jueves, 13 de junio de 2013

EL MAGISTRADO

Que los ciudadanos españoles somos imbéciles es una afirmación demasiado obvia. Sin embargo, me parece excesivo que nuestros dueños se encarguen de recordárnoslo cada día.
Que la justicia no es un órgano independiente es algo conocido por todos y reconocido por los mismos que se encargan de manipularla. Muchos son los ejemplos recientes de manipulaciones y de movimientos hacia un lado o hacia el otro para tratar de llevar una causa hacia un tribunal o hacia otro, con el convencimiento manifiesto de que si lo juzga Menganito, el veredicto será el opuesto al de Fulanito. Y todos lo tenemos ya aceptado como si fuera normal. Ahora, los medios hablan con total naturalidad del giro hacia la derecha que ha tomado el Tribunal Constitucional tras la incorporación de los cuatro nuevos magistrados y de qué forma ese movimiento blinda la política del PP, sin ningún riesgo de que los recursos ante el TC puedan prosperar. Y todos nos lo tragamos, como si fuera lo normal, y si dices algo, siempre te contestan con el "y tú más" porque los otros también lo hacían, o te recuerdan que Garzón se presentó a unas elecciones con el PSOE. Pues mal hecho por todos, por aquellos entonces y por estos ahora, aunque sinceramente creo que a estos se les ve un poco más el plumero, vamos que no se cortan, que hasta presumen de ello. De hecho, Garzón está donde está porque enseñó demasiado el color de sus ideas y tuvo el atrevimiento suicida de juzgar los crímenes del franquismo y, en paralelo, indagar los papeles oscuros del PP.
Al ver esta noticia del Tribunal Constitucional empecé a leer el perfil de uno de los magistrados, al que denominan "el juez del PP", y tuve que salir corriendo al cajón de las medicinas para chutarme una sobredosis de Almax. Es como si me dicen que los partidos del Barça y el Madrid, los va a arbitrar Shakira. El caso es que acabé, una vez más, tatareando uno de los más populares cánticos del 15-M: " Le dicen democracia y no lo es..."
Mire oiga, ya sabe usted que tiene mayoría absoluta, que puede hacer lo que le venga en gana y que lo va a hacer, como ha ocurrido hasta ahora. Sólo le pedimos por favor que no nos insulte a diario; ya sabemos que somos tontos, pero no nos lo repita tan a menudo, que se nos están empezando a inflar las pelotas.

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