jueves, 10 de enero de 2013

FEA NAVIDAD



El día uno de enero, al caer la resacosa tarde, como otros muchos madrileños, tenemos la costumbre de recorrer el centro de la ciudad para enseñarles a los niños la iluminación de Navidad. Vamos despacio por el atasco de Serrano porque ya sabéis que en Madrid, cuando llegas a Villanueva, se hace un cuello de Botella, pero tengo que reconocer que la iluminación de las calles es de lo poco que se salva en la estética navideña y que disfruto mirándola como niño grande que soy. Conseguimos que el pequeño exclame un ¡ooooohhhhh! dos o tres veces y nos volvemos a casa.
Pero también disfruto cuando terminan las fiestas y retiran tanta horterada de los escaparates, se desarma ese inmenso atentado estético llamado Cortylandia y se descuelgan los patéticos "papanoeles" colgados de las ventanas.
La Navidad es fea porque todo el mundo intentamos rizar el rizo de la cursilería, en los regalos, en la indumentaria, en los mensajes, en el cotillón y acabamos comprando un arsenal de petardos para ver si hay suerte y explota todo.
El año pasado os hice un resumen de lo SMS más cursis que había recibido, de los cuales varios merecían una sonora contestación de QTFUP, pero este año ni siquiera los he mirado, soy así de borde y antipático y como ya comenté el otro día, tampoco he enviado ninguna felicitación. Por eso, con cierto remordimiento, publico estas fotos que son un claro reflejo de esa fealdad luminosa, brillante, de purpurina, empalagosa, poligonera, cutre y daltónica, sólo comparable con otras grandes joyas de la cultura hispana como son Lladró, las Fallas, la Tuna o el chándal del equipo olímpico. Menos mal que un piloto supersticioso que conozco, me alegró las fiestas con esta otra felicitación algo más carnal.

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