martes, 18 de octubre de 2011

MANOS ARRIBA

Nunca robaré un banco, no por falta de ganas sino por falta de pericia. Como a muchos de vosotros, a veces me gustaría hacer de Robin Hood, más que nada por aquello de recuperar la comisión de mantenimiento, los intereses a nuestro favor y la retrocesión de adeudo indebido... La madre que te parió!
Ahora más que nunca queda muy bien lo de meterse con los bancos, así que no voy a ser menos. La verdad es que se lo ganan a pulso con su posición ventajista y prepotente; si van bien las cosas suben y suben sus beneficios, si van mal, el Estado les rescata. Es una especie de "lo tuyo es mío y lo mío...También", que no nos queda más remedio que aguantar porque si somos malos no nos dan hipotecas o nos asustan con aquello de "no querrás que quiebre el banco y te quedes sin tu dinero".
Quizás ese es el factor que más a menudo se les olvida, que es TU DINERO y no tienes porque dar explicaciones de si lo metes o lo sacas, la sacas o la metes... La pasta. En California tuve una monumental bronca con un banco, el West Fargo, porque no me dejaron cobrar un cheque que me habían pagado cuando vendí el coche; los sin vergüenzas me obligaban a abrir una cuenta y sufrieron bien la ira latina oyéndome gritar y reclamar MY MONEY; evidentemente salí con el rabo entre las piernas cuando vi que el "peazoarmario" que tenían por vigilante avanzaba hacia mí con cara de pocos friends. Pensé en decirle aquello de "usted no sabe con quién está hablando..." pero me lié con el who, el whom, el talking y el you know y salí escopetao con el cheque en mi bolsillo: sin pasta pero sin cuenta en aquel jodío banco.
Quizás fue entonces cuando empecé a trazar mi plan para robar un banco. Ya sabéis que los planes se trazan, no se tienen, ni se diseñan, ni mucho menos se planean. Planear un plan sería redundante. Por eso tracé mi plan al más puro estilo Dioni. Para los más jóvenes os diré que el Dioni era un supuesto choricillo, como Roldán, Jaume Matas u otros tantos, pero este era bizco y más rudimentario; cogió el furgón blindado lleno de pasta, lo aparcó en el aeropuerto y se fue a Brasil con las sacas. Unos meses después le pillaron y le metieron al trullo, pero como era el ídolo de los españoles salió, grabó un disco, escribió un libro (lo de tirarse a la mulata ya lo había hecho en brasil) y ahora sale en la tele en esos programas que la gente ve sólamente cuando hace zapping.
El caso es que esta mañana he ido al banco con la clara intención de robarlo, antes de que me robaran ellos, pero mi plan se ha desmoronado: "Deposite los objetos metálicos en el armario de la entrada". Voy y dejo el móvil, vuelvo y: "Deposite los objetos metálicos en el armario de la entrada". Me cabreo pensando que lo único metálico que llevo es la llave del armario en el que he guardado el móvil. Suena una voz enlatada que me invita a pasar, seguido de una cíberseñorita que dice "puerta abierta". Doy un paso al frente pero choco con el cristal, al otro lado veo un cajero que se ríe y me hace muecas, me giro y encuentro una puerta que se abre, avanzo y se cierra detrás mío; ya me tienen, me han capturado, ahora sí que me van a desplumar, miro al cajero, vuelve a hacer muecas, vuelvo a chocarme con otro cristal, vuelvo a girarme, sonrío a la cámara por si me cuelgan en YouTube y salgo sofocado de semejante laberinto. Uf, qué difícil! le digo al cajero y el me saluda sonriendo. Puedo leer su mente: "Buenos días, subnormal!"
-Hola, venía a hacer una transferencia (al ver la cárcel de cristal cambié el plan trazado).
-Dígame el número de cuenta.
-¿El número de cuenta?¿el número de cuenta?... Lo tengo en el móvil.

1 comentario:

  1. Muy buena esa descripción de lo que piensa el cajero, cuando me encuentro con personas que piensan algo parecido de mi yo también "leo mentes". :-)

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