jueves, 17 de julio de 2014

CON RABIA

No quería escribir del tema, me resistía a ello. Porque ya he dicho muchas veces lo que pienso del asunto, porque siento que no sirve de nada y porque además entro en choque con varios amigos con los que comparto ideología en casi todo, menos en la cuestión palestina. Siempre he seguido este conflicto con atención y, a pesar de todo, con esperanza; me he documentado leyendo bastante (he contado 22 libros de este tema en mi biblioteca) y aunque algunos no lo crean, intento ser objetivo.
Sí, hago exhaustivos intentos de entender ambos puntos de vista, pero sobre todo de comprender el que menos comprendo. Por eso, además de leer esos libros y decenas de artículos, ahondo buscando los argumentos de quienes defienden a Israel compulsivamente, como el provocador Marhuenda que llega a jugar malignamente con la muerte de los niños en la playa culpando de ella a los propios palestinos.
Me esfuerzo por entender sus razones religiosas, aunque me cuesta lo del mandato divino; trato de asimilar los motivos históricos, a pesar de que interpretan sólo los momentos de la historia que les son favorables; desmenuzo sus explicaciones geográficas, aunque las considere ventajistas; atiendo a sus argumentos de autodefensa, sin dejarme llevar por ciertos tintes racistas en su razonamiento. Y después de todo (empujado por esa compasión que siempre me ha provocado el pueblo judío) consigo autoconvencerme de que tienen razón, de que ese es su país, que los otros son unos intrusos o huéspedes mal agradecidos y que tienen derecho a defenderse de quien constantemente agrede su territorio con lanzamiento de cohetes y con actos criminales como el reciente asesinato de tres jóvenes. Sí, me pareció lamentable, condenable y repugnante el secuestro y vil crimen de esos inocentes chicos, pero...
Pero claro está, lo ocurrido a partir de entonces me revuelve el estómago y azota la conciencia. Olvido el linchamiento de Jerusalén, lo marco como un ataque de irá de unos desaprensivos. Me voy más acá. Una vez más, y van ni se sabe, el ojo por cien ojos, diente por mil dientes, vuelve a imperar y la más indemne exhibición de terror enfurecido vuelve a desatarse contra el enemigo, en cuyas filas se encuentran también ancianos, mujeres y niños. Veo las imágenes en los periódicos de todo el mundo, en medios no muy propensos a atacar al Sionismo y vuelvo a encontrarme lo mismo de las últimas veces, montañas de escombros, madres llorando, abuelos huyendo, errores de cálculo y entierros de niños que juegan al fútbol, de bebés... Cosas que no se pueden justificar de ninguna manera, seas de un bando o de otro. Un asesinato lo es sea el asesino palestino o israelí.
El derecho a defenderse no es el derecho al genocidio o a la masacre. Los palestinos más radicales se equivocan con su actitud agresiva y desafiante, pero la respuesta es totalmente desmesurada. Es como si desde Madrid hubiesen salido aviones a bombardear Lekeitio, Rentería o Eibar porque ETA atentaba indiscriminadamente. Guernica no lo menciono, eso fue cosa de los alemanes...
Por eso me ha corrido la hiel por las teclas cuando he visto la foto de unos colonos sentados en una colina viendo sonrientes el espectáculo de los bombardeos sobre Gaza y en el otro lado los cuerpos de esos niños masacrados por jugar al fútbol en la playa. Entonces ha sido cuando se me han tambaleado de golpe todos esos argumentos históricos, geográficos, religiosos o defensivos; entonces he vuelto a pensar algo que aprendí muy de pequeño y es que el que necesita la fuerza para imponer su razón quizás lo hace porque no tiene razón.
Y siento rabia, impotente rabia.

Pie de foto: Como no quiero manipular os diré que he puesto esta foto de unos niños saharauis porque no he querido herir sensibilidades ni amargar desayunos. De cualquier modo puedes encontrar fotos de la triste realidad en cualquier periódico o simplemente buscando "niños Palestina" en Google. No lo recomiendo.

lunes, 14 de julio de 2014

LA M-30

Cuando escucho las tertulias mañaneras de periodistas y analistas desmenuzando la actualidad y escenificando su enorme indignación ante cada uno de los asuntos turbios de nuestra política, pienso en la M-30. Después, cuando abro la página de cualquier periódico en el ordenador y me encuentro con escándalo tras escándalo, corruptela sobre corruptela, me acuerdo de la M-40. Más tarde cuando veo en el telediario el desfile de los tribunales, desde la Monarquía al último de los concejaluchos, pasando por gobierno, oposición, diputados, consejeros, alcaldes e incluso jueces, me viene a la mente el semáforo de Arturo Soria.

Sí, todos nos preguntamos el por qué de esta España tan berlusconiana, buscamos complejas teorías sobre las redes del mal, diseñamos excusas conspiratorias para cada uno de los casos y señalamos como únicos culpables a los politicastros de turno. Pero la solución es mucho más fácil, la tenemos mucho más cerca, ahí mismo, en la calle, en la M-30.

Cada mañana, cuando salgo de casa hacia el colegio de los niños o hacia el trabajo, la maldita hora punta me pone los pies sobre la tierra y me recuerda en qué país vivimos. En el cruce de Arturo Soria donde de forma recurrente los coches bloquean el paso de la calle perpendicular porque nunca jamás un conductor puede ceder un minuto de su tiempo en beneficio de decenas de prójimos que esperan en el otro semáforo. Si avanzo bloqueo el cruce, pero yo gano unos segundos…Que les den a los demás.

Después llego a la incorporación a la M-30, con un atasco que es ya parte del paisaje urbano y que casi todos tenemos contemplado en nuestro horario para llegar a tiempo al cole. Digo casi todos porque un setenta u ochenta por ciento de conductores civilizados nos detenemos al final de la fila y esperamos pacientemente a golpe de acelerones y frenazos nuestra incorporación al inmenso río de coches que nos llevará al destino. Sin embargo ese flujo regular de coches se ve siempre ralentizado por ese otro veinte o treinta por ciento (una cifra elevadísima) de listillos, irrespetuosos e insolidarios que adelantan a gran velocidad a toda la fila para incorporarse al principio, provocando situaciones peligrosas y grandes cabreos de los que han esperado durante largos minutos.

Ese es el gran problema general de nuestra sociedad. En nuestro país hay muchísima gente civilizada y cívica, íntegra, educada que sufre a cada minuto las afrentas de una gran minoría de esos que van por el mundo pensando que son mejores, más listos y de mejor familia. Yo, según me adelantan les miro a la cara y les reconozco los rasgos; son los del “usted no sabe con quién está hablando”, los de las oportunidades de ganar dinero fácil, los de la libre competencia entre los individuos, los de “me van a decir a mí cómo tengo que conducir”, los de los enchufes y la puerta giratoria, los egoístas, los que se cuelan en la fila.
Más arriba de los Pirineos esto no pasa. Y mientras eso siga ocurriendo en la M-30, la M-40, la S-30 o la B-40 no esperéis que nuestro país deje de tener oportunistas que aprovechan el despiste de los demás en su propio beneficio, ya sean yernos de rey, ministros, concejales o taxistas.

miércoles, 9 de julio de 2014

MI CADÁVER

Últimamente uno visita con cierta frecuencia los tanatorios. Quiero pensar que es casualidad, pero quizás tenga algo que ver la edad. Una vez superada la época de las despedidas de soltero y las bodas, llegó el maravilloso mundo de los bautizos y pasando de puntillas por las primeras comuniones, me he visto sumido en esa época otoñal del matrimonio en el que todos los familiares y amigos empiezan a separarse y no sabes si huir de ellos para no ser contagiado. Va en serio, una vez pillé a una recién separada haciendo campaña, hablando con mi mujer sobre lo maravillosa que era su nueva situación.
Lo de los cementerios ha sido algo más repentino y creo que por coincidencia, porque he despedido a padres de amigos, a compañeros, a colegas de profesión e incluso al hijo de un amigo. Horrible, sí.
Pero siempre he afrontado estas situaciones con una buena dosis de ese humor negro y morboso que a alguno tanto os gusta, y que no es otra cosa que una escapatoria para huir de algo que me provoca mucho miedo (psicólogo dixit); así que tras este vía crucis por los escaparates de féretros, he decidido no morirme.
Tomé la decisión cuando escuché a un insensato cura de cementerio, biblia en mano, decir que Dios es magnánimo y piadoso y repetirlo hasta la saciedad ante unos padres que enterraban a un adolescente. Lo reconfirmé cuando vi a un comercial de funeraria, catálogo en mano, ofreciendo lápidas, coronas y todo tipo de artilugios fúnebres a unos desconsolados familiares que sólo querían pasar ese mal trago rápido, sin importarles si el fulanito conseguía o no su bonus por objetivos. Y ya salí por patas de ese lugar tan antipático cuando noté que sobre un corrillo de "pesamistas" caían extrañas cenizas del cielo y ninguno estaba fumando. Me limpié rápido la "caspa" mortal de los hombros y salí corriendo a vivir.
Claro, que al llegar a casa y después de tanta despedida, me empezaron a entrar todos los síntomas de las enfermedades que se habían llevado por delante a mis amigos, lo cual ha sido una buena excusa para pasar la ITV, pero también para ser consciente de que incluso yo, el mismísimo yo, me moriré algún día. Y ante tan sabia conclusión recordé un comentario de mi amigo Luis en una de esas antesalas de la muerte en las que nos contamos unos a otros cómo se murieron nuestros padres o abuelos y después felicitamos a la familia porque el muerto se ha ido sin sufrir. "Yo no quiero pasar por nada de esto, mi cuerpo donárselo a la ciencia", dijo él con cierta ironía y yo me sumé rápidamente a la propuesta. Y tan contentos nos quedamos los dos, hasta que vimos las fotos del periódico con los cadáveres amontonados en un aula de la Universidad Complutense. Me imaginé debajo de un montón de desarrapados, algún que otro socio del Madrid, alguna cajera del Mercadona y más de un calvo. Vi desde arriba mi cadáver, con el pene seccionado y los ojos sacados por un "chistosillo" estudiante de medicina y decidí cambiar de opinión. Ahora soy más partidario de un ancestral rito asiático: ¿mi cadáver? Os lo coméis ¿vale?

Pie de foto: No quiero ofender a nadie ni con el texto ni con la foto, pero es la única imagen con cadáver que he encontrado en el archivo.



domingo, 6 de julio de 2014

CON ORGULLO

Es para mi un orgullo y una satisfacción... haber acudido al desfile del orgullo celebrado el sábado en Madrid. Nunca antes habíamos vivido esta fiesta en nuestra ciudad y nos apetecía hacerlo para compararla con la increíble "Parade" que vivimos en San Francisco. Aunque Frisco es la capital mundial de la tolerancia en este aspecto, pudimos comprobar con mucho orgullo que Madrid no le va a la zaga, por más que a muchos pese.
En un ambiente colorido y festivo, la ciudad se tiñó de arco iris para respirar libertad por todos sus costados. Quienes a menudo tienen que esconder su condición sexual y pasar por vergonzosos episodios de intolerancia diaria, tienen su fin de semana de reconocimiento, fiesta, despendole, descaro y mucho orgullo. Y lo bonito de ello es que no estaban solos, que la ciudad les arropó con esa apertura de mentes que este país tiene en comparación con otros muchos.
Cuando lo viví en Sanfran pensé que aquello era lo que hacía grande a aquella ciudad y cuando lo he visto aquí también he pensado que es lo que hace grande a Madrid y a España. Cuando una ciudad que presume de cosmopolita vive una fiesta como esta en sus calles está dando una lección de apertura de mente a todo el mundo y seas o no homosexual sientes orgullo de ver que cualquier persona, con independencia de su tendencia, puede expresarse y presumir de ser distinto de los cánones cavernícolas.
Madrid ha estado durante todo el fin de semana lleno hasta la bandera (arco iris), miles de extranjeros han acudido a vivir la fiesta a gastarse millones de euros y a ocupar todas las plazas hoteleras. Quizás por este motivo "neoliberal" del dinerito, algunos hayan abierto un poco más la mente o por lo menos hayan mirado para otro lado. Me cuentan que el Ayuntamiento les ha hecho la vida imposible, que les han hecho cambiar itinerario, medir los decibelios y otro tipo de zancadillas que no tienen otras celebraciones populares más recatadas. Puedo entender al vecino que es víctima del ruido y el desfase de algunos en la noche, pero creo que para nuestra ciudad y nuestro país es muy bueno ser vanguardistas en la reivindicación y la aplicación de medidas y políticas tolerantes ejemplares.
Qué gozada de ciudad, con sus mimos, sus músicos callejeros (con o sin examen), sus policías a caballos, sus museos, sus bares, sus tapas, sus bicicletas de alquiler y su orgullo... Estoy orgulloso de ser madrileño. A pesar de.




jueves, 3 de julio de 2014

GOLPPE DE ESTADO

Voy a atacar al gobierno, para que no se diga. Por mucho que me empeñe, no es fácil estar más de treinta y siete minutos sin que te llegue a los oídos alguna de esas simpáticas ocurrencias de esta colección de humoristas fracasados. Raro es el día en que le dejan el protagonismo a otro y parecen empeñados en hacerse con todos los titulares y despertar a la gente de ese aletargamiento colectivo en el que estamos sumidos ante tanta gilipollez.
Una vez retirados los focos de los nuevos Reyes, rápidamente han vuelto Cristóbal, Alberto y Mariano a atraer la atención con sus despropósitos e insultos a la inteligencia. Primero con el chapucero aforamiento de Juancar deprisa y corriendo, no sea que aparezca algún juez díscolo y nos la líe. Después con la progresista reforma fiscal de Robin Hood Montoro y su cruel y sádica propuesta de quedarse con buena parte de la indemnización por despido; cambiamos la ley para abaratar el despido, se te queda en sólo 20 días por año y además de eso Hacienda se va a quedar un buen pico. Y tú, bastante tienes con seguir vivo y con el chollo de estar en el paro, que no tienes que madrugar...
Y si no había bastante tomadura de pelo, ahora Mariano propone una curiosa "regeneración democrática". Miedo me da cuando estos se erigen en defensores máximos de la libertad y la democracia. En efecto, me lo temía, se trata de otra de sus trampas disfrazada de finiquito en diferido. Bajo ese sugerente nombre de "regeneración democrática" se esconde una maléfica propuesta más digna de algún caudillo dictador de otro tiempo que de un demócrata de verdad. El nombre de la propuesta debería ser "democracia a la carta" porque lo que pretende Mariano es reinterpretar la ley electoral para seguir ganando las elecciones aunque no las gane. Con dos testículos propone que a partir de las próximas elecciones municipales (que no le pintan demasiado bien) gobierne en los ayuntamientos y comunidades la lista más votada. Qué listo, qué ventajista, qué tramposo, como sabe que ahora la izquierda es mayoritaria pero está fraccionada en distintos partidos, evita perder la gran mayoría de instituciones para dárselas a coaliciones progresistas.
Si algo así prosperase sería un golpe de estado contra la democracia, contra el Sufragio Universal (un ciudadano, un voto), similar a los que dan los tiranos o los radicales que suben al poder con unas elecciones y una vez arriba cambian la ley para perpetuarse. No les dejemos. Eso sí, para los medios conservadores de nuestro país (es decir, todos) el único peligro es el antisistema, proetarra, antidemocrático, chavista, malo, malísimo llamado Pablo Iglesias. Si es que con ese nombre...

martes, 1 de julio de 2014

IMPROVISACIÓN


Voy a defender al Gobierno, para que no se diga. He escuchado en repetidas ocasiones acusaciones (qué bien suenan estas dos palabras juntas) sobre la supuesta improvisación de los chicos de Mariano en el proceso de abdicación. Mira que a mi me mola eso de zumbarle al presi y a sus ministros, pero en este caso creo que se les podría acusar de muchas cosas, como ninguneo a las instituciones y a los ciudadanos o reprimir la libertad de expresión, pero de improvisar no hay que acusarles sino felicitarles. Como pretende alguien que el gobierno hubiera tenido un programa estudiado y planificado previamente de una cosa que no se sabía que iba a ocurrir.
No sé porque la palabra improvisar es una expresión maldita en castellano, cuando debería ser todo lo contrario. Como si fuésemos cuadriculados alemanes, en cuanto algo no ha llevado un proceso preparatorio metódico y por el conducto reglamentario, nos ponemos nerviosos y atacamos al responsable del peor de los crímenes: improvisar. Pues aquí estoy yo como fundador del PIE (Partido Improvisador de España) a defender una de las prácticas más loables y sin duda, una capacidad que distingue al ser humano de las especies salvajes. De hecho improvisar es pensar rápido, es ser capaz de adaptarte a una situación nueva e inesperada y actuar consecuentemente.
Precisamente lo que distingue a los buenos profesionales en la mayoría de los oficios es su capacidad para improvisar. Los futbolistas, los artistas, los políticos, los oradores, los tenistas, los pilotos… todos ellos son buenos o malos en función de su disponibilidad y rapidez para la improvisación. De un piloto de avión uno requiere una preparación óptima, una planificación del proceso de vuelo perfecta, pero también dotes para la improvisación, que son las que te salvan en una situación crítica.
Por eso no entiendo que ser un buen improvisador signifique casi un insulto cuando es la parte más creativa, inteligente y, por qué no decirlo, latina. Otra cosa es que algunos se amparen en este criterio para no planificar nunca nada y dejarlo todo al albedrío de la improvisación y entonces se te amontonan los montones.
PD. Como es obvio, esta entrada la he improvisado ahora mismo…