jueves, 29 de marzo de 2012

ESTOY REUNIDO

Lo reconozco, no he sido capaz de decir la verdad. A mucha gente le he dicho que tengo una reunión y en el fondo así es, pero se trata de una reunión muy especial para un día muy especial.
A lo largo de mi extensa, laureada y brillante carrera profesional (toses de fondo) he mantenido reuniones en los sitios más disparatados que podáis imaginar. En castillos medievales, en medio del desierto, en el altar de una iglesia, en aviones, en la montaña, en el despacho de Julián Muñoz, en restaurantes, en hoteles, en tanatorios... ¡Coño! me falta el puticlub, a ver si puedo la semana próxima, que estoy de Rodríguez.
Ayer descubrí un nuevo sistema para aprovechar al máximo el tiempo en días de estrés. Terminé una reunión en la oficina a las once y media y tenía otra a las doce en el Ayuntamiento de Madrid, pero vino una visita a presentarme un proyecto; podía elegir entre "venga usted otro día" o llegar tarde al ayuntamiento, así que opté por la tercera vía: la "reunión-trayecto". Les mandé subir al coche y entre M-30, O'Donell y Alcalá escuché su propuesta y negociamos esquivando taxistas. Una vez en Cibeles, aparqué el coche y dimos por concluida la reunión. Nos volveremos a ver en unos días, pero me han pedido un trayecto un poco más largo para poder ahondar más en el proyecto.
Tampoco está mal la cita que tengo la semana próxima, he quedado con un colaborador para cerrar varios asuntos y charlar de futuros proyectos y me ha pedido permiso para venir a verme con su bebé recién nacido porque no tiene con quién dejarlo. Tengo que reconocer que me ha dado corte y le he dicho que mejor quedamos en una cafetería; realmente no quería entrar en el conflicto sexista que podía desencadenarse en la oficina cuando saliese yo de mi despacho pidiendo ayuda para cambiar unos pañales.
La de hoy es una reunión muy distinta. Ya sabéis que es un día especial, un día para reflexionar, un día para recordar. Hace un año que murió mi madre y me ha parecido un buen momento para llevarle las primeras flores de su jardín en primavera y, ya de paso, reunirme un ratito con ellos, con Lucio y Amalia.

martes, 27 de marzo de 2012

EL COCHE FÚNEBRE

Tengo un amigo que suda mucho. En realidad tiene un grave problema de claustrofobia. Siente tal pánico a estar encerrado que nunca puede utilizar un ascensor. Es periodista y continuamente tiene que acudir a presentaciones o ruedas de prensa que se celebran en terrazas de hoteles o áticos y se ve obligado a subir por las escaleras con el correspondiente sofocón. Ahora que está de moda montar actos en los rascacielos de Castellana, está haciendo objeción de rodillas y les pide que le manden la nota de prensa por e-mail.
Por ese mismo motivo tampoco ha subido en un avión en su vida. Le entiendo y en buena parte comparto su angustia. Porque en la peor de mis pesadillas trato de escapar a gatas de un laberinto oscuro por un interminable túnel lleno de recovecos. Y porque tampoco me gustan los aviones.
Un ejemplo, ayer teníamos una reunión en Lisboa. Facilito, madrugón, salida a las siete de la mañana, llegada a la una a Portugal, reunión, comida y regreso, con cenita en el camino, y entrada en casa a las dos de la madrugada. Una delicia. Ya sé que pensáis que estoy loco, pero no; muchos son los argumentos a favor: íbamos tres y nos sale más barato; iba con mis socios y aprovechamos para hablar todo lo que no hablamos en meses; ves los campos de Extremadura en primavera; te evitas la tensión de la noche previa pensando que te vas a subir en el hierro con alas; tienes coche para moverte por Lisboa y que te piten por llevar matrícula española; tienes flexibilidad de horario; si te matas lo haces de forma individual, personalizada, y no mezclado con otros doscientos y pico... Y además me gusta conducir.
Joder que si me gusta. Quienes han viajado conmigo saben que no comparto volante ni con el mismísimo Schumacher. Con Ferpo y Chuso he viajado por toda España, he ido a París, a Suiza, a Italia y siempre he conducido hasta el carrito de las maletas del hotel. Por eso ayer, de madrugada, ya llegando a Madrid, Fernando me bromeaba: "Chaval, que sepas que la venganza va a ser dura, cuando la palmes te juro que voy a alquilar el coche fúnebre con la condición de que me dejen conducirlo y antes de dejarte por ahí tirado, vamos a dar una cuantas curvitas para desquitarnos de todos estos años". La verdad es que me divierte el plan, aunque me da un poco de claustrofobia el ataúd.

MI HUELGA GENERAL

La huelga general del jueves va a ser un fracaso. Lo sabemos todos. Quizás la convocatoria ha sido algo precipitada, pero sobre todo la situación psicológica de los trabajadores acompaña poco. Una buena parte no la respaldará por motivos ideológicos, por no hacer una huelga contra el partido al que han votado; otros simplemente no se atreverán. No se atreven porque tienen miedo, porque la psicosis general invita a no arriesgar, a ser corderito, a no enseñar las cartas, no sea que pongas en juego tu futuro. Así está la cosa, en esta anestesiada sociedad, nos pueden hacer lo que sea que el escepticismo, mezclado con pasotismo y mucho miedo, impiden moverse a la gente para reivindicar sus derechos.
El camino lo han preparado bien. Primero con esa burda desacreditación, casi criminalización, de los sindicatos a través de algunas mentiras y mucha demagogia. Después con la amenaza de los mercados, las agencias y las primas de riesgo que vendrán a por nosotros con más fuerza si se nos ocurre parar el país aunque sólo sea un día. Más tarde con el fantasma de Grecia y de la mala imagen internacional que vamos a dar. Con todo esto se ha transmitido el mensaje de que España no está para huelgas, que ir a la huelga significa ser un irresponsable insolidario con la situación del país.
No me gusta la huelga general, pero voy a ir a la huelga, sí.  Y creo que todo el mundo debería ir, por una cuestión de conciencia y justicia. Aunque creamos que no sirve de nada. Creo que de alguna forma tenemos que decir que no, que estamos cansados de que nos engañen, de que la política sucumba ante la economía, de que la corrupción sea algo normal en nuestras vidas, de que la justicia no sea justa y de que los bancos ordenen la agenda de nuestro futuro. En este triste país en el que la gente no se escandaliza cuando ve al dueño de Mercadona decir que tenemos que trabajar como los chinos y que se idolatra a los grandes empresarios de la CEOE, olvidándonos de que su anterior "jefe", Díaz Ferrán era el chorizo que es y aun así teníamos que aguantar sus lecciones y reprimendas, es normal que encima pensemos que la culpa de lo que pasa es nuestra por haber pedido hipotecas más altas de las que podíamos pagar.
Señores ciudadanos, les están engañando. La reforma laboral no es una herramienta para crear empleo ni para salir de la crisis, es una ayuda a los empresarios para poder equilibrar más facilmente sus cuentas, para despedir con la mitad de los costes, para bajar los sueldos, para poder hacer un ERE sin pedir permiso y para dar marcha atrás, con la excusa de la crisis, a tantos derechos conseguidos por los trabajadores durante las últimas décadas. Cuando había vacas gordas no se repartían, así que ahora que se queden con las flacas ¿no? He sido empresario y de alguna forma sigo siendo directivo y precisamente por eso lo digo. Medidas como estas no nos van a ayudar a crear empleo, porque son medidas restrictivas y no constructivas. Restan, recortan y frenan, cuando ahora habría que pensar más en sumar, generar ingresos y acelerar la economía.
Posiblemente la huelga no sea el mejor sistema, hubiera preferido cualquier otro, pero la sociedad no puede ser cobarde, hay que decir a los políticos que no pueden seguir pisando a los ciudadanos. Si nos callamos sí que daremos una imagen penosa, sí que seremos irresponsables y sobre todo insolidarios con esos otros cinco millones que, aunque quieran, el jueves no irán a trabajar.

domingo, 25 de marzo de 2012

GRACIAS GERVASIO

Cuando estuvimos en Berlín visitamos el Museo del Holocausto con impresionantes y dramáticas imágenes del genocidio. Salías de allí sobrecogido y helado pensando cómo el ser humano podía haber llegado a ese extremo de crueldad y sadismo. Sin embargo, aquello, por suerte, era una etapa superada, era parte de la historia, y el museo era un mero recuerdo para mantener viva la memoria y que no vuelva a repetirse.
Ayer estuvimos viendo la impresionante y magistral exposición de Gervasio Sánchez en la vieja fábrica de Tabacalera y os prometo que todavía tengo la carne de gallina. Nunca jamás olvidaré esa visita. Gervasio es uno de los más destacados reporteros del mundo y sus fotografías son la más veraz y cruel crónica de la miseria humana. El compromiso de un hombre que está vivo de milagro y que ha visto las mayores atrocidades de las que el peor de los hombres es capaz, hace que cada una de sus imágenes sea mucho más que un click, sea una denuncia que abre los ojos del más frío de los espectadores.
Hemos ido cuatro amigos, y tras ver la primera foto, nos hemos separado y desperdigado por la sala; la fuerza de cada imagen invita a digerirlas en solitario, a analizar la situación, a mirar el paisaje, a ponerte en la piel del retratado, a sufrirlas como una víctima más. No puedo decir que se pase bien en la exposición, no es nada agradable, no se puede ir con niños pequeños, pero cuando hemos salido hemos coincidido todos: es una asignatura obligatoria. Si todo la gente viese esta exposición, el mundo sería mejor, seguro.
No es utopía, no. Las minas, los niños soldado, los desaparecidos y la vergüenza humana pueden ser corregidos y combatidos siendo conscientes de su existencia y de su dramatismo. No basta con ver películas de guerra o jugar a la PlayStation para saber qué hay realmente dentro de cada uno de esos conflictos que nos resume el Telediario. El trabajo de este reportero, como el de otros muchos colegas suyos hace un gran favor a la conciencia universal.
En un recorrido por las principales guerras y conflictos de las últimas décadas, Gervasio aporta una visión tan humana del dolor, que no puedes evitar sobrecogerte en cada foto, sentir un escalofrío que se va encadenando una tras otra durante los centenares de imágenes. En algunas cierras los ojos, en otras quieres desaparecer de este mundo y en la mayoría, las lágrimas te desenfocan la fotografía. El edificio en ruinas y los sonidos de disparos ayudan a meterte en la situación y a salir convencido de que lo estamos haciendo muy mal.
Lo más duro no son los cadáveres y las heridas, lo más impactante es saber que esto no es una historia lejana en el espacio, que se trata del más espantoso dolor de gentes como los bosnios, los serbios o los kosovares, que viven allí arriba, a un par de horas en avión, en nuestra civilizada Europa. Y que tampoco es algo lejano en el tiempo, que todos esos rostros, esas mutilaciones o esos niños sin presente ni futuro, viven ahora mismo en el mismo planeta que nosotros.
Ayer mismo leí que España ha aumentado considerablemente sus ingresos por venta de armas. La noticia venía acompañada de comentarios de tipo económico, valorando el impacto de ese incremento sobre nuestra maltrecha economía. Cualquiera que vea el trabajo de Gervasio, cambiaría su análisis materialista y egoísta de la noticia para avergonzarse.
Hay mucha gente que no puede soportar ver este drama. Yo también creo que antes era así, pero ahora estoy convencido que es la mejor terapia, el mejor aprendizaje para evitar la inhibición de la sociedad ante la injusticia y la cruda realidad. Por eso creo que es obligada la visita a la exposición. Además es un buen termómetro de relatividad del dolor. En una sala había una mujer que acompañaba a una amiga y apenas miraba las fotos, se limitaba a contarle a su acompañante todos sus problemas de salud, que si la rodilla, que si el reúma... Por Dios, señora, entre un segundo en cualquiera de esas fotos y verá como se le pasan sus males.

jueves, 22 de marzo de 2012

¿EL SEÑOR MUÑOZ?... SE HA MUERTO

Vale que estemos en crisis. Vale que haya que buscar clientes debajo de las piedras. Vale que los pobres trabajadores no tienen la culpa. Pero ¡vale ya! de aguantar la continua intromisión en nuestras vidas que hacen las compañías con sus malditas llamadas de telemárketing. El asunto empieza a ser insoportable y necesita una urgente regulación.
Uno ya no puede estar tranquilo en casa, leyendo, viendo la tele, durmiendo o tocándote las narices sin que suene el teléfono y una amable señorita sudamericana irrumpa en tu vida para ponerte de mal genio vendiéndote el Imagenio o pidiéndote encarecidamente que cambies de compañía de teléfono, de electricidad, de gas o de condones. Ahora además, para ahorrar costes te llama una máquina y cuando tú ya estás ahí preparado con el teléfono en la mano, te transfiere a un operador y así ellos no pierden tiempo, que para eso ya estás tú.
No estoy de coña, creo que deberíamos reaccionar todos juntos y plantar cara a esta peligrosa dinámica que sino nos llevará a apagar el teléfono en casa. Creo que realmente no es legal lo que hacen porque tus datos deben estar teóricamente protegidos y ellos los compran y te invaden. Lo primero que habría que hacer sería que nadie les hiciera caso porque cuando siguen llamando es porque de alguna forma alguien les escucha y consiguen liar a unos cuantos, sino suprimirían este servicio. Otra opción es crear una plataforma en Facebook o en otras redes sociales para denunciar y criticar a las compañías que utilizan esta técnica invasiva. Otra opción, la que aplicábamos en casa hasta hace unos días, es contestar educada pero drásticamente que hagan el favor de no volverte a llamar y que te borren de sus bases de datos. Pero no sirve de nada, vuelven a llamar, porque son muchos y cobardes... La siguiente posibilidad, en la que estamos ahora, es el vacile, contestar como si fueses un contestador o pedirle al operador su número personal para devolverle la llamada más tarde.
Pero como me temo que este sistema tampoco va a funcionar, todavía tengo varios planes en la recámara: uno sería hacerte el maño hasta desesperar al contrario; otro poner a todo nuestro equipo comercial a llamar a los directivos de esas compañías cada noche a su casa para ofrecerles nuestros servicios; otro, intentar ligar y de inmediato colgarán y si no lo hacen por lo menos has pillado ¿no?... Y ya a la desesperada, pondría el tema en manos de mis... hijos, que llevan tiempo pidiéndome permiso para aplicar una serie de contestaciones un tanto burdas que aprendieron en un vídeo de bromas en Estados Unidos y sino utilizaré una idea que me dió hace unos días una simpática señorita que llamó y dijo: "Buenas noches, me gustaría hablar con su padre..." a lo que yo le contesté: "Anda!, y a mi también..." Después le di más detalles y se despidió muy cortada. Así que a partir de ahora descolgaré y cuando pregunten "¿El señor Muñoz?"... SE HA MUERTO.

miércoles, 21 de marzo de 2012

A POR ELLOS...

Llego a casa cabreado. Me ha tocado doble sesión de baloncesto-papá y no estoy preparado para ello. No es que no me guste, que me encanta porque todo lo que sea ver deporte y si encima juega uno de tus hijos, me chifla. Sin embargo, no me encuentro cómodo en la grada con el resto de padres, quizás sea porque la atmósfera en San Francisco era distinta y todavía no estoy acostumbrado al incívico comportamiento habitual en cualquier tipo de gradas de nuestro país.
Dos partidos, uno ganado y otro perdido, pero en los dos el árbitro ha pitado escandalosamente en contra de nuestro equipo, no veía los pasos de los otros, sólo pitaba nuestras faltas y perseguía a nuestros jugadores con una obsesiva maldad. Dios mío, qué difícil es ser padre. Qué fácil es perder la objetividad y que difícil es ser un poco autocrítico. Mi lectura era bastante más sencilla: el partido que han ganado ha sido porque eran mucho mejores que el rival y el que han perdido porque eran más bajos y peores. Obvio, pero creo que nadie más piensa lo mismo. Los chavales ya son teenagers y juegan muy bien, pero aun son niños y deberían recibir una educación algo más sosegada. Hemos visto en muchas películas americanas la importancia del apoyo paterno o materno desde la grada para que el joven jugador se sienta arropado, pero ese apoyo y aplauso es totalmente contraproducente cuando se torna en gritos fanáticos y a veces ofensivos: "Árbitro, no tienes ni puta idea... chicos tranquilos que estáis jugando contra seis... gafas, necesitas gafas, árbitro... qué cara dura tienes, pitas distinto en un campo que en otro... chicos levantad las manos que os están robando..." Sinceramente, no sabía dónde meterme, estaba avergonzado y más aun cuando he visto que uno de los chavales desde el banquillo se giraba y pedía a los Papas and the mamas que se callaran.
Pero insisto que debo ser el único blandengue que no comparte esa línea de comportamiento porque al acabar el segundo partido le he comentado al entrenador de nuestro equipo que debería hablar con los padres para que tranquilizaran los ánimos y no subieran tantísimo la tensión de los partidos. También se lo he dicho a mi hijo y me ha mirado con cara de desaprobación diciendo: "Papá, ya estás con tus historias, los padres de todos los colegios hacen lo mismo".
Tampoco me ha gustado la estrategia seguida por uno de los entrenadores, que en lugar de motivar a los jugadores de forma positiva, les castigaba mandándoles al banquillo cada vez que cometían un fallo, con una buena dosis de humillación ante sus compañeros.
Seré un bicho raro pero no entiendo que los partidillos de colegios se vivan con la misma tensión que los de primera división y que todos, jugadores, entrenadores, árbitros y público se lo tomen tan a la tremenda. Sin duda no estamos inculcando valores de objetividad, ecuanimidad, autocrítica o humildad, más bien estamos preparando futuros cafres.

¿TOSE?... NO ME ATREVO

No puedo decir que tenga el cuerpo lleno de tornillos, como los pilotos de motos, ni de cicatrices, como los toreros. Uno es más humilde y se limita a llevar un palmo de alambre hecho un amasijo en un codo y un par de puntadas de dos operaciones. Pero eso no quiere decir que no me haya lesionado mil y una veces. Mi especialidad son las costillas, que suelo fisurármelas casi todos los miércoles y algún que otro sábado. En moto, en bici, en kart, jugando al baloncesto, al fútbol o al ajedrez, de todas las formas me he chafado alguna, así que ya no creo que me queden muchas de las 24 sin marcar una muesca. Que son venticuatro lo sé porque lo acabo de buscar en Google, porque antes de eso he intentado contarlas con el tacto y sólo he podido llegar a la conclusión de que hay demasiada grasa entre la piel y las costillas, casi tanta como en las patatas con costillas que me he apretado para comer.
Parece tontería, pero es una putada fisurarte una costilla. En primer lugar porque cuando lo cuentas es como si dices que tienes tos, nadie te compadece. Si vas al médico, se limita a constatar que tienes fisurada la costilla y te manda a casa sin vendaje, sin medicina y sin ninguna esperanza de que se te pase el dolor en las próximas semanas. Si preguntas a un amigo, todos te animan: "Uff, ¿una costilla?, duele un montón y tarda muchísimo en curarse y encima no puedes dormir..." En teoría puedes hacer vida normal, pero sin toser, ni estornudar, ni respirar muy fuerte, ni reírte, ni correr y durmiendo sólo del costado contrario a la lesión. Vamos que estoy como el tipo resfriado del chiste de Eugenio que por error tomó un laxante y no se atrevía a toser por si las moscas... Por eso, todos los días ves las estrellas un par de veces por intentar hacer un movimiento inadecuado. Si además eres subnormal y te vas a montar en moto al día siguiente de lesionarte, pierdes toda autoridad moral para quejarte.
Así estoy yo ahora mismo. El sábado en uno de esos apasionantes partidazos de fútbol rural en los que la suma de años de todo el equipo contrario era menor a mi edad, el extremo izquierdo visitante se abalanzó con rudeza sobre el portero del equipo local, reventándole el tórax, dejándole sin respiración, con las costillas del lado derecho insertadas en el "partenón" ese... Si os fijáis en la radiografía de cuando tenía cuatro años, ya se apreciaba mi fragilidad costillar. Lo que no sé es por qué no pusieron mi careto arriba, hubiera quedado mucho mejor ¿verdad?

lunes, 19 de marzo de 2012

MI AMIGO OBAMA

Como os impresionó mi foto con el cuñado de Iñaki, os voy a hablar de mis otras amistades.
Hace unos años, uno tenía los amigos que tenía, los del cole, los del trabajo, los del barrio, los de casualidad. La palabra amigo se refería a un elemento contable, no de profesión, sino de cantidad; si lo pensabas bien podías llegar a saber cuántos amigos tenías. Ahora la cosa ha cambiado, la globalización, el mundo virtual, las redes sociales y la madre que parió a Bill Gates nos han complicado mucho más el concepto amistad. Por ejemplo, yo, se supone que tengo 325 amigos en Facebook y que me siguen 157 personas en mi Twitter personal. Soy un tipo con suerte, nunca pensé que iba a conseguir tantos amigos con este carácter tan agrio que de vez en cuando tengo. Además hay algo que me hace sentirme todavía más feliz, que es que muy buena parte de mis amigos reales no están en ninguno de esos dos grupos. También tengo que decir que soy bastante selectivo admitiendo amigos y si no los conozco o tengo referencias directas de algún amigo, no suelo aceptar nuevos contactos.
Sin embargo, mi pozo en un gozo, el otro día me puse a revisar ambas listas y caí en una profunda depresión. Entre los 325 hay muchos que no sé si son rubios o morenos, que no he visto nunca jamás, que no sé de dónde han salido y con quienes me une un estrechíiiisimo hilo de "amistad", por ser generoso. En el caso de twitter el asunto es más grave, pues como yo no tengo el derecho a admitir o rechazar a mis seguidores, me encuentro con una serie de gente que lee mis soplapolleces que no sé con qué objetivo se han hecho seguidores míos. Algunos son por asuntos profesionales, otros por cuestión ideológica, también hay varios del Sahara, pero lo preocupante es que me sigan algunos con extraños fines; chicas o chicos con nombres sugerentes, aficiones perversas y aspecto provocador... No sé que habrán visto en mí.
El nivel avanzado en cuestión de amistad es ya la persona que tiene tu e-mail y asiduamente te escribe contándote cómo le van las cosas. Aunque ya hace unos meses que nos volvimos de San Francisco, todavía hay varios amigos con los que seguimos escribiéndonos. Pero los que más lo hacen son los chicos de Revolution Books, una simpática tiendecita de Berkeley, reducto del Partido Comunista americano, que me manda todas sus convocatorias. No son grandes amigos, aunque no me importaría porque eran unos tipos muy interesantes y con más moral que el Alcoyano. El otro se llama Barack Obama y me escribe un par de veces por semana para contarme sus planes, sus propuestas y pedirme algo. Por gracia dejé mi nombre y mi e-mail en una mesa de captación de voluntarios en Mission y desde entonces recibo sus mails. Tengo que reconocer que me hace ilusión cada vez que me escribe, pero en honor de la verdad hay que decir que también me cabreo mucho cuando leo el contenido: sólo me escribe para pedir pasta, siempre igual, que si tres dólares, que si la voluntad, que si con 100 euros puedo optar a cenar con él... No me gustan esos amigos que sólo te quieren por tu dinero.

viernes, 16 de marzo de 2012

ISIDORO

El aspecto lo es todo. Decídmelo a mí, que he triunfado en la vida con mis jerseys dados de sí, mis polos carcomidos y mis pantalones desteñidos. Sin embargo, últimamente la cosa se me está yendo de las manos y estoy recibiendo demasiados toques de atención. Es cierto que muchos vienen dados por el aspecto desaguisado de mi barba, pero cuanto más me critican, más fuertes crecen los pelillos. Algunas críticas son injustificadas como las que algún irresponsable ha vertido en este blog, pero otras las asumo.
Desde hace unos años, mi objeción de conciencia se ha ampliado. Además de la cuestión militar, la religiosa y la política, he antepuesto mis principios entre la corbata y yo. Eso significa que no puedo usarla más de dos veces al año, una en boda o similar y otra en alguna cuestión de trabajo ineludible. Quizás por eso cuando me pongo chaqueta noto risitas en mi entorno; risas e incluso algún comentario o "piropo" como el que me dijeron el otro día al verme en una rueda de prensa con mi chaqueta de pana: "Ya está aquí Isidoro". No les faltaba razón porque mi aspecto era totalmente felipista, pero me hizo gracia que el creador del mote era mi amigo "el Comu", un tipo para quien vestirse bien para algún evento importante significa tener que acercarse a casa de sus padres para coger unos vaqueros.
También me chirrían los oídos cuando voy a trabajar con el coche de Montse, un Beetle amarillo con su flor en el salpicadero. Por cierto, que cagaos los de Volkswagen que han hecho el nuevo coche con colores sosos, ya no me lo compro. Más que nada porque no van a juego con mis polos naranjas.
Hablando de polos, el otro día en el Sahara pasé algo de vergüenza porque me llevé el más viejo que tenía, sin darme cuenta que estaba lleno de agujeros. Cuando lo vieron mis compañeros, tiraron de las mangas hasta rajarlo y me quedé con unos harapillos haciendo la risión. En un gesto de solidaridad que me honra, se lo dejé a Dumaha para trapos de cocina.
Vamos, que como estilista no tengo precio y además ya he conseguido que la gente se acostumbre a mi aspecto y no les choque mi pinta. De hecho el otro día un cliente comentó que yo tenía pinta de llevar una buena vida. No le falta razón, pero me tiene algo mosca saber si lo decía por el aspecto, por mi fingida tranquilidad o por qué...
Ahora estoy algo agobiado porque me han dicho que dentro de unas semanas me tengo que poner el traje porque tengo que estar en un acto con Ana Botella y ya sabéis que no me gusta... la corbata.

miércoles, 14 de marzo de 2012

LA VIDA MÁS FÁCIL

Un inventor es alguien que en teoría se dedica a hacernos la vida más fácil. Cuando le sale bien el invento, que cuando se le tuerce el tema, nos complica la existencia hasta límites insospechados. Cada día me surgen decenas de sugerencias que hacer a los brillantes ingenieros encargados de evolucionar las cosas y cuando uno de mis hijos sugiere que va a ser inventor (alguno tiene maneras) rápidamente le sugiero algunas ideas pendientes de evolucionar.
La que más me obsesiona es la electricidad sin cables, para poder tirar a la basura todos los cargadores que pueblan la casa y tener todo cargado por un sistema similar al wifi y, por supuesto, sin electrocutarnos ni llevar los pelos de punta. También demando a menudo el frigo-ondas, es decir el micro-ondas que enfríe en unos segundos, para meter la cerveza de Montse que tiene que estar a -80 grados o la taza de café cuando me he pasado tres pueblos con el micro-ondas.
Pero también hay que mejorar algunas cosas que ya existen, como el abre fácil de las latas que al principio va muy duro y de repente corre tanto que cuando quieres frenar ya tienes todo el aceite de los mejillones en los... pantalones. También deberían incluir un libro de instrucciones para quitar el plástico de los CDs para que uno pueda oír el disco el mismo día que se lo compra; ahora entiendo que la gente se baje la música de internet, más barata y sin plástico. Y ya puestos podían hacer un poco más resistente la estrellita de plástico que sujeta los discos a la funda. Un día intenté arreglar una con Loctite y me acordé de muchas madres, por el disco y por el puto pegamento: nunca se les ha ocurrido que si hacen un pegamento tan fuerte se pegará hasta la tapa y cuando la intentas abrir con los dientes te salta el loctite en los labios y si se te pegan los labios es na ptda prq n pds hblr...
Tampoco entiendo por qué para abrir el papel de un Chupa chups hace falta una cizalla o por qué el botón del mechero está tan cerca de la jodida llama o por qué el cromo de Pokemon tiene que venir en el fondo de la caja de cereales cuando se sabe que todos los niños están obligados a sacarlo antes de empezar a comer "chocochumis" o por qué las bolsas de Sugus llevan tantos sabores si a todo el mundo le gusta el azul o por qué le ponen papel plateado al bombón que no quiere nadie o por qué la sorpresa del roscón está en la parte más estrecha cuando todos estamos buscando en la ancha. Pensadlo, es por joder, no puede haber otra explicación.
Os parecerán nimiedades pero no lo son. La vida es demasiado corta como para perder tantísimo tiempo quitándole una red al vino, ¿quién es el imbécil que pensó que el vino se podía escapar? debía estar mamado. Como el que decide que la mayoría de los alimentos tienen que tener exceso de embalaje, como los yogures con su estúpido e inútil cartón o las botellas de agua con tapa por dentro para dejarte como idiota cuando intentas servir. Es un sector digno de estudio el del embalaje. Por qué narices los garbanzos o las lentejas van en bolsa de plástico y la harina y el azúcar en envoltorios de papel que pierden por todas partes.
La vida no es más fácil porque en la gasolinera te den un guante de plástico si cada vez que lo cojes tiras veinticinco al suelo y tienes que agacharte a cogerlos, ni porque te vendan los calcetines en paquetes de seis en seis cosidos entre sí, para que pegues el tirón y tengan tomates en doce calcetos desde el primer día.
Qué dolor de cabeza me está entrando de pensar gilipolleces, me voy a tomar un Paracetamol, si consigo abrir la caja por el lado que no está el prospecto... Lo dejo, de la escobilla del WC os hablaré otro día, que esa sí que tiene lo suyo...

martes, 13 de marzo de 2012

EL CORAZÓN SANGRADO

Tengo un compañero de trabajo que es muy religioso. Siempre bendice la mesa antes de comer, sigue todos los rituales católicos (ceniza, cuaresma...) y el domingo deja lo que esté haciendo para ir a misa. Este año se ha venido con nosotros al Sahara, pero no con la idea de evangelizar a los saharauis sino a trabajar por una buena causa con convencimiento y entrega. Es el responsable de que en la familia de Dumaha hayan mejorado las instalaciones una salvajada, con una renovada placa solar perfectamente instalada y con una ducha que va a ser la envidia de todos los vecinos. A mí, tengo que reconocer que me chocaba cuando le veía santiguarse antes de empezar a comer el cus cus, y cuando le veía por la noche leer el Nuevo Testamento en la jaima con una linterna.
Por eso hubiera sido lógico que me hubiese regalado él esta imagen que desde el viernes tengo en mi despacho. Pero no, han sido todas las chicas de la oficina las que aparecieron con todos estos "muñecos" para agradecernos los detalles que les habíamos dado el día de la Mujer trabajadora. Creo interpretar cierta ironía en el regalo y quizás por eso nos pusimos a jugar un rato con las figuras como si fueran "Madelmanes", pero sólo un rato, hasta que la mujer de la limpieza que casualmente estaba por allí, se sintió un tanto ofendida y me pidió que no nos riéramos tanto. Yo, que soy muy respetuoso con las creencias, le pedí disculpas, lo que le sirvió a ella para crecerse y decirme: "Qué suerte tienes, te ha tocado el Sagrado Corazón, mi favorito". Tuve que disimular para no volver a reírme.
El caso es que el Sangrado Corazón de Jesús, reside ahora en mi despacho y preside mi santuario en la desordenada mesa, junto a las medallas del Sahara Marathon, las fotos de viejos eventos, las tarjetas de los clientes y decenas de pins con la bandera saharaui. Estoy dudando si llevármelo a casa pero es que en las teles de hoy en día no hay sitio para ponerlo encima.
Sí, lo he puesto bien, Sangrado Corazón, es así como se llama el mío y lo pone bien claro en las dos inscripciones que lleva. No sé si se trata de una cuestión etimológica o de historia religiosa que yo desconozco o que la figurita está fabricada en algún país que no tiene demasiada información al respecto. Ay, si es que hay cosas que no se pueden comprar en los chinos.

lunes, 12 de marzo de 2012

KONYPULACIÓN

Trabajo en marketing cobrando. Trabajo en solidaridad sin cobrar. Eso quiere decir que soy profesional de lo primero y "aficionado" de lo segundo. Por eso, porque lo conozco bien, no me suele gustar la mezcla entre marketing y solidaridad. Quizás porque el marketing es el arte o la técnica para vender y eso, como en publicidad, implica esconder cosas malas, destacar las buenas y no ser plenamente objetivo. La solidaridad, en cambio, necesita poco maquillaje, cero mentiras y objetividad plena.
Por eso no me ha gustado demasiado la campaña Kony 2012 que tanto furor está haciendo en el mundo como inmejorable ejemplo de mercadotecnia solidaria. Parto de que el objetivo final es loable y no pongo en duda el buen fin de quienes la promueven, pero desde que empecé a ver el vídeo me chirriaron muchas cosas y algunas hasta me provocaron dudas que me impidieron terminar firmando mi adhesión a la campaña.
El vídeo es muy bueno, no puedo negarlo y el objetivo de llegar al corazón del americano medio y difundirlo a través de redes sociales por todo el mundo, lo han conseguido. Hay muchos medios detrás de la producción y un riguroso estudio de qué decir y que no para llegar al corazoncito de la gente sin pasar demasiado por su cerebro. Como siempre, hay que analizar también los medios y no sólo el fin. Lo que no me gusta:
No me gusta el excesivo protagonismo del impulsor de la campaña que se erige en "salvador" de África y que utiliza a su hijo como gancho emocional. Intuyo un segundo objetivo en la campaña además de hacer famoso a Kony, hacerse famosos ellos. Los candidatos a premios Nobel de la paz deben trabajar más en el anonimato y que sean otros los que destaquen sus virtudes y les pongan en los vídeos. No me gusta ese protagonismo, ese autobombo.
Tampoco me gusta la simplificación casi infantil que se hace del problema de los niños soldados, reducida a la maldad de un loco secuestrador, violador y criminal que les abduce. En África ha habido y hay niños soldados en Sierra Leona, Liberia, Congo, Angola, Sudán, Uganda... Y no se puede simplificar tanto la explicación del problema porque eso no ayuda a su resolución y mucho menos a la reintegración social de esos niños que no sólo son víctimas de un secuestro. Quizás se podría hablar también de la enorme facilidad que hay en la zona para conseguir un arma y ver cuál es la procedencia de las mismas.
No me gusta la falta de objetividad a la hora de analizar el problema ni la caprichosa aportación de datos. Según tengo entendido, Kony hace tiempo que no actúa en Uganda, está en el Congo o en la República Centroafricana, su grupo de milicianos es ahora muy pequeño, sólo 200 o 300, no los 30.000 que dicen, y los trabajos de los países de la zona han dado algunos resultados. Eso, por supuesto, no significa que no sea un indeseable criminal al que hay que poner ante la Corte Internacional.
No me gusta o no termino de entender toda esa maquinaria de marketing que lleva la campaña, que además de ser costosa, tiene un objetivo algo confuso: hacer famoso a Kony. Tengo mis dudas de si lo que se consigue con eso no es hacerle más fuerte y que se crezca en su salvajismo.
No me gusta el papel paternalista como claro sello del país de origen de la campaña. Hay mucha gente, muchas instituciones y organizaciones trabajando allí y escuchando a los locales para ver como resolver el conflicto y esa debe ser la fórmula y no imponer desde fuera nuestro sabio criterio. Quizás habría que ayudar a Uganda con sus problemas reales que ahora son la pobreza, la prostitución y el Sida y combatir eso es mucho más fácil.
Y sobre todo no me gusta la solución propuesta al problema, con envío de soldados americanos para aleccionar a un ejercito que tampoco es el paradigma del respeto a los derechos humanos. Estas cuestiones no pueden simplificarse tanto como para sólo apuntar a un "malo malísimo", comparándolo con Bin Laden o Hitler. El sistema Sadam Hussein o Gadaffi no es la solución. La violencia no se combate con violencia y en este y el resto de conflictos de guerrillas en África, ya se ha demostrado en decenas de casos. Estoy cansado de marines salvando al planeta.
En definitiva, este vídeo me parece todo un ejemplo de manipulación informativa y emocional. He leído varios libros y he visto documentales durísimos y realistas sobre el tema de los niños soldado, que nunca llegarían a tener tanto éxito porque la gente los cerraría en el minuto dos.
Por todo eso no he firmado, por sentirme manipulado por la propaganda, aunque sea por un teórico buen fin. Después he leído varios artículos muy interesantes que me confirmaban mis teorías y algunos que van mucho más allá. El tema ha despertado conciencias y polémica, que cada uno lo analice como quiera.
Por último, deciros que lo que menos me gusta de todo es Joseph Kony.

domingo, 11 de marzo de 2012

TIPOS DE TERRORISMO

Decía el "ilustre" Jose Mari que todos los terrorismos son iguales. Esa misma máxima la han defendido muchos políticos de todo el mundo para desacreditar los posibles argumentos de algún grupo terrorista. Es cierto que el terrorismo es una de las más deleznables acciones de la humanidad, pero no es verdad que todos los terrorismos sean iguales ni que todas las víctimas lo sean.
Un sólo día basta para darte cuenta de ello. Un día y una portada de periódico para saber que las víctimas no son iguales si tienen una tendencia política u otra. No es lo mismo Manjón que Alcaraz. Por supuesto que no. Aunque los dos han sufrido el dolor de perder a un ser querido, cada uno tiene sus partidarios, cada uno es tratado de una forma por las autoridades y cada uno es encumbrado o desprestigiado por sus ideas, sin tener en cuenta que el dolor sí es el mismo. Así que todas las víctimas no son iguales.
Sigo leyendo. Nueve muertos en Peshawar por la explosión de un artefacto en un atentado terrorista durante un funeral. Y a continuación: "Un soldado americano mata a 17 civiles afghanos en Kandahar por una crisis nerviosa". Ya. Qué fácil es jugar con los términos. Qué distintos son terroristas y víctimas según su color de piel, su nacionalidad y sus creencias. Cambiar los términos: "Un afghano mata a 17 americanos por una crisis nerviosa..." no, ¡por Dios!, no es posible, si eres Afghano no tienes crisis nerviosas, ni estás loco, simplemente eres terrorista y ya se sabe: "todos los terroristas son iguales".
Leo más: "Israel mata a 18 combatientes palestinos en varios bombardeos". En este caso tampoco es terrorismo porque lo hacían como respuesta al lanzamiento de cohetes desde Gaza contra los colonos judíos. Y también juegan con los términos "combatientes, milicianos, terroristas, acción selectiva, quirúrgica". Curioso, entre ellos, entre los milicianos, había, por lo menos, un niño de doce años y un anciano.
Pues no, los terrorismos no son iguales, todos son salvajes, pero unos tienen más justificación que otros y unos son aceptados por la sociedad y otros no. En el fondo sí son iguales porque dejan víctimas, huérfanos, viudas y por eso ese soldado es tan o más terrorista que el suicida que se inmola o el que coloca un coche bomba. Y también lo es el asesino de Noruega y también lo es el que lanza cohetes desde Gaza a las casas de Israel y también lo es quien bombardea y asesina a civiles palestinos. Unos son terroristas fanáticos y otros son terroristas oficiales. Si de verdad todos los terrorismos son iguales, deberíamos rechazar mucho más el terrorismo de Estado.
PD. El peligroso artefacto de la foto es la instalación eléctrica de la jaima de Dumaha, pero ¿a qué da el pego?

viernes, 9 de marzo de 2012

PRESUNCIÓN DE INOCENCIA

Me refiero a la inocencia infantil, tantas veces cuestionada por algunos profesores. Tranquilos que no soy el típico padre que siempre defiende a sus hijos frente a los profes y el cole. Al contrario, siempre que llega alguno con una "receta", le escuchamos sus excusas ("es que me tienen manía, si yo no he hecho nada") pero terminamos dándole la razón al profesor porque entendemos que si le ha castigado es por algo. Sin embargo hay algo que no me gusta nada y es cuando el profe, de entrada, duda sobre la autoría de los deberes y, sin ningún tipo de prueba, acusa al niño. De vez en cuando ocurre.
El otro día Martín llegó a casa enrabietado porque una maestra le había dicho que el cuento que había escrito en inglés, lo había sacado de internet. No era cierto porque lo escribió en Santamera, donde no tenemos internet y por algo más obvio: a nadie más que a Martín se le puede ocurrir una historia tan rocambolesca mezclando a los tres cerditos y a Santa Claus, con la dramática muerte de este último abrasado en el fuego de la chimenea.
Ante esa presunción de culpabilidad me he acordado de una discusión que tuvo mi sobrina Amalia con una profesora por afirmar que tenía en casa un cuadro del Equipo Crónica que salía en su libro de texto. La profesora se reía de ella y le decía "Sí, guapa, todo el mundo tiene una reproducción del Guernica en casa" y ella se tuvo que quedar con cara de tonta sin poder demostrar su afirmación.
Yo también pasé por una parecida cuando el profesor de dibujo nos enseñó a hacer grabados con linoleum y yo entregué uno abstracto que me había quedado bastante curioso. El muy cretino cogió el grabado y me dijo: "Dile a tu padre que le ha salido muy bien". A mi me humilló, no puedo negarlo, pero a mi padre le enfureció porque no me había ayudado y le sentó fatal que pudiera aquel hombre pensar que él era tan mal artista, así que me usó de correo y contestó, como siempre, con ironía: "Dile a tu profe que si te hubiera ayudado el grabado hubiera sido mucho peor". No recuerdo como acabó esa guerra de mensajitos, bueno sí, como suelen terminar: "Mierda pal correo que va y viene" y allí se acabó mi efímera carrera artística.

miércoles, 7 de marzo de 2012

KLAUS & KINSKI

Me gusta la radio. Soy un fiel oyente. En general, como periodistilla que me considero, me gusta todo lo que sea información, periódicos, informativos de TV, páginas web, política, internacional, cultura, deportes, necrológicas... Llego a ser un adicto de la información y tengo necesidad de actualizarla a cada hora.
Sin embargo, cuando se acerca la semana de mi viaje al Sahara y cuando regreso de ella, la rechazo. Primero porque en los prolegómenos estoy muy liado y no tengo tiempo ni ganas de escuchar otras historias que no sean las relativas al Sahara Marathon. Después, porque al llegar tras tan intensa experiencia, mi cabeza sigue allí y no me apetece que nadie me manche mis pensamientos y los impregne de PIB, tasa de desempleo o límites de déficit. Por eso, durante estos días y hasta que mi mente de desintoxique o mejor dicho, hasta que se intoxique de nuevo, prefiero oír sólamente música.
Durante nuestra estancia en los campamentos nos limitamos a escuchar las macarradas argelinas que nos pone el adolescente Mohandahmed; "El muelle de San Blas" de Maná, porque le recuerda a Ayub su época en España, y dos canciones de grupos saharauis bastante emocionantes: "Madre no llores por mí" y "La Estrella polisaria". Una vez aquí, prefiero no oirlas porque me pongo ñoño y prefiero refugiarme en mis últimas adquisiciones poperas: Els Amics de les Arts, Grupo de Expertos Solynieve, Lisabö, Zahara, La Habitación Roja, Berri Txarrak y Klaus & Kinski. Por cierto, este último me lo había dejado Nacho y lo gravé en el ordenador, pero cuando lo oí me gustó mucho y decidí pasarme por L'Fnac a comprármelo. Luego le expliqué a mis hijos lo que había hecho, intentando transmitirles conciencia cívica de familia de autores (¡qué menos!): "Me lo he comprado porque me parece justo que si me gusta, ellos reciban dinero por ello, así como su discográfica...De esa forma podrán seguir sacando discos como este." Los dos, al unísono, abrieron la boca y los ojos hasta sacarlos de la cara, agitaron la cabeza pausadamente de un lado a otro, de un laaaadoooo a oootroooo y contestaron a coro: "Tú eres gilipollas..."

martes, 6 de marzo de 2012

A VUELTAS CON LA BARBA

Mi barba está de vuelta. Tras su enorme e intergaláctico éxito en el blog Nueve horas menos en San Francisco, los cuatro pelos que pueblan mi cara vuelven a ser noticia. Esta vez no consigo esconderme y voy sufriendo a cada momento los alentadores comentarios de quienes se cruzan en mi camino. No puedo decir que reciba muchos piropos. "Qué raro estás... parece que estás muy moreno... tienes la cara como sucia... no sé yo si te queda muy bien... te pareces a Rajoy..." ¡Tu puta madre!, no te fassssshtidia. Quizás me estén sugiriendo que debo afeitarme, pero yo me crezco ante la adversidad.
El lunes, cuando me iba a trabajar, me miré en el espejo y yo mismo me asusté de tan deleznable aspecto. Para contrarrestarlo decidí ponerme chaqueta, hecho bastante poco habitual, para dar un poco de seriedad a mi "pintilla" y parecer un "creata" de los de bufanda de colores y gafas de pasta. No lo conseguí porque cuando llegué y le pregunte a Jesús que si iba con él a una reunión, este me contestó con gran amabilidad: "No, déjalo, mejor quédate en la oficina".
Lo malo es que todos se piensan que lo hago por una cuestión de moda, porque me lo ha dicho mi estilista, pero no se imaginan la causa real. Cuando viajo al Sahara siempre me afeito con una máquina eléctrica, ante la cara de estupor de Dumaha viéndome esquilarme en medio de la jaima con ese ruidoso invento. Sin embargo, este año la vieja Braun murió y se fue a la basura, así que viajé sólo con cuchillas desechables. Pero como uno tiene la costumbre de afeitarse en la ducha, y en el Sahara sólo te puedes "medio" duchar un día y es con agua gélida, opté por dejarlo pasar un par de días más. Ya en Madrid, pretendía afeitarme el primer día, pero no quedaban cuchillas en casa y pensé que esto era algún tipo de premonición y que no debería afeitarme. Pensé incluso en hacer alguna promesa de tipo deportivo: "Hasta que no vuelvan a ganar mis equipos de fútbol y basket, no me afeito", pero no la hice porque era muy arriesgada viendo su nivel de juego. Al final he llegado a la conclusión de que es bueno tapar mi cara durante un tiempo y esperar a que empiecen los picores y los espaguetis a pulular entre los pelos para volver a afeitarme. Además, mi querida barba me vuelve a dar argumentos para escribir estupideces.

lunes, 5 de marzo de 2012

MARRONES

Cuando te vas de viaje durante unos días, aunque hagas todo lo posible por desconectar, siempre hay alguien capaz de localizarte, de romper el bloqueo y de salpicarte todos los malos rollitos que pueda. Es ley de vida, el que se ha quedado tiene necesidad de hacerte saber lo mal que lo está pasando mientras tú disfrutas del viaje. Nunca llama nadie para decirte lo bien que van las cosas y lo poco que se nota tu ausencia. Que hemos perdido el concurso tan importante en el que estábamos trabajando, que nuestro principal cliente está muy disgustado, que soy la tutora de su hijo y le voy a suspender, que han llamado del banco porque la cuenta está en descubierto, que tienes un montón de mails sin contestar, que si tu equipo ha vuelto a perder... Si se da el caso de que tú estás en la playa tomando el sol, te acuerdas de sus muertos, pero te quedas con los "marrones" merodeando por tu mente.
En el Sahara es distinto. No siempre hay cobertura y no todos los mensajes y llamadas consiguen llegar al terminal. Pero sobre todo, lo que no consiguen es llegar a tu subconsciente. Mucho antes de que el "marrón" consiga agobiarte o quitarte el sueño, hay un proceso de autoprotección natural que lo impide. Según suena el móvil miras a tu alrededor y ya sabes que, por grave que sea lo que te van a contar, siempre será una bobada frente a la realidad que te rodea. Si ves que en casa de Dumaha hay ducha desde ayer, porque se la instaló David, o que llevaban varios meses sin luz por la noche porque la placa solar no recargaba, entiendes que el orden de prioridades allí es bien distinto.
Como decía el gran cantautor Quintín Cabrera: "Qué vida más diferente la mía y la suya..." Qué problemas más diferentes. Ella tiene al marido reclutado en el ejercito porque hay un plan de seguridad especial tras los secuestros; ella tiene cinco hijos y sólo uno está trabajando; ella tiene a sus sobrinos viviendo en casa porque su hermana se ha ido a pastorear al desierto; ella perdió un hijo que murió de sed en el desierto; ella vivirá el resto del año con el dinero que le hemos dejado y la escasa ayuda internacional que les llega; ella tiene un catarro crónico por el frío de la noche en el desierto; ella, por no tener, no tiene ni país. Y en cambio, sonríe, es feliz y generosa. No tiene banco, ni clientes, ni concursos, ni mails, ni telediario en el que oír calamidades. Ella no habla de crisis, ni de mercados, ni de recortes y duerme tranquila y se levanta contenta y corre a comprar un poco de carne de camello para agasajar a sus invitados y no se queja ni de su vida ni de sus marrones y prepara el te y prepara el te y prepara el te.
Por eso cada vez que cruzamos el Mediterráneo y regresamos desde Tindouf, volvemos a medias, nos traemos el cuerpo sucio y agotado, pero dejamos allí nuestra cabeza, que se resiste a aceptar esta tontería que nos rodea y a vivir en esta sociedad injusta que nos atormenta con marrones que no son marrones ni na... No pasan de rosita pálido.

PD: El tipo feo que sale en la foto... soy yo.

viernes, 2 de marzo de 2012

EL POZO DEL DESIERTO

Cada año elegimos una cita o frase sesuda para la camiseta del Sahara Marathon. La de este año vuelve a ser de Saint Exupery: "Lo que hace bonito al desierto es que en algún lugar esconde un pozo". Yo lo he buscado pero no lo he encontrado, aunque nuestra semanita en Smara es un pozo sin fondos en cuanto a experiencias y anécdotas. Yo intento acordarme de todas, apuntarlas y precisamente ahora estamos trabajando para recogerlas en un libro. Cada año nos venimos cargados de decenas de situaciones curiosas del día a día en un sitio tan distinto al que vivimos.
Hoy, antes de salir de regreso para Madrid, hemos reído a carcajadas con las dos últimas. Por la mañana, repartiendo bolsas con obsequios de la carrera a todos los colaboradores saharauis que nos han ayudado, mi "hermano" Brahim ha decidido por su cuenta meter en cada bolsa varios sobrecitos de gel que habían sobrado del día del maratón. Según las entregaba explicaba a los ayudantes que en la bolsa iban gafas, camisetas, gorras y gel de ducha. De milagro lo he oído y me he quedado pensando ¿gel de ducha?...si no hemos traído gel de ducha... He abierto una bolsa y he encontrado sobres de gel energético del que dábamos a los corredores en el avituallamiento. Hubiera sido divertido ver a veintitantos saharauis fortaleciendo su pelo con ese dulzón ungüento lleno de vitaminas.
Después, en la jaima, en la última y más triste comida con la familia, mi buen amigo Saleh, el mayor de la casa me ha hecho una sorprendente confesión: "¿Te acuerdas de la cámara que te robaron hace diez años en nuestra jaima?, pues hace poco estuve con el chico que te la robó, entonces era un chaval pero ahora ya es mayor, es fotógrafo y hace muy buenas fotos..." Me he quedado pensativo y sorprendido, no podía creer lo que estaba oyendo. Sin saber si reírme o coger a Saleh del cuello, he pensado en levantarme e ir a buscar a aquel "capullo", a quien en su día quise matar, pero ante la profunda y contagiosa risa de Saleh, he optado por reírme también y pedirle que me lleve a verle en mi próximo viaje, para ver sus fotos.
Ya sé que lo suyo es que le diera un bofetón, pero a mí me recomforta mucho más pensar que al menos mi berrinche sirvió para que el choricillo hiciera carrera, porque lo que me daba rabia era que hubiesen tirado la cámara por ahí o la hubiesen malvendido en Tindouf. Ahora me lo apunto como un gesto de solidaridad... Qué bueno soy ¿eh?

jueves, 1 de marzo de 2012

EL POLITICUCHO

Tengo un amigo que dice que lo mejor del deporte es verlo y no practicarlo. La verdad es que eso lo pensamos la mayoría de la gente, que nos decantamos más por el sillón-ball que por los sudores. Con la política me pasa igual, me gusta mucho seguirla, opinar y tocar las narices, pero reconozco que "jugarla" es más duro y a mí no me gusta.
Lo digo porque en el Sahara me toca muchas veces jugar el papel de político y aunque sea por una causa tan cercana y justa, lo paso mal cada vez que me veo en el papel. Durante esta semana ya he tenido que dar palabras en público en varias ocasiones, se me han acercado periodistas a pedirme algún tipo de comunicado político oficial y me he visto en más de una encerrona digna de grabar con cámara oculta para que os riáis de mí.
Es mi papel en el Sahara Marathon y lo acepto, pero tengo que reconocer que no estoy nada a gusto cuando me llaman a este tipo de actos y si voy es por solidaridad con el pueblo saharaui. Varios años me han hecho sentarme junto al Presidente o el Primer Ministro para presidir los desfiles de celebración del aniversario de la República Saharaui y me sentía muy ridículo porque no sé desempeñar ese papel y porque soy mal diplomático.
Ayer me vi en una reunión muy curiosa en el despacho del gobernador. Era con tres mujeres políticas muy serias y eficaces pero antes de empezar a hablar, una se me acercó y me dio un bote de vaselina. Yo según lo vi pensé "voy jodido, cuando te dan la vaselina antes de una reunión...Chungo" pero no, las buenas mujeres me resolvieron todos los asuntos tratados y simplemente me pidió una de ellas que le consiguiera un poco de vaselina de los medicamentos que habíamos traído.
Después, por la tarde, en otro acto con cierto tinte político, las autoridades empezaron a enrollarse más de la cuenta y después cedieron el turno de preguntas a los periodistas locales que, uno a uno, consumieron turnos de más de diez minutos dando auténticos discursos de esos en los que uno se escucha a sí mismo. Cuando llevábamos casi tres horas, el Ministro decidió cortar por lo sano y dar por concluido el acto. Yo me levanté y me fui corriendo hacia mi jaima porque me esperaban para cenar. En el último momento, uno de los periodistas, el más pesado, se me acercó para hacerme una entrevista y no pude contener mi maldad, aceleré el paso, hice que no le oía y me fui a gran velocidad, seguro de que no me iba a alcanzar. Ahora tengo remordimientos porque era cojo. Si es que soy un politicucho.

miércoles, 29 de febrero de 2012

A SOLAS CON BACHIR

Tengo que reconocer que es un momento bastante tenso para mí. A las siete de la mañana, cuando todos los corredores se han subido en los autobuses y ya están camino de El Aaiun, me quedo solo en Smara. El resto del equipo de organización está repartido en sus diferentes puestos, salvo algunos que aun están durmiendo. No ha amanecido y hace un frío de pelotas. Corro de un lado para otro supervisando flecos: que no se haya quedado ningún corredor en el desayuno, que haya suficiente comida para todos los participantes, que se hayan llevado el agua al recorrido, que instalen el crono en la meta… Y cuando bajo un poco pulsaciones, me subo al coche que me han otorgado y le digo al conductor: “Yalaa, vámonos pitando a El Aaiun”.
Se llama Bachir, llegó con el resto de refugiados en el 75, estuvo luchando en la guerra hasta el 91 y ahora trabaja para protocolo, de conductor, llevando a cooperantes y autoridades invitadas.Tiene cerca de sesenta años y un resfriado crónico del desierto de esos que duelen cuando le oyes toser. Carraspea y emite desagradables sonidos guturales hasta aclarar la garganta…Apenas habla castellano, pero con sus cuatro palabras, mis tres de hassanía y las muecas, nos entendemos a la perfección. Juntos nos adentramos en el inmenso paisaje de arena que tenemos delante y puedo aseguraros que Bachir sabe leer el desierto, hoy lo he comprobado.
El hombre tiene manos, sabe mirar con un ojo delante del paragolpes y con el otro en el horizonte; va eligiendo siempre el camino y la trazada adecuada, consciente de que un desvío de un metro en el rumbo, pueden significar muchos kilómetros de separación del objetivo. Siento envidia, porque quiero conducir, me gusta conducir, quiero trazar las curvas, subir las dunas, acelerar en la tole ondulé y esquivar la hierba de camello como lo hace él.
Debería estar tenso porque en una hora empieza el Sahara Marathon, pero estoy relajado porque el recorrido por el desierto invita a disfrutar. Debería tener miedo porque estoy solo en medio de Argelia, donde hace poco han secuestrado a tres cooperantes; miedo por ir deprisa con el coche dando botes y volantazos a diestro y siniestro, de hecho el cristal está roto por el cabezazo de un anterior inquilino; miedo por el otro, por el desconocido, porque mi compañero es de otra raza, otra religión, otro continente, otra lengua y otras costumbres distintas a las mías; miedo porque el desierto que me rodea va desde el Atlántico hasta el Mar Rojo. Pero no, sinceramente tengo mucho más miedo del taxista de Madrid que me obliga a oír a Jiménez Losantos. Con Bachir, ningún temor, ni a él ni a su país, ni a su gente, ni a su diversidad. Eso sí, al desierto, mucho respeto.

lunes, 27 de febrero de 2012

MALDITAS BANDERAS

Nadie puede imaginarse lo complicado que es organizar una carrera en medio del desierto. A cada minuto surgen insospechados inconvenientes que hay que resolver utilizando el adecuado conducto reglamentario del lugar. Ejemplo: hemos traído banderas de todos los países participantes, pero la holandesa y la polaca nos las han colocado al revés, con el consiguiente conflicto diplomático. El polaco de turno protesta, se lo comentas al responsable de meta, que se lo dice al encargado de infraestructuras, que se lo cuenta a un operario que no tiene ni puta idea de dónde está Polonia y cómo es su bandera. Al final decidimos subir a cambiarlas trepando un muro (por supuesto no fui yo) y tuvimos que deshacer el conducto reglamentario para evitar que llegase el "propio" a cambiarlas de nuevo.
La bandera es algo simbólico pero con una inmensa capacidad de generar conflictos. No me gustan las banderas. Bueno sí, su colorido sí, pero su significado no.
Toda la semana resolviendo problemas de banderas. Cuando llegamos al aeropuerto de Tindouf, porque sin darme cuenta dejé la mochila en el suelo y llevaba atada una bufanda con la bandera saharaui y la argelina. Los saharauis, por desgracia, están acostumbrados a ser pisoteados, pero un orgulloso policía argelino se me abalanzó enfurecido porque su bandera no puede tocar el suelo. Poco después, ya en inscripciones, lo mismo de siempre: ¿Nombre?, ¿Nacionalidad?... "Español no, soy vasco"... vaaale, respeto los nacionalismos, pero no es el sitio de reivindicarlos, aquí venimos todos a correr para el pueblo saharaui y la única bandera es la suya. Y esa sí que está al revés, la suya realmente tiene el verde arriba y el negro abajo pero no la van a cambiar hasta que no consigan tener su propio país, el que les quitaron. En el arco de meta lo hemos resuelto por la vía de en medio, la hemos puesto vertical.
Ahora tengo que resolver nuevos problemas, saber quienes han sido los primeros catalanes en la clasificación y gestionar el aluvión de banderas en la entrega de premios, la argelina peleándose con la cordobesa, la ikurriña a codos con la eslovena y yo ni siquiera me he traído la "periquita". Lo demás, sencillito, traerte a doscientos "locos" solidarios de todo el mundo a correr en medio del desierto, darles agua como para ahogarse en medio de la nada, atender a decenas de periodistas, cuidar la salud de los maltrechos runners y ayudar a las familias saharauis...Eso lo hace muy fácil el equipo que llevamos, pero las banderas...Ahí las putas banderitas.

domingo, 26 de febrero de 2012

EL SUEÑO SAHARAUI

Qué sueño hace. Dormir en un saco es jodido. Se te mezclan las partes del cuerpo. Cuando consigues sacar la mano de debajo del costado, se te han cruzado las piernas y el otro brazo se ha dormido bajo las costillas. Si además el suelo se te ha clavado en la cadera y no has conseguido darle el espesor adecuado a la almohada hecha con la funda del saco llena de ropa sucia…Chungo. Mala noche.
Nos acostamos tarde, haciendo fotos de las estrellas y esperando que el partido entre el Milán y la Juve terminara y los niños se llevaran la tele de la jaima. Por lo menos no vi perder al Espanyol. Y nos levantamos pronto porque hay mucho trabajo. Cansados.
Dice uno de mis compañeros de jaima que este año han bajado el termostato del desierto, es cierto, en cuanto desaparece el sol perseguido por todos los fotógrafos que aprovechan la última media hora para tomar las mejores fotos de Smara, entra una rasca que te deja los huesos helados hasta bien entrada la mañana. Así que el saco, ni siquiera es suficiente y menos cuando te han perdido la maleta los chicos de Barajas, como a otro de los vecinos de la jaima.
El tercero de los cuerpos aparcados en batería sobre la alfombra de mi izquierda tampoco facilita el descanso. Qué forma de roncar. No le acuso, es posible o casi seguro que yo también lo haya hecho durante las dos horas que he conseguido dormir. Justo hasta que me ha despertado una combinación de sonidos: la recién estrenada megafonía de la mezquita llamando al rezo, las gallinas y las cabras del vecino, cocorobeeeeee, y los putos gatos que nacieron ayer. Son muy monos los chiquitines, no lo puedo negar, pero han tenido todo el año para nacer y se han esperado a que llegáramos nosotros a la jaima para pasarse la noche maullando a gritos para no dejarnos pegar ojo. Les entiendo, ellos ni siquiera tienen saco.
Y me dejo de quejar porque ya entra el sol bajo la cortina de la puerta y empieza otro tiempo. Pantalones cortos, chanclas, crema solar, gafas oscuras y a preparar todo para el maratón de mañana. Hoy toca hacer cena para quinientos sin que se pegue la pasta, meter los nombres de 150 argelinos y 100 saharauis en el ordenador, marcar el recorrido y preparar las cajas de cartón que marcan los puntos kilométricos, repartir las cartas de los colegios españoles que se han hermanado con escuelas saharauis y pasar un rato por el desfile. Eso y mucho más, pero con un entusiasta equipo que hace posible lo imposible y disfruta como todos los corredores de esta experiencia dura pero única. Ayudar a cumplir el sueño saharaui.

jueves, 23 de febrero de 2012

HOY ESCRIBE JESÚS

Como estoy algo liadillo empaquetando todo para salir hacia el Sahara y como hoy pensaba escribir sobre el aniversario de Last Lap, he preferido tomarle prestada la entrada a mi socio Jesús. La publicó ayer en el blog de Last Lap. Igual alguno ya la habíais leído:
 
COMO MANDAN LOS CÁNONES
Para mí, el 23 de febrero no es un día especial porque Tejero entrase en el Congreso, ni porque sea el día de mi cumpleaños. Para mí el 23 de febrero es un día especial porque fue el día en que Last Lap organizó su primer evento.
Parece que fue ayer, lo recuerdo perfectamente. “¡Qué se sienten coño!”, “Jesusito sopla las velas y pide un deseo”... No es eso lo que mejor recuerdo. “Corredores, 2 minutos para la salida”, eso sí lo recuerdo bien y todavía se me ponen los pelos de punta. Sonaba Ramoncín y estaba a punto de comenzar nuestro primer evento. Uff, ¡qué emoción!.
Era en mi pueblo y tampoco se me olvidará como decidimos que fuese allí.  Los hermanos Portugal preferían Valdemorillo, pero a Diego y a mi nos gustaba Manzanares el Real. Como no nos poníamos de acuerdo, nos lo jugamos al futbolín. El gol de Diego (con la guarra, claro) iba a convertir a “Manza” en la catedral mundial del mountain bike, hasta dos copas del mundo organizamos allí. Esa primera, la del 23-F, no fue una carrera típica, el favorito acabó en el hospital y el ganador limpiando los baños químicos.  ¡Así empezaba nuestra historia!
Tengo la sensación de que en estos 20 años no hemos hecho nada como mandan los cánones. Hemos convertido plazas de toros en circuitos de Motocross, hemos hecho crecer césped en plazas adoquinadas (como el caballo de Atila, pero al revés), hemos transformado estadios de fútbol en circuitos de coches (ahora sí, como el caballo de Atila), o incluso hemos construído un aeropuerto en la playa (como Fabra, pero con aviones).
En fin de año, muchos de nosotros han tomado las uvas en el coche por la “maldita” San Silvestre y nuestra felicitación de Navidad llega tan tarde que la gente no sabe si somos los últimos de un año o los primeros del siguiente.
En 2009 la Comunidad de Madrid, después de tantos y tantos eventos organizados, decidió concedernos su prestigioso Premio 7 Estrellas, y aunque parezca mentira, el premio nos lo dieron  por un evento organizado por la competencia. Como no podía ser de otro modo, recogimos el premio orgullosísimos y muy emocionados. Diego dio un bonito discurso agradeciendo a Dña Esperanza por haberse acordado de nosotros. ¡ Qué morro 
Hoy Last Lap cumple 20 años, se puede decir que ya somos una empresa seria, y para celebrarlo le he traído un regalo. ¿Sabéis qué le he comprado?,  una red de Ping Pong.  Vamos a convertir la sala de reuniones en la pista central del All England Ping Pong Club.  A partir de hoy las reuniones se decidirán, como mandan los cánones, al mejor de 3 sets. Pero si el tema es importante.... será al mejor de cinco.    ¡ Felicidades, Last Lap !
Publicado por Jesús Rodríguez 

RUMBO AL SUR

Salvando mis diferencias con Espe, que las hay y muchas, el proyecto de "Madrid Rumbo al sur" de la Comunidad siempre me ha parecido interesante. Es una buena forma de acercar a nuestros estudiantes a la realidad de ese continente tan distinto que está a sólo 14 kilómetros. Siempre he dicho que tendría que ser obligatorio que todos los chavales viajasen, al menos una vez en su juventud, a África.
Yo he tenido la suerte de viajar cuando apenas tenía veinte años, invitado como periodista a cubrir el París-Dakar. Desde entonces sufrí esa enfermedad tan conocida que es el contagio de África; la necesidad imperiosa de ir por lo menos una vez al año a ese gigantesco, pobre, pero maravilloso territorio donde los paisajes y sus gentes te conquistan. A partir de entonces he viajado en numerosas ocasiones a Marruecos, Senegal, Mali, Mauritania, Tanzania... y en doce ocasiones a los campamentos saharauis en Tindouf (Argelia).
Allí tengo mi segunda casa y espero con ansia la llegada de la última semana de febrero para reunirme con mi familia saharaui. Estos días son una locura, ultimando detalles del Sahara Marathon, acabando las últimas compras y haciendo la maleta para que no se olvide nada. Es el equipaje más divertido del año. Una placa solar para la familia, el rollo de papel higiénico, el saco de dormir, varias latas de zamburiñas para el momento de ansiedad ante tanta carne de camello, poca ropa que casi no se usa, zapatillas y vaqueros para regalarles a los chicos de la casa, un poco de jamón ibérico, una linterna solar, leche condensada que le gusta a Dumaha y dos botellas de vino, que me gustan a mí. Montse me regaña por meter el vino porque dice que se va a romper en el avión; yo le digo que nunca se ha roto y sigo adelante con el plan... Cabezón que soy. He forrado las botellas con toda la ropa interior y la toalla que llevo. Todo será que cuando llegue, el vino se haya roto y encima tenga que ir toda la semana con los huevillos al Jerez y con un olor a borracho bastante indigno por aquellas tierras.
Al margen de eso llevamos más de mil kilos de material deportivo, de enseres para hacer la carrera, de regalos para los niños y una estresante programación para una intensa semana en la que no paramos un minuto. Miento, paramos un montón de tiempo para la ceremonia del te que es parte de aquella cultura y de aquel paisaje. Mis amigos me preguntan que si no me da miedo, yo les digo que por supuesto que no y que si me diese, seguiría yendo por la familia y el pueblo que hay allí. Además sé que si me secuestran, entre todos haréis una colecta para pagar el rescate... Mierda le había prohibido a toda mi gente bromear con el tema y ahora yo...

martes, 21 de febrero de 2012

ANDANTE MA NON TROPPO

Algún antropólogo, sociólogo o psicólogo debería explicarme por qué es imprescindible andar para hablar por el móvil. Por qué nadie es capaz de quedarse quieto en el sitio discutiendo sus asuntos y en cuanto suena el timbre del teléfono todo el mundo echa a andar con rumbo perdido como si hubiese empezado una competición. Es obvio que es una cuestión disléxica de incapacidad humana para coordinar diversas actividades del cuerpo. No es mentira que no estamos capacitados para andar y comer chicle a la vez sin terminar mordiéndote el labio o tropezándote; beber andando es ya para súper expertos... Pero no sé por qué maldita razón el móvil invita a la excursión y a esparcir la mierda por toda la oficina, la casa o la calle en la que uno esté. Sí, digo la mierda porque a medida que uno está más cabreado por lo que está hablando por el móvil, sus movimientos se hacen más descontrolados y su cabreo va dejando rastro por donde pasa.
En la oficina empieza a ser un tema bastante molesto. Se da el caso de que a menudo, casi a diario, alguien entra en mi despacho, hablando por el siniestro aparatejo, se da un paseo y vuelve a salir, ante mi cara de incredulidad. Eso sí en su paseillo me dejan unas migajas de bronca o disgusto tiradas por la moqueta. Que sí habían quedado que me lo mandaban hoy, por qué son tan informales y ahora dicen que lo mandarán la semana próxima.... No sé de qué se trata, ni quién hay al otro lado pero ese trocito de malestar me lo han traspasado con esos invasores pasitos por mi territorio. Otro compañero, enganchado a esta práctica, lo hace a voz en grito y uno se va enterando de toda su conversación esté donde esté y sólo cuando ves que ya suena de forma estruendosa abres la puerta del despacho para que entre, deambule y vuelva a salir hacia el otro lado del edificio.
Se trata de algo biológico, algo similar a lo que hacen las aspiradoras automáticas o los limpiafondos-robots que van avanzando sin ningún criterio hasta chocarse con un obstáculo y darse la vuelta. Lo curioso es que si luego le preguntas a alguien por su paseo durante la conversación, lo normal es que no lo recuerden, que no sepan lo que han visto, dónde han estado y simplemente se les ha grabado en el disco duro la conversación. Yo, que empiezo a estar hasta las narices, voy a poner un muelle en mi puerta, voy a empezar a poner trampas y obstáculos y les grabaré saltándolos para que luego no puedan negarlo. Lo bueno del tema es que mientras eres esclavo del móvil, por lo menos haces ejercicio...Quien no se consuela...

lunes, 20 de febrero de 2012

PELILLOS A LA MAR

De pequeño siempre llevaba el pelo largo, como mis hermanos, y sólo tenía problemas cuando en verano íbamos al pueblo de mi madre y se reían de nosotros: nos llamaban melenas, niñas y mariquitas. Nosotros nos consolábamos llamándoles pueblerinos. Ahora tengo esa misma sensación, pero en Madrid. Lo que en San Francisco era un signo de modernidad, de tolerancia y hasta de creatividad, aquí sigue siendo medido con los más casposos parámetros de los años sesenta. Un melenas es un macarra, un tatuado es un perro flauta y un tío con pendiente, un maricón. En California me aplaudían cuando me dejaba el pelo largo y mi barba desarreglada y aquí, cuando me paso un centímetro del modelo "dependiente de Cortefiel" me ponen mote. Últimamente me han comparado con Einstein, Junco o el viejo inventor de Regreso al futuro y yo, que soy un calzonazos, les he hecho caso y me he cortado el pelo.
Hoy lo he hecho por otras razones logísticas. Me lo corto siempre la semana antes de ir al Sahara, porque allí hace calor y porque para estar una semana sin ducharte y durmiendo en el suelo, mejor es tener poco pelo que ensuciar y que malpeinar cada mañana.
Me ha llamado la atención que la peluquería estaba vacía, cuando siempre he esperado muchos minutos para que me atendieran. Como es lógico, se lo he achacado a la crisis, máxime cuando hoy me han contado que ha quebrado una de las principales franquicias de peluqueros. Por un lado me ha chocado, porque había oído que ahora, ante los posibles despidos, la gente está cuidando más su imagen, quitándose los tatuajes y cortando las melenas, con lo que esperaba encontrarme a todo el heavy metal madrileño en la peluquería. Luego he pensado que si está vacía la peluquería, el efecto será contrario y empezaremos a ver a muchos rastas por la calle. Al final he llegado a la sabia conclusión de que la gente, recortes por aquí, recortes por allá, ha vuelto al viejo sistema de cortarse el pelo en casa con su madre, su esposa o su espejo. Fijaos por la calle, la cantidad de trasquilones que están aflorando.
Menos mal que con esta reforma laboral se arregla esto en un par de días. Está claro, será más fácil despedir a los peluqueros y estarán en casa para atender a toda su familia. Para algo tiene que servir tanto tijeretazo.

domingo, 19 de febrero de 2012

SE ESTÁN RIFANDO DOS...

Yo nunca he pegado a nadie. Quizás en el cole, pero no lo recuerdo. Por eso, el otro día salí un tanto escandalizado de una comida con un viejo amiguete que se jactaba de haber soltado muchas hostias por la vida. Mi colega, que es un buen tipo, presumía de no haber pegado nunca a nadie por odio, de haberse limitado a soltar un par de puñetazos en bronca de discoteca, discusión de tráfico o deuda impagada. Menos mal que eran sin odio, que sino igual se le va de las manos, él mismo lo reconocía. Y yo boquiabierto ante tan entrañable animalito, le fui tirando de la lengua por si alguna vez necesito de sus servicios para alguna deuda pendiente, más que nada.
Siempre que alguien me ha pedido que le preste dinero se lo he dejado pero siempre he advertido lo mismo: "Cuidado, que luego cuesta mucho devolverlo". Lo aprendí cuanto teníamos la tienda de bicicletas y algún amigo se llevaba una bici con el cuento de "te la voy pagando a plazos"... El primer mes te lo pagaba encantado, el segundo, vale, pero ya al tercero, cuando empezaba a llover y la bici estaba aparcada en el garaje, costaba mucho acercarse a la tienda a pagar esa vieja deuda. A pesar de todo, uno sigue tropezando en la misma piedra y siempre tiene unos cuantos pufos o inversiones muy de futuro, pendientes de cobro. Me lo tomo con filosofía para no llevarme un berrinche ni perder amigos, pero siempre trato de hacer mi ejercicio preferido, cambiar los papeles, imaginarme en la piel del otro y saber que pensarán para no pagarme. Siempre llego a la misma conclusión, todos piensan: "Vaaaaa, si este es tonto..."
Cuando es un amigo o conocido y noto que no hay mala intención, tengo paciencia, pero cuando se trata de alguien con mala follá, realmente lo paso mal, me hierve la sangre y hago lo posible porque no me tomen el pelo. Es el caso del "pijippie" que nos alquiló la casa de San Francisco, un niñato ricachón que no ha currado en su vida y vive de las rentas, pero que ahora atraviesa problemas financieros porque no consigue vender ninguno de sus múltiples edificios. El tío ha escurrido el bulto para no pagarnos la fianza y se ha aprovechado de que no estamos allí. Pero se ha olvidado de que un año da para tener grandes amigos y que ahora tenemos buenos abogados peleando por esa pasta y que aquella ciudad nos gusta tanto que no nos importaría volver para cobrar ese dinero. Incluso estoy dispuesto a pagarle el billete a mi coleguita.

jueves, 16 de febrero de 2012

ARQUEADO

Esta entrada la debería escribir Montse pero como está hecha una vaga, allá voy. En estas fechas solemos pasar las tardes en ARCO o más bien solíamos, porque entre el babysitting y los preparativos del Sáhara, apenas queda tiempo. Eso quiere decir que a uno le llegan los impactos por los medios de comunicación y claro, ya se sabe lo que eso supone. De la más importante feria de arte de nuestro país, con decenas de prestigiosas galerías y centenares de artistas internacionales, lo que al gran público le llega es el resumen que hacen los "expertos" enviados por las teles y los periódicos. De ahí el generalizado menosprecio o ridiculización del arte contemporáneo, que queda reducido a lo anecdótico, a la payasada.
Llevo varios días atento a los informativos para ver que dicen de ARCO y siempre me encuentro lo mismo, la divertida y provocadora escultura de Franco de nuestro amigo Eugenio Merino, la caseta de obra que un artista francés está pintando allí mismo, algunas esculturas luminosas en neón o fotografías lo más provocadoras posible. Este año, por suerte no están los cadáveres humanos, ni los animales disecados, ni tantas otras obras espectáculo que tanto atraen a la prensa. Realmente lo más fácil para un artista es salir en los medios, mucho más que ser un buen artista, basta con hacer alguna excentricidad.
No sé si en todos los sectores la información está tan tergiversada porque realmente la idea que nos llega de las cosas es bastante distinta de la realidad. Detrás de tanta anécdota curiosa hay grandes obras y buenísimos y reconocidos artistas, de los que apenas hablan a no ser que sea para escandalizarse por los precios de algún cuadro.
Montse ha podido escaparse un rato y espero que nos lo cuente; yo voy a ver si puedo ir algún día, aunque sé que voy a echar de menos los cuadros de mi santa y alguna que otra cosa más. Lo que no me importa haberme perdido es el desfile de modelitos extrafalarios y peinados voluminosos de la inauguración. Mientras tanto me quedo con el único vídeo que he encontrado medianamente interesante.
Mom, tú la llevas.

PELIGROS DEL DESIERTO

No puedo decir que el desierto me estrese, todo lo contrario, es uno de los sitios donde más relajado me encuentro. Lo que sí me lleva un poco de cabeza son los preparativos previos al Sahara Marathon y en concreto la preparación de las cajas con todo el material para la carrera y la ayuda humanitaria. Año tras año se repite el ritual, mientras contestamos dudas de los corredores, colocamos medicinas y otros enseres en cajas y de vez en cuando atendemos a algún medio de información.
Ayer tuve una de las entrevistas más curiosas que me han hecho nunca, desde una radio catalana. Antes de empezar las preguntas sobre nuestro proyecto, la locutora hizo una presentación para situar a los oyentes; la chica tiró de Wikipedia y buscó información sobre Argelia y me dejó sólo ante el micro tras decir las bondades del país y algunos de sus leves peligros: "Es una zona muy peligrosa por los bombardeos terroristas, pero también por los crímenes y robos y los frecuentes terremotos..." Estuve a punto de colgar, suspender el maratón y salir corriendo lo más lejos posible de ese siniestro lugar, pero no tuve agallas. Salí como pude del entuerto, enrollándome como una persiana, hasta que ella me interrumpió para meterme en otro "fregao": "Y allí viven, desde hace más de 30.000 años, los refugiados saharauis". ¿Treintamil años? pobrecillos, no me extraña que se quejen tanto, si llevan viviendo en ese inhóspito desierto desde los orígenes de la humanidad. Eran famosos los hombres de Altamira y los refugiados saharauis de Tindouf... ¡No te jode la tía!
Total, que acabé como pude tan insólita entrevista sin conseguir sacar a los oyentes del atolladero en el que les habían metido y me fui a colocar calzoncillos, calcetines con tomates y zapatillas con agujeros.
Como lo oís, por mucho que insistimos a los participantes para que no traigan demasiadas cosas y eviten donar ropa usada, terminamos recibiendo decenas de cajas con deshechos de fondo de armario... pero muy del fondo. Para ser justo tengo que decir que esto lo hace una minoría, porque la mayoría dona dinero, medicinas o cosas útiles que han consultado antes.
Por eso hacemos la labor de filtro para seleccionar lo que es presentable como ayuda y descartar lo que puede ser ofensivo (ropa desgastada, biquinis...), inútil (balones pinchados, flotadores para piscina...) o disparatado, como el crucifijo con calaveras de la foto, que ayer saqué de una caja, digno de algún exorcista o fan de "Barón Rojo". Entendéis que hagamos el filtro ¿verdad?