miércoles, 1 de febrero de 2012

CIUDADANO O CONSTITUCIONALISTA

Queridos conciudadanos, me dirijo a ustedes con cierta indignación. No es nuevo, en los tiempos que corren, pero ya empieza a ser agotador... Cada día hay un motivo nuevo. Poco a poco se va conociendo el programa político que nos viene y hay algunas cosas que no me gustan y que incluso me crean cierta angustia. No voy a entrar en temas que pueden estar sujetos a ideología política o a principios morales porque entiendo que cada uno, según su postura política, sea más partidario de unas cosas y menos de otras. Ya veis que, aunque indignado, vengo poco guerrero.
Ahora sí, me gustaría que alguien me explicara qué hay de malo en educar a nuestros hijos en valores universales como el respeto, la tolerancia, el diálogo y tantas otras propuestas que ofrece la asignatura de Educación para la Ciudadanía. No sé si mucha gente de la que ha ridiculizado durante tanto tiempo esta materia, ha echado un vistazo a un libro o al temario, pero a mí me cuesta creer que haya un sólo padre que no quiera eso para sus hijos. Evitar el racismo, promover la igualdad de genero, prevenir abusos como el bullying o el moving, respetar los derechos humanos, generar responsabilidad cívica en el cumplimiento de los deberes, incitar a la no violencia... De qué nos reímos, por qué no le damos importancia a la más importante de las asignaturas. Es sólo porque la ha puesto en marcha el otro partido, los otros, ¿no?. Qué hay de malo en que eduquemos buenas personas y no sólo eficientes trabajadores o brillantes ejecutivos. Cómo es posible que hayamos caído en esta inmensa trampa en la que dominan valores denigrantes pero socialmente aceptados como la competitividad, el liderazgo, la productividad...
Sé que mi opinión no es muy compartida, porque en más de una ocasión he chocado con algún papá, en las reuniones del cole, que exigía más nivel académico, más deberes, más presión y nosotros somos más partidarios de darle muchísima importancia a esas asignaturas que llaman "Marías", la música, el arte, el teatro, la ética... la ciudadanía; a las prácticas frente a la teoría, a la experimentación frente a la memorización, a los valores frente a los conocimientos.
De vez en cuando visito colegios e institutos dando alguna charla, ya sea profesional o del Sahara, y puedo asegurar que de lo que más faltos están nuestros chavales es de esos básicos valores que pretendía inculcar Educación para la Ciudadanía. Sabrán quien es Xerxes, pero algunos no saben escuchar, ni dialogar, ni respetar. Digo pretendía porque está claro que la asignatura muere y lo hace por esa premisa política de cargarse lo que hizo el antecesor; ni mejorarlo, ni discutirlo, ni nada, borrón y cuenta nueva. Y así hasta que llegue el siguiente. Pues no estoy de acuerdo y por eso me indigno. Y porque creo es esa bondad de todos, sean del partido que sean, no entiendo porque no se sientan, pactan unas líneas maestras de la educación y fijan cuáles son esos valores comunes para todos y los transmitimos.
Alguien pensará que es demasiado pronto para hacer este juicio, pero es que de entrada me parece mal cambiar, aunque sólo sea el nombre y sinceramente creo que Educación cívica también puede valer, pero lo de constitucional sí que me parece que es darle un sesgo político. No me parece apropiado erigir a nuestra Constitución en la base ética y moral de la educación, porque también tiene defectos, ausencias y temas cuestionables, lógicos del momento en que se hizo.
En el fondo, lo único malo de Educación para la ciudadanía, a parte de que fuese una propuesta del mismísimo demonio, es que discriminaba a los habitantes de los pueblos ¿no?

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