miércoles, 30 de noviembre de 2011

LAS MEIGAS DE SENEGAL

Non creo en meigas, pero haberlas haylas y son senegalesas. Hace un rato leía un Tweet bastante gracioso de Ignacio Escolar que decía: "Elecciones, el 20N. El Congreso abre el martes 13. Los ministros, el día de la lotería y la reforma laboral, en Reyes. Temo santos inocentes"... Estamos rodeados de preocupantes casualidades como que Angela Merkel haya nacido el mismo día que Santiago Segura o que nuestra Espe, celebre cumpleaños con José Lladró, nuestro más reputado ceramista. Creo que con la enfermedad me estoy volviendo un frikie de esos.
Me voy a Senegal, que es por dónde había empezado. Su capital es Dakar, más conocida como París Dakar. Una interesante pero tumultuosa capital africana como la mayoría de las ciudades grandes del continente. Frente a ella se sitúa la multicolor isla de Goree, uno de los lugares más bellos y tranquilos del mundo, siempre y cuando no sepas su historia. Los gritos y gemidos de los más de doce millones de esclavos que fueron trasladados allí durante décadas para ser llevados en barcos a Estados Unidos, todavía suenan por sus callejuelas. A la isla se llega en un pequeño ferry, ahora; entonces lo hacían en atiborradas barcazas de las que siempre se caía algún pobre, pero quizás afortunado, esclavo. Se lo comían los tiburones que habían hecho de la Isla el mejor comedero del Atlántico. El resto esperaban su turno para embarcarse en el barco de la mala suerte, un carguero humano que durante semanas les llevaría en condiciones patéticas hasta las costas americanas. La mitad de ellos llegaban débiles, enfermos, pero llegaban, la otra mitad, los de mejor suerte, morían en el camino. Leo todo esto en uno más de mis libros de Kapuscinski, con quien he aprendido casi todo lo que sé de ese maravilloso continente.
Sigo el relato de la historia de Goree y me percato de que estoy sentado en una silla que compramos hace años en la Isla de Goree. Me doy cuenta, sonrío por la casualidad, en el momento en que aparece Montse en el salón a enseñarme unas fotos de unos toldos preciosos que quiere poner en casa. Unos preciosos toldos en unas espectaculares fotos de la Isla de Goree. Empiezo a acojonarme por la coincidencia y dejo de leer, busco un papel para marcar la página y lo hago con un folleto que el otro día me dio nuestro amigo Che Marchesi del hotel que ha abierto con unos amigos... ¿Sabéis dónde está el hotel?

EL LECHO DE MUERTE

Creo que voy a sobrevivir, lo siento. Me dio fuerzas saber que la entrada de ayer le gustó a Edu Madina. El alien sigue por aquí pero está a punto de ser derrotado por mis fuerzas especiales "Ibopru" y "Paraceta". Eso sí, me he pasado el día en cama y sigo. Si digo "en la cama", soy un vago, pero si digo "en cama", estoy malito. Tiempo suficiente para recuperar el sueño perdido con la melopea vírica de anoche, para darle un último empujón a un libro que se pudría en mi mesilla y para darle al coco. Realmente uno no puede pensar demasiado cuando se encuentra mal pero con la vista perdida y entre cabezada y cabezada, surge alguna reflexión.
Por un día me he puesto en el lugar del moribundo y de su obsesiva mente y me he dado cuenta de lo importante que es tener una buena Ley de Muerte digna y cuidar el lecho de muerte de un enfermo. Uno pasa largas horas moribundas en una habitación y termina obsesionándose con los detalles del entorno que le rodea. La mayoría de la gente muere en una fría sala de hospital con la insoportable presencia en sus últimos recuerdos de una pequeña televisión de monedas, un cacharro para colgar el suero y un crucifijo barato. Ayer, mi lecho de muerte era algo más atractivo, pero mejorable. Atractivo porque frente a mi había un cuadro de mi padre que siempre es agradable y puedes dar rienda suelta a la imaginación. Lo malo es que el cuadro no se ve desde la cama porque como tiene cristal, se refleja la lámpara. Se trata de una lamparucha barata comprada en algún mercadillo e instalada al más puro estilo de la casa, con el cable enredado, sin pegar bien al techo, inclinada y con la estructura de alambre torcida. No es fea del todo y mezclada con el cuadro, hace un efecto que no me disgusta, aunque supongo que el artista no creó la obra pensando en combinarla con el reflejo de una lámpara cutre.
Agradezco la pintura granate que Montse escogió para nuestra habitación y que impide que se vean las manchas de manos y del simple paso del tiempo. Sino fuera así os estaría cantando aquello de "al techo no le iría nada mal, una mano de pintura". Me llegan a la mente otras canciones sobre goteras, como siempre, Nacho Vegas. La tele está apagada. Mejor. Lo malo es que en su opacidad me veo reflejado, hecho una birria, sin afeitar, despeinado y a la enfermedad física se suma ahora la depresión profunda. Me vuelvo a quedar dormido, ya sin Madina, pero al despertarme de nuevo vuelvo a encontrarme con el mismo escenario de todo el día y me planteo una enmienda a la Ley: Los moribundos deberían tener derecho a que les mejoren de vez en cuando su espacio visual, que se lo cambien cada día, que te pongan fotos de cuadros bonitos, de coches estupendos, de carreras de motos, de tías despampanates... a ser posible en bolas. Vamos que me apunto a morir en cualquier taller o cabina de camión. Del resto de detalles de la ley, ya hablaremos otro día.

martes, 29 de noviembre de 2011

EN LA CAMA, CON EDUARDO MADINA

Anoche creí morirme. Cuando volví de la oficina noté que algo no iba bien en mi organismo, así que como tratamiento de choque me fui con Lucito a comprar unos Invizimals y una escobilla de WC que nos falta en Santamera, vamos, el típico plan de lunes por la tarde. Después me eché la siesta de las ocho de la tarde y nos fuimos a tomar algo con unos amigos. Hemos decidido que ya a nuestra edad hay que saber romper la rutina y que se acabó lo de salir sólo los fines de semana. Ahora, también salimos todos los lunes.
Pulpo, cachelos y una buena conversación sobre los temas de actualidad. La presunción de inocencia del presunto yerno presuntamente pillado in fragantis. La quiniela de los ministrables con la cábala de que Gallardón llevará un unificado ministerio de Educación, Cultura y Deportes, con Cobo de Secretario de Estado de Deportes. Y algo de la sucesión del PSOE, pero ya muy poco porque empiezo a notar que lo que tengo dentro es algo más que un malestar. Las nauseas y el mareo me impiden comer, me pongo pálido y Montse preocupada afirma: "Tú estás incubando algo..." y Josevi lo remata: "Pero algo muy gordo, por lo menos un alien." El caso es que nos retiramos a nuestros aposentos. Le pido a Montse que conduzca, lo cual pasa a preocuparle mucho más porque en cuestión de volantes soy un ser tremendamente avaricioso.
Llegamos a casa y a duras penas consigo arrastrarme hasta la cama y me derrumbo sobre el colchón. Mi angustiada mujer se agobia más todavía ¡Me he tumbado en su lado de la cama! No soy dueño de mi cuerpo ni de mi mente, me estoy muriendo y soy consciente de ello. Recuerdo un triste episodio de mi juventud, cuando mi padre se desmayó por una hemorragia interna y yo le arropé con una toalla. El tipo de la ambulancia me dijo que la toalla le había salvado y yo me sentí "Towel-man". Así que doy mis últimas instrucciones a mi santa: "Creo que me voy a desmayar, si es así tapadme con una toalla".
Estoy sudando. Tengo mucho frío, tirito. Doy acompasados gemidos. Dicen que soy mal enfermo, pero yo creo que lo estoy haciendo bastante bien. Oigo pasos, vienen a darme la extremaunción, ahora debe venir lo del túnel y los momentos estelares de mi vida: el profesor de música que me castigó por romperle el tocadiscos, el día en que Doohan me echó de su box, la bofetada que me arreó un hincha del Barca (recordad que no tengo cedilla) por celebrar una canasta del Estu y el tipo que nos perseguía por el pueblo en Vespa por haberle dado un "perazo" en la cara. Se abre la puerta pero el que entra es Diego hijo: "¿Qué pasa?"
-"Tu padre, que tiene un virus o gripe y debe tener fiebre"-contesta Montse-. Estoy a punto de pedirle a Diego que cuide de ella y de sus hermanos, pero por suerte no me salen las fuerzas. Salgo corriendo hacia el baño para intentar expulsar al alien pero no puedo; me meto la mano hasta las amígdalas y me da un ataque de tos, nada más. No me tengo en pie y regreso congelado y tambaleándome a la cama.
Intento dormir pero en un golpe de lucidez o de revelación de Pablo Iglesias, encuentro el relevo en el PSOE, es Eduardo Madina. Un tipo cojonudo, querido por la gente, inteligente, carismático, ejemplo de madurez y reconciliación... Se lo digo a Montse y vuelve a preocuparse. "Estás delirando, es demasiado joven", pero yo estoy convencido, y la juventud en este caso me parece la mejor virtud, aunque no sé si le dejarán los barones. Si fuese político y me llamaran "barón", dejaría de inmediato la política. Sigo helado y sudando, me sube la fiebre pero intento dormir. En este momento se me amontonan recuerdos angustiosos, nauseas, Gallardón, mareo, el pulpo, tiritona, Madina, dolor de riñones, vueltas y más vueltas en la cama, Madina, el alien, los barones, el virus, Cobo y un insoportable malestar. Corro al baño pero no puedo ni mear, no me tengo, el sudor cae a goterones por mi frente, no es verdad que sea sudor frío, es muy caliente pero se enfría al salir, me voy a desmayar, salgo corriendo hacia la cama y consigo tirarme en plancha. Montse, asustada, pide penalty. Yo, medio muerto, me tapo con una toalla para salvarme yo mismo la vida. En la confusa entrada me ha dado un tirón y se me sube el gemelo. El árbitro no lo ha visto. Me jodo, porque como despierte a mi chica otra vez para decirle que me sujete la punta del pie... Omito la previsible contestación.
Son más de las dos y las arcadas no pueden con el alien ni mi cabeza se desprende de Madina, pero por agotamiento consigo dormirme un rato. Sólo un rato. Suena un estruendo en la casa y doy un salto de la cama: las muletas de Diego se han caído al suelo. Miro al reloj y son las 4:40, me acuerdo de Juan Luis Guerra, sigue la fiebre y sigue el maldito virus y sigue Madina martilleando mi cerebelo como una obsesión. No aguanto en la cama y me acuerdo del escritor que experimentó con todo tipo de drogas para poder narrar sus sensaciones, Burroughs creo que era. No tengo drogas, ni las necesito. Me cojo el ordenador e intento volcar mi estado febril en estas estúpidas palabras.
Los que leáis esto por la mañana entenderéis que no haya ido a trabajar; el alien sigue en mi interior, la fiebre se mantiene y estoy en la cama con 39 ó 40... Uno de ellos, Eduardo Madina, por supuesto.

domingo, 27 de noviembre de 2011

CUATRO LATAS

Por su cumpleaños decidí regalarle a Montse algo con un toque nostálgico y acerté. Cuatro latas antiguas de Cola Cao y un rollo de papel higiénico Elefante. Compradle un auténtico cuatro L hubiera molado más, pero era excesivo ¿no?. Pero las viejas latas de Cola Cao con su familia feliz en el dibujo y los letreros de "lentejas", "garbanzos" o "arroz" para su reutilización, son ahora mismo piezas de museo que representan a la perfección toda una época. Lo del rollo de PH ya sé que no es muy romántico pero tiene todo el saborcillo de nuestra niñez. Bueno más bien el olorcillo.
Dicen que lo retro, lo vintage, lo pasado de moda, está de moda. Qué contradiccion. Yo creo que no sólo es que esté de moda sino que nuestra generación se mueve en esa compleja fase nostálgica definida como crisis de los... algunos 40 y otros 50. El caso es que las latitas me han costado una pasta (no lo digo para restregárselo a mi santa esposa) y viendo la tienda y sus precios me he dado cuenta de lo idiota que he sido por no guardar algunas cosas que ahora serían oro en paño. Me desprendí de mis bicicletas, del tandem que me regaló mi tío, del Seat 124, de la BH California y de muchísimas latas de Cola Cao.
Pero aun estoy a tiempo de corregir tan craso error. He hecho un complicado cálculo matemático para deducir que dentro de 20 años tendré 68 tacos (¡Jooooder, qué depresión!!!) y entonces todos los artículos actuales serán objetos vintage con muchísimo valor, con lo cual me garantizo un plan de jubilación que ríete tú del Pacto de Toledo.
Ya está decidido, voy a dedicar una habitación de la casa a guardar todo lo que se va a revalorizar en unos años y luego mis hijos lo venderán en un puesto en El Rastro, como ya hiciera su padre, y en función de los beneficios me llevarán a una residencia de más o menos estrellas. Va a ser como la caja que meten con cosas de la época debajo de la primera piedra de algún edificio importante. Igual pero a lo bestia. Ya he empezado, he metido mis discos de vinilo, todos los vídeos VHS y alguno Beta, mis cámaras antiguas, botes de desodorante, spray matamoscas Raid, lejia, scott britte, cajetillas de tabaco, bombillas, botellas de Casera, teléfonos móviles, mandos a distancia, los dientes del ratoncito Pérez, la guía de teléfonos, la primera PlayStation, las cajas de galletas danesas, una caja de condones Control, otra sin trol, un bolígrafo Bic naranja y otro Bic cristal, dos escrituras a elegir,  un ejemplar del Diez Minutos, muchas monedas y todas las llaves que no sabemos de dónde son.
¡Viva Diógenes!

viernes, 25 de noviembre de 2011

ALEMÁN DE ALEMANIA

No soy racista, pero lo de algunos alemanes empiezo a llevarlo muy mal. Tampoco es muy habitual el racismo contra los centro europeos, a no ser que sean judíos, gitanos o demasiado pobres. Quizás sea un tópico, quizás sean prejuicios, pero casi siempre que he tratado con ellos he tenido sentimientos no del todo positivos. Ese estilo altivo, prepotente, dominador, colonizador que pasean algunos de estos teutones por el mundo, me ha supuesto más de una mala experiencia. En lo laboral porque las relaciones con ellos habitualmente son verticales y siempre nos toca a los latinos estar en la parte baja de la verticalidad. He tratado en varios asuntos con ellos y siempre ocurre lo mismo, tienden a imponer sus costumbres, sus métodos de trabajos, su eficacia, su perfección, su exactitud horaria... Y a menospreciar a los latinos por sureños, por bajitos, por impresentables, por informales, por vagos, por sucios, por subdesarrollados.
Cuando vamos al Sahara siempre tengo anécdotas divertidas por el contraste de civilizaciones y las distintas formas de entender los conceptos espacio y tiempo que hay entre un "occidental" de pura estirpe, osea un alemán, y un "moro" del tercer mundo. Se les rompen los esquemas al ver que en la haima no tienen separación de basuras para reciclaje como hay en Dusseldorf y se ponen nerviosos cuando les explicas que allí la basura se divide entre lo que puede comerse una cabra y lo que no.
Cada uno es libre de tener sus costumbres y manías, pero no de imponérselas a los demás.
Entenderéis que este calentón antigermánico que me ha entrado está motivado por una sobredosis de Canciller Merkel que me ha roto todos los circuitos. Llevamos meses con el tema y la tía sigue haciendo amigos y dispuesta a pasar a la historia de los dirigentes más mezquinos de su país, y eso que tiene buenos antecesores. Partamos de una premisa: yo no entiendo de economía. Pero aun así, algo me dice que esta señora está defendiendo los intereses de su país por encima de los de Europa y que lo que le interesa de la CEE es tener un mercado en el que poder vender sus BMW, sus salchichas o sus hamburguesas, pero nada de tener que arrimar el hombro. De hecho hay algo que me choca a diario: la maldita prima de riesgo es un diferencial entre el precio del bono alemán y el del resto de países, con lo cual a Alemania le beneficia esta situación porque ahora todo el mundo invierte en su economía que es la más fiable, la que sigue creando empleo y puede ser más optimista a pesar de tener una deuda superior a la de los "rescatables". Si realmente Alemania estuviera en una situación de desventaja, ya habría actuado, ya hubiera forzado la máquina del BCE y de todos los resortes europeos. Pero no, ella sigue jugando con todos nosotros y con el futuro de Europa y con sus aires de grandeza se permite dar órdenes a los presidentes de todos los países.
Sólo me hace reír cuando veo la foto del anuncio de Benetton o cuando me acuerdo del chiste infantil: "Yo soy alemán de Alemania, lo digo porque en España mucha gente se cree que soy alemán de...". Mejor lo dejo. Y eso que lo digo con todo mi respeto y cariño a muchos alemanes que conozco y admiro.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

EL TECLADO DE MI ORDENADOR

Le compré mi ordenador a Steve cuando todavía estábamos en California. Nosotros nos despedíamos de nuestros amigos sanfranciscanos y él se despedía del mundo. Yo y mi puto humor negro... Qué falta de respeto. Bajé al Apple store de Chesnut, pedí precio y consejo y me convencieron. Después llamé a mi asesor Tafi y fue contundente: "Al precio que está el dólar, no lo dudes". Fue una buena inversión por tres razones: La primera porque era evidente que el diferencial del bono se iba a disparar en poco meses y nos íbamos a ver abocados a una crisis de confianza que iba a fortalecer de nuevo al dólar; la segunda porque ya por entonces Diego empezaba a tener afición por el deporte del motor y eso ampliaba las posibilidades de que se rompiera un pie y por tanto precisara de un ordenador portátil para trabajar y divertirse mientras tenga la pata chula; y la tercera, la tercera... No me acuerdo, es que estoy demasiado metido en política últimamente.
Así que Diego heredó, sin necesidad de que yo la palme, y yo estrené Mac. Hasta ahí todo muy bien, porque además ya sabéis que los usuarios de Apple somos casi más fieles que los votantes del PP (he dicho casi) y disfrutamos tanto usando sus aparatitos que terminamos siendo sus mejores prescriptores. Vamos, que nos han metido la manzanita en vena. Sin embargo esta entrada es para quejarme del fucking esbirro de Jobs que me dijo que no pasaba nada por comprarme el ordenador con teclado americano porque podría cambiarlo o adaptarlo: "lo mejor es que lo pida cuando llegue a España -dijo- que yo ya se lo habré vendido y estaré bien lejos suyo -pensó-."
Ahora resulta que no se puede cambiar el teclado tan fácilmente porque el Español tiene más teclas y con una distribución distinta y habría que cambiar toda la carrocería del "laptop"pagando la consiguiente pasta... en euros. Tampoco le puedo poner una funda de esas que protegen pero que llevan escritas las letras, porque tampoco encaja en el teclado yankee. La opción de seguir con las distribución original la descarto por patriotismo y porque ninguno entenderíais frases como "una manana un nino espanol manoso le hizo un mono a una muneca en el cono". Joder, no penséis que soy un perturbado, es lo primero que me ha salido en el buscador, además de otras muchas ñoñerías. El caso es que la que parecía menos mala de las soluciones era mantener el teclado americano pero con la configuración española y hacer un buen entrenamiento para aprenderme los cambios de teclas. Voy loco. La ñ está en el punto y coma, la interrogación en el más, el paréntesis en el asterisco y las comillas en la arroba, todos los signos están cambiados...Tengo la picha hecha un lío y todavía no he encontrado dónde está la c con cedilla, así que no os podré hablar del Barca ni de mi querida Nova Canco, correctamente.
Las tres últimas ocurrencias no son malas. Una es poner pegatinas en las teclas con el verdadero uso de cada una, pero va a quedar bastante poco "apol";  otra sería escribir todo utilizando sólo letras, sin ningún signo de puntuación, y por supuesto sin ñ, pero he hecho una prueba y ni siquiera yo lo entiendo; y la tercera y definitivamente vencedora ha sido la de comprarme un teclado inalámbrico con las letras españolas. Así que ahora tengo un maravilloso ordenador portátil de última generación con doble teclado... Lo más

martes, 22 de noviembre de 2011

UN DVD EN URGENCIAS

Qué difícil es gestionar una empresa con muchos trabajadores, qué complicado coordinar sistemas, unificar métodos y conseguir que fluya la información. El domingo, sí ese triste domingo, se nos rompió el DVD. Decidimos que había que actuar rápido porque Montse ve alguna peli o documental casi a diario. El lunes por la mañana me pasé por el servicio técnico a consultar y me sacaron de dudas: "Tenemos uno nuevo por 35 euros, que le va a salir más barato que la reparación". Lo compré. Simultáneamente Montse decidió mover ficha también con celeridad y acudió al Hipercor con una solución práctica: "Me dé el DVD más barato que tenga pero que funcione ¡eh!". Por la tarde, Martín, según se bajó del autobús del colegio corrió a buscar el DVD roto, la caja de herramientas y todo su ingenio y en cinco minutos consiguió reparar la avería por cero euros. Resultado: tenemos tres DVDs en casa.
Dicen que la burocracia es "tener un problema para cada solución" y eso es lo que hemos conseguido nosotros, hacer de una solución, tres problemas. Claro que hoy he ido de nuevo al hospital para hacer la revisión de los cinco mil en el pie de Diego y me han dado todo un máster. Ya aprendí bastante el otro día en urgencias, pero hoy he tenido refuerzo. Entras y para no dar vueltas, preguntas en información, te mandan a la planta menos dos, en admisiones, donde te llaman tonto y te dicen que subas a la cero, donde te dicen que sigas la línea blanca hasta el final y esperes en la sala; esperas en una sala que pone "mamografías" suponiendo que te has equivocado, sale una enfermera y te dice que sigas la línea roja hasta el final, so memo; para coger la línea roja hay que deshacer lo andado en la línea blanca, hasta encontrar la línea roja y seguirla en otra dirección (estaría bien que cada línea llevase una musiquita de cachondeo tipo Benny Hill o algo así); llegas al despacho nueve "Torax" y te vuelves a agobiar. Le pregunto a Diego si le duelen las tetas o el pecho pero por su cara intuyo que solo le molesta la escayola del pie y las ampollas de las manos después de kilómetros a lomos de sus muletas. Sale una enfermera y me regaña, esto es para el tórax, vaya a la sala del fondo. Ya pero es que la línea roja termina aquí. Vamos a la nueva sala, no pone nada, no hay nadie, esperamos. Sale una enfermera y nos regaña por llegar tarde, explico nuestra odisea, me contesta: "pero si es muy fácil". Sí pero yo soy muy tonto.
Le hacen la radiografía, nos la entregan, nos bajamos a tomar un refresco. Centenares de batas blancas mojan churros en el café. Nos sentamos, Diego se pone a diseñar motores y coches (es claramente su futuro) y yo leo un libro de África (es claramente mi futuro). Voy al servicio, meo y sonrío al ver la pintada que hay en el espejo. Por fin llega la hora del médico, bajamos a trauma, es un trauma llegar hasta allí, se me cae un chiste, damos el volante, nos sentamos a esperar, pasan entre 15 y 20 pacientes antes que nosotros, son casi las tres y teníamos hora a la una; sale una enfermera y nos regaña "ustedes no están citados hoy", le muerdo en el cuello y corrige "ah, sí están aquí, se nos había pasado, pasen". El médico nos recrimina: "pero yo no os he visto antes, os vió otro compañero, ¿por qué os han dado hora conmigo?. Además tienes el pie muy hinchado, deberías tenerlo en alto". Trato de explicarlo todo, pero no me escuchan, es tarde y hace hambre. Pide cita en secretaría, luego vete a admisión a sacar un numerito para pedir cita para Rayos X y después ya, te puedes ir a la mismísima mierda si quieres.
Ahora entiendo que no tengan DVD en los hospitales, imaginad la que liarían si algún día se les rompe uno.

lunes, 21 de noviembre de 2011

A CIENTO DIEZ

La mortandad en accidentes de tráfico es uno de los marcadores más fiables del nivel de desarrollo de cada país. Los suicidios también lo son, pero al revés. En los países nórdicos muere muy poca gente en accidente, pero se suicidan a granel. En África se matan como chinches en la carretera o los caminos, pero casi nadie se suicida. No lo necesitan. Una amiga me dijo el otro día que en Japón también se suicidan a patadas. Claro, en el pais del harakiri, el kamasutra y los kamikazes, es normal que se suiciden a patadas, pero hay que reconocer que el método es difícil y doloroso.
Todo esto os lo cuento porque me apetecía hablar bien de Rubalcaba, aunque ahora se lleve lo contrario, y me he acordado de uno de sus grandes logros, que ha sido reducir en centenares los muertos en accidentes de tráfico. Las campañas truculentas y las medidas represoras, como el carnet por puntos, dieron muchos más frutos que todas las políticas recaudatorias previas. Todavía queda algún radar o foto-semáforo puesto con objetivo económico (tengo un amigo que ha perdido todos sus puntos en el mismo semáforo de turistas) pero en la mayoría de los casos los situaron en zonas peligrosas, antes de curvas chungas y consiguieron una verdadera concienciación para reducir las cifras. Nunca le he visto sacar pecho por esto, pero creo que podría hacerlo porque era un tema disparatado que nadie sabía cómo atajar.
Lo que todavía no he terminado de entender es la ida de olla de mezclar economía y tráfico y bajar la velocidad de 120 km/h a 110 km/h. Nos convencieron diciendo que se iba a ahorrar una millonada en combustible, se aplicó la medida y después se retiró con el argumento de que había sido un éxito y había ahorrado millones de euros. O yo soy idiota o había algo que no era cierto. Si se había ahorrado tanto dinero ¿por qué no se prorrogó la medida en el peor momento de la crisis? Además, el cambio coincidía con una insistente campaña para que los conductores no abusaran del carril izquierdo. Las dos medidas resumen muy bien las causas del enorme castigo recibido por el PSOE: sus dubitativas y mal explicadas medidas económicas y su giro a la derecha.
Conclusión: la gente interpretó las llamadas de la DGT de forma muy obediente, pero a su manera: abandonaron el carril izquierdo y se amontonaron en la derecha y redujeron a 110... El número de diputados socialistas.
De cualquier modo, tranquilos que aunque España sea ahora un país más desarrollado y yo estuviera algo deprimido ayer, no he pensado en el suicidio. De momento.

I DON'T LIKE SUNDAYS

Llueve en Madrid. Hubiera preferido pasar el fin de semana fuera, pero la pata chula de Dieguillo nos lo ha impedido. Triste empate del Espanyol. Dura derrota del Estu. No hay motos. No hay fórmula uno. Inundaciones en Levante. Cuatro meses de hambruna en Somalia y todo sigue igual. Vuelven las revueltas a Egipto y vuelve la represión. Siria sigue empapada en sangre. El Papa en África y como siempre sin condón. La isla de San Borondón no termina de salir. Sin noticias de los secuestrados en Kenia. Sin noticias de los secuestrados en Mali. Nunca me gustaron las tardes de los domingos, son deprimentes. Si además es 20N, más todavía, porque me recuerda a otros tiempos y me angustio.
Nunca lo entendí, porque se supone que el domingo, sin trabajar y en casita, es uno de los días mejores de la semana. De hecho si durante cualquier día de diario nos ofrecieran como regalito una tarde de domingo, nos pondríamos como locos. Por otro lado, el viernes, que es un día laboral, es para casi todos un día de alegría y optimismo. Se ve que la mente va por delante de los acontecimientos, que lo que nos preocupa emocionalmente no es el presente sino el inmediato futuro. Tendré que comprarme uno de esos libros de autoayuda que me digan como superar el tedioso bajón dominical. Me pasaré por el Vips.
Ni siquiera me apetece escribir. Noto que todos en casa estamos igual de amodorrados y decidimos salir a cenar. Sushi y rollitos en el restaurante asiático de al lado de casa. La cervecita Sapporo me sube la moral. En el comedor hay seis turcos cenando, los cuatro camareros orientales y nosotros cinco. Me alegra pensar que no hay nadie en toda la sala hablando de la prima de riesgo. Nosotros hablamos de nuestro posible destino si por algún motivo nos quisiésemos ir de nuevo de España. Diego quiere ir a Nueva Zelanda. ¡Qué listo el niño!.
Volvemos a casa, le dan un paraguazo a un linier. Consulto la quiniela y me he quedado en siete. Discuto con mis hijos porque se acuestan tarde. El DVD se ha vuelto a romper. Me toca recoger el Scalextric... Sabéis que os digo, que me voy a dormir... Por favor, despertarme dentro de cuatro años.

PD ¡Enhorabuena a los premiados!

viernes, 18 de noviembre de 2011

ENTRA USTED EN LA DERECHA

Mi madre conducía a gran velocidad por la autopista escuchando a Jiménez Losantos en la radio. Iba muy deprisa y adelantaba a coches y camiones siempre por la izquierda. Yo iba totalmente acojonado en el asiento del copiloto, sin saber como salir de esa situación, cuando de repente ella decidió cambiar la emisora y se puso a toquetear los mandos de la radio. Con la distracción giró el volante sin querer y el coche se salió por la derecha de la carretera a gran velocidad. Yo intenté sujetar el volante con fuerza para recuperar el rumbo, pero no sirvió de nada y nos estrellamos con fuerza contra el guardarail. Como siempre ocurre en estos casos, me desperté en ese mismo momento, sobresaltado y sudando, pero aliviado. Evidentemente se trataba de una pesadilla, porque mi madre nunca jamás hubiera escuchado a semejante personaje.
Esto que os he contado no es metafórico, es el surrealista sueño que tuve anoche, cuando me recuperaba del insomnio hospitalario. Un inesperado reencuentro con mi madre difícil de interpretar. Igual os pensabais que me iba a poner a hablar de política, ahora que está todo el pescado vendido, para que alguien me diga que estoy haciendo campaña. Pero si ni siquiera yo tengo claro qué votar. Bueno, en el Congreso sí empiezo ya a decidirme, pero en el Senado tengo que reconocer que me encuentro dentro de ese grupo de indecisos que pueden decantar la balanza. No es fácil, reconocedlo, son muchas y buenas las opciones. Me seduce el Foro de Ciudadanos, pero luego he visto que sus siglas son FAC, que además de sonar a ¡qué te follen!, son las iniciales de Francisco Álvarez Cascos y estos partidos unipersonales, me dan poca confianza. Entonces he mirado UPyD, otro partido de líder único, que incluso ha tenido que desautorizar esta semana a su único candidato. Para eso, voto al señor Martínez que lo tiene claro y lo reconoce con el nombre de su formación (Partido de la Libertad Individual). Tampoco es mala opción Solidaridad y Autogestión Internacionalista, que lidera Tomás Feo, pero es que me parece un nombre horrible y difícil de entender, el del partido, que no el de Tomás. Hay otro muy atractivo que se llama Escaños en Blanco, pero algo me dice que no van a conseguir representación. También está el Partido Animalista contra el maltrato animal, cuyo nombre es un tanto redundante y no tengo muy claro cual será su programa económico. Me convence el Partido Humanista, pero sus siglas son PH, que es la denominación que usamos en casa para pedir papel higiénico. Equo es el más cercano a mi ideología, pero le han puesto nombre de quiniela hípica... Qué complicado, me quedan muy pocas opciones, el PCPE, el POSI o los de siempre. Ahora en serio, tenemos un problema, este país necesita acabar con la mediocridad política, con el bipartidismo, con el escepticismo ciudadano y de paso con el Senado.
Mientras tanto, está usted entrando en la derecha y esto no es ninguna pesadilla. Ya que he empezado con mi madre, acabaré con otra cita suya cuando ganó Aznar: "Que gusto perder las elecciones, es mucho más cómodo estar en la oposición." Quien no se consuela es porque no quiere.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

DESDE EL GUETO

Uno de los candidatos republicanos de Estados Unidos, de cuyo nombre no quiero acordarme, ha ocupado media columna de periódico con sus xenófobas declaraciones. Media columna es una salvajada en tiempos en los cuales el periódico es un monográfico de la prima de riesgo y de la extensión del riesgo de contagio a la deuda francesa que desliza la postura del Elíseo para que el instituto emisor se implique más en las soluciones a la crisis. Pero en media columna hay espacio suficiente para explicar las palabras de este cafre coreligionario de la genial Sarah Palin, que dijo algo así como que "el español es una lengua de ghettos". No le faltaba razón al hombre porque el español al que él se refiere es el de los inmigrantes mexicanos y centroamericanos que suelen vivir en las zonas más deprimidas de las ciudades, que les gusta trabajar en oficios humillantes y cobrando lo menos posible. Sí, es cierto, son un poco guetos, pero los gueto siempre están promovidos y creados por un estado opresor, represor, fascista. ¡Uy! me está hirviendo la sangre como a todos los españoles que leímos esa noticia. Mi instinto nacionalista que estaba dormido desde la final del Mundial de Sudáfrica, ha vuelto a despertar. Cómo se atreve ese mequetrefe a meterse con nuestra lengua, la lengua que hablamos más de 438 millones de personas, 45 de ellos en USA. Defendamos el español, vivan los hispanoparlantes, incluso los de las colonias.
Coño, me estoy dando cuenta de una cosa, pero si resulta que también hablan castellano los "sudacas", "guachupinos" y toda esa gente que viene a España a vivir en los barrios más mediocres. Qué curioso, a nadie le sale el nacionalismo lingüístico para defender a estos, ni nadie reconoce que también les condenamos a vivir en algún que otro gueto como los centros de internamiento de extranjeros. Todavía recuerdo comentarios de una conocida, un tanto nazionalista española, repudiando a los inmigrantes porque vienen a quitarnos nuestro trabajo, a utilizar nuestros hospitales y a llenarnos el país de delincuentes. Seguro que habéis oído a más de uno decir cosas así.
El otro día, en mi nochecita en el hospital lo comprobé. La mujer de la limpieza, el camillero, la camarera del bar y supongo que los del mortuorio, eran sudamericanos. Por cierto, también lo eran dos de los doctores que con gran profesionalidad atendieron a Diego; de hecho, una quería "jalarle" el dedo, a lo cual yo me negué porque sonaba muy raro.
Los mismos nacionalistas que darían su vida por el español son los que no entienden que alguien sea nacionalista catalán, vasco o corso y se llenan la boca con esa grandilocuente frase de "yo soy ciudadano del mundo, de un mundo sin fronteras ni nacionalismos". Pero gilipichas, entonces entrarían en nuestro país todos los sudacas, negros y moros del mundo, porque ellos también se supone que son ciudadanos de un mundo sin fronteras ni nacionalismos ¿en qué quedamos?
Que distinta es la historia según el papel que te toca jugar. Qué fácil es ser nacionalista o lo contrario, racista o tolerante, indignado o indigno.

REFLEXIONES EN PEDIATRÍA

"Su hijo ya tiene pelos en las piernas y a partir de este momento se parece más a un adulto que a un bebé", esas fueron las primeras y cariñosas palabras de la doctora del centro médico que me debía facilitar las recetas para sus nolotiles. De primeras agradecí que dijera piernas en vez de cojones y después le pregunté la edad límite para ser atendido en pediatría. "Catorce años", dijo y a continuación  me preguntó amablemente por la moto: "Espero que le den siniestro total".
-"Gracias".-contesté.
Lo cierto es que la buena mujer me resolvió una duda que tenía desde la noche anterior, cuando nos secuestraron en pediatría. No sé por qué pero me sentí incómodo durante toda la noche, no sólo por la lesión de Diego, ni por el diseño ergonómico del sillón, sino por la decoración de la habitación con patitos, piterpanes y otras ñoñeces. A nadie nos gustan los hospitales para niños porque intentamos pensar en un mundo sin niños que meter en hospitales. El sufrimiento de los peques es algo muy difícil de aceptar y aunque las paredes estén pintadas de colorines, el espectáculo de un niño con suero u oxígeno te golpea en la línea de flotación emocional.
Aquella planta era claramente para niños que se han caído de la Moto Feber. Primero me dio por preguntarme si a Pedrosa, Marc Márquez y todos los pilotos-bebé que tenemos les ingresaban también en pediatría. Imaginé que no y, como padre del piloto Dieguillo, me sentí discriminado. Después empecé a reflexionar en el más extendido error paterno, que tantas veces he cometido: tener demasiada prisa o dejarte convencer por las prisas de los niños.
En teoría todo está pensado para su debido tiempo, pero desde que nacen los niños, su única obsesión es crecer y ser mayores; si además son chicos, los padres también empujamos a esa impaciencia. Cuando está en el nido ya le estamos regalando un coche teledirigido; cuando cumple un año, un kart con motor eléctrico y así sucesivamente empujándoles para que crezcan. Yo le saqué a Diego mi Scalextric de toda la vida cuando cumplió los cuatro años y él, emocionado con tanto cochecito, decidió probarlos en la bañera; por suerte no supo enchufarlo.
Todo a su debido tiempo, ese es el mandato, pero no lo cumplimos por culpa de las exageradas advertencias de las compañías. Los niños se descojonan cuando ven las edades permitidas para jugar con ciertos vídeo-juegos o ver algunas películas, son tan exagerados que nadie les hace caso. Es como la fecha de caducidad de la mayoría de los alimentos. Así que después de meter los coches en el agua, lo siguiente es hincharse a pegar tiros en la PlayStation, después ver películas porno en la adolescencia, más tarde beber alcohol en las fiestas (aunque mi hijo no bebe) y lo siguiente es enseñarle a montar en moto.
Mi reflexión terminó cuando entró una enfermera a traer el desayuno y una profesora de matemáticas dispuesta a resolverle a Diego sus dudas sobre el valor absoluto. De repente el pie empezó a dolerle mucho más y como padre responsable que soy, eché a la profe de la habitación. Esta vez he sido yo el que he aprendido la lección: Con los niños, no se juega.

Pie de foto: Diego es el que sale a la derecha en la foto .

lunes, 14 de noviembre de 2011

ENCERRADO EN ESTE HOSPITAL

Tomando Pentotal voy perdiendo el sentido... No estaba entre mis planes celebrar el cumpleaños en el hospital pero es la penitencia que tuve que pagar como castigo por haber iniciado a mi hijo en el mundo de la moto. Aunque el verdadero castigo le ha tocado al pobre Dieguillo, que se ha roto el pie en una caída tonta en la última excursión del fin de semana.
Menuda experiencia!!! Tendría para el guión de varios capítulos de una serie o para todo un año de entradas en este blog, y eso que sólo pasamos allí una noche. Vaya nochecita en el hospital, el propio lesionado estaba más impresionado por las disparatadas situaciones que vivimos que por su propia avería. Nada más llegar se vio envuelto en una curiosa parrilla de salida, junto a otros seis contrincantes en sillas de ruedas: José Luis con esguince de tobillo jugando al fútbol; Luciano, de 78 años,  con esguince de pie por caída a la salida del baño; El Johny o "crestas", con dedo gordo roto por patada al poste jugando al fútbol; una joven sin nombre pero con muy mal genio, que se había caído de una escalera (también pie escachifollao); y otros dos algo más discretos y lentos en la conducción de la silla. Con ellos mantuvo un entretenido pique, de admisión a urgencias, de urgencias a trauma, de trauma a radiología, de radiología a trauma, de trauma a radiología que ha salido mal la placa, de radiologia a trauma y descanso. Sí, en medio de la carrera siempre ponen una hora y media de descanso porque es el cambio de turno y no es cuestión que los facultativos que van a entrar en el turno de noche lleguen sin haber apurado bien el cafecito. Ya en la reanudación, cerca de la medianoche, vimos con envidia como todos nuestros rivales salían victoriosos hacia casa con sus trofeos de escayola. Nosotros no. Nos preguntaron la causa de la lesión y cuando dijimos la palabra moto todo cambió. Nos pusieron un stop & go al grito de una enfermera superamable pero contundente: "A este hay que llevarle a boxes, a la zona naranja".
Y allí estábamos en boxes, rodeados por una pobre anciana que supongo que ya no está entre nosotros, por un aspirante a poner su foto en la trasera de los paquetes de tabaco y por un presunto delincuente permanentemente custodiado por dos policías. La parada en boxes tampoco tuvo desperdicio. El motivo era una supuesta observación que paso a ser sospecha e indagación basada en el principio jurídico de la presunción de culpabilidad. Con mucha amabilidad, pero de repente todo el mundo empezó a tratarme como maleante. Los médicos buscaban por todo el cuerpo del chiquillo muestras de maltrato o similar, las enfermeras hacían preguntas con doble sentido y analizaban las miradas entre padre e hijo; una de ellas dudaba de mi paternidad (yo también) y sorprendida me contestó: "pero ¿vive usted con él?". Por suerte Diego se durmió un ratito, a pesar de los ronquidos del tío enfisema, los pitidos del monitor cuando el corazón de la anciana se atascaba o la conversación de las enfermeras intercambiando opiniones sobre un nuevo medicamento que tenía que ver con los enemas, el potasio, el mear y el cagar.
Aquello empezaba a apestar cuando, ya entrada la madrugada, nos comunicaron que teníamos que pasar la noche en el hospital y que ingresaríamos en planta. Intenté decir que preferíamos volver a casa, pero lo entendieron como un intento de fuga; pedí permiso para ir a casa a por lentillas, ropa y algo de comer, pero me contestaron con un rotundo NO. "Usted tiene que estar con el chico todo el tiempo, no puede apartarse de él porque es menor". Una de ellas, insisto que desbordando amabilidad, me explicó que este protocolo es así porque hay casos de maltratos, porque hay padres separados que "secuestran" a los niños, porque hay niños que se escapan y por un montón más de supuestas maldades. Yo mostré mi desacuerdo con tanta burocracia y por ser víctima de "justos por pecadores". Empezaba a sentirme un auténtico delincuente cuando una celadora terminó de arreglarlo: "Si quiere irse un momento pídale permiso a los policías, que como están vigilando a otro enfermo, igual no les importa mirar a su hijo".
Cuando ya veía que perdía la custodia de mi hijo, nos sacaron de boxes y pasamos a planta, donde ya quedó patente que estábamos secuestrados. Quise bajar a aparcar bien el coche y coger el cargador del móvil pero no me dejaron, así que allí me quedé sin lentillas para Diego, sin móvil, sin dinero, sin muda, sin neceser, sin cenar y con un hijo dolorido y hasta las narices de su paseo de siete horas por todo el hospital. El chaval tuvo suerte y pudo cenar unas natillas y en una muestra de generosidad que me hace pensar que realmente sí es mi hijo, me dejó chupar el reverso de la tapa.
Con la esperanza de que apareciera pronto mi amigo Jose a sacarnos de allí, senté todo mi sentimiento de culpa en un siniestro sillón abatible, y ya con el estómago "lleno", me relajé y pasé la noche pensando en los cooperantes secuestrados en el Sáhara. Me dio por ahí.
PD Jose nos sacó pronto y ya estamos en casa.

jueves, 10 de noviembre de 2011

ONCE

Once del once del once a las once y once, algo raro tiene que pasar a esa hora ¿no? Supongo que será que la prima italiana subirá once puntos, no puedo imaginar nada peor para la humanidad. Y que habrá once tipos superfelices porque les habrá tocado el cupón de la Once. Y que Portugal se juega contra Bosnia el paso a la Eurocopa, once contra once. Y que si tomas los dos dígitos del año en que naciste y le sumas la edad que vas a cumplir este año, el resultado es siempre 111. Yo por ejemplo nací en el 79, podéis hacer el cálculo. Y que mi segundo hijo tiene once años.  Y que Dostoievski, que tiene once letras, nació el once del once. Y que mi cumpleaños es en el mes once, el día once (más dos). Y que los mayores atentados terroristas (11) o el terremoto de Japón fueron en día once. Y que New York City y Afghanistan tienen once letras cada uno. Lo mismo que otros peligros para la raza humana, como David Bisbal. Y que si a los Apóstoles les quitas a Judas, eran once. Y que en los calendarios (11) de la pared siempre hay once hojas escondidas. Y que ya os he contado once gilipollescas casualidades.
Si sois muy maniáticos, supersticiosos o simplemente (11) curiosos podéis encontrar otras chorradas parecidas en la red como alguna de las que me han inspirado esta tontiiisima (11) entrada. Supongo que cuando sea el doce del doce del doce nos pasará lo mismo y encontraremos docenas de casualidades (12).
Tenemos un gran amigo que de joven iba por la calle contando todo lo que veía. Si cruzaba un paso de cebra, sabía cuántas líneas tenía; si subía una escalera, contaba los escalones y siempre estaba haciendo cálculos mentales, que no renales. Esa misma situación la tenemos ahora en casa con el pequeño Lucio, que sigue obsesionado con las matemáticas (11) y se pasa el día haciendo complicadas (11) operaciones (11). Hoy ha empezado con problemas de lógica del estilo de "si en un coche hay cuatro chinos y se baja uno pero se suben dos, ¿cuántos quedan?". Estos primeros quizás sean todavía muy difíciles, pero pronto cogerá el ritmo con su calculadoras digital (la de la foto). Su gran problema es cuando se le acaban los dedos, pasa de diez y llega a ONCE.

MI YERNO FAVORITO

Llevo varios días pensando en ello porque veo que la situación se va acercando a pasos agigantados. ¿Cómo será mi yerna? Dieguillo tiene ya quince tacos y aunque no bebe, ya le he visto en alguna ocasión quedarse pegado a alguna jovencita que casi he necesitado disolvente para despegarle. El caso es que como a Perales, me preocupa cómo es ella, de dónde es, a qué dedica el tiempo libre y más que nada las cuestiones vitales, si es del Madrid, o facha, o pija, o cursi o si sesea como Rajoy... No sea que tenga que ir rápidamente al notario para desheredar a mi primogénito.
Parece de coña, pero es un tema muy serio. Uno pasa toda su madurez o adulterio o como queráis llamarlo, obsesionado con la educación de sus hijos, con que estudien, sean buena gente y recojan la toalla del suelo después de ducharse, pero la decisión de qué yerna o nuero vayan a tener, no depende de ti, por mucho que le pongas mala cara cuando abra la nevera para coger un yogurt sin pedir permiso. Fijaos el pobre Juancar, ¡qué disgusto!, menudos nueros le han salido. Por si no tenía bastante con los dolores en las piernas y con tener que andar como Fraga, ahora le llega otro de los yernos, su favorito, a ponerle colorado y a dar argumentos a quienes cuestionan la corona.
Quizás sea porque se metió en el sector en el que toda la vida he trabajado yo, pero lo cierto es que siempre me chirrió la presencia de un miembro de la Casa Real en negocios de la empresa privada. En algunas ocasiones hemos comprobado como jugaba con ventaja, simplemente porque tenía todas las puertas abiertas, en cualquier sitio le recibían y no era fácil decirle que no a una propuesta. A mi me habían dicho que lo hacía con bastante sutileza, pero por lo visto y oído en los últimos días parece que, presuntamente, se le fue la mano ¿no?
Ayer estuve ordenando mi despacho, aprovechando el día festivo y decidí eliminar los extractos de banco de hace más de cinco años, que ocupaban dos cajones enteros. Como me daba no sé que tirarlos al contenedor del papel, he decidido quemarlos en la barbacoa. Mi hermano, cuando me ha visto ha comentado con cachondeo: "¿Qué haces, quemando los contratos con Urdangarín...?"
Me ha entrado un escalofrío sólo de pensar la angustia que tienes que sentir si te ves en una situación así. Casi he sentido pena por él, pobrecillo, lo que hace la necesidad...

miércoles, 9 de noviembre de 2011

SIETE MIL MILLONES

Cuando nació nuestro hijo Martín en la madrugada del catorce de noviembre, le pedimos a la enfermera que pusiera en la ficha que había nacido en la noche del día trece, pero la muy comadrona se negó. Por un par de horas no hubiera pasado nada y a nosotros nos hacía gracia que el chavalillo naciera el mismo día que su padre. Más que nada por la economía familiar; imaginad lo que llegas a ahorrar a lo largo de los años si reduces los gastos de tarta, velas, Coca Cola sin cafeína, palomitas, sms de cuñados, llamadas telefónicas de suegras, Sugus para el cole, bolsas de regalitos de esas siniestras en forma de cono con ene...  ¿Alguien sabe por qué las bolsas de regalitos tienen esa forma? supongo que es para que quepan pocas cosas abajo pero dejando sitio a la cutre bolsa de gusanitos que rellena toda la parte de arriba. Montse está a punto de crear un partido para pedir su erradicación o mejor su sustitución por algo más útil o menos daniño para los ñinos. La segunda propuesta de su programa político es la supresión de los cartones en los packs de yogures y del regalo en las cajas de Coronitas, que ya tenemos cinco abrechapas y son todos igual de malos.
A nuestro amigo Juan le pasó lo mismo, nació en la mañana del 1 de enero del 2000 y por muy poco no fue el primer niño del milenio, con todo lo que eso conlleva de regalos, agasajos y fotografías. En el mismo paritorio ya habría saciado su ego y esa sed de fama que todos llevamos dentro... Y a partir de ahí, todo, entrevistas en Ana Rosa, tertuliano en La Noria y hasta senador si se lo propone. Pero no, la comadreja puso que nació cuando nació y por unos minutos le ganó una niña, de Canarias, supongo.
El otro día estuvo en España el niño "seismilmillones", un chaval bosnio de familia humilde que recibe de vez en cuando un agasajo que pone los dientes largos a sus compañeros de clase y alegra la tarde a sus desempleados padres. Su último sueño cumplido fue venir a nuestro país y conocer a la plantilla del Real Madrid, incluido Mourinho... Lo que habría dado yo por tal honor. Adnan, que es el 6.000.000.000 habitante de la tierra, ya está hecho un viejo a pesar de sus doce años, pero es que después de él ya ha nacido otro millón de criaturas.
Sí, la niña "sietemilmillones" nació el otro día en Filipinas. Se sabía que nacería en Asia o en África, que es donde nace más gente hoy en día y que sería niña, como la de Rajoy. Obviamente estos datos son totalmente simbólicos porque ni la ONU ni nadie tiene la más puñetera idea de cuántos somos en el mundo y mucho menos de dónde va a nacer el habitante siete millones... Si sólo en la India nacen 11 niños al minuto y en Somalia mueren mil niños al día, no quiero imaginarme la agilidad del funcionario de Naciones Unidas responsable de la contabilidad. Y lo más importante, en ese dato ¿están dando por muertos a Paesa, Antonio Anglés y Jesús Gil?
Pd: Perdonad por mi frivolidad para tratar este peleagudo asunto...Otro día me pondré más sesudo.

martes, 8 de noviembre de 2011

MI DISPUTADO VOTO

Juan Carlos Ortega es uno de mis humoristas vivos preferidos. Digo vivos porque buena parte de mis favoritos ya no lo están (Tip y Coll, Eugenio, Gila...). Él y Faemino y Cansado, siguen por aquí, por mucho tiempo, y son los mejores herederos de ese sutil gusto por lo absurdo. A estas alturas ya habréis descubierto que la entrada de hoy trata de humor y no vais descaminados porque, hoy, como el resto de blogs y páginas web del mundo mundial, vamos a hablar del "debate del siglo".
Resulta que El Ortega entrevistó el viernes a una vidente que predijo con toda claridad lo que iban a decir los dos candidatos en el debate, frase a frase, acusación a acusación, conceto a conceto... Y a mí me dio risa y pena. Porque aunque me guste la política, este debate suele ser una escenificación del bipartidismo, en el que se arenga a los fieles y se cabrea a los de enfrente, pero difícilmente se ganan votos.
Sin embargo, en un ejercicio de ingenuidad, anoche me decidí a verlo intentando limpiar mi mente de prejuicios (ya sé que no es nada fácil) e intentando adoptar el papel de uno de esos millones de indecisos que dicen que hay, pero que nadie conocemos. Me senté en el sillón sin saber a quién votar y dispuesto a dejarme convencer por sus propuestas programáticas. Para ser fiel a la verdad, tengo que reconocer que hace un par de días probé suerte en el jueguecito de www.elecciones.es y a raíz de mis preferencias salió claramente que mi voto debía ir a Izquierda Unida. No obstante, como en El disputado voto del señor Cayo , el señor Muñoz ejerció de Paco Rabal y decidió vender su voto al mejor postor, programático por supuesto, y allí me planté frente al televisor, acompañado por mi amigo Remelluri y por un considerable colocón de silicona tras una encomiable reparación de la gotera del baño de los niños.
Mi primera valoración es que no me gustaría estar en su pellejo, ¡qué huevos! A partir de ahí, los dos consiguen convencerme bastante de lo malo que es el otro, pero no de los buenos que son ellos mismos. Uno se ampara en lo mal que lo han hecho los otros y el otro en lo mal que lo van a hacer ellos. Uno está en la derecha y el otro en la izquierda, pero los dos llevan corbata azul. Chungo. Uno saca datos acusadores, el otro dice que es insidia. Uno pregunta al otro, el otro no responde. Uno insiste, el otro no responde. Oigo profundas y desarrolladas propuestas políticas "nuestra propuesta es el cambio, para generar trabajo y acabar con el desempleo". El de la oposición parece que está en el gobierno y viceversa. Uno lee todo y pierde los papeles, el otro titubea al arrancar las frases. Uno propone reformar la Constitución de nuevo para limitar el déficit, el otro quiere suprimir la diputaciones y reestructurar el ejército. Ninguno habla de los indignados, ni del Sahara.  Los dos juegan con las cifras, que como siempre son se goma o de silicona. Los dos son muy feos. Uno cree que ha ganado el debate, el otro también.
Aunque no lo creáis he disfrutado como un enano. Me gusta la política y creo en ella. No estoy de acuerdo en el demagógico dicho de "son todos iguales" y creo que estos debates son buenos para la democracia, aunque me sobran los tertulianos del final que me quieren ayudar a interpretar lo que ya he visto y oído yo. Me valgo solito para sacar mis conclusiones.
Por cierto, mis conclusiones son tres: que echo mucho de menos a los guiñoles del Plus, que no creo que vuelva a gotear agua del baño en el piso de abajo y que ¡Viva el vino!
Pd: No estoy de acuerdo con lo que pone en la foto, pero me hacía gracia.

lunes, 7 de noviembre de 2011

PERSONAS DE CARNE Y HUESO

Últimamente rara es la reunión de amigos o de trabajo en la que no terminemos hablando de las redes sociales. Siempre es mejor que hablar de la crisis o acabar a leches por la política. Claro, que también este es un tema que enciende fervores, porque aunque todo el mundo da ya por hecho que las RRSS tienen una fuerza y potencial enormes, hay posiciones bastante extremistas. Por un lado los que viven absolutamente enganchados a sus aparatitos y permanentemente pendientes y dependientes de las actualizaciones de Facebook, Twitter o Linkedin, y por otro los escépticos y agnósticos que no sólo viven al margen de estos nuevos mundos, sino que además los denigran. Yo conozco bastantes para quienes “actualizar el perfil del muro” significa rematar con yeso y pintura la esquina de la pared. Algunos son conscientemente reacios a iniciarse en el mundo del exhibicionismo virtual y otros son analfamáticos que se niegan a adaptarse al progreso. Me parecen respetables ambas posturas, mientras respeten al prójimo y sepan ver las ventajas y desventajas de los aparatitos y los complejos universos que hay dentro de ellos.
Ni creo que a cualquier chaval que domina o incluso abusa de las redes sociales haya que menospreciarle con el siempre despectivo “Frikie”, ni tampoco pienso que toda la comunicación tenga ya que girar exclusivamente en torno a estos grupos. Estos días estoy siguiendo de cerca un curioso fenómeno, el de un grupo de jóvenes conocedores del marketing y las redes sociales que han afrontado un ambicioso y admirable reto solidario, conseguir 90 millones en 90 días para ayudar a paliar el hambre en Somalia. A algunas ONGs no les ha gustado la iniciativa por amateur y poco realista, pero no voy a tratar ahora ese tema, sino el del poder no siempre tan efectivo de las redes. Cuando el otro día cumplieron ya un mes de los tres que tienen para conseguir el dinero, sólo se habían recaudado seis mil euros y la cifra de seguidores en Facebook era bastante pobre. Tanto que hoy he visto un anuncio que buscaba voluntarios para dar a conocer la iniciativa al gran público con un curioso mensaje: “Ayúdanos a pasar de las redes sociales a las personas de carne y hueso”.
Me ha parecido divertido y me he quedado pensando lo contento que estoy de tener tantos amigos en Facebook, pero lo inmensamente feliz que soy de tener a mis verdaderos amigos de carne y hueso.

jueves, 3 de noviembre de 2011

EL TORNAVIS


No me gusta odiar. Diría que lo odio. De hecho ni siquiera odio a Jiménez Losantos. Bueno, sí. Sin embargo hoy he odiado de corazón y con cierto sadismo a un ser humano al que desconozco y no tengo ninguna intención de conocer porque no respondería de mis actos. Estoy hablando del inventor de los tornillos de estrella y por consiguiente del destornillador de estrella. Ese tipo era un jeta y un inútil. Un jeta porque se aprovechó de un invento tan sencillo y bien llevado a cabo como es el destonillador, para intentar ganar dinero con una nueva versión totalmente inoperante. Y un inútil porque dejó el invento a medias sin conseguir que funcione en la mayoría de los casos.
Destornillador o screwdriver o tornavis, en cualquier idioma es una palabra muy bonita, pero en cuanto le añades “de estrella” pasa a ser tremendamente desagradable. El tamaño del tornillo nunca coincide con el del destornillador; si es pequeño, no entra; si es grande no engancha. Tiene que ser del tamaño exacto para que funcione, pero aun así, en muchos casos tampoco funciona bien porque la puntita es demasiado larga y evita que las estrías agarren. Pero es que además siempre corres el riesgo de forzar el tornillo, deformar la ya de por sí amorfa estrellita y quedarte con un tornillo más inútil que el propio Senado. Si has tenido suerte, no te habrás cortado con el perfil del lavaplatos o con el propio tornavis, pero seguro que te llevas de recuerdo un par de ampollitas en los dedos.
El día de los muertos lo suelo pasar en familia, es decir en casa. Y estar en casa supone cambiar la bombilla, arreglar el interruptor, echarle sal al lavaplatos (debe ser para que la comida no esté sosa) y ajustar los tornillos de estrella de la bisagra del armario. Los putos tornillos de estrella. Normalmente ese trabajo lo hace mi amigo Luis, quien cae en la trampa de mi inutilidad y a cambio de una cerveza o cinco termina siendo él quien desgasta las cabecillas de los tornillos, no porque no sea un manitas, que lo es, sino porque a base de cervezas acaba haciendo el trabajo totalmente mamado.
Creo que el menda era un tal Phillips. Bien podía haber aprendido de Parker y su destornillador plano, o del tío Allen tan cuadriculado con sus tamaños ordenados por números o del de la llaves planas (¿quién ha visto la 12-13?) o incluso del de la llave inglesa, aunque este tampoco se pasó de preciso. Yo, que soy un poco anticuado en esto de las nuevas tecnologías, me quedo con el martillo y las tenazas: unas sacan lo que el otro mete.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

SOY UN FANTASMA

Ya sé que la mayoría estáis de acuerdo con la afirmación. Lo que no sabéis es que el día de los muertos decidí ejercer de verdad, de fantasma, que no de muerto. Es lo que tenemos los miedicas, que nos gusta meter miedo. Resulta que el sábado cenamos en casa de unos amigos que tienen una vieja mansión en el campo, en la que los espíritus van saludándote por las esquinas. Una antigua finca en la que todos sus propietarios murieron en condiciones extrañas lo cual da mucho más jugo y juego a la hora de contar tenebrosas historias. Es curioso que para ser espíritu hayas tenido que morir asesinado o descuartizado o haberte caído por la escalera o haber sido ejecutado. No puedes ser un buen Iker Jiménez si se te aparece un señor que se murió de un cáncer de próstata o una buena anciana que no superó una pulmonía. Yo realmente no creo en ellos y me divierten esas misteriosas historias, como la del fantasma Ataulfo que se aparece en el Museo Reina Sofía; dicen que también está el de Picasso o los de algunas de las figuras masacradas del Guernica; los de la Casa América o el inquietante personaje de las fotos de la casa de Verdi; de todos ellos hablaban el domingo en la radio mientras yo conducía con el vello erizado, que sin ser tan pedante significa con los pelos de punta. Porque no creo en ellos pero en cuanto me cuentan alguna historia, entro en pánico, empiezo a girarme, a mirar por el retrovisor, a encender luces, a buscar compañía, a salir por piernas de donde esté.
Y todos los años, los periodistas aprovechan para hacer reportajes especiales con la muerte y los fantasmas como protagonistas. Tengo que reconocer que me gustaron las historias de una familia que le puso los auriculares al padre muerto para que escuchara la retransmisión del partido del Atleti durante su velatorio, o la del bético que acude al Villamarín con las cenizas de su padre metidas en un tetrabrik.
El caso es que cansado de pasar tanto miedo, a veces decido meterlo yo, el miedo. Así que en la maldita fiestecita de Hallowen de mi hijo Diego, el que no bebe, decidí vengarme de cinco o seis niñatas bastante cursis, que tampoco beben, pero hablaban con lengua de trapo. En mi labor de vigilante estaba yo en casa de mi madre y escuché como las chicas contaban historias de miedo sobre la casa abandonada, así que decidí intervenir con la ayuda de Steve Jobs. Saqué mi iphone, lo puse en función de linterna y alumbré mi mano mientras daba unos golpes sobre la ventana. El grito de las chicas fue tan agudo que casi anula mi carcajada... Fue mi particular forma de vengarme de la nochecita de Hallowen que me dieron. Rencoroso que es uno.

martes, 1 de noviembre de 2011

MI HIJO NO BEBE

"-Dicen que han visto a tu hijo bebiendo en el parque...
-¿Mi hijo? no, será otro, pero el mío no, estoy seguro.
La edad media de inicio en el consumo de alcohol son los catorce años, no seas el último en enterarte".
Seguro que todos habéis oído esta cuña alguna vez. Yo muchas, pero además el otro día la viví en persona y en mi propia casa. Si hubiese querido hacer un estudio sociológico y estadístico de los jóvenes teenagers no podría haberme salido mejor. Por eso me he decidido a compartirlo en el blog, porque puede ser una información muy útil para los padres.
El Diego padre es el único animal capaz de tropezar dos veces con el mismo pedrusco. Mira que el año pasado nos arrepentimos de montar fiestecitas de Hallowen para los niños en casa, pues allá vamos de nuevo y nos volvemos a tirar por el precipicio. “Papá, tranquilo que lo único que vamos a hacer es quedar varios amigos aquí, una pequeña fiestecilla”… Sí sí, una fiestecilla…¡Menuda nochecita! Aparecieron cerca de 100 quinceañeros, uno tras otro; yo, solo ante el peligro. Bueno, al principio vino un inocente y servicial papá que trajo la bebida y la comida para el fiestorro, muchas Cocas, Fantas, y bien de ganchitos, patatas y palomitas…¡Ya! Primero pensé en ser un padre colega pero me acordé a tiempo del dicho: “Si en lugar de padre, eres amigo de tus hijos, les dejarás huérfanos”. Así que decidí darme una vueltecilla por el lugar de la fiesta poco antes de que llegara el grueso del pelotón. ¡Qué desagradable sorpresa! Junto a los refrescos y las chuches de la merendola para nuestros chavalines, encontré un zulo que escondía un arsenal con más alcohol que la bodega de Ernesto de Hannover. A partir de ahí empezó una nochecita que tardaré en olvidar. A pesar de mi férrea vigilancia en la puerta y de mis negociaciones con los líderes de la convocatoria, fracasé rotundamente. Había retirado de la circulación diez litros de alto octanage, pero siguieron llegando chavales con mochilas, con cazadoras abultadas o tiraban las botellas por encima de la valla, no sé cómo, pero volvieron a meter un montón de alcohol. De hecho era lo único que les importaba de la fiesta; ni se molestaron en poner música, ni apenas compraron comida, ni se volvían locos buscando al sexo contrario, sólo querían mamarse. 
Mi trabajo estadístico dice que prácticamente la totalidad beben algo de alcohol. Algunos un poco y otros mucho, pero el 99% bebe. También puedo afirmar que más de la mitad fuman y que algunos le dan a los porros. El análisis sociológico dice que este es un problema que para afrontarlo hay que reconocerlo. El negacionismo es muy malo. De nada sirve negar que hay crisis ¿verdad? Si un centenar de chavales de 14 a 16 años, de colegios "bien" de una zona "bien" iban bien colocados, quiere decir que el problema es general en nuestro país. Que el alcohol lo pueden conseguir sin demasiadas dificultades y que para ellos es algo totalmente aspiracional.
Lo demás fue un "deja vu" o un regreso a nuestros guateques de los ochenta, niñas patosas gritando, niños chuleándose, cerdos meando en las esquinas, un chorizo intentando robar, risas tontas, vecino protestando... Pero lo más preocupante de todo era la reacción de los padres cuando venían a recoger a sus hijos; todos seguían el guión del anuncio: "El mío no, menos mal que el mío no bebe..."