martes, 16 de octubre de 2012

LA CLASE POLÍTICA

Que tenemos un problema con nuestra clase política no es nada nuevo. La ciudadanía está cansada, desencantada y aburrida de oír día tras día las mismas cosas, de ver que siguen cayendo en los mismos errores, de leer más titulares sobre políticos corruptos que sobre gestiones eficientes. El bipartidismo sigue revelándose como un mal endémico del que no será fácil salir y eso que ambos partidos son cada vez más parecidos, porque como bien dijo ayer Beiras, el poder financiero les tiene bien agarrados por sus deudas. Y que te cojan por las deudas es realmente doloroso. Lo mismo les pasa a los medios informativos, que deberían estar dándonos una visión objetiva de lo que sucede, pero que también están presos de su financiación, sus agujeros negros y sus ERE.
Y en ese idílico escenario de "laqueestácayendo" (no me refiero a Felix Baumgartner), con el rescate sobrevolando, con los niños en huelga, con el gatillazo de Nacho Vidal y el prestige chorreando diez años después, los políticos siguen sin darse cuenta de cuáles son nuestros males. El Wert ejerce de ministro-bocazas, un papel históricamente bien cotizado en los gobiernos de nuestro país; Artur Mas es oportunista como nadie e intenta protagonizar la algarabía catalana, poniéndose al frente de un movimiento que no es suyo (ni siquiera fue a la manifestación); los concejales del PSOE toman el relevo en su afán por salir en las portadas de los periódicos por "extraños" méritos... Como para creer en la clase política.
Y esa falta de credibilidad sólo se puede arreglar con transparencia, con profesionalidad y sabiendo escuchar al pueblo durante los cuatro años de legislatura y no solo el día de las elecciones. Cospedal, en cambio ha encontrado una solución muy populista, pensando que así acallaría las demagógicas voces que se quejan de los dispendios de los políticos: no pagamos a los diputados y arreglado el problema. Lo que es no enterarse...
El problema no es que cobren su sueldo, el problema es que roben, los que roban, que hagan trapicheos con las dietas, que malgasten el dinero público, que sean corruptos, pero que cobren su sueldo es justo e imprescindible. Si no pagamos a los diputados, la política retrocederá varios siglos y será cosa de los nobles, de la aristocracia selecta que puede permitirse dedicar su tiempo de forma gratuita a los asuntos públicos. Es muy manchego el tema, el señorito latifundista en las cortes representando a sus jornaleros ¿verdad? 
Y la culpa de este despropósito no es sólo de la Cospe, es también una herencia del 15M mal entendido, al darle excesiva importancia a cuestiones demagógicas sin valor real en las cuentas y olvidando otras realmente peleagudas como la financiación de los partidos.
Hacen falta políticos que cobren bien, que no roben y que denuncien y luchen contra el estado bancario, las desigualdades, las políticas antisociales. Es lo que faltaba por ver, populismo barato que esconde la privatización hasta de la política, porque si el estado no lo paga, lo pagará la empresa privada o el bolsillo de los más pudientes... y eso no es justo.
Y de fondo elecciones y ese momentazo del domingo a las nueve, cuando todos hayan ganado...

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