martes, 24 de enero de 2012

EL PADRE DIEGO

Hoy me he reencontrado con el pasado. Sin quererlo ni beberlo me he visto bajando las escaleras, en silencio, con la música de órgano de fondo, cogido de la mano de mi amigo Salva, los dos vestidos con nuestra túnica blanca y preparados para el gran acontecimiento. Íbamos a confesarnos, por primera vez en nuestra vida, el día antes de nuestra comunión. Al llegar abajo y entrar en la capilla, el bueno de Salva, superado por los acontecimientos o acojonado por los pecados que iba a confesar, se cayó rodando al suelo, desmayado. Me llevé un buen susto, no lo puedo negar, pero me libré de confesarme y hasta ahora no lo he hecho nunca jamás. Ni pienso. Y eso que pecados, llevo unos cuantos.
Resulta que me han llamado del que fue mi colegio para ir a dar una charla a los niños, dentro del proyecto de hermanamiento con colegios saharauis que estamos llevando a cabo, y como no tienen salón de actos utilizan la capilla para estas ocasiones. En lugar de pabellón multiusos, capilla multiusos. Y allí estaba yo, con mi amigo Víctor, islamizando Europa, hablando del Corán, de Alá, de las injusticias del mundo, de los problemas de África y de nuestros hermanos saharauis. Vigilados en todo momento por la mismísima Virgen, hemos estado un par de horas charlando con 120 entusiasmados chavales que se bebían las diapositivas y preguntaban con curiosidad e inteligencia. Sólo hay una pregunta que me ha dejado en fuera de juego: "¿Los saharauis usan IPhone?... Todavía estoy dándole vueltas al enfermizo materialismo que lleva a un inocente chaval de once años a preguntar algo así. ¿Es eso lo que más te preocupa de todo lo que te he contado?, animalillo... Houston, tenemos un problema.
Tras despedir a los feligreses, hemos recogido nuestro altar. Eran ya las cuatro y pico y hacía hambre y sed, pero no hemos encontrado ni el vino ni las hostias, para darnos un atracón... Me parece que se me está yendo la entrada de las manos y me van a terminar excomulgando, lo cual, por otro lado, no sólo no me importaría sino que me evitaría tener que apostatar, algo que mi conciencia me pide, pero mi pereza me frena.
Así Dumaha, mi hermana saharaui tendría más motivo para decirme siempre la misma cariñosa broma: que los mártires de su país son Bassiri, El Ouali y Diego. Yo me río mucho con ella, aunque pensándolo bien, no tiene demasiada gracia... para ser mártir hay que palmarla ¿no?

2 comentarios:

  1. Pues me parece muy bien que hables del Corán en una Iglesia, a ver si se nos quitan los complejos a TODOS, incluidos los ateos.

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  2. Dios! Que pinta!!! Menos mal que no te metiste a cura aunque confieso que me parece mucho mas bonito el Darra saharaui que la sotana catòlica.

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