domingo, 9 de octubre de 2011

DE BODA

Un blog que se precie no puede pasar por alto la boda del siglo. Claro, que tampoco tengo nada claro cuál de ellas merece ese apelativo, porque cada año hay una "boda del siglo". Es como el derby entre el Madrid y el Barcelona, que ahora llaman el clásico, y que cada vez que se disputa es el partido del siglo. A ver, señores periodistas, en un siglo hay cien años y en cien años se casan miles de reyes, duques, famosetes y mequetrefes. En cien años pueden llegar a jugar merengues y culés, como poco, doscientas veces. Así que ya es casualidad que cada uno sea el partido o la boda del siglo ¿no?
Para cada cual la boda del siglo suele ser la suya. No es mi caso. Más que nada porque no ha sido en este siglo, sino en el anterior. No me preguntéis cuándo, porque no me acuerdo. Lo bueno es que Montse tampoco se acuerda bien, con lo cual no tengo ningún tipo de reprimenda por olvidarme del aniversario. Creo que fue por esta época así que con un poco de suerte he encestado y resulta que quedo bien con mi santa, recordándole tan sonado evento. No me acuerdo si empezamos con un cóctel de gambas o si acabamos con soufle con helado, pero sé que lo pasamos bien, a pesar de aquella tía abuela que nos echó la bronca por no pasar por la vicaría. Mira que fue divertida, sin duda, la boda del siglo (pasado). Nos casamos en el registro, al que llegamos en mi Seat Panda y del que salimos con mi Seat Panda lleno de espuma y arrastrando decenas de latas. Yo llevaba un traje comprado el día anterior en El Corte Inglés con una camisa rosa. Lo sé porque el otro día, cuando ordené el armario al volver de SF, me la encontré y decidí tirarla al contenedor de ropa usada, con lo cual supongo que ahora la lucirá con algo más de garbo algún nigeriano alto y flacucho. Cuando te desprendes de alguna prenda tienes la sensación de estar tirando a la basura parte de tu memoria, de tu historia, por eso guardamos tantas cosas, porque no queremos borrar el pasado. Cuando saqué mi camisa rosa, además de pensar que era muy fea (lo siento amigo nigeriano), me llovieron de golpe todos los recuerdos, los amigos pintores que llegaron tarde y sin avisar (como es habitual), la amiga que se dejó unas bragas colgadas en el baño, el cuñado que se fue a dormir la mona al coche o el descontrol final bailando encima de las mesas a las tantas.
En aquella época íbamos a muchas bodas porque todos nuestros amigos estaban en edad de ello; luego tocaron los bautizos; más adelante, las comuniones; ahora estamos todo el día de divorcios y en cuanto nos despistemos estaremos todo el día de... Lo dejo.
Que no hombre, que el otro día estuvimos de boda (mi amigo Tafi) y pronto vamos a la de Blanca y Luis, que tras más de treinta años viviendo en pecado, han decidido casarse, no vaya a ser que les adelanten sus hijos.
Pero como sé que estáis leyendo esto sólo por el morbo de la Duquesa de Alba (¡morbo, morbo, eso sí que es morbo!) os diré que lo único que sé del tema es que ese día comí por sólo 7,5 euros oyendo una divertida conversación:
-Oye, ¿él recibe algún título honorífico por casarse con la Duquesa?
-¿Título?, claro que sí... ¡CAMPEÓN!

2 comentarios:

  1. ¿¿ y yo porque no estuve en esa boda del siglo pasado??
    Pero estoy segura de quien fue el cuñaooooo borracho que se fue el coche a dormirla.

    Lamujerdelhermano.

    ResponderEliminar
  2. Te equivocas cariño, al registro no llevebas traje ibas tan normalito y yo ni me cambiè de ropa, la que me había puesto para ir al estudio como todos los días. El dia del fiestorro si llavabas el traje gris aunque solo el rato de la comida. Pero si aciertas en que yo tampoco recuerdo ni que dia ni que año nos casamos y a estas alturas no tengo ganas de aprendèrmelo. Es verdad que fuè por estas fechas así que me podías invitar a cenar a un buen sitio.......por si tenemos algo que celebrar.
    Y por supuesto para mi la boda del siglo va a ser la de mis queridos Luis y Blanca.

    ResponderEliminar