea chulescamente gana respaldo popular. Se ha puesto al mando de un proyecto que no era el suyo y ahora ni sabe ni puede dar marcha atrás.
Así de sencillo, y en medio estamos sumidos en este lío que podría haber sido resuelto hace ya unos meses con un poquito de mano izquierda, con menos luces y taquígrafos y con grandes dosis de respeto mutuo o casi mejor de aprecio mutuo. El pulso no lleva a nada bueno. Los chulos de la disco casi siempre acaban envueltos en reyertas... Y en este caso, a los dos sólo les falta presumir de quién la tiene más larga. Y más dura... la cabeza.
Está claro de que todo este movimiento ha generado en Catalunya un sentimiento nacional incontestable y no creo que sea malo que lo expresen en una consulta que no es vinculante. Otra cosa es marcar cuáles tienen que ser las coordenadas del libro de ruta; cuál debería ser la pregunta o preguntas apropiadas; qué porcentaje de votos es necesario para tomar una decisión de este calado (no creo que el 50 % sea suficiente); qué opciones intermedias podrían ser aceptables; cuáles son las consecuencias reales, sin dramatizar; qué plazos se pueden marcar para no estar todo el día con presiones y amenazas...
El egoísmo partidista provoca ceguera, mira siempre muy a corto plazo, como mucho lo que dura una legislatura. Artur no puede volver atrás en este lío en el que sin quererlo se ha metido y Mariano obtendrá su rédito y después le pasará la patata ardiendo al siguiente. Esperemos que entre medias no nos quememos todos. ¡Bendito diálogo!
jueves, 11 de septiembre de 2014
UN MAL DÍA
Mi hijo mayor que es demasiado crítico con los comentaristas deportivos la ha pagado con uno de ellos gritando "qué estupidez es eso de un mal día", mientras todos ellos achacaban a ese abstracto concepto el fracaso de la Selección de baloncesto. Es cierto, no deja de ser una frase hecha con muy poco soporte científico para explicar que hemos jugado de pena, que ha faltado tensión, que todos habíamos vendido la piel del oso sin haberlo cazado y que el entrenador ha estado un tanto ausente. Pero no seré yo quien haga crítica de un deporte del que nunca he controlado demasiado, ni como practicante ni como espectador. Simplemente me ha hecho gracia el comentario de Diego, que ha heredado la costumbre paterna de alinearse con los perdedores y como seguidor del Espanyol y el Estudiantes, sabe mucho de "malos días".
Claro, que luego he ido a reunirme con Twitter y he repasado la actualidad con esa contradictoria frescura que te ofrece la red y no he conseguido llegar a la conclusión de si realmente se trata de un mal día o todo lo contrario. Impactado por el hecho relevante informado por el Banco de Santander a la CNMV, he empezado a leer obituarios que hablaban de ese pobre hombre rico como si fuera un cruce entre Teresa de Calcuta y Leonardo Da Vinci, momento en el que he esbozado alguna sonrisa ante los desafortunados chistes gores y comentarios, algo salidos de tono y momento, que he encontrado. Que si los gusanos se reparten el botín, que si los cementerios llenos de fortunas, que si... Ni lo uno ni lo otro, quizás. Cuestión de valores. Morales o bursátiles.
Desde el punto de vista del IBEX sí puede considerarse un mal día porque casi se quedan sin tres de sus jefes en el mismo día. También lo es para Fernando Alonso, que se ha quedado sin sponsor y sin jefe de equipo a la vez, pero tengo mis dudas de si el resto de españolitos pueden marcar este 10 de septiembre en su agenda como un mal día.
Quizás sí porque Cañete ha sido nombrado Comisario, quizás no porque aspiraba a más. Quizás sí porque la Botella se nos marcha, quizás no porque igual viene Espe. Quizás...
Y mi conclusión final con mi más respetuosa frivolidad, está con Diego, ni mal día ni leches, uno más, como el anterior en el que murió un hombre aplastado por un árbol, el otro en que la palmó Peret o el de más allá cuando se lesionó Cristiano Ronaldo. Y lo digo hoy, que es 11S, ese sí que sabe lo que es un mal día.
Claro, que luego he ido a reunirme con Twitter y he repasado la actualidad con esa contradictoria frescura que te ofrece la red y no he conseguido llegar a la conclusión de si realmente se trata de un mal día o todo lo contrario. Impactado por el hecho relevante informado por el Banco de Santander a la CNMV, he empezado a leer obituarios que hablaban de ese pobre hombre rico como si fuera un cruce entre Teresa de Calcuta y Leonardo Da Vinci, momento en el que he esbozado alguna sonrisa ante los desafortunados chistes gores y comentarios, algo salidos de tono y momento, que he encontrado. Que si los gusanos se reparten el botín, que si los cementerios llenos de fortunas, que si... Ni lo uno ni lo otro, quizás. Cuestión de valores. Morales o bursátiles.
Desde el punto de vista del IBEX sí puede considerarse un mal día porque casi se quedan sin tres de sus jefes en el mismo día. También lo es para Fernando Alonso, que se ha quedado sin sponsor y sin jefe de equipo a la vez, pero tengo mis dudas de si el resto de españolitos pueden marcar este 10 de septiembre en su agenda como un mal día.
Quizás sí porque Cañete ha sido nombrado Comisario, quizás no porque aspiraba a más. Quizás sí porque la Botella se nos marcha, quizás no porque igual viene Espe. Quizás...
Y mi conclusión final con mi más respetuosa frivolidad, está con Diego, ni mal día ni leches, uno más, como el anterior en el que murió un hombre aplastado por un árbol, el otro en que la palmó Peret o el de más allá cuando se lesionó Cristiano Ronaldo. Y lo digo hoy, que es 11S, ese sí que sabe lo que es un mal día.
domingo, 7 de septiembre de 2014
ENTENDER O GRITAR
Uno escribe cuando tiene claras las ideas, cuando las teclas
saben por sí solas lo que vas a contar y las ideas fluyen a gran velocidad
desde el cerebro a la pantalla sin apenas pasar el filtro de la boca que murmura
las palabras, ni siquiera de la vista que las repasa para comprobar que los
dedos han obedecido. Esa fluidez es la que nos invita a los juntaletras a
contar lo que nos pasa por la cabeza sin pudor y diría que con absoluta
necesidad de hacerlo. Por eso existe este blog y otros cientos de miles.
Alguien lo leerá, suponemos, aunque eso sea sólo una consecuencia, no un
objetivo; escribes porque te lo pide el cuerpo o, mejor dicho, el ánimo.
Sin embargo, hay veces en que esa necesidad se bloquea, las
palabras no quieren materializarse y se quedan merodeando por la mente sin
conseguir un mínimo orden o coherencia. Podría considerarse falta de
inspiración, pero no creo que sea este el caso, más bien exceso de fuentes,
desaguisado neuronal o hasta desgana y escepticismo ante el mundo y el tiempo
que vivimos. El blog se apaga provisionalmente en espera de inspiración o de
necesidad de contar algo que por lo menos a alguno de vosotros le pueda parecer
interesante. Ese es el sentido de esta página.
En verano todos nos vamos de vacaciones, desconectamos de
todo y después, cuando la rutina regresa a nuestras vidas necesitamos un
periodo de adaptación. Este año, no sé si será por la elevada edad del que
escribe o por el peso de los acontecimientos, pero no me ha resultado nada
fácil volver por aquí. No sentía necesidad, no tenía paciencia para escribir,
mezclaba temas y prefería gritar, chillar o llorar. Las teclas temían ser
aporreadas y el lector no merecía ser maltratado con depresivas reflexiones.
La clarividencia que te lleva a plasmar tus argumentos en un
texto ha desaparecido porque, simplemente, no entiendo lo que pasa en el mundo.
Podría haber seguido hablando de Palestina, de Hamas, de Israel, pero no
entiendo muchas cosas. Debería comentar algo del desquiciado y alarmante avance
del Estado Islámico, pero no entiendo casi nada. Querría solidarizarme con los
pasajeros que fueron asesinados por sobrevolar Ucrania, pero no entiendo lo que
pasa allí. Me inquieta y quisiera comentar la amenaza del Ébola, pero no
alcanzo a entender casi nada. Tendría la opción de mirar dentro de casa y
hablar de la enorme decepción del honorable Pujol, pero no entiendo cómo se
puede ser así. Podría ahondar en la reforma electoral que propone Mariano, pero
ya hablé en su día del golpe de estado, que sigo sin entender. Pensé en hablar
de los padres encarcelados por tratar de ayudar a su hijo enfermo, pero no lo
entendía. No entiendo nada y por eso he estado un tiempo sin escribir. Ya lo
sabéis cuando el blog se apaga es porque no entiendo lo que pasa y entonces
grito, como ahora mismo… Espero que vosotros sí me entendáis y gritéis conmigo.
jueves, 17 de julio de 2014
CON RABIA
No quería escribir del tema, me resistía a ello. Porque ya he dicho muchas veces lo que pienso del asunto, porque siento que no sirve de nada y porque además entro en choque con varios amigos con los que comparto ideología en casi todo, menos en la cuestión palestina. Siempre he seguido este conflicto con atención y, a pesar de todo, con esperanza; me he documentado leyendo bastante (he contado 22 libros de este tema en mi biblioteca) y aunque algunos no lo crean, intento ser objetivo.
Sí, hago exhaustivos intentos de entender ambos puntos de vista, pero sobre todo de comprender el que menos comprendo. Por eso, además de leer esos libros y decenas de artículos, ahondo buscando los argumentos de quienes defienden a Israel compulsivamente, como el provocador Marhuenda que llega a jugar malignamente con la muerte de los niños en la playa culpando de ella a los propios palestinos.
Me esfuerzo por entender sus razones religiosas, aunque me cuesta lo del mandato divino; trato de asimilar los motivos históricos, a pesar de que interpretan sólo los momentos de la historia que les son favorables; desmenuzo sus explicaciones geográficas, aunque las considere ventajistas; atiendo a sus argumentos de autodefensa, sin dejarme llevar por ciertos tintes racistas en su razonamiento. Y después de todo (empujado por esa compasión que siempre me ha provocado el pueblo judío) consigo autoconvencerme de que tienen razón, de que ese es su país, que los otros son unos intrusos o huéspedes mal agradecidos y que tienen derecho a defenderse de quien constantemente agrede su territorio con lanzamiento de cohetes y con actos criminales como el reciente asesinato de tres jóvenes. Sí, me pareció lamentable, condenable y repugnante el secuestro y vil crimen de esos inocentes chicos, pero...
Pero claro está, lo ocurrido a partir de entonces me revuelve el estómago y azota la conciencia. Olvido el linchamiento de Jerusalén, lo marco como un ataque de irá de unos desaprensivos. Me voy más acá. Una vez más, y van ni se sabe, el ojo por cien ojos, diente por mil dientes, vuelve a imperar y la más indemne exhibición de terror enfurecido vuelve a desatarse contra el enemigo, en cuyas filas se encuentran también ancianos, mujeres y niños. Veo las imágenes en los periódicos de todo el mundo, en medios no muy propensos a atacar al Sionismo y vuelvo a encontrarme lo mismo de las últimas veces, montañas de escombros, madres llorando, abuelos huyendo, errores de cálculo y entierros de niños que juegan al fútbol, de bebés... Cosas que no se pueden justificar de ninguna manera, seas de un bando o de otro. Un asesinato lo es sea el asesino palestino o israelí.
El derecho a defenderse no es el derecho al genocidio o a la masacre. Los palestinos más radicales se equivocan con su actitud agresiva y desafiante, pero la respuesta es totalmente desmesurada. Es como si desde Madrid hubiesen salido aviones a bombardear Lekeitio, Rentería o Eibar porque ETA atentaba indiscriminadamente. Guernica no lo menciono, eso fue cosa de los alemanes...
Por eso me ha corrido la hiel por las teclas cuando he visto la foto de unos colonos sentados en una colina viendo sonrientes el espectáculo de los bombardeos sobre Gaza y en el otro lado los cuerpos de esos niños masacrados por jugar al fútbol en la playa. Entonces ha sido cuando se me han tambaleado de golpe todos esos argumentos históricos, geográficos, religiosos o defensivos; entonces he vuelto a pensar algo que aprendí muy de pequeño y es que el que necesita la fuerza para imponer su razón quizás lo hace porque no tiene razón.
Y siento rabia, impotente rabia.
Pie de foto: Como no quiero manipular os diré que he puesto esta foto de unos niños saharauis porque no he querido herir sensibilidades ni amargar desayunos. De cualquier modo puedes encontrar fotos de la triste realidad en cualquier periódico o simplemente buscando "niños Palestina" en Google. No lo recomiendo.
Sí, hago exhaustivos intentos de entender ambos puntos de vista, pero sobre todo de comprender el que menos comprendo. Por eso, además de leer esos libros y decenas de artículos, ahondo buscando los argumentos de quienes defienden a Israel compulsivamente, como el provocador Marhuenda que llega a jugar malignamente con la muerte de los niños en la playa culpando de ella a los propios palestinos.
Me esfuerzo por entender sus razones religiosas, aunque me cuesta lo del mandato divino; trato de asimilar los motivos históricos, a pesar de que interpretan sólo los momentos de la historia que les son favorables; desmenuzo sus explicaciones geográficas, aunque las considere ventajistas; atiendo a sus argumentos de autodefensa, sin dejarme llevar por ciertos tintes racistas en su razonamiento. Y después de todo (empujado por esa compasión que siempre me ha provocado el pueblo judío) consigo autoconvencerme de que tienen razón, de que ese es su país, que los otros son unos intrusos o huéspedes mal agradecidos y que tienen derecho a defenderse de quien constantemente agrede su territorio con lanzamiento de cohetes y con actos criminales como el reciente asesinato de tres jóvenes. Sí, me pareció lamentable, condenable y repugnante el secuestro y vil crimen de esos inocentes chicos, pero...
Pero claro está, lo ocurrido a partir de entonces me revuelve el estómago y azota la conciencia. Olvido el linchamiento de Jerusalén, lo marco como un ataque de irá de unos desaprensivos. Me voy más acá. Una vez más, y van ni se sabe, el ojo por cien ojos, diente por mil dientes, vuelve a imperar y la más indemne exhibición de terror enfurecido vuelve a desatarse contra el enemigo, en cuyas filas se encuentran también ancianos, mujeres y niños. Veo las imágenes en los periódicos de todo el mundo, en medios no muy propensos a atacar al Sionismo y vuelvo a encontrarme lo mismo de las últimas veces, montañas de escombros, madres llorando, abuelos huyendo, errores de cálculo y entierros de niños que juegan al fútbol, de bebés... Cosas que no se pueden justificar de ninguna manera, seas de un bando o de otro. Un asesinato lo es sea el asesino palestino o israelí.
El derecho a defenderse no es el derecho al genocidio o a la masacre. Los palestinos más radicales se equivocan con su actitud agresiva y desafiante, pero la respuesta es totalmente desmesurada. Es como si desde Madrid hubiesen salido aviones a bombardear Lekeitio, Rentería o Eibar porque ETA atentaba indiscriminadamente. Guernica no lo menciono, eso fue cosa de los alemanes...
Por eso me ha corrido la hiel por las teclas cuando he visto la foto de unos colonos sentados en una colina viendo sonrientes el espectáculo de los bombardeos sobre Gaza y en el otro lado los cuerpos de esos niños masacrados por jugar al fútbol en la playa. Entonces ha sido cuando se me han tambaleado de golpe todos esos argumentos históricos, geográficos, religiosos o defensivos; entonces he vuelto a pensar algo que aprendí muy de pequeño y es que el que necesita la fuerza para imponer su razón quizás lo hace porque no tiene razón.
Y siento rabia, impotente rabia.
Pie de foto: Como no quiero manipular os diré que he puesto esta foto de unos niños saharauis porque no he querido herir sensibilidades ni amargar desayunos. De cualquier modo puedes encontrar fotos de la triste realidad en cualquier periódico o simplemente buscando "niños Palestina" en Google. No lo recomiendo.
lunes, 14 de julio de 2014
LA M-30
Cuando escucho las tertulias mañaneras de periodistas y
analistas desmenuzando la actualidad y escenificando su enorme indignación ante
cada uno de los asuntos turbios de nuestra política, pienso en la M-30.
Después, cuando abro la página de cualquier periódico en el ordenador y me
encuentro con escándalo tras escándalo, corruptela sobre corruptela, me acuerdo
de la M-40. Más tarde cuando veo en el telediario el desfile de los tribunales,
desde la Monarquía al último de los concejaluchos, pasando por gobierno,
oposición, diputados, consejeros, alcaldes e incluso jueces, me viene a la
mente el semáforo de Arturo Soria.
Sí, todos nos preguntamos el por qué de esta España tan
berlusconiana, buscamos complejas teorías sobre las redes del mal, diseñamos excusas
conspiratorias para cada uno de los casos y señalamos como únicos culpables a
los politicastros de turno. Pero la solución es mucho más fácil, la tenemos
mucho más cerca, ahí mismo, en la calle, en la M-30.
Cada mañana, cuando salgo de casa hacia el colegio de los
niños o hacia el trabajo, la maldita hora punta me pone los pies sobre la
tierra y me recuerda en qué país vivimos. En el cruce de Arturo Soria donde de
forma recurrente los coches bloquean el paso de la calle perpendicular porque
nunca jamás un conductor puede ceder un minuto de su tiempo en beneficio de
decenas de prójimos que esperan en el otro semáforo. Si avanzo bloqueo el
cruce, pero yo gano unos segundos…Que les den a los demás.
Después llego a la incorporación a la M-30, con un atasco
que es ya parte del paisaje urbano y que casi todos tenemos contemplado en
nuestro horario para llegar a tiempo al cole. Digo casi todos porque un setenta
u ochenta por ciento de conductores civilizados nos detenemos al final de la
fila y esperamos pacientemente a golpe de acelerones y frenazos nuestra
incorporación al inmenso río de coches que nos llevará al destino. Sin embargo
ese flujo regular de coches se ve siempre ralentizado por ese otro veinte o
treinta por ciento (una cifra elevadísima) de listillos, irrespetuosos e
insolidarios que adelantan a gran velocidad a toda la fila para incorporarse al
principio, provocando situaciones peligrosas y grandes cabreos de los que han
esperado durante largos minutos.
Ese es el gran problema general de nuestra sociedad. En
nuestro país hay muchísima gente civilizada y cívica, íntegra, educada que sufre a cada
minuto las afrentas de una gran minoría de esos que van por el mundo pensando
que son mejores, más listos y de mejor familia. Yo, según me adelantan les miro
a la cara y les reconozco los rasgos; son los del “usted no sabe con quién está
hablando”, los de las oportunidades de ganar dinero fácil, los de la libre
competencia entre los individuos, los de “me van a decir a mí cómo tengo que
conducir”, los de los enchufes y la puerta giratoria, los egoístas, los que se cuelan en la fila.
Más arriba de los Pirineos esto no pasa. Y mientras eso siga ocurriendo en la M-30, la M-40, la S-30 o la B-40 no esperéis que nuestro país deje de tener oportunistas que aprovechan el despiste de los demás en su propio beneficio, ya sean yernos de rey, ministros, concejales o taxistas.
miércoles, 9 de julio de 2014
MI CADÁVER
Lo de los cementerios ha sido algo más repentino y creo que por coincidencia, porque he despedido a padres de amigos, a compañeros, a colegas de profesión e incluso al hijo de un amigo. Horrible, sí.
Pero siempre he afrontado estas situaciones con una buena dosis de ese humor negro y morboso que a alguno tanto os gusta, y que no es otra cosa que una escapatoria para huir de algo que me provoca mucho miedo (psicólogo dixit); así que tras este vía crucis por los escaparates de féretros, he decidido no morirme.
Tomé la decisión cuando escuché a un insensato cura de cementerio, biblia en mano, decir que Dios es magnánimo y piadoso y repetirlo hasta la saciedad ante unos padres que enterraban a un adolescente. Lo reconfirmé cuando vi a un comercial de funeraria, catálogo en mano, ofreciendo lápidas, coronas y todo tipo de artilugios fúnebres a unos desconsolados familiares que sólo querían pasar ese mal trago rápido, sin importarles si el fulanito conseguía o no su bonus por objetivos. Y ya salí por patas de ese lugar tan antipático cuando noté que sobre un corrillo de "pesamistas" caían extrañas cenizas del cielo y ninguno estaba fumando. Me limpié rápido la "caspa" mortal de los hombros y salí corriendo a vivir.
Claro, que al llegar a casa y después de tanta despedida, me empezaron a entrar todos los síntomas de las enfermedades que se habían llevado por delante a mis amigos, lo cual ha sido una buena excusa para pasar la ITV, pero también para ser consciente de que incluso yo, el mismísimo yo, me moriré algún día. Y ante tan sabia conclusión recordé un comentario de mi amigo Luis en una de esas antesalas de la muerte en las que nos contamos unos a otros cómo se murieron nuestros padres o abuelos y después felicitamos a la familia porque el muerto se ha ido sin sufrir. "Yo no quiero pasar por nada de esto, mi cuerpo donárselo a la ciencia", dijo él con cierta ironía y yo me sumé rápidamente a la propuesta. Y tan contentos nos quedamos los dos, hasta que vimos las fotos del periódico con los cadáveres amontonados en un aula de la Universidad Complutense. Me imaginé debajo de un montón de desarrapados, algún que otro socio del Madrid, alguna cajera del Mercadona y más de un calvo. Vi desde arriba mi cadáver, con el pene seccionado y los ojos sacados por un "chistosillo" estudiante de medicina y decidí cambiar de opinión. Ahora soy más partidario de un ancestral rito asiático: ¿mi cadáver? Os lo coméis ¿vale?
Pie de foto: No quiero ofender a nadie ni con el texto ni con la foto, pero es la única imagen con cadáver que he encontrado en el archivo.
domingo, 6 de julio de 2014
CON ORGULLO



Qué gozada de ciudad, con sus mimos, sus músicos callejeros (con o sin examen), sus policías a caballos, sus museos, sus bares, sus tapas, sus bicicletas de alquiler y su orgullo... Estoy orgulloso de ser madrileño. A pesar de.
jueves, 3 de julio de 2014
GOLPPE DE ESTADO
Una vez retirados los focos de los nuevos Reyes, rápidamente han vuelto Cristóbal, Alberto y Mariano a atraer la atención con sus despropósitos e insultos a la inteligencia. Primero con el chapucero aforamiento de Juancar deprisa y corriendo, no sea que aparezca algún juez díscolo y nos la líe. Después con la progresista reforma fiscal de Robin Hood Montoro y su cruel y sádica propuesta de quedarse con buena parte de la indemnización por despido; cambiamos la ley para abaratar el despido, se te queda en sólo 20 días por año y además de eso Hacienda se va a quedar un buen pico. Y tú, bastante tienes con seguir vivo y con el chollo de estar en el paro, que no tienes que madrugar...
Y si no había bastante tomadura de pelo, ahora Mariano propone una curiosa "regeneración democrática". Miedo me da cuando estos se erigen en defensores máximos de la libertad y la democracia. En efecto, me lo temía, se trata de otra de sus trampas disfrazada de finiquito en diferido. Bajo ese sugerente nombre de "regeneración democrática" se esconde una maléfica propuesta más digna de algún caudillo dictador de otro tiempo que de un demócrata de verdad. El nombre de la propuesta debería ser "democracia a la carta" porque lo que pretende Mariano es reinterpretar la ley electoral para seguir ganando las elecciones aunque no las gane. Con dos testículos propone que a partir de las próximas elecciones municipales (que no le pintan demasiado bien) gobierne en los ayuntamientos y comunidades la lista más votada. Qué listo, qué ventajista, qué tramposo, como sabe que ahora la izquierda es mayoritaria pero está fraccionada en distintos partidos, evita perder la gran mayoría de instituciones para dárselas a coaliciones progresistas.
Si algo así prosperase sería un golpe de estado contra la democracia, contra el Sufragio Universal (un ciudadano, un voto), similar a los que dan los tiranos o los radicales que suben al poder con unas elecciones y una vez arriba cambian la ley para perpetuarse. No les dejemos. Eso sí, para los medios conservadores de nuestro país (es decir, todos) el único peligro es el antisistema, proetarra, antidemocrático, chavista, malo, malísimo llamado Pablo Iglesias. Si es que con ese nombre...
martes, 1 de julio de 2014
IMPROVISACIÓN
Voy a defender al Gobierno, para que no se diga. He
escuchado en repetidas ocasiones acusaciones (qué bien suenan estas dos
palabras juntas) sobre la supuesta improvisación de los chicos de Mariano en el
proceso de abdicación. Mira que a mi me mola eso de zumbarle al presi y a sus
ministros, pero en este caso creo que se les podría acusar de muchas cosas,
como ninguneo a las instituciones y a los ciudadanos o reprimir la libertad de
expresión, pero de improvisar no hay que acusarles sino felicitarles. Como
pretende alguien que el gobierno hubiera tenido un programa estudiado y
planificado previamente de una cosa que no se sabía que iba a ocurrir.
No sé porque la palabra improvisar es una expresión maldita
en castellano, cuando debería ser todo lo contrario. Como si fuésemos
cuadriculados alemanes, en cuanto algo no ha llevado un proceso preparatorio
metódico y por el conducto reglamentario, nos ponemos nerviosos y atacamos al
responsable del peor de los crímenes: improvisar. Pues aquí estoy yo como
fundador del PIE (Partido Improvisador de España) a defender una de las
prácticas más loables y sin duda, una capacidad que distingue al ser humano de
las especies salvajes. De hecho improvisar es pensar rápido, es ser capaz de
adaptarte a una situación nueva e inesperada y actuar consecuentemente.
Precisamente lo que distingue a los buenos profesionales en
la mayoría de los oficios es su capacidad para improvisar. Los futbolistas, los
artistas, los políticos, los oradores, los tenistas, los pilotos… todos ellos
son buenos o malos en función de su disponibilidad y rapidez para la
improvisación. De un piloto de avión uno requiere una preparación óptima, una
planificación del proceso de vuelo perfecta, pero también dotes para la
improvisación, que son las que te salvan en una situación crítica.
Por eso no entiendo que ser un buen improvisador signifique
casi un insulto cuando es la parte más creativa, inteligente y, por qué no
decirlo, latina. Otra cosa es que algunos se amparen en este criterio para no
planificar nunca nada y dejarlo todo al albedrío de la improvisación y entonces
se te amontonan los montones.
PD. Como es obvio, esta entrada la he improvisado ahora
mismo…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)