martes, 7 de agosto de 2012

CHORIZO REVILLA, UN SABOR QUE...

Cada vez que llegan las Olimpiadas me acuerdo del chorizo Revilla. Ya sé que lo correcto es decir Juegos Olímpicos porque la Olimpiada es el periodo de cuatro años que separa unos juegos de otros, pero la gente de la calle lo llamamos Olimpiada a todo, simplemente porque nos sale de los MMHH (mismísimos huevos). Bueno, pues yo me acuerdo del chorizo Revilla y hasta de la canción de su anunció, porque cuando eramos pequeños, los veranos que coincidían con JJOO se convertían en una divertida réplica de lo que veíamos por la tele, pero con amigos, primos y hermanos de contrincantes. Cada día hacíamos varias de las competiciones y teníamos incluso el mismo protocolo de entrega de premios, con flores, podio, himnos (cantados por nosotros) y medallas metálicas del susodicho chorizo. Los vejetes lo recordaréis, con cada longaniza venía una medalla del tamaño de una moneda de dos euros con la marca del chorizo impresa en bajo relieve. Además, en el salchichón la medalla era plateada, con lo cual teníamos resueltos los dos primeros puestos y el bronce lo hicimos con fichas de cabina de teléfono. Una cabina de teléfono era una especie de ducha acristalada donde te metías para hacer una perdida o enviar un "guasap" para que tu madre no te esperara a cenar.
Ahora siento rabia viendo que mis hijos, que son bastante seguidores de cualquier tipo de deporte televisado (no sé por qué será, la verdad), no sienten esa necesidad de replicar los Juegos. Al contrario, les hemos tenido cuatro días fuera y vuelven con auténtico síndrome de abstinencia de PlayStation. Menos mal que esta tarde Diego y Trigg nos han dado una alegría con una impecable exhibición de natación sincronizada a dúo; viendo sus gansos cuerpos de teenager moverse desacompasados, he entendido porque no hay categoría masculina en esta disciplina olímpica..

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