martes, 10 de enero de 2012

DE INDIGNADO A CABREADO

Estoy muy cabreado. Poco me ha durado la alegría por las victorias del Estu y el empate del Espanyol. Es imposible estar contento si lees el periódico y yo tengo esa mala costumbre. La política de este, nuestro país de chirigota, ofrece un espectáculo cada vez más patético. Basta leer la portada de cualquier diario para sonrojarse y sentir vergüenza de ser ciudadano español. Lo cojas por donde lo cojas. Dos presidentes de comunidades autónomas sentados en el banquillo por chorizos (ni presunción de inocencia, ni leches); un miembro de la Casa Real investigado por llevárselo crudo; un Gobierno que arranca a la deriva, haciendo lo mismo que tanto criticó y lo contrario de lo que prometió; un capítulo diario del esperpento de los aeropuertos; una oposición que no ha oído lo que dice la calle y que sigue buscando más de lo mismo... Y todo eso sin hacer ni puto caso a las agencias calificadoras de los huevos.
Vale, hay crisis internacional. Vale, somos víctimas de los vaivenes de los mercados y de la política europea. Vale. Pero nos han engañado, nos han estafado, nos han insultado y ahora encima nos piden que paguemos la factura. La enferma democracia de chichinabo que tenemos ha sido ninguneada por una clase política "jesusgilesca", repleta de personajes indeseables como el tal Fabra y centenares de alcalduchos, concejales y consejeros de tres al cuarto que derrochaban el dinero de sus contribuyentes con su ridícula ambición megalómana en busca de grandes inauguraciones, fotos y titulares en los periódicos para ganarse a un electorado al que llamaban estúpido, porque realmente era estúpido. En nuestro trabajo llevamos años tratando con políticos que pelean a codos por salir en la foto, que sólo trabajan por el reconocimiento de sus éxitos y que están rodeados por la camarilla de sus respectivos partidos dorándoles la píldora y aplaudiendo en las inauguraciones.
El resultado es que tenemos España llena de aeropuertos que no se usan, como el de Castellón o el de Ciudad Real, pabellones y estadios desmesurados y sin ocupación como el de Sevilla o la Caja Mágica de Madrid... Un esperpéntico panorama de estructuras versallescas como resultado de una mala interpretación de la democracia: como el mandato es de cuatro años, voy a gastármelo todo y más para que me reelijan. O me nombren ministro. Y todo eso sin sospechar, que se podría, de conductas fraudulentas, de extrañas comisiones y de estafas escandalosas como la del Palma Arena.
Me gusta la política, soy un defensor de la clase política honesta y preparada, pero la situación actual da la razón a los más indignados, a quienes opinan que todos son igual y que estamos hartos de que nos llamen idiotas. Pero si es que lo somos, somos idiotas porque les seguimos votando, porque no exigimos transparencia y limpieza. Nos toma el pelo y nos ningunea el Gobierno actual, como lo hizo el anterior. Nos toma el pelo el PSOE con ese proceso de refundación de la izquierda liderado por ¿Rubalcaba y Chacón?... Pero ¿son tontos, ciegos o sordos?
No sigo porque me enciendo y porque no es cuestión de desvelar ahora todo mi programa político. Sólo una reflexión: pensad que diríais de nuestro país si fueseis extranjeros.

2 comentarios:

  1. Pues que ¿qué rica esta la paella española acompañada de una Mahou *****?

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  2. Estoy muy de acuerdo con toda la reflexiòn pero ¿Que mas podemos hacer? No se me ocurre. Hace unos meses un amigo que vive fuera de España reflexionaba y animaba a todo el que pueda a marcharse.....a mi ganas no me faltan.

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