martes, 27 de septiembre de 2011

LA OPORTUNIDAD PERDIDA

Yo estuve viendo al Papa, lo reconozco. Contra mi voluntad pero le vi. Había aparcado el coche junto a Príncipe de Vergara para hacer una gestión en una embajada y después no me dejaron cruzar la calle hasta que el "Papamóvil" y su interminable séquito de Audis y Mercedes oficiales no terminaron de pasar. La verdad es que no le vi. Realmente nadie le ve. Todos los que se agolpan en las aceras lo hacen con el mismo propósito: sacar una foto y eso es lo que hice. Ahora soy uno de los cientos de miles de personas que tienen esta foto, la misma que la colombiana extasiada de delante, el nigeriano abducido de detrás y el curilla revenío de al lado, la misma. Las cámaras digitales han hecho mucho daño en la sociedad, como los politonos de los móviles o la máquina de cortar jamón... Toda una mañana o una vida esperando para ver al papa y cuando llega el momento ni siquiera le ves, absorto con el foco, el zoom y el obturador, para que además la puta foto quede desenfocada.
Mucho se ha escrito y dicho de la visita de "Bene"; que si la polémica por los gastos, que si el Estado aconfesional, que si los confesionarios del Retiro, que si Rouco y el "Kiko" ese... Mucho. Por eso no voy a venir yo ahora a contaros lo que pienso, que ya lo sabéis. Sin embargo y sin ahondar en mi anticlericalismo, hago una reflexión que me ha acompañado durante todas estas semanas de "Papa hasta en la sopa": Qué oportunidad perdida!.
Sí, ese es mi resumen de la visita. Tengo que reconocer que cuando vi las calles de Madrid llenas de chavales de todo el mundo conviviendo en un ambiente "inter-rail" de concordia y amistad, me olvidé de los cortes de tráfico y los visados gratuitos y me llené de esperanza viendo a toda esa juventud capaz de movilizarse y recorrer el mundo por sus ideas y sus causas. Realmente me sorprendía la capacidad de convocatoria de la Iglesia Católica, pero lejos de molestarme, sentí que ese movimiento era algo muy bueno que había que aprovechar y canalizar. Ingenuo de mí, pensé que el máximo líder del catolicismo no iba a dejar pasar la oportunidad y en el dramático momento en que se encuentra el mundo iba a conseguir sacar lo mejor de cada uno de esos chavales para ponerles a trabajar en la solidaridad con sus prójimos, en la tolerancia, en la igualdad, en el respeto y otros tantos valores que hicieron grande al Cristianismo.
¡Qué va! Na de na. Me lo tenía que haber imaginado viendo el mensaje-slogan de las Jornadas: "María, háblanos de Jesús"... Como para acordarse de Somalia, Libia, Siria, Haiti, Mexico, Noruega, Palestina, Afghanistan, Yemen o el bono alemán, eso son minducias humanas. Mi gozo en un pozo y Benedicto XVI volvió a colmar mi escepticismo católico con sus jugosos pero insípidos titulares criticando la excesiva presencia de la ciencia en nuestras vidas, pidiendo a la desesperada que los católicos no se separen de su iglesia y usando toda esa fuerza juvenil para evangelizar el mundo...
Iba a concluir con la frase preferida de Federico Trillo pero no quiero faltar al respeto, así que me quedo con la de "con la iglesia hemos topado" u otra mucho más bonita de Machado y a la que podéis poner el soniquete de Serrat: "No puedo cantar ni quiero, a este Jesús del madero, sino al que anduvo en la mar..."

3 comentarios:

  1. Leete la mierda de libro de La cúpula de King y lo sabrás Manuel, eso si luego no te enfades conmigo, ya te he avisado que es una M con mayuscula de 1000 páginas.

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  2. De la semana del papa en Madrid yo me quedo con la mañana que estuve paseando por el retiro y cotilleando al personal. La imagen de la fila de confesionarios de diseño en el paséo de coches bajo un sol abrasador donde el pecador se freía literalmente arrodillado delante de un cura colorado como un pimiento, sudando la gota gorda, no la olvidaré nunca. Desde luego los que estuvieron confesándose así, estoy segura de que ya hicieron bastante penitencia y se ganaron el cielo. Puede que a alguno le diera una lipotimia y pensara que iba a morir por el golpe de calor pero no se les veía preocupados, seguros de que en ese caso irían directos al paraiso.

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